Matrimonio depredador – Capítulo 51: Por favor, para

Traducido por Yonile

Editado por YukiroSaori


La noche oscura era un abismo sin fondo de deseo diabólico y pecaminoso.

Ya lo habían hecho dos veces y aún así el hombre no estaba satisfecho. Leah no estaba sorprendida por su insaciable lujuria; pensó que había subestimado lo voraz y vigoroso que era. Pero ahora era consciente de lo increíblemente ingenua que había sido. ¿Ayudarlo? Había entrado en la guarida de una bestia hambrienta y se ofreció en bandeja.

Su hombría era insaciable. ¿Cuántas veces la desearía antes de estar satisfecho? ¿Dos, tres o cuatro? ¿Estaría satisfecha la bestia al amanecer? Sollozando, Leah le dio una palmada en el hombro, protestando sin palabras.

—¿Qué? ¿Te aburriste de esta posición? ¿Quieres que te tenga sobre tu espalda? —preguntó Ishakan, sabiendo que ese no era el problema.

Dándole la vuelta, la empujó contra las barras de hierro, su dureza aplastando sus pechos mientras su cuerpo empujaba hacia ella desde atrás. Las barras estaban frías contra su mejilla cuando Leah respiró hondo y levantó las caderas. Ishakan la agarró y deslizó su virilidad sobre ella, rozando su humedad.

Un placer ardiente recorrió su cuerpo. Un ligero beso rozó su hombro, enviando chispas a través de ella, el comienzo de un fuego que pensó que había sido completamente apagado.

—Has ganado un poco de peso —susurró y le apretó el pecho

Aunque había estado a la deriva y casi dormida, Leah se puso rígida, sorprendida. Cerdina se había distraído, así que Leah había estado comiendo todo lo que quería. El efecto en su cuerpo debe ser obvio. Al instante se avergonzó y se agarró a los barrotes, deseando poder cubrirse. Tenía que tener cuidado y controlarse…

—¿Es eso algo malo…? —preguntó en voz baja, vaciló, mientras parpadeaba nerviosa.

La simple pregunta hizo que su corazón latiera con fuerza. Esperaba que él se riera con indiferencia y enumerara todos los defectos de su cuerpo imperfecto. Quería que le señalara todos los lugares donde había subido de peso, que la humillara con sarcasmo y…

Era mejor que ella le diera la espalda. No podía ver su impaciencia y ansiedad mientras esperaba su respuesta. Pero Ishakan solo apartó su cabello para revelar su delgado cuello blanco y lo cubrió suavemente con besos.

—¿Qué? —preguntó bruscamente.

—He subido de peso, así que…

Ishakan lamió el lóbulo de su oreja y susurró:

—Me gusta mucho más. Si ganaras un poco más aquí, serías aún más perfecta.

Su lengua lamió y sus dientes mordieron una y otra vez, saboreándola mientras le decía de una docena de maneras lo increíble que era ante sus ojos. Sus hombros se encogieron de vergüenza y sus entrañas se retorcieron, su corazón latía con fuerza tal como lo había hecho antes de hacer la pregunta. Pero se sentía extrañamente completa, la ansiedad y el nerviosismo desvaneciéndose.

Presionó su cara caliente contra las frías barras de hierro, e Ishakan no tuvo tiempo para más charlas ociosas. Su hombría se hinchaba más y se abría paso hasta el centro de su cuerpo, abriéndola. Un gemido profundo hizo eco en la noche silenciosa cuando su cálido aliento rozó su cuello, y su cuerpo se moldeó contra el de ella mientras la golpeaba tan fuerte que ella se puso de puntillas, casi levantada del suelo debido a la diferencia de altura.

Agarrando sus pezones hinchados, los apretó, retorciéndolos, en un obsceno movimiento de ordeñar. El dolor y el placer la invadían, él la atacaba por arriba y por abajo y ella no podía soportarlo, era demasiado.

—Ahhh… no mis pechos… —Temblando, tragó y logró suplicar.

—No quieres esto, no quieres aquello. —Ishakan apretó ambos pezones y se le escapó un gemido mientras se estremecía hasta dejarla de puntillas. Su voz sonó detrás de ella—. Ayúdame un poco, Leah. ¿Qué puedo hacer?

—Uno… ah… solo haz uno…

Se refería a sus caricias en el pecho o a sus implacables embestidas desde abajo, pero Ishakan lo tomó de otra manera.

—¿Solo uno? — Él se rió entre dientes, moviendo su mano hacia abajo, su dedo presionando contra su clítoris y haciendo que su cuerpo se estremeciera salvajemente. Movió el dedo y susurró con picardía.

—Eres tan codiciosa. Después de todo, solo tengo dos manos.

La estaba haciendo sonar como una mujer lasciva, pero cuando abrió la boca para protestar, solo se escaparon gemidos.

Los ruidos de jadeo resonaron en lugar vacío, alto y claro. Intentó moverse, incapaz de soportarlo, pero quedó atrapada por las barras de hierro frente a ella e Ishakan la empujó por detrás. Su virilidad siguió moviéndose dentro de ella mientras sus senos rebotaban arriba y abajo, y su cuerpo temblaba mientras él hábilmente acariciaba y pellizcaba sus pezones.

Leah sollozaba de dolor. Equilibrada de puntillas, sus muslos empezaban a resentirse, pero si bajaba aunque fuera un poco, se clavaba en su virilidad. Estaba atrapada, abrumada por las sensaciones que estaba sintiendo, y su mente seguía en blanco mientras él la empujaba hasta el punto de que no podía soportarlo más.

Algo dentro de ella se agitó. La presión era demasiada, cada vez que su virilidad rozaba sus paredes internas, sentía que algo iba a salir, que tenía que…

Leah llamó a Ishakan con urgencia.

—Ishakan, aaah, espera… —Ella agarró desesperadamente su antebrazo—. Espera… espera, detente… ah, no… —suplicó.

—¿Qué quieres decir con no, no te gusta tanto? —Él jadeó, ignorándola mientras ella lo arañaba con sus afiladas uñas, empujando implacablemente dentro de ella. Curvó las caderas para que los sonidos fueran más húmedos, casi como si lo estuviera saboreando, y susurró—: Estás demasiado mojada aquí abajo.

Era humillante, pero tenía que decirle la verdad.

—Ishakan, creo que voy a… orinar…

Ishakan lamió sus mejillas manchadas de lágrimas mientras empujaba su virilidad más fuerte contra sus paredes internas.

—Bueno. Hazlo.

—Haaa… Por favor, detente…

Su dedo se frotó con más fuerza contra su clítoris y el interior de su vagina se apretó mientras ella sacudía la cabeza de un lado a otro, suplicando desesperadamente.

—No… ah, ¿qué estás haciendo? ¡No puedo soportarlo, haaa!

Un espasmo sacudió su cuerpo y sus pies cedieron debajo de ella, su cuerpo se convulsionó mientras se deslizaba hacia él, empalada. ¡Ella no podía soportarlo, él estaba tan profundo!

—¡Aah, aah!

Sus caderas se sacudieron hacia adelante y un chorro de líquido estalló entre sus piernas, un fluido transparente goteando al suelo, resbalando por sus piernas y muslos. Leah gimió, sorprendida por la traición de su cuerpo, no podía creer que lo había hecho… no era como si fuera una niña, ¡era tan vergonzoso!

—¡Te dije que te detuvieras! —ella se lamentó—. ¿Por qué…?

No habría sucedido si él la hubiera dejado ir. Estaba atónita por lo que había sucedido y confundida por lo que estaba haciendo su cuerpo. No era… orina, no tenía olor, y luego se dio cuenta de que Ishakan no había hablado en mucho tiempo.

—¿Ishakan…? —Ella lo llamó por su nombre.

Le tomó un momento responder, su voz era un bajo tenso y retumbante.

—Ah…, Leah… —Su respiración era pesada, áspera—. Te dije que no actuaras tan eróticamente…

Sus manos agarraron las barras de hierro mientras gemía, profundo y agonizante, atrapando a Leah entre sus brazos, sus antebrazos a cada lado de su cara. Las venas se hincharon en cada antebrazo carnoso, los músculos temblaron y, en su agarre, las barras de hierro se doblaron con un chirrido.

—Aah… lo siento… —susurró, su voz tenue por la angustia—. Lo siento…

No esperaba una disculpa. Leah inhaló. Esto se sentía peligroso. Algo extraño estaba sucediendo dentro de ella, la tensión en su voz se transfirió a su cuerpo. Al principio pensó que lo había estado imaginando, pero ahora estaba segura de que era real.

—Ish… Ishakan… —Estaba realmente asustada, su voz temblaba cuando dijo su nombre—. Se siente… extraño por dentro…

Su hombría se estaba hinchando. Mucho.

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