¿Qué hace una villana? – Capítulo 41: Yo…

Traducido por Lugiia

Editado por Ayanami


[POV Broudo]

Ya que esa chica asiste a esta Academia, también decidí participar en la celebración conmemorativa de los fundadores.

¿Por qué siempre logra que tenga sentimientos por ella?

Cuando se acercó a saludar a mi hermano mayor, pensé que era realmente hermosa.

Una sirena negra.

Estaba tan fascinado…pero no podía dejar que esos pensamientos se filtraran a los demás.

De repente, Jayce apareció delante de ellos.

Y ella pronunció las mismas palabras que usó hace 10 años durante la ceremonia de compromiso en el castillo.

Terminó de hablar e hizo volar a Jayce de un golpe.

Aunque el hermano de esa chica logró atraparlo, eso debió dolerle mucho.

Le haré una cataplasma después de esto.

Todas las palabras que han salido de su boca, siempre han sido por el bien de los demás.

Está vez, ese bien iba dirigido a Labra.

Se veía tan hermosa, que llamaba la atención de la gente a su alrededor. También, pude sentir mi fuerte anhelo por esa chica mientras la miraba.

Mi felicidad se desbordaba al igual que mis fuertes sentimientos por ella.

Realmente, envidiaba a Labra.

Estaba celoso de que esa chica pensara tanto en ella.

En ese momento, de repente, Jayce declaró que sería mucho mejor para mí ser el próximo Rey…

El derecho de sucesión al trono, eh…

Cuando era joven, lo deseaba fervientemente.

Parecía que desde que fui maldecido, no se me consideraba como parte de la realeza; por lo tanto, tenía la sensación de que podría ser reconocido por los demás si sólo pudiera ser incluido en el derecho de sucesión.

Sin embargo, desde que conocí a esa chica, ya no sentí la necesidad de insistir en los asuntos relacionados con la realeza.

Todo estaba bien, siempre y cuando, ella existiera.

Si podemos hablar juntos sobre medicina, no necesito nada más en esta vida.

Por lo tanto, ya no veo la necesidad de competir por el derecho de sucesión.

No, si esa chica se convierte en la Reina…y yo en el Rey…

No…ella es alguien que entiende correctamente el valor de mi existencia.

Si me convierto en el Rey, sólo traeré resultados perjudiciales para todos.

Y ella es alguien que siempre pone los asuntos de los demás por encima de los suyos.

Así que esta declaración se asemeja mucho a su carácter.

Ni siquiera me molesté en mantener la oscuridad en mi corazón.

Quiero a esa chica.

No quiero entregársela a nadie más.

Quiero que sea mía.

Si Jayce elige a Labra, entonces, quiero tomar su mano y hacerla mía.

He notado que mi deseo por ella ha ido aumentando día a día.

Basándome en sus palabras, había manipulado, sin ningún tipo de problema, los hilos detrás de escena. Ahora, a Labra se le consideraba parte de la casa del duque Fleur. Por lo tanto, ya ha cumplido la condición necesaria para rechazar su compromiso con Jayce.

Había ganado completamente.

Sin embargo, por el contrario, parecía haber perdido.

¿Será desterrada? ¿Una alianza matrimonial con el país vecino?

¡No puede ser! ¡Esa chica es mía!

Rápidamente, me apresuré hacia mi hermano mayor.

Ella quería ser castigada.

Yo, en cambio, quería tenerla.

—Hermano mayor, en ese caso…por favor dámela.

Debido a mi deseo, mis palabras salieron de mi boca sin previo aviso.

—Soy una persona maldita y por ello, ninguna mujer está dispuesta a convertirse en mi prometida. Así que, ¿convertirse en mi esposa no sería considerado un castigo?

Me alegré rápidamente por mis pensamientos. Está, era la primera vez que estaba agradecido por ser considerado como una persona maldita.

En ese momento, mi hermano mayor ya estaba asustado por el aura negra que emitía el Primer Ministro. Lo más seguro es que pronto se convertiría en un Rey Demonio.

Y con eso, tomó una decisión cuando escuchó mi propuesta.

Ahora, ella era mía.

Esa chica parecía no estar convencida de ello. Ya que estaba algo confusa, le di rápido mis saludos.

Es inusual para mí verla tan inarticulada cuando respondió: — ¿Igualmente…?

No pude evitar sentirme contento en el momento en que escuché esas palabras.

♦ ♦ ♦

Unos días después, ella vino a visitarme.

—Broudo, es una broma, ¿verdad? Este compromiso entre nosotros.

—No es una broma, sabes.

—Pero, aun así, eres una persona tan maravillosa…deberías conocer a una buena mujer en vez de a una pecadora como yo…

—No hay nadie así. Aparte de Naru, no hay otra mujer para mí.

Su cara se veía ligeramente roja.

¿Por qué tiene una expresión tan linda?

—P-Pero, Broudo.

—He estado sufriendo una enfermedad incurable durante mucho tiempo.

Esa chica palideció ante mis palabras. Comenzó a mirarme lista para derramar lágrimas.

— ¿Es una especie de enfermedad mortal?

—Depende del tiempo y del caso, supongo.

—Por una cosa así…

—El doctor también se ha dado por vencido con esta enfermedad.

—Y-Yo, seguramente, te curaré.

De repente, la abracé.

Pude sentir una oleada de poder viniendo de su cuerpo.

—Lo siento. Nunca me libraré de esta enfermedad, ni permitiré que se cure.

— ¡No quiero eso! Seguramente, encontraré una manera de curarte.

Me miró con sus ojos llenos de lágrimas.

—Naru, me gustas.

Con eso, empezó a llorar.

¿De verdad odias tanto ser querida por mí?

—Broudo, me gustas. De verdad me gustas. Por favor, no te mueras.

Esa chica se aferró a mi pecho mientras lloraba.

De repente, me sentí culpable.

—Lo siento. No voy a morir. Mientras te guste, Naru, no moriré.

— ¿Por mí…?

—Mi enfermedad es amor. Cada vez que entro en contacto contigo, Naru, mi corazón sigue palpitando y experimento dificultad para respirar.

Sorprendida, su cara empezó a ponerse roja.

— ¿Qué…? ¡No puede ser! Ahora, luzco como una tonta.

— ¿Aunque seas muy linda?

— ¡Qué…!

Quería que esa chica me perdonara por reírme de su extraño chillido.

Mientras inflaba sus mejillas, usó su delgada mano para empujarme lejos de ella.

En vez de eso, puse algo de fuerza en mis manos para no dejarla escapar de mi abrazo.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió simultáneamente con el sonido de un golpe.

Era mi padre el que había entrado en habitación.

— ¿Broudo? Escuché una voz extraña… ¿No crees que es demasiado pronto para eso?

—Padre, ¿podrías dejar de molestarnos?

—Señorita…si no quieres, puedes pegarle, ¿de acuerdo? ¡Hazlo!

La chica en mis brazos se puso más roja mientras gritaba.

— ¡Le pegaría si fuera capaz de hacerlo, sabes! ¡Ayúdame, Gard~!

Y entonces, se desmayó después de oír la risa de mi padre.

No hace falta decir que, al día siguiente, me sermonearon los tres caballeros de la casa del Primer Ministro.

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