Traducido por Maru
Editado por Freyna
Hugo y Lucía se sentaron abrazados durante mucho tiempo sin decir nada. Ambos necesitaban tiempo para resolver sus sentimientos que habían aumentado hasta el límite.
Lucía recordó el contenido de una novela romántica que Norman había escrito. La protagonista fue arrojada al camino de la tribulación desde el momento en que confirmó su amor. No importaba la adversidad, la protagonista siempre prevaleció. Lucía pensó que solo era posible porque era una novela; la realidad era incomparablemente dura. Era por eso que sintió que la dulce realidad colocada frente a ella en este momento era milagrosa.
—Te iba a hablar sobre nuestro contrato hoy.
Su voz baja reverberó a través de su cuerpo. Lucía se apartó un poco de su abrazo y levantó la cabeza para mirarlo.
—Ya me diste el formulario de consentimiento para el registro familiar y Damian ha sido ingresado en el registro. Los términos del contrato ya se han cumplido y sé que llamarlo “terminación” no tiene sentido. Entonces, quería escuchar tus pensamientos.
—El contrato ya no tenía sentido.
Lucia sacudió la cabeza con calma.
—Incluso si no fuera un término en el contrato, con mucho gusto habría tomado a Damian como mi hijo. Es un niño encantador que merece ser amado. Y ya me prometiste que serías un esposo fiel. Ah. Queda una última condición. Si te confesara mi amor, me darías una rosa.
Al verlo fruncir el ceño, Lucía sonrió.
—Pero no me vas a dar una rosa, ¿verdad?
—Vas a seguir atormentándome con eso, ¿verdad?
—No lo haré.
Lucía se rio entre dientes. Su rostro estaba lleno de insatisfacción y su expresión decía que se sentía agraviado y frustrado pero que no podía decir nada.
—¿Desde cuándo me amas? —preguntó Lucía.
Su expresión se volvió incómoda.
—No lo sé.
Lucía comenzó a preguntar un poco sobre eventos específicos del pasado, preguntándole:
—¿Fue entonces?
—Creo que fue antes… —contestaba Hugo.
—Entonces, ¿qué pasa cuando Damian regresó?
—¿Probablemente por ahí entonces?
—¿Hace tanto tiempo? —se sorprendió ella.
—Pensé que me iba a quedar sin aliento porque eras muy densa.
Eso decía el hombre que tímidamente guardó todo para sí mismo y sufrió internamente. Si era más o menos cuando Damian regresó, casi había pasado un año. Lucia lo miró con una nueva mirada. Por lo tanto, había tenido problemas por su cuenta durante casi un año. Sentía pena y también ganas de reír. Lucía habló con prudencia.
—Tú también eres otra cosa. Llegué mucho antes que tú, ¿sabes?
Después de una pausa momentánea, gritó:
—¿Qué? —y la agarró por los hombros con ambas manos—. Ah, de verdad, eres tan cruel. E incluso con eso, ¿declaraste que nunca me amarías?
Lucía volvió sobre ese recuerdo en particular y dijo:
—Ah… No sabía que ese incidente te molestó.
Hugo dio un suspiro desanimado. Se preguntó si sus luchas internas todo este tiempo habían sido en vano.
—¿Sabes cuánto yo…?
Se sintió ahogado sin razón y no pudo seguir hablando. Lucía le dio unas palmaditas en los hombros para consolarlo. Al ver su expresión molesta, una pequeña risa escapó de su boca.
—Ambos teníamos mucho miedo el uno del otro.
Lucía sintió que sabía por qué los dos tardaron tanto en llegar aquí.
—Ni siquiera me dijiste tu nombre—dijo Hugo.
—¿Mi nombre?
—Estoy hablando del nombre de tu infancia.
—¿Nombre de la infancia?
—Lucía —dijo Hugo tras un silencio.
Lucía respiró hondo. En el momento en que su nombre salió de su boca, sintió una sensación de emoción. No pensó en el nombre que su madre le dio como un nombre de la infancia. “Lucía” era simplemente su nombre.
Cuando Lucía lo miró sin decir nada, Hugo comenzó a quejarse:
—Damian lo sabe, incluso el mayordomo lo sabe pero yo no.
—Hugh.
Lucía se echó a reír y extendió las manos para acunar su rostro.
—Para mí, el nombre “Lucía” era especial. Porque era el nombre que me dio mi madre.
El nombre “Lucía” era su identidad. En su sueño, era el pilar lo que evitaba que se derrumbara, sin importar por lo que pasara.
—La princesa Vivian era como otra persona que no era yo. No es que traté de ocultártelo, pero como tu esposa es Vivian, pensé que debería vivir como Vivian.
—Te sentiste incómoda con el nombre desde el principio.
—Sí. Lo estaba. Pensé que “Vivian” era un caparazón que ocultaba mi verdadero yo “Lucía”. Hugh, descubrí que un nombre tiene significado cuando alguien lo llama. Cada vez que me llamas Vivian, la falsa Vivian comienza a hacerse realidad. Soy tu Vivian. Solo tú puedes llamarme Vivian.
Lucía reconoció que Vivian también era ella misma. Por el contrario, estaba feliz de poder vivir como su esposa, Vivian. “Lucía” era una hierba y una flor silvestre. “Vivian” era una flor hermosa. Ella quería estar con él como Vivian.
—El nombre que solo tú puedes llamar es más especial, ¿no?
Sus ojos rojos estaban ligeramente tibios, pero su expresión “dudosa pero suena convincente” era adorable. Lucía se rio entre dientes.
—También tengo algo que preguntarte. ¿Por qué robaste el pañuelo de Damian?
—¿Qué quieres decir con “robar”? Esa palabra no es apropiada.
Él audazmente protestó. Lucía miró su descarado rostro.
—Bien entonces. ¿Por qué lo tomaste?
—Hablando de eso, cuando haces uno para el chico, haz uno para mí también.
Su actitud era básicamente “dame lo que dejaste para el niño”. Lucía ignoró su pedido por el momento y pasó a la ofensiva.
—¿Para que su majestad pueda volver a tomarlo?
Hugo suspiró lamentablemente y murmuró:
—Qué despiadada. Usualmente tienes muchas quejas sobre mí. No digas que no lo haces.
—Mmm… Puede ser. También tuve muchas preocupaciones. Preocupaciones que no habría tenido si hubieras sido valiente como un hombre. Hice la propuesta y también hice la confesión. Guau. Ahora puedo ver que el rostro de su gracia, el duque de Taran, no cuenta mucho.
—Con… calma. Realmente estás cortando a tu marido.
Lucía se echó a reír y abrazó su cuello.
—Incluso si eres tímido y un mal tipo. Te amo, Hugh.
—¿No puedes sacar la primera oración?
Hugo se quejó y la levantó del sofá. La llevó a la habitación, la dejó en la cama y, cuando ella protestó porque todavía estaba hablando, él bloqueó sus labios con los suyos.
—La conversación está tomando demasiado tiempo. Tomemos un descanso.
La falta de palabras escrita en todo su rostro no lo desconcertó. Hugo la empujó rápidamente sobre la cama y se subió sobre ella. Su mano levantó su falda y trazó el interior de su muslo.
—Además, la opción de la que hablaste. Tienes que probar el rendimiento, ¿no?
—¡Lo he probado lo suficiente!
Su rebelión fue reprimida instantáneamente.
♦ ♦ ♦
Era la hora del amanecer. Hugo se despertó a la misma hora del día como siempre. Saludó la mañana a la misma hora y comenzó el día igual. Era una vida donde ayer era como hoy, y hoy era como mañana. A veces, se preguntaba cuánto tiempo le quedaba y sentía una profunda sensación de vacío.
Sintiendo la temperatura corporal y la piel suave a su lado, Hugo volvió la cabeza. Su esposa, el único color que brillaba en su mundo gris. Su amor. Su vida obtuvo sentido gracias a ella. No podía imaginar una vida sin ella. No podía dormir sin sostener su cálido cuerpo en sus brazos.
Desde que ella llegó a la capital, él no había usado su habitación. Su habitación, no utilizada por su dueño, estaba fría incluso en pleno verano. Hugo puso su brazo debajo de su cintura, tiró de su figura tranquilamente dormida hacia su pecho y la abrazó con fuerza. Luego la recostó cuidadosamente y la cubrió con la manta. Ella se echó a dormir y se volvió hacia un lado. La besó con los hombros expuestos y redondos y luego bajó de la cama.
Como el dueño de la casa era madrugador, la mansión estaba despierta temprano en la mañana y activa. Bajo la firme asistencia de los siempre dedicados tres hermanos, Hugo se cambió de ropa. Al lado, Jerome informó oralmente las cosas misceláneas que no informó ayer y simplemente recibió la aprobación.
—Rosa amarilla. ¿Por qué es una rosa amarilla?
Aunque la pregunta de su maestro fue abrupta, Jerome respondió diligentemente.
—¿Quiere decir por qué elegí enviar una rosa amarilla?
Cuando Hugo asintió con la cabeza, Jerome dijo:
—Es por el lenguaje floral. —Y continuó explicando que la mayoría de las flores en el mundo tenían un significado específico llamado “lenguaje floral”.
—¿Lenguaje floral? Correcto… ¿Y qué significa una rosa amarilla en lenguaje floral?
—Es sinónimo de separación.
La expresión de Hugo se volvió bastante amarga ante la respuesta de Jerome.
—¿Qué flor tiene el significado opuesto en lenguaje floral?
—Las rosas rojas representan el amor apasionado.
—Rosas no.
Hugo estaba harto de rosas, independientemente del color.
—Hay una flor llamada siempreviva . En lenguaje floral, significa amor eterno. [1]
—Eso suena bien. Que alguien le traiga un montón de esas a mi esposa todas las mañanas cuando se despierte.
Hugo decidió borrar las rosas completamente de su cabeza.
[1] La siempreviva azul o estatice es una flor bastante linda, ¿no os parece?

