El Rey Demonio y la Bella Villana – Interludio I: Rumores y prejuicios de un oyente

Escrito por Noah

Asesorado por Grainne

Editado por Mich


Como cualquier día en el castillo, los trabajadores del lugar transitaban de forma constante por sus pasillos, realizando sus tareas. Nikola caminó entre ellos, distinguiendo entre los rostros cotidianos algunos nobles. Frunció el ceño al pensar en cuántos de ellos solo habían venido para jugar sus juegos de poder en lugar de cumplir sus deberes.

Continuó su camino, dirigiéndose hacia la oficina del príncipe para entregar unos informes escritos que su señor necesitaba. Sin embargo, acabó escuchando los chismes que disfrutaban los nobles; rodó sus ojos al escuchar los juicios y burlas que proporcionaban, aunque rápidamente apretó la mandíbula al oír uno en particular.

—Realmente repugnante, ¿verdad? —exclamó una noble. —¡Pensar que Regina Carneolis tuviera tales entretenimientos!

—Oí que disfrutaba que fueran jovencitos de bello rostro o de rasgos extranjeros — dijo otro.

—Hmph, no es una sorpresa que se lanzara como una simple libertina sobre ese criado. ¿Era un niño, cierto?

Pronto, el grupo de nobles se silenció cuando escucharon el abrupto y fuerte zapatazo que había dado Nikola al detenerse. Ellos le entregaron una sonrisa azucarada y continuaron su camino, volviendo a su tema de conversación. Nikola exhaló por la nariz, apretando los dientes con enojo.

Regina Carneolis siempre había sido una noble problemática con una gran influencia dentro del círculo aristocrático que disfrutaba realizar horribles juegos que entretenían a ciertos nobles. Solo nos estamos divirtiendo un poco. A mi lindo protegido no le importa entretenernos, había dicho Regina con una sonrisa lujuriosa, mientras abrazaba a un pobre muchachito tembloroso cuando había tratado de detenerla.

Lo peor de todo, era saber que nadie parecía importarle sus juegos por el simple hecho de que todas sus víctimas eran plebeyos (campesinos o niños de las calle). A causa de ese hecho y la influencia de Regina Carneolis, no había podido detenerla y sentenciarla por sus crímenes. Solo hasta ahora, cuando nadie la apoyaba más, ella había sido retratada como la vulgar e infame mujer que era y permitiendo así que la justicia por fin diera su veredicto.

Malditos aristócratas y sus ideas de supremacía, bufó molesto, mostrando un rostro furioso y mirada castaña se iba oscureciendo. Lentamente, su ira se fue apagando cuando se percató que estaba asustando a las personas de su alrededor y respiró profundamente. Esto me está afectando, suspiró, masajeando el puente de su nariz tras quitarse los anteojos del rostro.

Quizás, la razón por la cual estaba tan enojado era por la frustración y la culpa que sentía al permitir que sucediera. Cuando había escuchado lo sucedido entre los rumores unos días después, no pudo evitar sentirse culpable y responsable de ello, aun si sus compañeros y la señorita Lucia intentaban convencerlo de lo contrario; pero la idea no desapareció de su cabeza. Sentía que había incumplido su deber como caballero y había permitido que un inocente sufriera la maldad de Regina Carneolis frente a su guardia.

Se acomodó los anteojos y rápidamente buscó entre los bolsillos de su uniforme una caja plateada, haciendo una mueca decepcionada al ver que su interior estaba vacío. Debí fumarme el último cigarrillo hace una horas, se lamentó, mientras guardaba la caja.

—Nikola, no esperaba verte por aquí —exclamó una voz.

El caballero levantó su mirada encontrándose con Isacc. El joven mago se despidió de una blanca bibliotecaria y se dirigió hacia él, mientras ella hizo una reverencia y se alejó de ellos cargando sus libros. Nikola la miró fijamente, pero rápidamente volvió su atención al joven mago cuándo lo escuchó que lo llamaba de nuevo.

—Lo siento. Me dirijo donde su alteza —respondió. Pronto, frunció el ceño ligeramente al ver el rostro decaído del joven de cabello lila. —¿Tú… te encuentras bien?

—Sí, solo un poco cansado solamente —sonrió el mago.

—Supongo que vienes de hablar con su alteza real —al oírlo Isacc apretó los labios y desvió su mirada morada.

No suele actuar así tras hablar con su alteza real, meditó el caballero al ver la reacción del mago. No al menos que sea algo muy personal o una disputa entre los dos. 

Teniendo en cuenta cuán cercanos eran Isacc y el príncipe Lariel, era probable que fuera la primera. Después de todo, Isacc Jiminy siempre había actuado como el asistente y compañero de juegos del príncipe desde niños, incluso después que se revelara su talento en la magia a tan temprana edad y fuera forzado a entrenar para ser un mago de la corte.

—Vamos, no me mires así. Mis huesos no están tan viejos para que te preocupes por este hombre —dijo Isacc al notar la expresión de Nikola.

—No es una frase que deba decir un niño.

—¡Soy lo suficientemente viejo, eso es lo que cuenta! Lo resolveré, siempre lo resuelvo… por ahora, quizás agregue pimentón en su comida…  —murmuró, jugueteando con uno de los muchos anillos que llevaba cómo símbolo de ser un mago.

Nikola arqueó la ceja al oírlo. Entonces fue una discusión…, pensó al ver que el mago parecía dispuesto hacerle una broma al príncipe para vengarse. Bueno, sus venganzas siempre fueron inofensivas, pero si lo permitía estaría faltando a su deber.

—Hablar con alguien ayuda a liberar el estrés. —inició Nikola tras pensar en qué decir. —Puedo escucharte, si lo deseas.

—¿Eh? —los ojos morados de Isacc se abrieron de sorpresa al escucharlo. —Pero Lariel, digo su alteza, te está esperando.

—Podemos hablar mientras me dirijo hacia su oficina —respondió el castaño, iniciando a caminar. Pronto, Nikola se detuvo y volvió a ver a Isacc. —¿Vienes?

Caminaron juntos por el pasillo en completo silencio por varios minutos hasta que Isacc decidió romperlo. Al inicio eran simples quejas sobre su trabajo como mago de la corte o el exceso de trabajo que tenía el príncipe Lariel (adicto al trabajo, había dicho Isacc) pero lentamente empezó hablar sobre los problemas más nacionales. Nikola se mantuvo siempre en silencio mientras lo escuchaba, asintiendo de vez en cuando, hasta que escuchó sobre las candidatas.

—¿La hija de la casa Shenite fue quien llevó a Regina Carneolis al aislamiento social?

—Sí. Por eso varias candidatas, incluida Carneolis, ya no son capaces de participar. —miró a Nikola, tratando de mantener la zancada larga del caballero. —Quizás esto no lo sepas aun, pero estas jóvenes están relacionadas al escándalo de los rumores. Aún no he podido verificar algunas cosas, pero según entiendo el chico que acosó Carneolis y sus cómplices era sirviente de Celica, y esa fue la causa del aislamiento.

—¿Habrá una investigación? Sí es así, puedo ayudarles, solo debo acomodar mi agenda y… —se detuvo al ver a Isacc negar con la cabeza.

—Aunque hay varios nobles descontentos, la mayoría apoya a Celica. Ya sabes que tiene una posición alta dentro de la nobleza —sonrió secamente. —Por eso, no abrirán una investigación; en especial, cuando este escándalo reveló muchos trapos sucios de las candidatas. ¡Celica no se detuvo, realmente quería destruirlas! Por otra parte… es un alivio que esa mujer nunca vuelva acosar a nadie —murmuró al final, frotando sus brazos con cierta ansiedad.

Nikola frunció el ceño al oír que no habría investigación. Aunque era cierto que se alegraba que la justicia se diera por fin, no podía evitar desconfiar de la situación. Era muy conveniente que a partir de ese escándalo una gran cantidad de participantes fueran descalificadas, disminuyendo así el número de rivales. En especial, cuando pensaba en quien entregó el golpe final para hacerlas caer. Conociendo a esa mujer, puede que esto no sea un incidente aislado. Incluso veo posible que haya sido utilizado al niño para cumplir su objetivo, meditó, frunciendo el ceño al pensar ante la posibilidad que ella hubiera utilizado como un cebo a un niño para cumplir sus objetivos. Ahora que lo pensaba, ¿Shenite tenía un sirviente tan joven…?

—Lo peor de todo —añadió Isacc, atrayendo la atención del caballero, —es que no quiero imaginarme como será Celica ahora. La sola idea de eso me pone la piel de gallina. ¡Agh! ¡¿Por qué esa mocosa no puede ser más…?! —gimió, ocultando su cara entre sus manos y sus cabellos lilas auxiliaban en ello, mientras se detenía al momento.

Nikola se detuvo a su lado, observando atentamente al joven mago. Era bien sabido por todos en el castillo sobre la mala relación que tenían Isacc y Celica junto a sus constantes discusiones acaloradas cada vez que se encontraban. Aunque no es una sorpresa que Isacc no le agrade. La mala actitud de esa mujer podría acabar incluso con la santa paciencia de la misma Ahda, pensó el castaño.

—Todo sería más simple si hubiera intervenido en esa ocasión y ellos nunca hubieran cruzado palabra… —susurró el mago de forma débil, apoyando su cabeza contra el brazo de Nikola gracias a su baja estatura.

—¿Isacc?

—¡Ah! Lo siento —dijo el joven, retrocediendo al instante. —Solo olvida eso. En todo caso, gracias por escucharme, me dio un buen respiro. ¡Eres un buen joven, Nikola! —exclamó, dándoles unas fuertes (débiles, en realidad) palmadas sobre la espalda del caballero. —Bueno, me voy. No te detengo más. ¡Adiós!

Antes que el caballero pudiera decir algo, Isacc se alejó rápidamente hasta desaparecer de su vista. Nikola suspiró y siguió su camino. Quizás, el joven de cabello lila solo estaba estresado ante la idea de que Celica se acercara a ser la prometida del príncipe Lariel. Ni siquiera comprendo cómo pudo llegar a ser una de las favoritas para ser la princesa heredera, se quejó Nikola; pero rápidamente decidió no pensar más en ello al avistar la oficina de Lariel y entrar en ella.

La oficina era elegante y simple a la vista, careciendo del exceso frívolo de los nobles (algo que Nikola agradecía), aun así seguía siendo digna de pertenecer al heredero al trono gracias a sus finos muebles, en especial, del gran escritorio caoba donde actualmente trabajaba el príncipe. El joven rubio, quien parecía no haber notado la presencia del caballero, se encontraba concentrado en su trabajo. O quizás, debía decirse, que reflexiona sobre algo, ya que a los minutos el príncipe había suspirado y masajeado su sien con cansancio, mientras murmuraba algo de cosas inútiles.

—Lamento mi tardanza, su alteza —exclamó Nikola, atrayendo la atención de este.

—Ah, Nikola, llegaste… lo siento, no te vi, yo… No, Olvídalo —murmuró al final y miró al caballero. —¿Has traído los informes?

Nikola asintió y le entregó el grupo de hojas. Lariel empezó a revisarlas, leyendo con cuidado cada parte de él. Lentamente, su ceño se fue profundizando y sus ojos azules se estrecharon hasta que dejó escapar un suspiro cansado.

—De mal en peor… Entonces, ha iniciado pequeños brotes de una peste misteriosa en las zonas costeras del reino…

—También se reportó que la cosecha de esta temporada se halla debilitada sin explicación aparente en algunos territorios. Además que ha reportado el Marques di Charoita que los monstruos del bosque Kalí son mucho más feroces que antes.

—Sí, su reporte mencionó sobre la masacre de unos comerciantes y su escolta de mercenarios… Si el bosque es así de peligroso, es mejor restringir esa ruta comercial hasta que podamos resolverlo —pellizcó el puente de su nariz. —A padre no le gustará…

Nikola lo miró con comprensión, teniendo en cuenta lo irracional que podía ser el rey respecto a las rutas comerciales. Aunque la ruta del bosque Kalí era peligrosa, era el único camino terrestre que no forzaba a los comerciantes a cruzar la cordillera Edelsteen para llegar a los reinos del norte de Quiné. Cortarla, era como cortar relaciones con ellos y eso no lo aceptaría su majestad, el rey Jayson.

—En todo caso, parece que los lugares que provienen los informes están cerca de las zonas con miasma —dijo el príncipe, sacando un mapa de uno de los cajos  de su escritorio, y lo extendió sobre este. Señaló varios puntos marcados, para luego golpear sus dedos contra la madera. —Tendremos que decidir cuál es el lugar con más urgencia para purificar.

—El territorio del Conde Hesonith podría servir para que su santidad inicie su misión —dijo Nikola, señalando una zona no tan lejana de la capital Moirgen.

—Quizás, pero me preocupa más la zona agrícola de Ruber. Si perdemos sus cosechas, puede causar una escasez en el futuro. Es lo último que necesitamos con lo inestable que está el reino ahora.

—Pero en esa zona se han avistado varios monstruos, sería peligroso llevar a la señorita Lucia allí.

—Lo sé. Pero no puedo dejar que el reino acabe en una situación peor —lo miró seriamente. —Tendrá a su lado a la milicia principal del Marques di Charoita para protegerla del peligro y de un guarda personal.

Aun así, Nikola no se sentía cómodo con ello, a pesar de que era consciente que era necesario. Casi como si notara su conflicto, Lariel le dio una sonrisa comprensiva y dijo:

—¿Te preocupa, cierto?

—Solo cumplo con mi trabajo y me preocupo por su seguridad —respondió el castaño secamente.

—Quizás —sonrió el rubio divertido. —Aunque parece que te está causando más ansiedad de lo normal… si el olor a tabaco dice algo.

Nikola se quedó inmóvil ante sus palabras, tratando de no revelar la verdad de sus palabras. Solo fume una caja completa estos dos días, pensó incómodo, manteniendo su rostro estoico.

—Lo siento, Nikola. No era mi intención incomodarte —dijo el príncipe con una ligera risa. —Solo que realmente me parece curioso. No sueles mostrar abiertamente preocupación cuando está relacionado con tu deber. Ella debió crecer mucho en ti.

El caballero no respondió y apartó su mirada, no queriendo revelar tales sentimientos pocos profesionales frente a su señor, aun si él era consciente de ellos. El príncipe Lariel suspiró y añadió.

—No es malo, Nikola. Es bueno saber que la señorita Lucia tiene a alguien en quien confiar. Esto solo me confirma que eres el hombre indicado para esta misión —volvió a ver al caballero. —Además de los informes, te llame para hablar sobre el guardián que acompañara a la doncella sagrada en sus expediciones para purificar el reino. Quiero que seas su escolta, Nikola.

—Es un gran honor —dijo con una pequeña sonrisa; ahora podría protegerla. Pronto, pensó en algo y miró preocupado a su señor. —Pero no puedo dejarlo sin protección, mi Señor. En especial, cuando…

—No debes preocuparte por ello. Estaré bien —interrumpió Lariel. —Isacc será mi escolta, él es el mago más fuerte de la corte y en quien más confió. No habrá problemas.

—Si usted lo dice… Entonces estaré protegiendo a su Santidad.

Aun así, Nikola no podía evitar sentir un mal presentimiento. Quizás solo soy paranoico, pensó, pero pronto recordó ese día en la fiesta de la reina. Se estremeció al recordar aquella intención asesina, era como si un monstruo estuviera allí. Pero ninguno de los sospechosos… el niño. El niño lucía extraño. Trató de recordar más sobre él que no fuera su aparecía extranjera, pero le era difuso. Sentía que estaba obviando algo muy importante del niño, pero no podía pensar en ello no importara cuanto lo hiciera. Suspiró y masajeó el puente de su nariz.

—Mi Señor, me gustaría tomar otra preocupación —Lariel miró al caballero para que continuara. —Le pido que no se encuentre ni esté a solas con la Señorita Shenite. En especial…

—No lo haré. No es necesario —interrumpió el príncipe. Alzó su mirada azul hacia el caballero y le entregó una sonrisa. —Si te hace sentir mejor, me quedaré trabajando. Además, tengo mucho que hacer.

Hubiera preferido que no fuera así, pero es un buen compromiso y excusa para evitar a las personas insistentes, pensó Nikola tras asentir a las palabras del príncipe. Comenzaron a detallar sobre el primer destino del viaje, decidiendo iniciar tras el debut de Lucia a la sociedad en el Ahdaine. Una expedición en la que dependería el reino y se cumpliría el deber solemne de la doncella sagrada.

2 respuestas a “El Rey Demonio y la Bella Villana – Interludio I: Rumores y prejuicios de un oyente”

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