Matrimonio depredador – Capítulo 58: El secuestro de la novia

Traducido por Yonile

Editado por YukiroSaori


Mirándolo a los ojos, Leah no pudo evitar recordar su primer encuentro, que fue un encuentro deliberado que Ishakan había disfrazado como una coincidencia. Se sentía como si hubiera sucedido ayer, Ishakan con su capa y ella con su disfraz.

El recuerdo no alivió sus dudas.

Se rumoreaba que los kurkanos y los dignatarios de Estia estaban dialogando. No sería extraño que Leah, por ser una figura clave de la sociedad de Estia, sea un objetivo del rey de los kurkanos. Para Ishakan sería fácil persuadirla y robar toda información confidencial como le fuera posible. La razón le advirtió que debía alejarse de él y sus mentiras, pero su corazón no quería creer en esa posibilidad.

Al darse cuenta de que todavía dudaba aún después de enumerar veintinueve razones diferentes por las que no debería confiar en él, solo pudo llegar a una conclusión. Su capacidad de ser objetiva se había visto comprometida. Cuando se trataba de Ishakan, ya no podía pensar correctamente.

Esperó en silencio su respuesta mientras Leah luchaba con sus pensamientos.

—Nunca es fácil —dijo finalmente, después de un prolongado silencio. Inclinándose hacia adelante, la besó lenta y suavemente. Fue un beso simple y amoroso, sin la exigencia de la lujuria, y él retrocedió para mirarla a los ojos—. ¿Qué quieres hacer después del tratado de paz?

Ella no respondió.

—¿Todavía quieres morir? —Ella bajó la mirada—. ¿Estás muriendo por conveniencia? —Continuó sin decir nada—. ¿Estás muriendo por tu propia conveniencia?

No podía responder fácilmente a ninguna de sus preguntas. Se sentía a la deriva debido a los sentimientos que le provocaba. Sus ojos se posaron en un círculo en el suelo, la luz entrando por la ventana de arriba. Parecía una cuerda luminosa que podía escalar para escapar de esta habitación sofocante. Podía imaginarse una brisa fresca que se llevaría todos sus problemas una vez que escapara.

Un impulso familiar surgió dentro de ella, pero esta vez,se negaba a desaparecer. No sería ignorado. Se extendió por todo su cuerpo.

El hombre en cuyo regazo estaba sentada lo había arruinado todo. Incluso su decisión más irrevocable, la que había jurado que nunca cambiaría, se había visto afectada por su influencia. El duro caparazón dentro de ella se hizo añicos, por su culpa. Ishakan había destruido sus planes y dejado todo inestable y peligroso.

Vacilaba mientras sentía que se ahogaba en el remordimiento.

—No quiero morir —susurró. Su garganta estaba apretada. Sintió como si esa simple frase la hubiera hecho pedazos y le hubiera cortado las entrañas.

Los ojos dorados de Ishakan permanecieron fijos en ella. Él no la presionó, solo le estaba prestando atención mientras ella temblaba en sus brazos. Estaba destrozada por dentro.

—Quiero vivir.

♦ ♦ ♦

Desde su creación, los kurkan fueron una raza antinatural. Nacieron desafiando la ley natural y llenos de imperfecciones. Solo podían vivir hasta la edad adulta y tener descendencia después de realizar ciertos rituales. Si no se les permitía celebrar sus ritos de iniciación, entonces ni siquiera podían envejecer y quedaban atrapados en el espacio entre la adolescencia y la edad adulta para siempre.

Todo kurkan rescatado de la esclavitud era enviado de regreso al desierto para que pudiera realizar sus ritos. Así, renacen como guerreros, luego se les permite realizar tareas y vivir en uno de sus pueblos. Con la intención de despedirse de ellos, Ishakan fue a las llanuras fuera de la capital, donde el viento soplaba a través de la hierba alta y espesa.

A diferencia de los kurkanos que se habían sometido a sus rituales, estos eran mucho más pequeños, vestían túnicas y llevaban mochilas al hombro. Mirando a Ishakan, esperaron respetuosamente a que se dirigiera a ellos.

—Que las tormentas de arena se alejen de vuestro camino —les dijo, y ellos inclinaron la cabeza en señal de agradecimiento.

Una mujer al frente del grupo habló con cuidado.

—Pensamos que nuestro rey nos había abandonado.

Ishakan se rió entre dientes.

—Yo también fui abandonado en el pasado. —Sus ojos se volvieron fríos mientras hablaba, recordando a su predecesor—. Me levanté de las mismas profundidades que todos ustedes alguna vez habitaron.

Genin y Haban observaron a Ishakan con calma, los recuerdos del pasado destellaban vívidamente en sus mentes. Cuando decidió convertirse en su nuevo rey y pidió su ayuda, juró que nunca sería como su predecesor.

Él extendió las manos.

—Ha llegado el momento —declaró—. Aún tienen un largo camino por recorrer.

Uno por uno, se despidió de cada uno de los kurkanos. Mientras lo hacía, el kurkan que había servido a Leah en la casa de subastas se acercó a Haban.

—Disculpe —dijo, dirigiéndose a Ishakan—. Pero esa mujer que nos salvó. ¿Sabes dónde vive y si está soltera?

Haban se sobresaltó por la atrevida pregunta congelándose como si lo hubiera alcanzado un rayo, pero el joven continuó, ignorando su reacción.

—Si está soltera, ¿puedo ir a secuestrarla más tarde? Creo que me enamoré a primera vista. Por supuesto, primero le preguntaré si acepta ser capturada en matrimonio…

Genin le tapó la boca con la mano, silenciándolo a la fuerza. El joven estaba sorprendido y confundido, pero Ishakan, que había notado la escena, sonrió.

—Lushan —llamó con calma.

El joven apartó la mano de Genin de su boca y miró entre ella y Haban antes de responder.

—Sí, mi rey.

Ishakan lo miró fijamente. Sin decir palabra alguna. Gradualmente, el rostro de Lushan se puso rígido y desvió la mirada, evitando esos ojos dorados. Ishakan no tuvo que hablar. La presión de sus ojos era suficiente para que el joven comenzara a temblar.

—Espero sinceramente que no lleves a cabo ninguno de esos planes —dijo Ishakan.

—Lo lamento. —Lushan se inclinó profundamente mientras Haban y Genin miraban con lástima.

Pero la ignorancia era considerada un pecado. Lushan tuvo suerte de que las cosas hubieran terminado de esa manera. Los kurkan terminaron sus despedidas y partieron hacia el desierto, e Ishakan vigiló sus espaldas mientras se movían a través del pasto.

Su cabello ondeaba con la brisa fresca, haciéndolo pensar en el sol abrasador y las arenas doradas de su hogar. Extrañaba muchas cosas de ese lugar. Pero aún no podía volver. Aún quedaban muchas cosas por hacer. Haban y Genin lo siguieron mientras se alejaba, conversando.

—Creo que Byun Gyeongbaek de Oberde se ha vuelto loco.

—La princesa solo mencionó que podría tener éxito, y actúa como si ya estuviera en el trono.

Ishakan, de solo pensar que Byun Gyeongbaek lograra casarse con la princesa real se llenaba de ira. Por los momentos, Byun tenía control sobre las fronteras debido a su poderío militar. Si añaden a eso el derecho al trono, por medio de un matrimonio con la familia real, la historia solo empeoraría. A partir de ahí solo necesitaría asegurar los recursos económicos y el apoyo de los nobles a favor de la princesa, y entonces se convertiría en una verdadera amenaza para la posición del príncipe heredero.

Al principio, Byun Gyeongbaek quería que la princesa simplemente fuera una esposa hermosa y honorable. Pero con sus insinuaciones sobre el trono, Leah había avivado las brasas de su codicia y estaban empezando a arder.

—Este país es un desastre —se quejó Haban—, y la princesa siempre se sacrifica por él…

Ishakan sonrió.

—Siempre habrá problemas dondequiera que se encuentren gitanos —dijo.

—¿Y qué hay de la reina? —intervino Genin.

—Bueno, eso me preocupa.

—Si la reina es gitana, ¿no está en peligro el orden en el palacio? —Haban preguntó gravemente.

—Es más que peligroso. Todo el palacio está en sus manos.

Los hechizos gitanos no eran omnipotentes. Eran trabajos duros de mantener y se tenían que cumplir ciertas condiciones. Pero aunque lanzar un hechizo era difícil, cuanto más tiempo permanecía activo, más poderoso se volvía y más difícil era romperlo. La reina había estado en el palacio durante mucho tiempo. El lugar estaría plagado de sus hechizos.

—También podría haber hechizado al rey —dijo Ishakan.

—Ella debe haber lanzado un hechizo antiguo. Lavado de cerebro, ¿verdad?

—Tal vez. Él fue la primera persona a la que se acercó.

Debió tomarle mucho esfuerzo ganarse el amor del rey, incluso logró convencerlo de desterrar a la reina anterior. La última vez que Ishakan vio al rey en el almuerzo del banquete, definitivamente no estaba en condiciones normales.

Pensó que el lavado de cerebro debió se progresivo y constante. La influencia de la reina podría haber ido tan lejos que el rey ya no podía distinguir sus propios pensamientos de las órdenes de ella. Pero no podían estar seguros de hasta dónde había llegado la reina. Simplemente sabían que no se habría detenido con un simple hechizo.

Ishakan frunció el ceño.

—Llama a Morga —ordenó.

Genin miró a Haban y su rostro se oscureció. A ella no le gustó esta idea.

—Si llamamos a Morga  —dijo Haban, haciendo un último esfuerzo para persuadir a Ishakan de pensar en otro plan—, podríamos perder el rastro de los tomaris  que ya estamos siguiendo.

Ishakan negó con la cabeza.

—No queda de otra. Este asunto es mucho más urgente.

Haban y Genin se miraron sombríamente, pero Ishakan había fijado su mirada en el horizonte, en dirección al palacio de Estia, aunque estaba demasiado lejos para ser visto. Sus labios se curvaron en una sonrisa. Podía escuchar el pequeño y vacilante susurro de Leah en su mente, calentando las profundidades de su corazón.

—Quiero vivir.

Ishakan estaba desesperado por cumplir sus deseos.

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