Traducido por Sharon
Editado por Tanuki
—¡Por eso, estos guantes hechos por Mishuli son una verdadera pieza maestra!
—Hmm~.
Estábamos en el cuarto usual en la Casa Calibrachoa. Mi amiga cercana Surfania asintió ante mis alardes mientras miraba de cerca el objeto de mis palabras.
—Ya veo. Eso explicaría el aura obsesiva que tienen los guantes. Aquí hay un patrón para una maldición.
—¡Bastarda, es un amuleto de buena suerte!
El malentendido de Surfania sobre los guantes hechos por un ángel puro provocaron que dijera palabras indignas para una dama.
Sin embargo ella no explotó de furia.
Surfania me dio una mirada cuestionante mientras me rehusaba a echarme para atrás.
—Pensar que vendrías a mi casa sólo para hablar mal de mí. ¿Estás intentando maldecirme? ¿Tienes algún resentimiento hacia mí? Por favor, supéralo. ¿Cómo puedes ser tan cruel?
—¿Cuántas veces tendré que decirte que es un amuleto de buena suerte?
—Mis disculpas. Pero no estaré de acuerdo contigo sin importar cuántas veces lo digas.
Tan terca. Incluso aunque la miro mal, Surfania simplemente me regresó la mirada sin cambiar su tono para nada.
Suspirando, me rendí en intentar convencerla.
—Honestamente… No hay motivos para que un ángel quiera maldecir.
—Aunque me digas que estás conteniendo al mimarla, no detuviste tu fe ciega en tu amada Mishuli. ¿Cuál fue el punto en contenerte?
—Sigo amándola profundamente, sólo dejé de ser tan sobreprotectora. ¿No era ese el punto?
Desde el momento en que la conocí, sé que amaría a Mishuli por siempre. Dejé de sofocarla por su propio bien, pero no es como si la amara menos.
Por eso no tengo motivos para dejar de decirle a todos lo increíble que es mi hermana menor. El hecho de que Mishuli es la persona más importante en el mundo para mí nunca cambiará.
Ante mis palabras contundentes, Surfania dejó escapar un suspiro resignado.
—Entonces es eso… Aun así, estoy algo celosa de esos guantes.
—¿Cierto?
Son un regalo de mi amada hermana menor después de todo. No sólo estoy encantada, sino que todos a mi alrededor deben estar muy celosos.
Mi expresión se derritió con felicidad cuando Surfania cambió su tono.
—No tanto. Viendo cómo están hechos, no creo que yo sea el objetivo de la maldición. Definitivamente afectará a quien quiera que bese la mano de quien los use. Quiero un par para mí… Esa maldición parece efectiva.
—¿Qué diablos estás diciendo…?
Con esos ojos envidiosos, al parecer ella está hablando en serio. Creer tales estupideces a su edad es realmente lamentable. Estuvo encerrada en su casa por tanto tiempo que sus pensamientos se convirtieron en puras fantasías.
—¿No lo ves? Tu hermana se inspiró en hacer esto después de escuchar lo que sucedió con Charles.
—B-Bueno, sí, pero-
Aunque piense que lo que está diciendo es una basura, mis mejillas se sonrojaron cuando recordé el beso en mi mano.
—Um, bueno, ciertamente se sorprendió al escuchar que Charles me besó, pero ella no…
—Si tú lo dices… Heh.
Surfania puso una sonrisa triunfal mientras me vio acariciar inconscientemente mi nuca por alguna razón.
—Hey, Chris. Puede sonar como un cuento para algunos, pero… Al final, todo se resolvió con un beso.
—Geh-
No tengo ninguna respuesta inteligente ante el comentario inesperado de Surfania.
—Bueno, Chris es bastante simple para estar en un cuento de hadas infantil, después de todo.
—Grr…
Aunque observar a Surfania tararear con éxito es molesto, no pude responder.
Porque tiene razón. Hablar con Charles arregló nuestra relación, y nos despedimos con un beso.
Por eso debería decirle a Surfania que está equivocada, pero no es del todo correcto. Me sorprendió lo que sucedió, así que no puede evitarse que se haya convertido en un fuerte recuerdo.
Lo entendería si eso le sucediera a ella, pensé, y fue entonces cuando tuve una buena idea.
Surfania puede decir estas cosas porque no tiene experiencia en el romance. Y por eso mismo, no tiene ninguna defensa.
—Surfania.
—¿Qué sucede, Chris?
Justo cuando respondió, me arrodillé y tomé su mano. Sus palabras se interrumpieron a la mitad cuando llevé su mano a mis labios.
—Sorprendida, ¿verd-?
Mis palabras de burla se cortaron.
Cuando miré hacia arriba para ver su reacción, ¡no parecía sorprendida para nada! Ante su inesperada compostura lejos del pánico, avancé y toqué el dorso de su mano con mis labios.
Con el aire frío de una adulta, Surfania cruzó sus piernas lentamente y exudó un encanto solitario.
—Qué linda persona eres, ¿verdad, Chris? Vamos a saludarnos de este modo en el futuro. Ahora mismo estoy de muy buen humor.
—¡¿Quién diablos te crees que eres?!
—¿Qu-?
Ante la respuesta digna de una Reina de Surfania, golpeé el centro de su frente.
—¿Q-Qué? Tú fuiste quien lo hizo de repente.
No había rastros de comportamiento imperial ahora mientras gritaba y se tocaba el lugar que golpeé.
—Tonterías. Qué increíble expresión que tienes. El destino debería haberte hecho la villana a ti.
—¿Destino? Espera, ¿qué? ¿Villana dijiste? ¿Qué significa eso de villana?
—No es nada.
Desestimé la pregunta de Surfania con una respuesta vaga. Si le digo la verdad sobre el destino, ella se reirá de mí por el resto de mi vida.
—Vamos, tengo curiosidad. Villana… ¿Leíste un libro que yo no?
—Por eso te dije que no es nada, Dios.
Hice a un lado su pregunta, aunque ella no estaba tan lejos. Surfania hizo un puchero, pero lo dejó ir por más que no quería.
—Ya veo… Entonces, ¿quieres jugar un juego de mesa?
—Mm, no realmente.
Surfania, que estuvo creciendo a la velocidad de un caracol, finalmente pidió un juego por su cuenta.
Aun así, no tengo ganas de pasar el resto del día adentro. A decir verdad, en mi camino aquí escuché algo interesante.
—¿Qué te parece salir hoy?
—No puede ser.
—Ya veo, ya veo…
Aunque declinó la idea inmediatamente, agarré su nuca con fuerza.
—¡Dije que hoy saldremos!
—¡No puede ser!
No es como si hubiera planeado escuchar su opinión desde el principio. Así que, arrastrándola del cuello lentamente, me las arreglé para pedir prestado el carruaje de la Familia Calibrachoa.