La Alegoría del Alma – Capítulo 5: El brillante futuro

Escrito por Maru

Asesorado por Grainne

Editado por Sharon


Sintiendo un leve rumor cerca, mi mente se despertó poco a poco. Queriendo volver a los brazos del sueño un poco más, quise girarme para huir de la luz que se filtraba entre las cortinas. Sin embargo, algo impedía que me moviera.

Confundida y despertándome un poco más, escuché un leve murmullo que me hizo abrir los ojos finalmente.

Lo primero que vi una vez mi visión se acostumbró, fue la imagen de una mujer de mediana edad de piel clara y un bonito y largo pelo castaño que llevaba suelto. Su cuerpo era delgado aunque de curvas femeninas exuberantes que se resaltaban con su elegante vestido de tonos azules oscuros. Su rostro era redondeado de facciones femeninas y seductoras, con unos labios sonrosados, nariz fina, pómulos altos y ojos verdes. Con una sonrisa divertida, miraba hacia mi dirección mientras hablaba con alguien.

—Oh, despertaste —dijo con su voz melódica pero fuerte cuando se percató de que la miraba—. ¿Dormiste bien? —sonrió un poco más, divertida.

Parpadeé un poco y miré a la otra persona a su lado: un hombre de mediana edad.

¿Por qué están aquí?, me pregunté.

—Buenos días, padre, madre —los saludé con la voz un poco soñolienta.

Pretendí incorporarme, pero no fui capaz de llevarlo a cabo. Algo me sujetaba fuertemente por la cintura sin poder moverme. Extrañada, miré hacia el lugar, observando que unos brazos me encerraban cual presa. Girando un poco la cabeza hacia mi derecha, observé que había alguien tumbado a mi lado, y sobre el cual se apoyaba mi espalda. Un niño rubio se aferraba a mí con fuerza, con un rostro lleno de paz mientras dormía.

Fue entonces cuando recordé lo acontecido en la noche anterior. Mi hermano había pasado la noche conmigo con el pretexto de mis pesadillas para que no tuviese miedo, pero de alguna forma, era yo la que estaba siendo abrazada, no al revés. Aunque esa noche no había tenido ninguna pesadilla…

No pude evitar sonreír al verlo dormir de esa forma tan relajada y tierna.

El sonido a mi alrededor me hizo volver el rostro hacia mis padres, y, sin poder evitarlo, me sonrojé un poco. ¿Por qué estaban ahí? ¿Y por qué me miraban como si se divirtieran? ¿Qué estaba ocurriendo?

Sin perder más tiempo, giré entre los brazos de mi hermano para quedarme cara a cara y le di unos golpecitos en la cara, esperando que se despertara.

Vamos, Eirian, no voy a enfrentarme a lo que sea que pasa sola, pensé mientras lo golpeaba con insistencia.

Finalmente, y tras varias muecas de protesta, emitió un sonido incomprensible y luego abrió los ojos, más dormido que otra cosa.

—Buenos días… —saludó cuando sus ojos me enfocaron, bostezando seguidamente.

—Buenos días —saludaron mis padres antes que yo.

Como si ese fuese el mejor despertador, Eirian abrió los ojos de par en par y, soltándome, se incorporó en un momento.

—Buenos días padre, madre —dijo mi hermano, un poco más rígido de lo que esperaba.

—No pongas una cara tan nerviosa, Eirian —dijo mi madre con verdadera risa en los ojos.

—¿Por qué están padre y madre aquí? —pregunté, pensando en si sería por el hecho de que hubiésemos dormido juntos. Aunque no lo consideraba algo importante y… por sus caras, no parecía que eso les molestase.

—Tenemos que hablar de ciertas cosas hoy —explicó nuestro padre—. Pero los sirvientes no encontraron a Eirian en su habitación y tu doncella, Eileen, os encontró a ambos aquí. Creo que todos los de esta casa recordaremos esta adorable escena en nuestra memoria —sonrió.

—Eileen tiene pesadillas por la noche y pensé que podría ayudarla si me quedaba… —se explicó un Eirian completamente rojo.

—Es desde antes del accidente —me apresuré a decir al ver sus caras de alarma—. No pongáis todos la misma cara cuando lo digo —suspiré.

—Está bien —relajaron sus rostros, aliviados—. En cualquier caso, Eirian, ve a vestirte para bajar a desayunar. Y Eileen, haz lo propio también.

Ambos asentimos, y Eirian abandonó la habitación con rapidez, seguido por mi padre. Mi madre se quedó en la habitación conmigo, fue hacia el armario y eligió uno de los múltiples vestidos que allí se encontraban.

—¿Te importa si hoy soy yo quien te ayuda a vestirte?

—En absoluto —respondí, un poco sorprendida ante aquella pregunta.

Mi madre, Anneliese Deerfort, era conocida dentro de la aristocracia por ser una de las mujeres más elegantes y respetadas. A sus treinta años, era toda una belleza que encandilaba a quien mirase sus ojos verdes, el mismo color que Eirian había heredado hasta que sus poderes aparecieron. A lo largo de los años se había dotado de alta influencia dentro de la aristocracia, siendo una de las primeras personas a la que invitaban cuando había algún evento importante. Sin embargo, imaginaba que desde el escándalo de los poderes de Eirian, esa situación se habría visto afectada. Podía imaginarlo por la caída en número de visitas que recibía desde entonces.

Me sentía en cierta forma apenada por esa situación; parecía que le gustaban ese tipo de eventos. Sin embargo, mi madre adoptó una actitud más cercana a la indiferencia que otra cosa. Como aún no tenía la edad supuesta para formar parte de sus reuniones, no podía saber de qué hablaba con sus amigas exactamente, pero nunca pareció preocuparse por lo que la gente pudiera decir… Solo la vi una vez enfadada, y por lo que pude escuchar, fue porque Eirian fue insultado.

Desde luego tengo unos padres gentiles, ¿eh…? pensé mientras la observaba divertida escogiendo el mejor vestido para ese día.

—¿Dormiste bien anoche? —preguntó una vez se giró hacia mí con la ropa ganadora en sus manos.

—Sí… La verdad es que no tuve ninguna pesadilla anoche.

—Y esas pesadillas…

—No tienen nada que ver con Eirian, madre —suspiré—. No es nada de eso. Es solo que… a veces sueño con monstruos, con gente que puede hacer daño a mi familia…

No podía decir que revivía los sucesos que hicieron de mi vida anterior una existencia miserable. No podía contar que cada noche revivía con pavor el dolor y las miradas de odio que me dirigieron o las risas heladoras que me atormentaron. No podría describir algo como eso.

Tal vez nunca debí explicar el significado del peluche a Eirian… reflexioné mientras evitaba la tentación de chasquear la lengua.

Aunque, la noche anterior fue la primera que dormí apaciblemente desde que recuperé los recuerdos.

—En realidad esta noche pude descansar de verdad en bastante tiempo —sonreí, agradecida.

—Me alegra escucharlo pero, si hay algo que te preocupa, quiero que sepas que puedes contar con nosotros —dijo mi madre mientras me abotonaba el vestido por detrás.

—¿Regañaréis a Eirian porque se quedó conmigo anoche?

—No. Eso sería innecesario. Más bien me ha parecido una escena tierna. —No la veía, pero por el tono de su voz sabía que sonreía—. Hacía bastante tiempo que no os veía dormir así tan juntos. Cuando eras muy pequeña Eirian también se quedaba contigo cuando llorabas por la noche.

Sorprendida por aquel dato, escuché a mi madre hablar. No recordaba algo como eso. Pero si era muy pequeña, sería lógico no hacerlo. Que un Eirian aún más joven ya tuviese esos sentimientos de protección solo me hacía verlo más dulce.

—¿Puedo dormir con Eirian entonces cuando tenga pesadillas?

—Tal vez… hasta que las superes por ti misma, ¿sí? —pareció pensarlo—. De cara al futuro tendrás que evadirte de ese tipo de situaciones, pero por ahora, está bien —sonrió.

Fui consciente de la dualidad personal por la que había pasado mientras decía esas palabras. Mi madre se preocupaba por mi bienestar y claramente le preocupaba que pasara malas noches; y si la presencia de Eirian me calmaba, no quería que ello desapareciese. Sin embargo, a futuro, no superar mis miedos o ser incapaz de despegarme de mi hermano atraería las habladurías y no me ayudaría a formarme una imagen de buena dama… sobre todo en el momento en el que me comprometiese.

Inevitablemente, no pude esconder una sonrisa amarga. No podía decir de repente que no tenía intenciones de aceptar ningún tipo de compromiso, ni siquiera aquel que beneficiase más a mi familia. Me negaba a participar en algo como eso; iba en contra de todos mis planes a futuro.

Esperaba que la situación familiar actual me permitiese escapar de ese conflicto el tiempo suficiente para reforzar mis excusas para escapar del matrimonio. Eirian me estaba dando un tiempo precioso para mí.

—Estoy muy contenta de que Eirian permanezca con nosotros —dije poniendo mi mejor cara de niña adorable.

—Yo también, cariño —me acarició la cabeza—. Contigo a su lado estoy segura de que podrá con cualquier cosa —sonrió—. Ahora, ¿vamos a desayunar? —preguntó ofreciéndome su mano.

♦ ♦ ♦

—Bien, entonces hoy hablaremos extensamente del cómo va a ser vuestra enseñanza a partir de ahora —dijo mi padre, sentado en uno de los sillones de la biblioteca. Mi madre, en el sillón justo a su lado, nos miraba con más seriedad que de costumbre; mientras que al otro lado de mi padre se encontraba la tutora de mi hermano, Katarina Ascarf.

Obediente, me senté frente a mi padre y Eirian frente a nuestra madre. Su rostro parecía un poco tenso, así que no pude evitar sentirme nerviosa yo también. ¿Qué iban a decirnos exactamente? ¿Y por qué estaba la señorita Katarina con nosotros?

—Como ya sabéis, estas últimas semanas han sido un poco caóticas —comenzó mi padre—. A partir de ahora es posible que durante un periodo de tiempo nuestra situación sea contraria a la que estáis acostumbrados; ya habéis podido apreciarlo un poco. —Cuando nos vio asentir, continuó—: Es por ello que vuestra madre y yo creemos que debemos consolidar vuestra educación para que podáis hacer frente a las situaciones que se os presentarán en el futuro con la mejor resolución posible. Vais a estar en el punto de mira, ya sea por ser nuestros hijos, por tu condición, Eirian, o por las pretensiones que puedan tener hacia ti en el futuro, Eileen. —Volvimos a asentir—. Creemos que lo mejor sería intensificar vuestra educación para que no existan aberturas que os puedan perjudicar. Eirian —se dirigió a mi hermano—, aunque seas un mago, no hay ninguna ley que impida que sigas siendo mi heredero y futuro duque de Deerfort.

Ambos abrimos mucho los ojos, sorprendidos ante esa revelación. ¿En serio no había trabas en algo como eso? Anonadada, parpadee un par de veces, mientras Eirian pareció haberse quedado en shock tras la noticia. Siempre creí que un mago no podía tener títulos nobiliarios; nunca nadie los había tenido ni se les había otorgado. Es cierto que nadie había acogido a sus hijos magos en los pocos casos en los que un hijo de algún noble había desarrollado poderes mágicos… Pero creí que eso estaría regulado por la ley. ¿Tal era el miedo y la repulsa que nunca hizo falta?

—Supongo que no esperabais oír algo como eso —intervino mi madre—. En realidad, tras una investigación intensa con la ayuda de Katarina, vimos que no hay ninguna ley como tal que defina que un mago no puede heredar los títulos familiares. Ya sabéis que los magos trabajan para el reino y que su magia está en continua supervisión, pero si demuestran que no son peligrosos y que son leales al reino, consiguen ciertas libertades, como la propia señorita Katarina.

­—Así es —afirmó esta—. No es lo más común, pero se dan algunos casos. Eirian, tu poder es bastante inusual dentro del mundo de la magia, más aún tu potencial. Creo que con tu trabajo y esfuerzo podrías lograr grandes cosas, entre ellas, alcanzar un estatus con el cual nadie se oponga a que heredes lo que ya es legítimo para ti. Tus padres y yo nos encargaremos de ello.

Sintiéndome cada vez más impresionada por el rumbo que estaba tomando la conversación, miré boquiabierta a mis padres y Katarina mientras hablaban de cosas como aquella. Tenía la sensación de que, sin que me percatara de ello, mis padres se habían movilizado con rapidez con el fin de buscar la mayor estabilidad para nosotros. Debían haber pensado mucho en el futuro de Eirian, tanto como para investigar a fondo sobre temas legales. Y en el proceso haber obtenido la ayuda de Katarina, una de las hechiceras más poderosas conocidas…

Hay algo detrás de todo esto, concluí al analizar la información que me soltaban.

En efecto, sabía que los poderes de Eirian eran algo extraordinario dentro de su mundo. El poder del fuego solo se había mostrado en muy pocas personas, tan pocas que podrían contarse con los dedos de una mano. Para el país, tener alguien con ese poder en sus filas tenía mucho valor. Por ese motivo, me extrañó bastante que la Familia Real no se metiese por medio cuando se hizo pública la anomalía de Eirian. En el pasado, cuando él abandonó nuestro hogar, fue de hecho la realeza quien lo reclutó para su educación. Sin embargo, esta vez habían accedido, en apariencia de buena gana, que se quedase con nosotros. ¿Por qué? A ellos les interesaba mi hermano, estaba segura de ello.

A no ser que hubiera algo más jugoso para ellos si él se queda con nosotros.

Cuando caí en la cuenta, casi se me salen los ojos de las órbitas. No pude evitar llamarme estúpida y maldecirme por no notarlo. Era bastante simple. No haría falta pelear por Eirian si sabían que en un futuro él mismo les sería útil. Si mi hermano se convertía en el Duque de Deerfort y Primer Ministro, la Casa Real tendría como aliado a un mago muy poderoso que ayudaría a dirigir el país.

Por otro lado, el Consejo Superior de la Magia podría ver en esta situación una gran oportunidad. Que una de las familias nobles más importantes del reino quisiera mantener a su primogénito a su lado aun siendo un hechicero rompía todo lo acontecido desde que la magia se volvió algo impuro para el pueblo. Podían ver en los Deerfort la oportunidad para mejorar su imagen, de demostrar que no eran asesinos en potencia.

Y los que movían los hilos de todo, mis padres, podrían aumentar su poder e influencia si todo salía como ellos planeaban; al mismo tiempo que aseguraban la vida de su hijo. Volviéndolo algo valioso, nadie se opondría a ellos ni a él en el futuro. El apellido, prestigio y poder estaría asegurado… incluso incrementado.

Era un plan muy ambicioso. Y peligroso.

Y en el centro de todo, estaba mi hermano. Le estaban poniendo una losa sobre los hombros. La responsabilidad sería muy grande.

—¿Está bien todo eso? —acabé preguntando—. La presión sobre Eirian solo aumentaría.

—Por eso queremos hablar con vosotros de todo esto —contestó mi padre con cara seria—. Sois muy jóvenes, pero he podido comprobar que sois bastante maduros y que tenéis los pies en la tierra. Quiero saber vuestra opinión de todo esto.

Me mordí el labio, dándole vueltas al asunto y miré a mi hermano, que había pasado del asombro a una cara muy pensativa y seria. Eirian siempre había sido muy inteligente, pero, ¿lo suficiente para comprender la magnitud del asunto que se estaba tratando?

—Lo haré —expresó tras un largo silencio—. Sé que será duro, pero lo haré.

Tragué saliva y agaché la cabeza, sin saber qué decir. Un plan tan elaborado con miras tan al futuro… viniendo de mis padres seguro que había sido metódicamente planeado. Aun así, querían saber la opinión de sus hijos al respecto… Aunque la mayor parte del peso recaía sobre mi hermano, y era un plan complejo, entendía que si salía bien sería lo mejor tanto para Eirian como para los que les rodeábamos. Y si Eirian estaba dispuesto a hacerlo, no debería oponerme.

—Lo entiendo —accedí finalmente—. Los apoyaré.

Mis padres y Katarina sonrieron, aliviados y satisfechos. En Eirian podía visualizarse la emoción y decisión en sus ojos. Todo estaba decidido. El futuro de nuestra Casa, de nuestra vida, tomaba las riendas de un plan elaborado.

—Bien, entonces hablemos de vuestra formación —dijo mi padre—. Eirian, comenzarás desde hoy con tus estudios actualizados. Los tres consideramos que debes de dedicarle tiempo al control de tus poderes todos los días, por lo que tendrás clases con Katarina cada día. —El niño asintió, conforme—. Además, debes profundizar tu estudio general con fines a convertirte en mi sucesor. Tendrás varios tutores que se harán cargo de ti, y yo mismo supervisaré tu educación y comenzaré a enseñarte lo referente al cargo. Por otro lado, tu enseñanza de defensa y manejo con la espada debería comenzar cuanto antes.

En silencio, escuché la extensa lista de tareas con las que Eirian tendría que lidiar desde ahora. Me sentía agotada solo de pensarlo; la vida de mi hermano estaría muy ocupada. ¿Podría hacer frente a tanta presión? Confiaba en su tenacidad e inteligencia, pero me preocupaba que fuese demasiado para su cuerpo de niño. Sin embargo, verlo tan decidido y entusiasmado con la idea… Hacía un tiempo que no mostraba una visión como esa. Eirian parecía haber recobrado el sentimiento de utilidad, de su vida y futuro. De esa forma solo podía apoyarlo de la mejor forma posible.

Lo que me llevó a pensar cuál sería mi papel en todo este plan. ¿Me harían partícipe o quedaría relegada al segundo plano? ¿Querrían mis padres que únicamente llegase a ser una dama ideal para la sociedad o aspirarían a algo más? La sombra de la palabra “matrimonio” resonó en mi cabeza cual mal augurio. No, no podía dejar que eso pasase de nuevo.

—¿Qué haré yo? —pregunté cuando parecía que habían acabado con Eirian.

Los adultos me miraron con una pequeña sonrisa, tal vez motivados por mi cara seria. Debía parecerles tierna.

Ah… quiero crecer.

—Me gustaría también poder ayudar —expresé—. No quiero limitarme a ser una dama.

—Y no lo pretendemos —dijo mi madre, que había vuelto a una expresión más seria—. Tu papel, aunque pueda sonar más relajado, no lo es. —Puso las manos en su regazo—. Queremos que, en efecto, llegues a ser una de las damas más refinadas de la sociedad, no solo por tu propio bien, sino porque ello te daría una posición privilegiada, algo de extrema importancia para el futuro, —Hizo una pausa—. Con el beneplácito de los nobles te será mucho más sencillo obtener información valiosa para nosotros, de la misma forma que puedes acercarte y conocer a los futuros cabezas de familia de la aristocracia. Sus objetivos, ambiciones, flaquezas y fortalezas. Al mismo tiempo, tus conocimientos serán similares a los de tu hermano, sobre todo en temas financieros y políticos. Pretendemos que en el futuro tengas la capacidad de gestionar los territorios de la familia para ayudar a Eirian y tu padre, como ya hago yo —sonrió—. A la vez que serás el escudo social de Eirian, serás nuestra arma en las sombras.

Durante varios segundos me quedé mirando a mis padres sin saber qué decir. Podía no sonar demasiado brillante en comparación a lo que esperaba a mi hermano, pero no era así. Básicamente pretendían que construyera una fachada de chica perfecta mientras me convertía en una espía para mi hermano y padre. Miré a mi madre, que sonreía con satisfacción. ¿Era eso lo que había estado haciendo todos esos años? ¿Por eso era considerada la mujer más importante dentro de nuestro mundillo? ¿Por eso mi padre siempre parecía ir un paso por delante de sus enemigos?

Qué mujer tan peligrosa, pensé mientras me recorría un escalofrío por la espalda.

El enemigo entre las sombras; alguien tan amado que no podrías llegar a pensar que en realidad era un lobo con piel de cordero… Simplemente brillante.

Parece que desconozco muchas facetas de mis padres, pensé mientras sonreía un poco.

Mi mente comenzó a analizar toda esa información a toda velocidad. Que mis padres hubieran expuesto sus planes a sus hijos de forma tan abierta dejaba claro que nos consideraban personas lo suficientemente maduras como para comprender este tipo de situación. Las aspiraciones de mis padres eran elevadas pero también coherentes por su posición en la sociedad. Querían a mi hermano, así que lo darían todo para garantizar un futuro tranquilo y prometedor, pero necesitaban su colaboración y ayuda externa. Por otro lado, que quisieran entrenarme a mí para ejercer un papel como ese… ser la vista y oídos para la familia cuando ellos no pudieran llegar a cierta información; ser capaz de mover los hilos en las sombras mientras aseguro la posición de mi hermano. Era un trabajo fino y difícil… pero me gustaba y convenía.

Para mis propias aspiraciones, estar en el centro de todo me ayudaría a hacerme con información útil para mis investigaciones con fines a evitar la guerra futura. De igual forma, el tener múltiples conexiones me ayudaría a obtener otro tipo de información… como cuando comience esa epidemia mortal y la naturaleza se revele contra la humanidad. Todo ello, mientras podía vigilar de cerca mi enemigo personal número uno…

Todo era muy conveniente para mí. Solo me faltaba una cosa más.

—Está bien —dije finalmente—. Pero me gustaría hacer un par de peticiones.

—¿De qué se trata? —preguntó mi padre, que había pasado de la sonrisa satisfecha a la mirada cauta.

—Me gustaría poder extender mis estudios a todas las áreas posibles. No solo a lo que atañe al ducado, sino también quiero acceder a otras materias, como historia, medicina y varios idiomas.

—¿Por qué quieres hacer algo como eso?

—Creo que el conocimiento es útil y podría serme de ayuda en el futuro. A nivel social, expandir mis idiomas más allá que el de los países colindantes podría ser muy útil para la diplomacia futura —expliqué—. Si me aplico a mis estudios no debería suponer un problema, ¿no?

—Entiendo —mi padre sonrió un poco—. ¿Y la otra petición?

—Quiero aprender también a defenderme.

Sabía que debía esperar una reacción de sorpresa, pero no tanto como para que Eirian me mirase boquiabierto, Katarina medio se atragantase y mis padres se volvieran lívidos. ¿Qué pasa con esas reacciones? ¿Tan raro era? De acuerdo, las mujeres no accedían a ese tipo de educación normalmente. Preferían que se las viese como entes puros llenos de luz… Ridículo. Por experiencia propia sabía la importancia de saber defenderse por uno mismo. De nada servía tener un guardaespaldas si éste se ausentaba en un momento clave o él mismo era tu enemigo… No podía permitir sentirme tan indefensa de nuevo. Era algo en lo que no estaba dispuesta a ceder.

Pero tendría que escoger mis palabras con cuidado.

—Piénsenlo… Si es cierto lo que dicen, en un futuro no muy lejano puedo ser el objetivo de alguien que quiera perjudicar a la familia. No puedo tener un guardia personal las veinticuatro horas del día; existen los fallos —me mordí el labio—. Llegado el momento no quiero sentirme segura dependiendo únicamente de alguien. Quiero valerme por mí misma.

Hubo un largo silencio, en el que mis padres se miraron entre ellos, sorprendidos e indecisos. Eirian no salía de la sorpresa y Katarina finalmente se echó a reír.

—De verdad sus hijos son excepcionales —dijo con una amplia sonrisa—. Creo que la niña tiene razón.

—Katarina…

—El mundo no es un lugar seguro —continuó ella—. Nosotros los magos lo sabemos de primera mano. Vuestra hija puede verse fácilmente en el ojo del huracán dentro de esta familia, y la gente suele ir a por quien ve más débil. Y como ella dice, no siempre puedes estar dependiendo de ayuda externa. A veces tienes que ser tú mismo quien lo haga.

No pude evitar dirigirle una sonrisa de agradecimiento. Me sentía muy complacida porque alguien pensase como yo, más aún si dicha opinión venía de alguien como ella.

—Yo apoyo a Eileen —intervino mi hermano, que había vuelto a una expresión neutra—. No creo que podamos protegerla siempre. Y no quiero que le pase nada.

—Está bien —respondió finalmente mi padre tras exhalar un largo suspiro—. Entiendo lo que quieres decir, y sería estúpido por mi parte decir que no tienes razón en esos puntos. Aunque no me gustaría que salieses herida en el proceso. —Sabía que ahí solo estaba hablando el padre protector. Era imposible que no me hiciese algún moratón en el proceso… u otras cosas—. Te propongo esto. ¿Qué tal si comienzas entrenando con un arma a distancia? Si eres capaz de dominarla de aquí a un tiempo, te dejaré acceder al entrenamiento cuerpo a cuerpo.

Entrecerré mis ojos mientras fulminaba a mi padre con la mirada. Al final, me estaba poniendo condiciones. Quería valorar primero si tenía la constancia suficiente como para llegar a dominar un arma. Por su cara, veía que me sería complicado hacerle cambiar de idea. Pero yo tampoco iba a ceder. Si eso era lo que quería, comenzaría por ahí y ascendería. Aprender a defenderme y atacar a larga distancia también me sería útil en el futuro.

—De acuerdo —asentí—. ¿Cuánto tiempo tengo de margen? —Sabía que no me dejaría un plazo indefinido.

—Dos años está bien, ¿no crees? Hasta la edad actual de Eirian, que es cuando comenzará su entrenamiento.

—Lo veo justo.

—Entonces ya está todo —sonrió mi padre.

Después comenzaron a hablar sobre nuestros respectivos horarios, así como los cambios que debían hacerse en el mío por mis peticiones. Había sido una reunión intensa y sorprendente, descubrí facetas de mis padres que no había llegado a imaginar en mi vida pasada. Eran personas inteligentes, metódicas y decididas. Luchaban por los suyos y se movían entre las sombras cuando era necesario. Mi familia era un enemigo peligroso para quien decidiera oponerse a ellos.

Eso me hizo pensar en el pasado. En mi vida anterior, seguramente arruiné todos los planes a futuro que podrían haber realizado. No vieron venir que yo no atendería a razones y, a posteriori, tampoco fui una pieza útil en su juego, exceptuando tal vez una cosa. Y también la fastidié.

Llegados a este punto en mi vida actual, era posible que mi vida no fuese a ser tan tranquila como esperaba. Y había algo que me preocupaba por encima de todo. Tal vez sí que había posibilidades de que aquello volviese a repetirse.

Tengo que encontrar esos documentos entonces… pensé mientras sonreía ante la mirada orgullosa de mis padres.

No podía dejar que eso me salpicase de nuevo.

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