Traducido por Lugiia
Editado por Gia
Cuando vuelvo en sí, me encuentro recostada en la cuna de mi habitación.
Levanto la cabeza lo mejor que puedo para comprobar el estado de mi mano, y encuentro que un suave vendaje la envuelve.
Los niños pequeños parecen ser también muy minuciosos.
Está tan limpio que me cuesta creer que haya sido hecho por la habilidad de un niño. Apenas puedo sentir dolor.
Dejando eso de lado, la situación es peor de lo que pensaba.
Gracias al incidente con la doncella, descubrí que mi posición y la de Dietrich no son tan diferentes.
A diferencia de mí, él es un candidato a sucesor; no obstante, no tiene un fuerte apoyo como Yurick y tampoco es tratado con respeto.
No me extraña que, a pesar de ser una bebé recién nacida con título de princesa, Lancel me atormente tanto.
El palacio Dalia no solo está descuidado, sino casi olvidado.
Parece que incluso nuestro presupuesto de manutención, proporcionado por la familia LaGrange, es escaso.
Entonces, como Dietrich y yo contamos con poco presupuesto, los salarios de Lancel y la doncella son más bajos comparados a los de la servidumbre de otros palacios.
¿Es por eso que Lancel y la doncella nos odian tanto?
Debe ser duro tener que cuidar de ambos mientras barren y pulen juntos este gran palacio.
Sin embargo, ¿por qué deben tratar a unos niños de esa manera?
Bueno, en ese sentido, el mundo del libro no es tan diferente a mi mundo anterior. Aquel era uno donde los adultos no actuaban como tal y estaban acostumbrados a llevar una vida corrupta.
¡Intimidar a unos niños por dinero…!
—¡Baa! ¡Baa!
¡Eso es algo que solo hacen los imbéciles!
Cada vez que me encuentre con la criada que se negó a curar mis heridas, al igual que en cada oportunidad que Lancel me atormente, murmuraré todo lo que tengo que decir de ellos.
Oh, necesito apresurarme y ser capaz de hablar.
Creo que me sentiría mucho mejor si insulto a la criada que me dijo que voy a morir de todos modos.
Desde que nací, me ha sido posible entender lo que dice la gente porque tengo recuerdos de mi vida anterior, pero, ¿por qué sigo sin poder hablar?
¿Es porque mi lengua aún está en crecimiento?
—¡Baa!
No importa cuánta fuerza ponga en mi lengua, las palabras no salen.
—¿Eh? ¿Qué estás haciendo?
Hablando del rey de Roma, Lancel entra en mi habitación.
—¡Baa!
—¿Tienes hambre?
A pesar de que todavía soy una princesa, Lancel nunca me habló con honoríficos.
Bueno, al menos trae la comida a tiempo.
Sonrío y tomo la botella que Lancel está sosteniendo.
—¿Qué le pasa a tu mano? —Lancel mira mi mano e inclina la cabeza como si fuera la primera vez que ve una herida en mí. Supongo que la doncella no le dijo nada de lo que sucedió con Dietrich y conmigo—. ¿Estás herida? —Él toca mi mano vendada y rápidamente pierde el interés—. Bueno, siempre y cuando no mueras.
Es un poco decepcionante su actitud al ver a un niño herido y seguir adelante como si no fuera la gran cosa.
Oye, esta bebé está herida. Tienes que cuidar de ella.
Noto que el aura de Lancel, que no era particularmente inusual al entrar en la habitación, se vuelve negra y sucia. Su aura se llena con mucho descontento.
Cada vez que me mira, el aura se pone oscura.
Pensé que era porque me odiaba, pero su aura moteada parece ser, de algún modo, artificial.
—¿Por qué debería importarme?
—¿Baa?
¿Por qué dice eso tan repentinamente?
—¡Esta es la bebé que mató a la señora Camille!
Lancel, quien había estado observando mi herida con una actitud desinteresada, de repente se molesta conmigo.
Sorprendida, estiro los brazos hacia su aura, la cual está cubriendo mi estómago como una manta.
¡Ponte más blanca! ¡Vamos!
Creo que en la novela, Anissa purificaba las auras de la gente de esta manera.
Luego de tocarla, el aura oscura de Lancel se desvanece lentamente. Respiro aliviada y lo observo.
—¿De verdad esta bebé tiene la culpa?
¿En serio funcionó lo que hice?
El poder de la diosa todopoderosa Heredia no es solo leer las emociones de las personas, sino que también es capaz de manipularlas hasta cierto punto. Supongo que esa es la razón por la que Anissa logró sobrevivir en LaGrange.
Tendré que purificar el aura de Lancel cada vez que lo vea.
De esa manera, a lo mejor sería capaz de conseguir que caliente mi botella de leche antes de traérmela. Lancel suspira, sin saber que tengo un plan para ganarme su corazón.
—Pensé que la situación mejoraría si el joven maestro se convertía en un candidato a sucesor…
—¿Baa?
—¿Será porque aún no es un sucesor oficial? Mi salario sigue siendo muy bajo. ¿Debería renunciar?
—¿Baa?
Lancel sigue murmurando mientras me sostiene la botella. Asiento con la cabeza como respuesta a sus palabras.
Sí, hombre. ¡Renuncia!
No necesito un sirviente tan fraudulento como tú.
Desearía que Lancel se fuera y llegara un sirviente más amigable.
Bueno, ni siquiera quiero a una niñera amable, solo un adulto normal que no pellizque a una bebé.
—Ahora que lo pienso, ha pasado un tiempo desde que el joven maestro comió, ¿todavía seguirá vivo?
—¡¿Baa?!
Me sorprenden sus palabras y trago incorrectamente la leche de fórmula, lo que provoca que casi me ahogue.
—Hmm, es extraño que Jeanine no cuide del joven maestro —dice Lancel mientras me da palmaditas en la espalda a causa de mi tos.
El nombre de la doncella que cerró la puerta con fuerza es Jeanine.
—No hay ni siquiera migas de pan en la cocina, ¿cómo demonios es que sigue vivo? —continúa Lancel.
—¡¡¡Baa!!!
¡No, ustedes dos son unos locos!
—¡Ah, deja de gritar! Ya te estoy dando de comer, ¡¿no es así, princesa?!
—¡¡¡Baa!!!!
¡¿Por qué solo me alimentas a mí?!
¡Estás haciendo pasar hambre a un niño de seis años!
Aunque quiero gritarle a Lancel tanto como pueda, no consigo articular nada coherente, así que no tengo más remedio que gritar para mis adentros.
¡No puedo creer que el pasado de Dietrich, el cual fue omitido en la narrativa de la novela, fuera tan trágico!
Ahora sé cómo sobrevivió cuando se refugió en el bosque tras perder su primera batalla contra el protagonista.
Parece haber aprendido a cazar animales en el bosque porque no lo alimentaban en el pasado.
Si tienes un hijo, ¿no deberías proveerle lo básico en alojamiento y comida?
No comprendo cómo es que Camille, en su avaricia, dio a luz a un hijo para que viva de esta manera. LaGrange no es precisamente una familia sin dinero.
Ahora entiendo por qué Dietrich se convirtió en un villano.
La locura de esta familia está más allá de mi imaginación, ¿no es así?
Herman, el héroe y protagonista de una típica novela de fantasía, quien vivía y moría basándose en su sentido de justicia, seguramente también se habría vuelto un villano si hubiera crecido en esta situación.
El mayor problema es que Dietrich y yo no somos tan diferentes, lo que significa que seremos tratados como igual por ser familia.
—Ba…
Cuando sea capaz de ingerir comida sólida, en lugar de mi fórmula para bebés, voy a pasar hambre, ¿verdad?
Aunque estoy comiendo en estos momentos, comienzo a sentirme hambrienta pensando en mi futuro.
—Verte comer hace que también me de hambre.
—¡¿Baa?!
—Por eso, te dejaré sola. Vendré por la noche.
Lancel sale de mi habitación como si hubiera cumplido con su deber, dejando un pesimismo tras su salida.
Siempre actúa como si quedarse más de diez minutos en esta habitación le contagiaría de alguna clase de enfermedad que lo mataría.
Me siento triste por Dietrich…
Conteniendo las lágrimas llenas de pesar, ruedo mi cuerpo fuera de la cuna como la última vez.
Sostengo la botella en mi mano y agito muy bien la leche en su interior.
Hmm, todavía queda un poco más de la mitad.
¡Tengo que llevarle esto a Dietrich!
Debe estar muy hambriento, ¿no es así?
Es aterrador que nadie se ocupe de un niño de seis años.
Además, la gente se siente unida de forma natural a aquellos que les dan comida.
¡Así es! De ahora en adelante, ¡me encargaré de la comida de Dietrich!
Sin embargo, tal y como dice el dicho, darle solo de comer no me haría una buena persona; tengo que actuar también como una buena hermana para que Dietrich no quiera matarme.
Según los murmullos de Lancel, mi bebida es la mezcla de agua con leche en polvo y suplementos nutricionales que necesitan los bebés.
Por lo tanto, no habría problema si un niño como Dietrich comienza a tomarla.
Coloco el biberón dentro de mi ropa y me apresuro a tocar el suelo con mis manos.
—¡¡¡Baa!!!
Oh, Dios mío.
Olvidé que mi palma está herida.
Debido al hormigueo que se produce en mi mano a causa del dolor, mi cuerpo comienza a temblar.
Decido moverme lo más lento que puedo, en lugar de golpear el suelo de forma intensa con mis palmas.
Puede que llegue más tarde de lo previsto, pero no pasa nada porque Dietrich no está huyendo de mí.
Oh, ya que voy a ir despacio, ¿debería buscar el espejo?
Con ese pensamiento repentino, cambio de rumbo y me dirijo hacia la mesita de noche.
Aprovechando que estoy fuera de la cuna, voy a observar cómo es mi rostro.
Iba a verlo cuando regresara de mi último encuentro con Dietrich, pero no pude porque me desmayé del dolor.
Siempre me he preguntado qué tan fea soy para que Lancel me lo reproche en cara cada día.
No obstante, en la novela describen al personaje de Anissa como una joven muy bella.
Por supuesto, dado que el punto de vista de la narradora pertenecía a Anissa Euclid, esa información era muy poco fiable.
La gente suele creer que sus rostros son tres veces más bonitos y geniales de lo que son. Aunque no lo sean, existen de igual forma muchas personas con síndromes similares.
Además, Anissa podría haber sido el tipo de persona que se grabara palabras de alabanza hacía sí misma si lo oyera una o dos veces a lo largo de su vida.
¿Dónde puso Lancel el espejo?
Él es un hombre muy interesado en su apariencia; cada vez que viene a cuidarme no suelta en ningún momento ese pequeño espejo.
Hmm, creo que lo puso sobre la mesita.
—¡Baa!
Mientras me arrastro con fuerza, comienzo a ver el mango del espejo redondo que sobresale por encima de la mesita.
—¡Baa!
Hago un esfuerzo con mis piernas y levanto mi cuerpo.
—Baa.
Ahora tengo suficiente fuerza como para levantarme y dar unos cuantos pasos, todo gracias a la dura práctica diaria que hago con mis piernas en la cuna.
—Baa…
Tras derribar el mango del espejo y dejarlo caer al suelo, compruebo de inmediato el reflejo de mi rostro.
¡¿Eh?!
Aunque cubro mi boca con ambas manos, algunos chillidos se escapan.
Oh, Dios mío…
Soy muy, muy…