Traducido por Yonile
Editado por YukiroSaori
La voz de Leah se quebró, ronca de tanto gritar. Ishakan sacó una cuerda de seda para atarle las muñecas y los tobillos.
—El rey de los Kurkans está llevando a cabo un secuestro de novia —explicó con indiferencia.
Su corazón dio un vuelco, pero la conversación no continuaría por mucho más tiempo. Se sentía débil, probablemente debido al líquido que él le había hecho beber. Su visión se volvió borrosa y su conciencia se desvaneció rápidamente.
—Por favor… no hagas esto… —murmuró Leah impotente.
Ishakan la miró fijamente.
—Puedes odiarme, Leah —susurró suavemente.
Sus párpados temblorosos se cerraron. Durante un rato, sostuvo su cuerpo y luego la acostó con cuidado en el carruaje. Para evitar que la sacudieran, la envolvió con cojines y mantas, luego se deslizó fuera del carruaje y cerró la puerta.
Los kurkan siguieron galopando. Continuaron sin descanso, solo deteniéndose antes de que los caballos exhaustos colapsaran, mucho después de que el sol se pusiera y la oscuridad se extendiera por la llanura. El calor emanaba de los cuerpos de los caballos. Habían viajado un largo camino sin descansar y fueron llevados a los establos para que les dieran de comer y beber.
Siguiendo las instrucciones de Genin, trajeron nuevos caballos. Habían preparado esta base de antemano. Mientras cambiaban rápidamente de caballo, Haban miró al cielo y silbó tres veces. El chillido de un halcón hizo eco en respuesta, y un momento después, un gran halcón aterrizó en su hombro.
Mientras Haban acariciaba al ave y le daba trozos de carne, Genin desató el papelito atado a su pata y lo leyó con el ceño fruncido. Destruyó el papel e informó a Ishakan.
—La familia real ha comenzado una persecución. Según el mensaje, el mismo príncipe heredero lo está liderando.
—Más pronto de lo que esperaba. —Él frunció el ceño.
Habían sobornado a los nobles para conocer la ruta de la procesión nupcial y luego alteraron los informes con mentiras. Los Kurkan tardarían tres semanas en llegar a la frontera. No podían evitar la persecución de la familia real, pero tenían que alcanzar el desierto antes de que Byun Gyeonbaek se enterara de la situación.
Y estaba el problema con Leah. Según Morga, la persona que le había lavado el cerebro podría localizarla fácilmente. La poción que le habían hecho beber la ayudaría a evitarlo, y Morga estaba usando magia para interferir con los hechizos de la reina.
—¿Qué pasa con los asuntos relacionados con la reina, Morga?
—Por el momento no tienes que preocuparte, pero de ahora en adelante será mejor que me quede cerca de la princesa. —respondió Morga, secándose el sudor de la frente.
—Está bien, hazlo. —Ishakan dio su permiso y se dirigió hacia los otros Kurkans. Hacían una inspección final antes de partir.
Morga se acercó al carruaje con un profundo suspiro. No tuvo el valor de abrir la puerta del carruaje. Genin lo vio mirarlo con pesar y finalmente le abrió la puerta, e incluso lo ayudó a subir al carruaje en una muestra de solidaridad.
—Gracias, Genin.
—No tienes que agradecerme por esto. Cuídala, Morga.
Morga asintió solemnemente, pero tan pronto como la puerta se cerró, suspiró de nuevo, derrumbándose en un asiento. El poder de la reina era más fuerte de lo que esperaba. Era como una tortura, tratar de bloquearlo solo.
El carruaje reanudó su marcha poco después, sin detenerse hasta la siguiente base. Morga se secó el sudor con las mangas y miró a la princesa.
Leah dormía, atada con cuerdas de seda y envuelta en mantas y cojines. Si la poción funcionaba, y entorpecía los hechizos de la reina, dormiría hasta llegar al desierto. Mientras calculaba el tiempo restante, sacó un orbe de cristal de un bolsillo interior sobre su pecho. Humo negro se arremolinaba dentro del orbe resplandeciente. Era una herramienta que no usaba a menudo, pero dadas las circunstancias, se vio obligado a sacarla.
—Vamos con esto… —murmuró Morga, colocando una hoja de romero en la frente de la princesa. Vio las ataduras de sus muñecas cuando se inclinó sobre ella. La habían sujetado para evitar que saltara del carruaje en movimiento si se despertaba, y miró con lástima las delgadas muñecas. Si la poción estaba funcionando, debería estar bien desatarlos. Pero en el instante en que lo desató, algo sucedió.
Con un fuerte ruido, apareció una grieta en el orbe de cristal y Morga se desplomó, con náuseas. Aunque todo daba vueltas ante sus ojos, lo primero que hizo fue comprobar cómo estaba la princesa. Sus párpados cerrados se levantaron lentamente, revelando sus hermosos ojos morados. Miraron al frente, desenfocados, y luego se volvieron lentamente hacia Morga. Inconscientemente, contuvo la respiración mientras la miraba.
Su pequeño cuerpo se irguió. Una mano blanca aferró el cuello de Morga, erizándole la piel mientras intentaba estrangularlo. Morga saltó, corrió las cortinas y golpeó la ventana del carruaje para gritar.
—¡Deténganse! ¡Deténganse!
El ha cometido un error. A pesar de que estaban siendo perseguidos, tuvieron que detenerse de inmediato. Morga volvió a gritar, esta vez con tanta fuerza que se le erizaron las venas del cuello.
—¡Detengan el carruaje ahora! ¡Rápidamente!
No fue solo un lavado de cerebro. Ya se había convertido en la marioneta de la reina.