Mi hermana, la heroína – Capítulo 67

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Hay personas que arruinan mi humor en el momento en que salgo.

Es del tipo de personas que son agresivas en su territorio, pero se vuelven débiles y silenciosas una vez que pierden su zona de confort. Hay una expresión de mi vida pasada que describe a este tipo de personas como “un león en casa y un ratón afuera”.

Esta gente tiene un fuerte temperamento en casa, pero en otros lugares son débiles.

¿Cuál es mi punto? Surfania entra en esa categoría.

—Estoy cansada…

—¿Por qué?

Sólo han pasado unos minutos desde que salimos de su casa. Lo único que hicimos fue entrar al carruaje y ella ya tiene una expresión sombría.

—Bueno, el carruaje está temblando. Sólo sentarme aquí me roba de mi ya nula fuerza.

—Oh, en serio.

Sólo sentarse la deja sin fuerzas.

No puedo simpatizar con su pobre constitución. En realidad, Surfania no es tan frágil.

Tanto como sé, ella no se enferma a pesar de su estilo de vida insalubre. Se queja sobre estar incómoda en el carruaje, pero no se enferma con el movimiento. También tiene la energía para caminar largas distancias, como probó en el festival de hace dos años.

Surfania no es atlética en ningún sentido, pero no nació con ningún problema de salud. Por lo menos debería estar agradecida con sus padres por ello.

—… Hey, Chris.

—¿Sí?

—¿A dónde estamos yendo exactamente?

—A la Iglesia.

Su ignorancia es molesta, así que le conté nuestro destino. Es una pequeña Iglesia en las afueras de la ciudad.

Quienes la visitan tienen una confianza inquebrantable en los Calibrachoas, así que nos permitieron ir sin problemas.

—Ya veo, la Iglesia, huh…

Ella asintió, con una mirada distante.

Me está dando la impresión de que intenta encontrar una excusa para regresar. Quiero decirle que no va a suceder nada, pero no parece que vaya a escucharme.

—No tengo ningún asunto allí. Si se trata de contribuir monetariamente, mi Familia debería haberse encargado de ello.

—No, no estamos yendo para adular a nadie, ¿bien? De hecho, iremos sin tener una razón particular.

—Entonces no hay motivos para ir… No, no es eso. Chris, no creo en ningún Dios en primer lugar, así que sería un insulto ir. Probablemente recibiré alguna clase de castigo divino por entrar en las premisas sin ser una creyente. Así que vamos a casa.

—Eres una muy mala perdedora.

Estoy demasiado agotada para señalar las contradicciones en sus palabras, así que la aplasté con eso.

Yo tampoco tengo una buena impresión de la Iglesia. Lo sé por mi vida anterior, pero no me gusta la forma en que predican el fatalismo.

Me importa una mierda el destino.

No lo necesito, ya que tengo a Mishuli.

Quiero vivir mi propia vida. Quiero que Mishuli sea más feliz de lo que era en la historia.

—… ¿Chris? ¿Por qué tienes esa expresión?

No me di cuenta que me estaba deprimiendo.

—Oh, no es nada.

Decirle a Surfania no resolverá nada. Regresé a la normalidad rápidamente.

Surfania me miró como si buscara algo, pero no hay forma en que pueda leerme como lo hace Mishuli. Me mantuve en silencio y evité su mirada, pretendiendo no notarla.

—… Ya veo.

Se rindió de inmediato, miró hacia otro lado y suspiró.

—Bien.

Dudo que sea mi imaginación que está de mal humor. La miré de reojo y ella está mirando a lo lejos. No parece que quiera hablar.

El carruaje procedió a pesar de que nuestra conversación se interrumpió. Pasé algo de tiempo arrepintiéndome de poner el ambiente incómodo, pero finalmente llegamos a nuestro destino.

Esta Iglesia es pequeña comparada con la Catedral en la Capital. Luce como un humilde edificio incluso desde donde estoy mirando.

—Han llegado.

Marywa nos dio la bienvenida con un suspiro preocupado cuando nos bajamos del carruaje.

—¿Señora Toinette? —dijo Surfania sorprendida.

—Sí, es correcto. Buenos días, Señorita Surfania.

—B-Buenos días.

A diferencia de Surfania, que está sorprendida, yo esperaba a Marywa desde el principio.

—Sip. ¡Estamos aquí, Marywa!

—Sí, sí. Cielos, ¿cómo lo descubriste…? Bueno, supongo que eso no importa. Por aquí, por favor.

Ella entró a la Iglesia con brusquedad.

Realmente es diferente cuando no está trabajando como tutora privada. Especialmente le falta su usual severidad cuando habló directo al punto.

—Hey, Chris, ¿de qué se trata esto?

—Heh heh heh. En realidad, escuché que un conocido mío estaría en esta Iglesia, así que vine.

—¿Eh?

Se sorprendió aún más. No tengo intenciones de extender este ambiente desagradable de antes. Cuando le conté mi propósito para venir aquí, se volvió tímida y su expresión se endureció al instante.

No podemos quedarnos aquí, así que la arrastré y comenzó a caminar.

—Está bien. También es un conocido tuyo.

—¿El mío… ?

Siguiendo a Marywa, tomé la mano de Surfania con firmeza para evitar que escapara cuando ella se giró para mirar el carruaje. Estoy manteniendo el nombre de nuestro conocido como una sorpresa.

La arrastré hasta la capilla alineada con asientos de madera.

—Por favor discúlpenos. Tengo algo especial para ti hoy.

La persona a la que arrastré a Surfania para que viera está aquí.

—Ah, Señorita Marywa, ¿a qué te refieres…? ¡Eh, ¿Chris?!

—Llámame Señorita Chris, plebeyo.

Le di a mi viejo amigo una sonrisa burlona.

Viendo mi actitud de siempre, él puso una expresión nostálgica.

—Whoa… No cambiaste nada. Quiero decir, sigues siendo tan aristocrática como siempre, Señorita Chris.

—Por supuesto. Y tú no has crecido nada, aunque seas un plebeyo.

—Ugh, cállate. Y pensé que eras esa sorpresa especial que la Señorita Marywa mencionó.

—¡Cállate!

Han pasado dos años, pero todavía intercambiamos bromas brutales pero aceptables.

Después de confirmar el hecho de que ninguno cambió, él miró a Surfania detrás mío.

—Ah, esa sería Surfania Calibrachoa. ¿Preferirías que te llame Señorita Surfania?

Arrojó una pequeña broma como saludo por nuestra reunión.

Sigue siendo tan amigable como era hace dos años. En contraste a nuestra conversación franca y considerada, Surfania me miró con ansiedad.

—H-Hey, Chris, ¿quién es… esta persona?

—¡¿Te olvidaste de mí?!

El plebeyo que conocimos hace dos años, Leon Nardo, gritó con fuerza en respuesta a la cruel pregunta de Surfania.


Tanuki
F por Leon

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