Traducido por Herijo
Editado por Sakuya
A pesar de ser la ceremonia de apertura, no se realizaron rituales. La ausencia de un papel predominante del director y los profesores, marcó una diferencia notable con respecto a las ceremonias de años anteriores. Aunque se denominaba ceremonia, en esencia era una fiesta vespertina diseñada para socializar.
El príncipe heredero y Emilia concluyeron su baile sin inconvenientes, y los estudiantes que deseaban ocupar la pista avanzaron hacia el centro, relevando a los que ya habían terminado. Por un acuerdo tácito, se estableció que las familias oficiales comenzarían a bailar a partir de la segunda canción. Así, Erik y Grays seleccionaron parejas adecuadas y se sumaron al baile. El príncipe heredero me encargó cuidar de Emilia y se retiró a un rincón del salón con Sieghart, probablemente buscando un momento de descanso hasta que el ambiente se calmara un poco, o quizás para tomar un respiro. El recuerdo de su rostro pálido visto en el palacio real me cruzó la mente brevemente.
—¿Emilia, descansamos un poco?
Posiblemente afectada por los nervios, el rostro de Emilia también había perdido color al regresar. Era comprensible, dado el rechazo, hostilidad y antipatía directos de los estudiantes, mucho más palpables que los de los adultos. Además, esta era su presentación en sociedad, y su pareja de baile había sido el príncipe heredero, lo que probablemente convirtió esos momentos en los más intensos de su vida en términos psicológicos.
Notando su ligero aturdimiento, tomé su mano y la conduje a un salón adyacente, amueblado con sofás y mesas para comer y descansar. Al dirigirnos hacia una mesa, una camarera nos guió al segundo piso, donde, aunque más reducido, los asientos eran amplios y disponían de una terraza con vista a ambos salones. ¿Sería este un asiento VIP? De cualquier modo, como acompañante, me sentía agradecida.
Tira y Reka, previamente estacionados en un rincón del salón tras intercambiar roles con una camarera, junto con Ratoka, ataviado con un uniforme de asistente, acudieron a atendernos, mostrándose preocupados al ver a Emilia aturdida. También me examinaron con la mirada, indagando si todo estaba bien. Bueno, ella se esforzó, pero no se encontraba del todo bien, razón por la cual la traje aquí.
—Tira, por favor, trae un té negro caliente con leche.
—Sí.
Se apresuró a bajar por la escalera. Mientras tanto, Ratoka y Reka prepararon las mesas y algo de comida ligera de manera eficiente.
—Um, Kaldia.
Mientras observaba la escena con cierta indiferencia, Emilia finalmente habló, aunque su voz era apenas audible. Parecía haber recuperado la calma.
Por cierto, le había pedido que cambiara la manera de dirigirse a mí, anticipando su entrada en la alta sociedad incluso como estudiante, ahora que es una archiduquesa. El apellido Einsbark generalmente se asocia con Volmar. Aunque hay diferencias entre las clases baja y alta, normalmente no se usa el nombre propio al dirigirse a alguien, por lo que en entornos sociales, aunque sea diferente en conversaciones uno a uno, soy conocida como la condesa Kaldia.
—¿No cometí ningún error? Quizás por los nervios, realmente no recuerdo mucho después de los saludos iniciales de su Alteza Alfred…
Emilia parecía sumida en un estado donde su mente estaba en blanco. A pesar de haberme confesado eso recién, como si acabara de caer en cuenta de la seriedad que implicaba para una archiduquesa la falta de conciencia de su entorno en público, su expresión se oscurecía más y más. Desde el principio, su tensión era palpable.
Ahora, ¿cómo podría calmarla? Miré hacia Ratoka y él me devolvió la mirada, indicando con un gesto de su barbilla como diciendo —Hazlo. Sabes a qué me refiero—. Haa… ¿realmente debemos recurrir a eso?
Retrocediendo unos días en el tiempo, tras finalizar los preparativos en mi nuevo alojamiento y recibir a Emilia, solo quedaban 10 días de vacaciones de primavera. Con demasiado tiempo libre, decidí enfocarme en pulir el comportamiento de Emilia, habiendo ya establecido cierta confianza entre nosotras.
Al decidir que Emilia y yo viviríamos juntas, había pensado en convocar a la señora Marshan a la capital como tutora privada de Emilia, pero dada la competencia de la señora Marshan en el territorio, no era sencillo trasladarla. De todas formas, Tira, Ratoka y yo nos encargamos de enseñarle todas las maneras y etiquetas necesarias para la ceremonia de apertura. —Claro, también habría sido simple solicitar a alguien de la familia real o del archiduque como tutor privado, pero introducir a un desconocido completo en casa sería problemático. Y, naturalmente, Emilia dominó las etiquetas básicas con destreza.
Especial énfasis pusimos en el baile. En cuanto a los saludos, siendo mujer, podría pasar desapercibida manteniéndose en silencio, pero eso no sería suficiente para el baile. Además, los estilos de baile varían entre Arxia y Rindall.
Así, Emilia logró aprender adecuadamente el baile de Arxia, considerando el apuro de la preparación pero…
—Oye, ¿no podríamos mejorar cómo manejamos a Emilia?
—¿Qué?
Ratoka irrumpió con eso la noche anterior, mientras preparaba mi cabello para la ceremonia de apertura.
—No, es solo que… tú y Emilia realmente no parecen estar en sintonía, ¿no?
Esa era la impresión de Ratoka tras observar de cerca a Emilia y a mí durante los últimos 10 días.
—No necesitamos estar en sintonía, ¿no crees?
—No, de hecho, creo que sí es necesario.
Descartó mis palabras en lugar de permitirme explicar, así que guardé silencio. Cuando se pone así, no hay manera de que cambie de opinión hasta que escuche lo que tiene que decir. Qué terco se ha vuelto.