Una Verdadera Estrella – Volumen 3 – Capítulo 60: Regresando al país

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


En la casa bañada por una tenue luz amarilla, brotaban ocasionales gemidos reprimidos, mezclados con el sonido de roces y los matices seductores de la noche tardía.

Tang Feng se aferró con fuerza a los hombros del hombre, temblando brevemente antes de que un calor abrasador se extendiera por todo su cuerpo.

Albert gruñó y, con un último empujón, se desplomó sobre el actor, el cual respiraba agitadamente. Observó en silencio al hombre con los ojos entrecerrados y la boca abierta. Aunque Tang Feng había engordado más de diez kilos, sus rasgos seguían siendo muy definidos.

Tal vez su afecto por él eclipsó cualquier sentimiento negativo, haciendo que siguiera viendo al hombre tan encantador como siempre.

Albert se inclinó y besó suavemente la frente cubierta de sudor del otro, luego lamió y besó infantilmente su nariz y sus mejillas.

¿Podría una persona así tener realmente un lado pervertido en la cama? En cualquier caso, Tang Feng no tenía ningún deseo de averiguarlo.

—Estoy resfriado —recordó de repente.

En respuesta, el rubio le dio un beso en los labios. El beso post-pasión era perezoso y se sentía como estar atrapado en una red de miel, pegajosa y dulce.

Al no gustarle la sensación pegajosa del sudor, Tang Feng no tardó en ir al baño a remojarse. El agua caliente lo rodeó de forma tranquila mientras se salpicaba un poco la cara, respirando hondo.

La pared junto a la bañera era un espejo liso. Se limpió el vapor, mirando al hombre del espejo con cierta confusión tácita en los ojos.

Desde su renacimiento, se había dicho a sí mismo que debía vivir bien, vivir mejor y disfrutar de la vida. Un poco de aventura no era problema. Afrontaba todos los problemas con optimismo desde el principio, sin dejarse nunca atascar.

Pero, ahora, se sentía un poco perdido.

Al principio, sucumbió a Charles por necesidad, luego vino Lu Tian Chen, y ahora era Albert. A pesar de la complejidad de los factores, realmente sentía alegría de sus encuentros íntimos.

Al igual que antes con Albert, aunque al principio no tenía una buena impresión de él, a medida que se iban conociendo y a través de los agresivos avances de este, no podía evitar dejar de tratarlo como un simple transeúnte más.

Tras un rápido aseo de diez minutos, se levantó. Albert no utilizó el baño de otra habitación, sino que esperó a que Tang Feng termine antes de entrar él mismo.

En asuntos como estos, el rubio no era tan pegajoso como Charles o tan gentil como Lu Tian Chen. No tenía muchas palabras tiernas o gestos considerados.

Pero esta sensación tampoco era mala. Como individuo y hombre independiente, lo hacía sentir más relajado. A veces, demasiada gentileza no era necesaria. Tal vez debido a la naturaleza directa de Albert, hizo que llevarse bien con este llamado loco, se sintiera más cómodo.

No es que estar con Lu Tian Chen o Charles fuera menos relajante, pero se sentía más liberador.

Vestido con un cálido pijama de felpa, Tang Feng estaba descalzo junto a la ventana. La habitación era tan cálida que no sentía frío, ni siquiera sin zapatillas. Extendió la mano y descorrió las cortinas, encontrando inesperadamente la mirada de un hombre al otro lado de la ventana.

Había un pequeño balcón fuera, y un hombre de negro con el pelo oscuro se apoyaba tranquilamente en un rincón, su sombra lo ocultaba bien. Sin embargo, desde la ventana del interior de la casa era fácilmente visible, tal vez porque no tenía intención de esconderse.

—Lu Tian Chen… —Tang Feng abrió rápidamente la ventana, dejando entrar un viento frío que le hizo estremecerse.

¿Cuánto tiempo llevaba este hombre sentado fuera? ¿Qué había visto u oído?

—Vámonos —Lu Tian Chen se levantó de la esquina, extendiendo su mano a Tang Feng, su rostro severo endurecido por el frío de la noche.

Debería haberle tendido la mano inmediatamente, pero el actor se encontró dudando. ¿Por qué dudaba? Se suponía que esto no debía ocurrir.

Mirando hacia el silencioso cuarto de baño, finalmente le tendió la mano. Trepó por la ventana y juntos saltaron desde el balcón. Afortunadamente, era sólo el segundo piso y había hierba debajo.

Aunque la mayor parte de la hierba estaba marchita, era mejor que una superficie dura.

Sorprendentemente, los guardias de abajo se quedaron quietos como estatuas. Al pasar, no reaccionaron.

Al mirar más de cerca, Tang Feng se dio cuenta de que los guardias estaban apoyados contra la pared. Bajo la tenue luz, podía verse un tenue destello plateado. ¿Era hilo de plata?

No tuvo tiempo de preguntar. Lu Tian Chen lo condujo rápidamente fuera de la villa. Cuando estaban a cierta distancia, Tang Feng sintió una mirada en su espalda. Se giró y vio a Albert de pie junto a la ventana abierta, observando. Cuando sus miradas se cruzaron, el rubio sonrió y lo saludó con la mano.

Tang Feng no pudo oír lo que el otro decía, pero le pareció que se estaba despidiendo de él, quizá insinuando que volverían a verse.

Suspirando, miró la espalda de Lu Tian Chen mientras lo llevaba hacia delante.

—¿Lo has visto todo? —preguntó.

—Tenía intención de entrar, pero al ver que no te importaba estar con Albert, me quedé fuera —respondió Lu Tian Chen con indiferencia, su tono carente de emoción.

—Me he enterado por Iván de que Charles y tú han tomado una decisión —comentó Tang Feng, le dolía caminar ya que estaba con los pies descalzos. Sólo podía rezar para que no le picara ningún insecto.

No mencionó al pequeño demonio, temiendo que Lu Tian Chen lo culpara por ser hablador. Iván era una opción más segura ya que estaba conectado con Charles de todos modos.

—Mm —respondió Lu Tian Chen, sonando un poco resignado.

Tang Feng no dijo nada más. No quería explicar lo que había visto u oído, ni tampoco lo necesitaba.

Tomar una decisión era mejor que alargar las cosas.

Después de caminar un rato, notó un helicóptero en una zona abierta cubierta de hierba. Charles, el cual llevaba gafas de visión nocturna, les hacía señas.

Tang Feng se quedó dormido poco después de subir al vehículo. El zumbido constante de las aspas del rotor le llenaba los oídos. No sabía cuándo se había dormido, pero cuando despertó eran más de las nueve de la mañana del día siguiente.

De pie junto a la ventana, mirando el imponente paisaje urbano, sintió como si hubiera viajado en el tiempo. En un momento estaba en una jungla peligrosa y al siguiente en una metrópolis moderna.

—¡Mi vida es realmente extraordinaria! —no pudo evitar exclamar.

Esa tarde, Tang Feng se reunió con el resto de la tripulación. Todos regresaron sanos y salvos. A pesar de algunos sustos, todos resultaron ilesos.

Después de la dura experiencia en la jungla, los lazos de la tripulación parecían reforzarse. Verse los unos a los otros les producía una extraña sensación de cercanía, al haberse enfrentado juntos al peligro.

El actor que interpretaba a Reynolds se acercó a pedir disculpas a Tang Feng por haber mencionado su nombre en la selva. Se sentía culpable y le preocupaba que el actor no volviera.

Cuando Iván reveló su identidad como agente de la Interpol, todos le suplicaron que salvara a Tang Feng. Si Iván no les hubiera asegurado su seguridad, no se habrían marchado fácilmente.

Tang Feng estaba conmovido. Ser reconocido por sus esfuerzos siempre era gratificante.

Se sonrieron y se dieron la mano, ahora eran amigos que habían superado juntos las dificultades.

Al final, el incidente fue clasificado como un secuestro terrorista en el sur de Asia. Ivan se convirtió en un héroe público por rescatar a todos y los medios de comunicación difundieron rápidamente la noticia, sobre todo por el papel de Ivan como jefe de equipo de la Interpol y la implicación de figuras de la industria del entretenimiento como Tang Feng.

Una película como «El callejón de Satanás» no lo había convertido en un personaje conocido, pero este secuestro los puso a todos en el punto de mira.

Ahora en casa, Tang Feng encontró su nombre en los titulares de las noticias nacionales: «El emperador del cine veneciano Tang Feng, ¡historia de terror!».

El emperador que podía actuar en películas y luchar contra terroristas armados: Tang Feng.

Hasta entonces, pocos medios de comunicación importantes se habían hecho eco de su premio. Ahora, después de regresar de Hong Kong, su nombre estaba en todas partes y la opinión pública estaba cambiando.

No, era un cambio significativo.

La prensa no sólo destacaba su aumento de peso para la nueva película «El cazador de demonios», alabando su dedicación, sino que también incluía testimonios del equipo sobre su heroísmo al proteger a las chicas de los terroristas.

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