Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 231: ¿Qué pasó con la bandera?

Traducido por Herijo

Editado por Sakuya


C—Lo entiendo. Entiendo muy bien que si fueras hombre, serías tan poco sociable que la gente tendría ganas de golpearte. —Ratoka dijo esto, cruzándose de brazos y mirándome desde arriba con una pose imponente. 

Ante esto, terminé temblando un poco de manera reflexiva. Después de todo, aunque hubiera una sonrisa en ese rostro similar al de una chica, no importa cómo lo mirara, Ratoka estaba claramente enfadado.

Esta era la reacción después de haberle contado todas las conversaciones que tuve con Emilia en su ausencia .

—¿Hubo algo que te enfadó?

Esta conversación se suponía que era sobre cómo tratar con Emilia, no sobre Emilia y definitivamente no sobre Ratoka que no estaba ahí, así que no tenía idea de por qué estaba enfadado.

—Hay algo. ¡No entiendes en absoluto el corazón de una mujer!

—Soy una mujer, aunque…

—¡Cállate! Podrás ser una hembra, pero en este momento, ¡no eres una mujer! —Declaró.

Eh, ¿qué? Eso era… ¿una diferencia en el género del corazón o algo así? Estaba bastante segura de que me identificaba como mujer, sin embargo. Al verme perpleja, Ratoka retractó su enojo y, en su lugar, suspiró como si estuviera completamente exasperado.

—Hablando seriamente aquí. Deberías dejar de tomar los sentimientos hacia ti misma de una manera retorcida ya.

Viendo lo serio que dijo eso, lo interrumpí levantando mi mano.

—Prepara algo de té y siéntate. Escucharé tu advertencia ya que eres —otra Eliza.

Ratoka asintió como si estuviera aliviado. Y luego, sonrió tímidamente y me dio un golpecito en la cabeza ligeramente. Pensar que sería golpeada por él. …La última vez que me acariciaron la cabeza fue probablemente cuando huí a la tienda de la familia Cil. Quizás porque era rígida como una niña en ese entonces, me acariciaban con bastante frecuencia.

Ratoka bajó a la cocina para preparar té. Sintiéndome extraña solo sentada ahí porque solo éramos nosotros dos, también bajé para ayudar. Estábamos usando las escamas endurecidas de las polillas tigre del jardín como una piedra luminosa, que se supone es muy rara, sin frugalidad, así que cuando tiras de la cuerda colgando a un lado de la entrada, todas las luces se encienden a la vez durante aproximadamente una hora cada dos horas. Y así, normalmente transferimos el fuego a un candelabro mientras está encendido. Ratoka y yo transferimos el fuego a la estufa y encendimos un fuego, calentamos el agua y preparamos té, y también tomé un poco de pan blanco del almacén de paso y puse un poco de carne ahumada y verduras en el. Es un sándwich enrollado improvisado. Dejé una nota firmada para que el cocinero se encargara de la limpieza y salí de la habitación.

—Ni siquiera podía pensar en esto antes. —Ratoka murmuró mientras arreglaba la comida en la mesa.

—¿Sobre qué?

—Sobre todo. Cuando te conocí, me era imposible incluso imaginar esto.

No supe cómo reaccionar a su extraña risa. Pero recordando cómo me había golpeado la cabeza antes, es cierto que no podría haber imaginado antes que nuestra relación se volvería tan cercana. Y por supuesto, en aquel momento en el territorio de Kaldia no podríamos realmente pedir pan blanco para la cena. La expresión de Ratoka se suavizó un poco y se sentó del otro lado.

—Eres, sabes, cómo decirlo, bueno, no terca, pero tienes este fuerte pensamiento de que eres así.

Comenzó con confianza, sin necesidad de confirmaciones previas. Guardé silencio y lo animé a seguir con la mirada.

—Para ser directo, lo que yo, el “otro Eliza”, pienso es que no eres tan mala como crees. ¿Eres consciente de ello?

Esta vez, opté por el silencio nuevamente. ¿No ser tan mala?

—No importa cómo hayan sido las cosas en el pasado, indudablemente cambiaste la vida de los residentes de Kaldia tan pronto como te fue posible. Claro, sé que no fue solo mérito tuyo. Pero todos son conscientes de que hiciste lo que debías… Incluso yo lo entiendo tan claramente que no hay razón para que otros no puedan, ¿verdad? —Ratoka lo dijo encogiéndose de hombros, de manera casual.

…Bueno, tiene sentido. Después de todo, el que me lanzó una piedra es la persona que tengo enfrente. Aunque en aquel momento los residentes realmente no tenían la energía ni la voluntad para resistirse, también es verdad que Ratoka formaba parte del grupo extremista anti señor feudal.

—Por supuesto, entiendo que los residentes me han perdonado y reconocido mis esfuerzos, pero…

—¡Incorrecto!

Antes de que pudiera terminar, Ratoka golpeó la mesa y alzó la voz.

—¡Estás más allá de eso! ¡Los residentes te quieren, ¿sabes?!

Guardé silencio, optando por detenerme por el momento.

—Actúas intentando adivinar los sentimientos de los demás basándote en la situación y esas cosas, ¿cierto? Para ser honesto, eso es un mal hábito. Deberías empezar a mirar a todos directamente a los ojos y comprender lo que sienten. De lo contrario, sería triste para los residentes que te quieren tanto. Confía en ellos. Son tu gente, ¿no es así?

No supe qué responder.

Las palabras que estaba a punto de decir se esfumaron cuando me instó a confiar en ellos.

—Entendido.

Asentí lentamente, con determinación, y Ratoka también asintió. Luego, su expresión se tornó en una de vergüenza.

—Ah, nos desviamos del tema, ¿no? Bastante, de hecho.

—Tal como pensé —suspiré exasperada. Lo discutido era importante, pero originalmente debíamos hablar sobre la tensa relación con Emilia.

—No, no es que no esté relacionado en absoluto… —Ratoka comentó mientras masticaba su comida, luego tragó y continuó—. En otras palabras, esto también se aplica a Emilia. Probablemente estás interactuando con ella evaluando la situación y demás…

—Intentas decirme que considere también sus sentimientos para mejorar nuestra relación, ¿correcto?

Terminé su frase porque se estaba demorando, lo cual agrió la expresión de Ratoka. Realmente, la expresión de este chico cambia mucho. Solo mirarlo me cansa.

—Entiendo que tienes que mostrar que no la tratas demasiado bien para mitigar la tensión dentro del país, pero no necesitas estar tan consciente de eso, ¿verdad? Después de todo, eres bastante directa incluso actuando de manera normal. Y entonces, si sólo actúas de manera natural frente a Emilia ante los demás, tu actitud hacia ella sería un poco más sincera.

—Sincera…

De alguna manera, siento que he escuchado una conversación similar antes. Sí, como en un rincón de una aula, discutiendo lo que un estudiante debe hacer para causar una buena impresión en una chica…

—Después de todo, esa chica no tiene a nadie más en quien confiar, ¿verdad? Pero eso es porque no tiene otra opción, no porque lo desee.

Ah, ya entiendo. Ratoka ve su propio pasado reflejado en Emilia. Es verdad que es duro cuando todo lo que conoces cambia al ingresar a un nuevo ambiente y no tienes a nadie en quien confiar emocionalmente.

—Entiendo. Tendré en cuenta su inestabilidad emocional y trabajaré para ganarme su confianza.

Entendí, pero, a ver. ¿Cómo cambiar esta situación donde todos creen que mi interacción con ella se debe a mi deber por órdenes del rey? Parece que Ratoka pudo adivinar lo que estaba pensando, ya que también comenzó a reflexionar y luego aplaudió, como si hubiera tenido una idea.

—Ah, claro. Por ahora, si Emilia hace algo bien, simplemente acaricia su cabeza y felicítala.

—¿Eh?

—No, es que, también hablé con Aslan y los demás, y creo que esa niña aún no ha sido realmente ‘niña’, ¿sabes?

¿Acariciar la cabeza de la archiduquesa de un país? Al verme dudar de lo que escuché, Ratoka simplemente dijo —no lo estarás haciendo frente a otros, así que debería estar bien—. No… ¿eso realmente está bien? Y mientras dudaba, esta vez él me regañó diciendo —quieres ganarte su confianza, ¿verdad?— No, pero aún así, sabes…

Así, Ratoka ha estado instándome en silencio a acariciar su cabeza desde esta mañana. Esto también terminó conmigo dudando y él dándome una mirada fulminante.

¿Realmente voy a hacerlo? Cada vez que dudo, la presión de la mirada de Ratoka solo aumenta. Es cierto que podría ser bastante natural para mí felicitar su baile y acariciarle la cabeza mientras lo hago.

Entré en pánico.

De alguna manera siento que si hago eso, habré hecho algo irreversible. No es nada más que lo que mi intuición me dice pero—No, espera un minuto.

Bandera.

Tal palabra de repente apareció en mi cabeza. ¿Qué era…? Estoy bastante segura de que estaba relacionado con juegos otome. Si es así, creo que sería mejor evitarlo.

Sin embargo, para mejorar esta situación, debo hacer algo.

Para que la conversación no se sintiera antinatural, tuve que responder inmediatamente a Emilia y, en una situación así, sentí que mi cerebro trabajaba a una velocidad realmente alta. Y entonces, sobre la medida que elaboré.

—Hmm, veamos, Emilia, ¿te importaría si te invito a bailar?

—¿Eh?

—El próximo baile, conmigo. —Sería más fácil de entender si pudieras hacerlo como en la práctica.

Para que no malinterpretara y se relajara, se lo dije con la expresión más gentil que pude.

Después de convertirme en un cuasi—adulto, solo he participado en estas fiestas nocturnas unas pocas veces con el vestido formal de caballero y, por lo tanto, nunca realmente bailé en una fiesta como esta. También le había dicho a Emilia antes que no tuve mi baile de debut, aunque actué como su pareja de práctica. Ahora, si solo Emilia entiende que tengo la intención de trabajar incluso sin la orden del rey.

Ahora bien, sobre la reacción de la pareja. Emilia me miró vacilante y luego comenzó a ponerse roja. Umm… es difícil decir si está feliz o no… ¿Ratoka aceptará que haga esto en lugar de lo que dijo?

—¡Si tú estás bien conmigo…!

Al escuchar su voz emocionada, lo que entendí fue que debo enseñarle cómo ocultar las emociones adecuadamente.

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