Traducido por Shiro
Editado por Hime
1.
—Matthew, aunque las cosas luzcan de este modo, sabes qué clase de persona soy: un ciudadano ejemplar. Lo peor que he hecho en mi vida fue antes de mi graduación, cuando dormí un par de días en la sala de conferencias con mi edredón. Incluso entonces, eso se debió a que el calentador de mi apartamento se averió, y como era Pascua, nadie vendría a repararlo en un período de tiempo razonable…
—Sí, lo se. Fuiste el estudiante más íntegro. Todos los de nuestro año lo saben.
—Por eso te digo, este incidente fue totalmente accidental, lo juro. Siempre he sido una persona íntegra y un creyente devoto… Aunque nunca voy a la iglesia salvo durante la víspera de Navidad, mi respeto hacia la cruz y los Diez Mandamientos es indiscutible, así como respeto la Convención Europea de Derechos Humanos [1].
—Lo sé, querido Werner, lo sé. Ahora, entrégame tu copa. Creo que has bebido suficiente brandy.
—Lo que necesito es tu ayuda, Matthew —continuó Werner, ignorándolo. Sus ojos azules estaban vidriosos y lágrimas amenazaban con derramarse de ellos—. Todo esto fue un accidente desafortunado; el destino me hizo una jugarreta. ¡Ni siquiera tengo un abogado! Pude haber llamado a Connery, el abogado de mi papá. Él solía ayudarlo a actualizar su testamento tres veces al año, después de todo. Y, sin embargo, el mes pasado falleció, ¡ni siquiera dejó un sucesor!
—Como te he dicho antes, puedes confiar en mí. Aunque actualmente me he especializado en divorcios, completé casi todos los cursos de derecho básico de la universidad, incluido derecho penal y fiscal —Matthew estiró su brazo y le dio una palmada reconfortante a su antiguo compañero de clase en la mano, después de lo cual Werner la sostuvo con firmeza contra su pecho, agradecido—. Cuéntame todo acerca del incidente.
—Está bien, Matthew. Muy bien… ¿Puedo tomar otra copa de brandy?
Werner parpadeó con tristeza en su dirección. Aunque no lucía tan ebrio a su parecer, no consideraba pertinente ceder a su petición. Cuando Werner se había servido su primera copa, veinte minutos atrás, su conversación no había hecho progreso alguno; simplemente fue en círculos.
—Está bien. Lo que pasó, Matthew…
El mencionado lo miró expectante.
—¿Me meterán a la cárcel?
Matthew sintió, instantáneamente, su de por sí corta paciencia agotarse. Sin embargo, se contuvo y le dijo:
—Werner, primero tienes que decirme lo que realmente pasó. Solo después de eso podré decirte si lo que hiciste es legal, si necesitas buscar un abogado defensor, o si necesitas entregarte en la estación de policía.
—Pero no quiero ir a la cárcel; ¡he escuchado que a los delincuentes sexuales los otros presos les profanan el agujero de atrás!
—¡¿Violador?! —Tan pronto Matthew estuvo a punto de exclamar la palabra, incrédulo, una blanca y delgada mano cubrió su boca.
—¡Shh! ¡Matthew! —dijo Werner, horrorizado—. Son las doce y media de la madrugada, ¿quieres despertar a los vecinos?
—Pero violación, ¡oh, por Dios! —exclamó Matthew, una vez logró liberarse de la mano sujeta a su cara. De haber sido un poco más lento, probablemente habría muerto de asfixia. Entonces no hubiese hecho falta lidiar con este incidente de «violación», habría sido condenado a cadena perpetua de inmediato.
—¡Matthew, prometiste ayudarme!
—Pero, Werner, estás hablando de una, ¡una violación!
—Hace menos de cinco minutos juraste que, sin importar qué, ¡seguirías siendo mi mejor amigo! Que sin importar el crimen que hubiese cometido, ¡nunca me abandonarías a mí o a nuestra amistad!
—Pensé que querías decirme que habías intentado hacer algo como alterar información en tus declaraciones de impuestos, o que querías falsificar un permiso de estacionamiento! ¡Pero no una violación! —Matthew seguía sin salir de su conmoción. Y mientras continuaba mirando los rizos dorados del otro y su ciertamente, hermoso rostro, sintió que la cabeza le daba vueltas.
—Como te dije, ¡todo fue un accidente! Absolutamente, definitivamente, cien por ciento un acciden- Espera, ¿cómo supiste que quería falsificar un permiso de estacionamiento para poder estacionarme por la entrada de la compañía? —preguntó Werner, con desconfianza.
—¡Porque es el peor crimen que creí pudieras cometer! —exclamó Matthew, antes de agarrar la botella de brandy y tomar dos tragos seguidos. Después de hacerlo, se sintió ligeramente mejor—. Pensé que eras alguien que nunca cometería un crimen tan serio; ¡estamos hablando de violación!
—¿Tienes que añadir esa palabra al final de cada oración? —le preguntó Werner. Entonces le arrebató la botella de brandy de sus manos y la colocó de nuevo sobre la mesa—. ¡Ahora déjame terminar mi historia! Todavía no sé si lo que hice realmente es considerado una violación, de lo contrario no te habría buscado.
2.
—Hoy en la noche, al igual que cualquier otra noche, me estaba preparando para salir del trabajo después de terminar mi llamada contigo. Eran las ocho y media, y no quedaba nadie en la oficina. Sin embargo, me di cuenta que había olvidado un documento, por lo que regresé a mi oficina, y cuando abrí la puerta…
»Inesperadamente, había alguien sentado adentro…
Matthew esperó el resto de la oración, conteniendo la respiración.
—Ah, espera, me equivoqué. El incidente no comenzó realmente esta noche, sino más bien cinco meses atrás. Matthew, para que puedas comprender la situación con claridad, necesito explicarte las cosas que sucedieron desde cinco meses atrás.
Matthew sintió de inmediato un dolor de cabeza en camino. Mirando a Werner, comenzó a dudar si escucharía el punto principal de la historia antes del amanecer.
—Cinco meses atrás, cuando mi secretaria, Christina, se fue de baja por maternidad, tuve que buscar un reemplazo temporal. Es un chico guapo: alto, como media cabeza más alto que yo… Su cabello es de un color castaño dulce (mi color favorito). Y sus ojos son de un color gris claro, como si hubiera una niebla misteriosa en sus ojos cuando te mira.
Matthew se removió, incómodo, en el sofá, mientras escuchaba la descripción continua que Werner le daba de la apariencia del hombre. La sensación inquietante que esto le transmitía lo hacía sentir muy incómodo. Además, no lograba comprender por qué Werner le estaba diciendo esto, o qué tenía que ver con la conversación, dado el terrible crimen que antes había mencionado.
—Cuando mira concentrado sus documentos, el color de sus ojos cambia a un tono más oscuro, parecido a un amanecer invernal, y la niebla en ellos misteriosamente se hace más profunda, cristalizándose. Cuando lo llamo, levanta la mirada y me sonríe, entonces la niebla helada se despeja y el sol se asoma por el horizonte. Ese brillo dorado es tan brillante que baña la habitación. ¿Entiendes lo que quiero decir?
—Lo siento, no estoy seguro de entender —dijo Matthew, con frialdad—. Tu nuevo secretario… ¿cómo está relacionado con el crimen que cometiste?
Los ojos azules de Werner permanecieron fijos en el otro durante un largo tiempo, hasta que finalmente consiguió pronunciar algunas palabras entre dientes:
—Por supuesto, la verdad es… que él está involucrado en el crimen.
—¡¿Estás diciendo que es tu cómplice?! —Matthew saltó del sofá en su arrebato—. Oh, Dios mío. Sabes que el enjuiciamiento por delitos con múltiples criminales es mucho más severo que el de delitos con un único criminal, ¿cierto?
—No, lo que digo es… que él fue el objetivo de mi crimen.
—¡Oh! —Después de exclamar esta única sílaba, Matthew se dejó caer rígido sobre el sofá.
Werner, con consideración, le pasó la botella de brandy.
Después de beber un largo sorbo de la botella, Matthew dijo, débilmente:
—Werner, si mal no recuerdo, tuviste muchas novias en la universidad; Susan, Clara, y esa chica de piernas increíblemente largas. ¿Cómo es que se llama? ¿Daniela?
—Lo sé, Matthew. No tengo nada en contra de las mujeres. Con honestidad, nunca había dudado acerca de mi sexualidad antes de él —le contestó. Entonces miró la alfombra a los pies de ambos, como si el motivo floral fuera sumamente interesante—. Tampoco tengo idea de lo que sucedió. De cualquier modo, no hubo nada inusual al inicio. Lo veía todos los días, hablaba con él acerca del trabajo, y bromeábamos casualmente. A veces, cuando salíamos temprano del trabajo, le diría que fuéramos a beber un par de tragos. Eso es todo.
»No estoy seguro cuándo las cosas cambiaron; probablemente alrededor de dos meses atrás. Pienso que ahí… uhh, fue cuando algo salió mal. Me gusta mirarlo, para mí, su perfil lateral es despampanante, como si hubiese salido de una pintura. No puedo describirlo apropiadamente… Tanto tú como yo sabemos que no sé nada de arte. Pero pienso que puedes imaginarlo de ese modo, sentado leyendo, exhibido en un museo. Cada vez que veo esos mechones sueltos de cabello rojizo contra su frente, podría…
—Espera, ¿no dijiste antes que su cabello era castaño?
—Sí, de hecho, es castaño. Sin embargo, cuando le da la luz el sol, su color se torna de un color rojo vino tan encantador que podría morir… A veces, cuando paso a su lado y veo esos mechones sueltos descansando perezosamente sobre su frente, siento este impulso insaciable de ponérselos detrás de las orejas, volver su rostro hacia mí y darle el beso más dulce y largo…
—¡Werner! —exclamó Matthew, su tono lleno de conmoción.
—Matthew, sé que esto es impactante. Diablos, esta es la primera vez que esto me ocurre también. Cuando tuve estos pensamientos por primera vez, salí corriendo al baño y bebí cinco galones de agua directo del grifo.
»No obstante, estos pensamiento siguieron aflorando en mi cabeza, cada uno de ellos cada vez menos moderado. Sigo imaginándome cómo beso cada parte de su cuerpo, desde su cabello a sus labios, y desde su cuello hasta sus pies. Comencé a imaginar que introducía mi lengua de su boca, entrelazando su lengua con la mía; qué dulce sería. Imaginé que lo presionaba contra el enorme escritorio de mi oficina, bajaba el cierre de sus pantalones…
—Werner —el rostro de Matthew palideció—, te ruego no sigas.
Werner levantó su cabeza y lo miró.
—Te asusté, ¿no es así, Matthew?
Matthew esquivó la mirada de Werner, en su lugar mirando la habitación a su alrededor, buscando algo en qué enfocar su mirada antes de dirigirse a la vitrina de bebidas y agarrar con ansiedad el whisky irlandés de 1985.
3.
—Werner, confía en mí, no tengo nada en contra de este asunto… Er, respecto a la homosexualidad, quiero decir. Solo estoy un poco, no, muy impactado, a decir verdad. Como, extremadamente —murmuró Matthew, después de sacar la botella de whisky—. Además, nunca hubiese pensado que tú estarías, que tú estabas… ¿Recuerdas cuando fuimos parte del club de tiro en la universidad? Como eras tan hermoso, todos los miembros bromeaban con que eras gay, pero al final, todos sabían que eras más hetero que nadie. Siempre estabas rodeado de chicas, y tus ojos se iluminaban cada vez que este tema surgía…
—Sí, Matthew, lo sé. En aquel entonces, mis pensamientos estaban completamente centrados en chicas, hasta que, bueno… Como dije, cuando conocí a este hombre, me di cuenta que algo no iba bien. En mi defensa, todo es a causa de él. De no ser por él, me veo viviendo felizmente para siempre como un hombre heterosexual, follándome a mujeres, casándome con una y teniendo un hijo eventualmente. En cambio, aquí estoy en este lío. Y todo se debe a él.
La botella en manos de Matthew estaba ya medio vacía, pero como el abogado profesional que era, todavía se encontraba lo suficientemente sobrio como para hablar con precaución y cautela:
—Werner, por favor, abstente de decir tales cosas frente al juez y el jurado; suena como si estuvieses tratando de inventar excusas, buscando eludir el crimen que cometiste.
—Estoy intentando de explicarte las cosas tan honestamente como me sea posible, Matthew —respondió, con franqueza—. Quiero asegurarte que no cometí este crimen adrede. —Después de decir esto, se arrodilló frente al sofá y enterró su cabeza debajo de los cojines.
Matthew estiró su mano y, con gentileza, le dio unas palmadas a la cabeza llena de rizos dorados del otro.
—Lo sé —dijo, con suavidad—. Ahora bien, ¿puedes continuar la historia? ¿Sucedió esta noche?
Werner, con la cabeza aún enterrada bajo los cojines, contestó vagamente:
—Sí.
—Tú… ¿lo violaste en la oficina?
Después de permanecer en silencio durante un rato, Werner, reacio, salió de debajo de los cojines y contestó:
—No lo sé.
—¡No lo sabes! ¡¿Qué quieres decir con que no lo sabes?!
—Quiero decir exactamente eso: no lo sé. —Se giró a un lado, como si no quisiera hacer contacto visual con Matthew, y murmuró en voz baja— Lo hice con él, pero no sé si eso es considerado una violación o no.
—Entonces, ¿quieres decir que lo que hicieron fue consensuado?
—Matthew, no sé si él estaba dispuesto.
Matthew sentía que este mocoso lo tenía completamente confundido.
—Cuando tuviste sexo con él, ¿no pudiste discernir si él estaba dispuesto o no?
Werner levantó su mano y la agitó levemente.
—Matthew, ¿sigues sin darte cuenta con todo lo que te he dicho? Frente a él, pierdo todo raciocinio. No puedes juzgarme a través de la perspectiva de una persona corriente, ni tampoco deberías buscar mi opinión respecto a este asunto.
—¿Se resistió?
—¿Quieres decir que si no se resistió, no cuenta como violación?
A pesar de su punzante dolor de cabeza, Matthew intentó recordar los contenidos de su libro de texto acerca de derecho penal.
—No, ese no es necesariamente el caso. Si la víctima no se resistió a causa de coerción, la alegación de violación sigue siendo válida.
Werner enterró de nuevo su cabeza debajo de los cojines del mueble por un tiempo al escuchar la respuesta de Matthew, antes de finalmente levantar la cabeza y mirarlo, como si hubiera tomado una decisión.
—Matthew, necesito contarte de nuevo lo que pasó esta noche. Solo entonces podrás darme una evaluación apropiada.
4.
—Cuando llegué al trabajo esta mañana, apenas abrí la puerta, lo vi. Le había dado libre la semana anterior cuando me di cuenta que algo no iba bien conmigo. Pensé que si no lo veía, todo regresaría a la normalidad. Sin embargo, al final… ¡todo fue jodidamente inútil!
»Hoy fue su primer día de vuelta en el trabajo. Cuando lo vi entrando al edificio de la compañía desde el piso diecisiete, mis manos y pies no paraban de temblar —era como si tuviera malaria—. Me la pasaba buscando excusas para quedarme encerrado en la sala de conferencias y en la sala de recursos. No me atrevía a poner un pie en mi propia oficina, temiendo que una vez estuviéramos los dos solos en la misma habitación, perdería el control y me abalanzaría sobre él. Al mismo tiempo, lucía como un acosador demente: me asomaría por la rendija de la puerta y observaría todos y cada uno de sus movimientos. Cada vez que se acercaba a cinco metros de mí, tendría una erección.
Matthew inclinó su cabeza hacia atrás, bebiendo otro trago de whisky.
—Después de un día de pesadilla, estaba al borde de la locura, y colapsé. Me sentí tan agradecido cuando apagaron las luces de la oficina, ya que eso indicaba que el día laboral había terminado, y que finalmente podía irme. Sin embargo, tenía que buscar un documento en mi oficina para que Wilson Jr. lo firmara al día siguiente. Así que, abrí la puerta de mi oficina…
Werner pausó de forma abrupta, su nuez de Adán subiendo y bajando, como si se le dificultara articular las palabras que quería decir. Después de un rato, finalmente habló con voz soñadora:
—Descubrí que no se había ido aún. Estaba ahí sentado, las luces apagadas. La luz de la luna lo bañaba. Creo que llevaba puesta una camisa blanca, pero bien pudo haber sido celeste. Estaba reclinado sobre el sofá y miraba afuera de la ventana, como si estuviera sumido en sus pensamientos. Dios mío, se veía hermoso.
»Debía estar sumido en sus pensamientos, porque no me escuchó entrar. Decidí apoyarme en la puerta entreabierta y permanecer lo más silencioso y quieto posible en la oscuridad. No me atreví a dar un paso adentro, ni pude darme la vuelta para irme. También podía escuchar los latidos de mi corazón alto y claro.
»Al final, me notó. Pareció sorprendido cuando me preguntó: «Es tan tarde, ¿por qué estás aquí?».
Matthew quedó petrificado. Entonces, miró a Werner, con sus ojos color gris pálido llenos de incredulidad.
—En ese momento —continuó—, consideré todas las posibilidades. Quería confesarle mi amor: lo amo con locura, y he estado enamorado de él todo este tiempo. Fui un tonto por no darme cuenta antes… Cuando me di cuenta, mi fascinación por él había comenzado a albergar malas intenciones. El mero pensamiento de que no me aceptara y me dejara, me hacía perder todo el coraje. Prefería mantener las cosas como estaban; éramos amigos. A veces le decía para que saliéramos a almorzar, o para que fuéramos a pescar los fines de semana. Las cosas no estaban tan mal —al menos podría seguir viéndolo, e incluso escucharle decir cosas como «seremos mejores amigos por siempre».
»Pero, me he engañado durante demasiado tiempo. Estoy a punto de enloquecer…
Matthew estaba sentado completamente erguido en el sofá. Temblaba de forma incontrolable, sus manos ni siquiera logrando ya sostener inmóvil la botella de whisky.
Los ojos azules de Werner habían perdido su brillo vivaz, pero continuó hablando, como si las palabras se escaparan por su cuenta de su boca.
—Lo conozco desde hace cinco años, todo comenzó cuando todos estudiábamos en la universidad y nos unimos a ese ridículo club de tiro. Desde que me di cuenta de mis sentimientos hacia él hasta ahora,han pasado dos años. Ves, mi estupidez es equivalente a mi falta de coraje.
»Matthew, ¿no me preguntaste por teléfono por qué acorté mi vacaciones de una semana en las Islas Canarias y me regresé a la mitad? Permíteme decirte la verdadera razón ahora: es porque te extrañaba. Te extrañé durante cada segundo de vigilia. Quería hacerte el amor. Te extrañé al punto de perder la cordura.
»¿Lo sabías? Cuando estaba de pie por la puerta, estuve considerando seriamente cometer un crimen. Planeé confesar todo, antes de violarte aquí para poder realizar todos los actos que he puesto en práctica contigo en mis sueños.
Después que terminó de hablar, se inclinó y apartó con suavidad los mechones de cabello sueltos color burdeos de la frente de Matthew y se los colocó detrás de las orejas.
Matthew simplemente lo miró por un momento. Ya no temblaba, pero la botella de whisky en sus manos había caído sobre la alfombra frente al sofá, con el alcohol empapándola lentamente.
5.
—Matthew, lo siento —susurró Werner—. Soy un cobarde. Sé que no puedo ser condenado por actos llevados a cabo solo en mi imaginación, así que inventé esa historia.
—Oh —respondió Matthew.
—De hecho —continuó—, me doy cuenta que soy un pésimo criminal. Probablemente porque tengo demasiado miedo de ir a prisión. Aunque, en este momento siento que estoy viviendo un infierno.
De pronto, Matthew se acercó, colocando su brazo alrededor del cuello del otro.
—Está bien. —Sonrió—. Werner, creo que tengo que hacerte saber…
—¿Matthew?
—Primero que nada, soy tu mejor amigo. Y por supuesto, también soy tu abogado.
—¿Uhh?
—Segundo, la violación se define como cualquier clase de penetración sexual llevada a cabo sin el consentimiento de la víctima. Si quieres estar seguro de si estás cometiendo tal acto, podrías comenzar por preguntarle a la otra persona si está dispuesta. En cuanto a tu caso…
»No habrá tal cosa como ir a prisión —lo resumió a la ligera.
Werner lo miró, perplejo. Los ojos grises del otro brillaron, un toque juguetón podía percibirse en ellos, como si la niebla congelada se hubiese disipado y el sol hubiese coronado el horizonte. Aunque ya era la una de la madrugada, para Werner, ese brillo dorado era tan resplandeciente que inundaba la habitación.
—Werner, ¿planeas cometer un crimen ahora?
Fin.
[1] Para interesados en el tema acá les dejo un enlace. :3
Dios, no me esperaba ese giro, este one shot esta demasiado bueno y muy lindo, también me dejo con ganas de más
Muchas gracias por traerlo <3