Marietta – Capítulo 5: Es un caballero maravilloso

Traducido por Kaori

Editado por Narumi

Corregido por Aurora Blue


Al ver a Belvant entrar en la habitación vestido simplemente con su uniforme militar, Marietta se levantó de su asiento para saludarlo, pero encontró sus ojos capturados en otra parte.

El uniforme azul oscuro de Blevant acentuaba su aura intrépida. Con su ancho pecho, gruesos hombros y gran estatura, era dos cabezas más alto que Marietta. Los impresionantes  y tensos músculos, repartidos por todo su cuerpo formaban una figura apropiada para el hombre llamado: El Guardián (o Demonio) de Oltaire.

Un caballero tan maravilloso. ¿Cómo podría encontrarme con un hombre así?

Marietta había convivido a diario con los guardias reales encargados de cuidarla, pero hombres como Belvant, que empuñaban su espada en un campo de batalla; soldados moldeados a través de escenas de carnicería eran ajenos a los que conocía en su protegido mundo.

A pesar de haber sido presentada a diferentes hombres en fiestas parecidas a esta, quienes sin duda eran talentosos en el baile y utilizaban un lenguaje cortés, todos y cada uno de ellos eran solo aristócratas centrados en sus propios intereses.

Mientras ella se detenía en sus pensamientos, los ojos de Belvant fueron capturados por la figura de Marietta.

En un esfuerzo para que sus pendientes se notaran, la muchacha había atado su cabello rubio y se había puesto un vestido color rosa claro. La gasa y el encaje de la falda le proporcionaban una atmósfera suave y tierna, de modo que parecía un delicado espíritu de flores. Sus ojos profundos, tan azules como un cielo soleado, estaban fijos en Belvant; abiertos de par en par, redondos y angelicales, evocando la imagen de un inocente gatito. Sus gruesos labios rosados estaban ligeramente separados. Mientras ella intentaba dejar salir su encantadora voz, parecía que tenía el poder de cautivar el corazón de cualquier hombre en un instante.

En ese momento, mientras la pareja se miraba con atención, las personas a su alrededor construyeron su propia versión en torno a la atmósfera entre ellos.

La que rompió la extraña tensión en el aire fue Marietta. Mostrando un leve rubor, Marietta se inclinó en una reverencia encantadora ante el hombre que se decidió, sería su marido.

Impulsado a la acción, el rey hizo las presentaciones correspondientes. .

—General Fargus, esta es la princesa Marietta, quien se convertirá en tu esposa.

—Soy Marietta. Me gustaría darle las gracias por su rescate oportuno hace poco tiempo. Es un gran placer poder reunirme con el honorable General Fargus. Por favor concédame su favor en los días por venir.

Ella era la viva imagen de una mujer refinada.

—Bien.

¡¿Eso es todo?!

El silencio inundó la habitación. Muchos pensamientos similares resonaron en la mente de los presentes.

—También, le agradezco sinceramente las encantadoras flores y el maravilloso regalo. Estoy muy agradecida con a la atención del General —continuó ella.

—Es así…

¡Y de nuevo! ¡¿No podría decir un poco más?!

La absoluta insociabilidad de Belvant hacia su futura esposa, sacudió el entorno.

Ajena a todo, los ojos de la joven se fijaron en los iris azules de Belvant. Joyas de ese color se balanceaban en sus orejas y chocaban contra sus mejillas. Sintiéndose autoconsciente, Marietta se avergonzó.

Incapaz de soportar la sensación, ella bajó la mirada y cubrió su boca con una mano.

Es tan maravilloso que mi corazón no puede soportarlo.

—Princesa, ¿se encuentra bien?

Al lado de Marietta, su doncella, Sierra, afirmó el cuerpo de su señora.

—Si, gracias. Estoy bien.

La muchacha le dirigió a Sierra una sonrisa tímida. Los ojos de la doncella enamorada lagrimeaban llenos de dolor y angustia. Con su aspecto lamentable, los presentes reconocieron a un hada que se había asustado al encontrarse con una viciosa bestia de caza. O por lo menos, eso creyeron. .

—Ah, debe tener hambre después de su largo viaje, ¿no? Por favor, continúe con su comida.

Con otro malentendido, nacido de la ignorancia del hombre sobre el romance, el General se acomodó en su asiento. Parecía que el inocente amor de Marietta tendría muchas dificultades.

♦ ♦ ♦

—Bueno, entonces princesa, por favor duerma bien.

—Buenas noches, Sierra. Gracias de nuevo por el servicio del día de hoy.

—Por favor no piense en ello.

Ante la honesta consideración de su ama, Sierra le dedicó una sonrisa brillante al tiempo que inclinaba la cabeza.

Sirvo a una magnífica princesa, pensó.

Sierra la amaba más allá de la mera lealtad, y sólo deseaba la felicidad para ella.

Cuando su fiable asistente se fue, Marietta quedó sola en su cama.

—¡Kyaaaa! ¡Encantador, maravilloso, es tan genial!

Con las mantas de la cama cubriendo  su cabeza para que su voz no se filtrara, era libre de retorcerse sobre el contenido de su corazón. Entre la respiración entrecortada y los ojos brillantes de lujuria, hacía tiempo que la figura de una dama había desaparecido.

—Sir Belvant, tan grande y robusto, tan guapo, tan… ¡Oh, mi dios! ¿Qué hago? Creo que mi corazón está latiendo lo suficientemente fuerte como para explotar en mi pecho. Ese hombre, ¿será mi amado esposo? ¡Dios mío! ¡Dios mío! Creo que me va a sangrar la nariz. Si estamos casados, vamos a tocarnos, ¿verdad? Me pregunto si él también querrá compartir un toque, o un b-beso. Nuestros rostros se unirán bien y, ¡ah, estoy nerviosa con simplemente pensar en ello! Y luego, nuestros l-labios. ¡Kyaaaa!

El solo considerar las implicancias de un beso fue suficiente para estimular a la inocente Marietta. Nunca antes había considerado tal cosa.

—Eso es cierto, sería terrible cometer un error debido a los nervios, por lo que sería bueno practicar.

Saltando de la cama en su camisón de dormir, busco en su equipaje y sacó el retrato transportado con especial cuidado. Luego, se sentó una vez más sobre su cama con la imagen de Belvant entre sus manos a la altura de su pecho.

—Estoy tan contenta de haber podido conocerte hoy, Sir Belvant. Si me tomas como tu novia…

Y así, con los ojos cerrados, el retrato avanzó hacia sus labios.

—Ah, eso no está bien. No es una buena práctica si no puedo ver correctamente su cara.

Cuando abrió los ojos y vio el retrato tan cerca, se sonrojó.

—¡N-No puedo!

Sus manos soltaron el marco mientras ella abrazaba su almohada y caía sobre la cama.

—¿Cómo puedo hacer lo imposible? ¡No puedo soportarlo! ¡Sir Belvant es más que maravilloso! Por favor, perdóname, pero por hoy sólo puedo hacer esto.

Colocó el retrato en una mesa cercana, inclinándolo para poder verlo desde su cama.

—Buenas noches, Sir Belvant.

Le lanzó un beso y chilló alegre mientras su cara se teñía de rojo brillante. Abrazó su almohada y, con una sonrisa flotando sobre sus labios, poco a poco se quedó dormida.

19 respuestas a “Marietta – Capítulo 5: Es un caballero maravilloso”

  1. Las apariencias engañan todos están centrados en proteger a Manrrieta de Belvant pero a quien deberían de proteger es a Belvant jajajajajjajajajaja

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