El gran deseo – Capítulo 5: Mayoría de edad (2)

Traducido por Lugiia

Editado por Ayanami


Levi estaba emocionado. Parecía un general que había regresado triunfante de la guerra con todas las riquezas de la victoria. Casi no podía creer que la princesa tuviera su mano sobre su brazo. Por ello, la miró furtivamente varias veces.

Podía sentir todas las miradas de celos sobre él.

Apuesto a que está furioso en este momento.

Mientras se imaginaba a Joseph temblando de rabia, Levi sintió un brote de alegría.

Cuando escuchó que Joseph Luke esperaba ser el esposo de la princesa, Levi se sintió increíblemente decepcionado. Sin embargo, cuando recibió la noticia de que su oportunidad había llegado, ¡se sintió muy feliz!

Esta es una oportunidad para cambiar mi vida.

Levi tenía ambición y habilidad, pero su hermano mayor estaba firmemente establecido para ser el sucesor de su padre. Lo único que recibió, como el segundo hijo, fue una pequeña porción de tierra y un condado. Se pensaba que este era el final del camino para él en esta vida.

Pero si se casa con la princesa, una vez que ella ascienda al trono, se convertiría en el Rey Azul y su hijo se convertiría en el maestro de todo el imperio. ¿Qué mejor honor que este?

¿Qué tengo que hacer para capturar el corazón de la princesa?

—¿El príncipe Dian está presente en el banquete? —Preguntó la princesa, sacando a Levi de sus pensamientos.

—¿Eh? Sí, así es —respondió, sorprendido.

Sienna miró silenciosamente a su alrededor. Levi la observó, antes de preguntar con cautela:

—¿Quiere ver al príncipe Dian, princesa? ¿Debería ir a buscarlo?

—Por favor.

Levi, siempre dispuesto a servir, se fue para averiguar el paradero del príncipe.

¿La princesa siempre había estado en buenos términos con el príncipe Dian?

Levi dudó, pero se concentró en su misión de cualquier manera.

No mucho después, Levi regresó donde se encontraba Sienna. Se había apresurado, así que estaba jadeando por el esfuerzo.

—Le llevaré con él, princesa.

Sienna caminó en la dirección que Levi señaló. Cada vez que pasaba junto a alguien, los nobles que conversaban entre ellos se detenían repentinamente y bajaban la cabeza.

A medida que Sienna se acercaba hacia una notable multitud de personas, todos los presentes comenzaban a fijarse en ella. Conmocionados, rápidamente retrocedieron.

—Princesa —jadeó alguien, a medida que un camino se formaba. Cuando la multitud terminó de dividirse, las figuras en el centro se revelaron. Los ojos de Sienna se entrecerraron cuando vio sus rostros.

—¿Princesa Sienna?

Dian parecía aturdido. No estaba actuando. Realmente estaba sorprendido. Sienna se acercó a él hasta que estuvo a solo un par de pasos.

Los dos se miraron el uno al otro. Sus alrededores se volvieron silenciosos. La gente miraba a los dos medios hermanos con anticipación y preocupación.

Las actividades de estas dos figuras eran completamente diferentes. Dian nunca asistía a los eventos del palacio, mientras que Sienna nunca dejaba el palacio. Esta era la primera vez que la princesa Sienna y el príncipe Dian se reunían en un evento oficial.

—Felicitaciones por su cumpleaños y por su mayoría de edad, princesa —saludó Dian con una sonrisa. Sin embargo, por dentro, su mente daba vueltas.

¿Por qué se me acercó la princesa? ¿Qué quiere saber? ¿Cometí un error en algún lugar? ¿Descubrió algo?

—Gracias.

—Parece que he olvidado cómo ser cortés, haciendo que el maestro del banquete venga y salude a un invitado en vez de ser al revés…

—Siempre puedes aprender a ser cortés. ¿Y qué quieres decir con “maestro” e “invitado”? El único maestro aquí es Su Majestad Imperial, el emperador.

—Entonces, he cometido un error. No quise hacerla sentir incómoda, princesa.

—Le aconsejo que arregle sus errores rápidamente.

La conversación entre los dos hermanos hizo sudar a la gente que los rodeaba. Detrás de las palabras y expresiones casuales, sus verdaderas intenciones estaban ocultas.

Detrás de su cara sonriente, Dian estaba perplejo. No sabía por qué ella se le había acercado de repente y estaba haciendo una pequeña charla. No, esto no podría llamarse una “pequeña charla”. Sería el fin para él si se riera del significado oculto detrás de las palabras de la princesa.

Sienna se acercó a Dian primero y lo observó cuidadosamente. En sus sueños, su futuro yo había dicho que él la había mirado con rabia. Si él hubiera sufrido demasiado, no podría ocultar completamente esa rabia.

Sin embargo, aparte de un rastro de incomodidad, su expresión no parecía diferente de lo habitual. Si solo estaba fingiendo, entonces, era un actor increíble. Si de repente le preguntara: ¿Qué te hizo mi madre? Podría llevar a malentendidos.

La mirada de Sienna se dirigió a un hombre mayor, que se encontraba incómodo, al lado de Dian.

—Duque Grosi, ¿es la primera vez que nos encontramos después del banquete de cumpleaños del emperador? Escuché que no asiste a los eventos sociales muy a menudo —comentó Sienna.

Justo cuando la princesa se acercó a ellos, el duque Grosi estaba en medio de presentar a su nieta al príncipe Dian, calculando sus victorias y derrotas. No esperaba la aparición de la princesa, así que estaba increíblemente nervioso.

—Sí, princesa. Cuánto tiempo sin verla. Esta es una ocasión especial. Es su cumpleaños y su mayoría de edad, así que, naturalmente, estaré presente para darle mis felicitaciones.

—Soy muy consciente de ello.

Sienna estaba señalando el comportamiento del duque de quedarse cerca de Dian en su banquete de cumpleaños, cuando ella era la estrella de la fiesta.

—Princesa Sienna, por favor, no se burle demasiado de mi futuro abuelo político.

Dian apoyó al nervioso duque Grosi.

No era solo porque quería mostrar su lealtad a su gente. También era porque quería tomar el control de esta inesperada conversación.

No puedes echarte atrás ahora. Esto era lo que Dian quería expresarle al duque Grosi.

—¿Abuelo político?

Fue entonces, cuando Sienna notó a la dócil noble de pie junto a ellos. Con una complexión pequeña y un rostro gentil, la mujer bajó la cabeza mientras Sienna la miraba. Sus hombros se encogieron. Sienna miró entre la mujer y el duque Grosi, antes de asentir en señal de entendimiento.

—No sabía que estaba casado, príncipe.

Los ojos de Dian se abrieron de par en par. Escondió su risa detrás de una tos.

—No nos hemos casado todavía. Pero lo estamos planeando.

—¿Cuándo?

—Todavía estamos discutiendo los detalles. ¿Asistirás si te invitamos?

—Estaré encantada de hacerlo. Felicitaciones.

Dian pensó que la princesa cambiaría de tema, pero, inesperadamente, aceptó su invitación. No tenía palabras.

Había algo extraño en ella, pero no podía adivinar qué era. Las palabras y la expresión de la princesa no parecían tan amigables, pero tampoco estaba siendo hostil.

Negligencia y desprecio.

Eso era lo que él creía que la princesa sentía cada vez que pensaba en él. Pensar que ella se acercó a él primero y hasta le dijo que asistiría a su boda…

¿Qué es lo que quiere?

Dian se puso tenso.

—¿Y usted? —Preguntó Sienna.

El barón Burock había estado mirando fijamente a la princesa. Cuando ella le dirigió su atención, se estremeció. El barón era tratado como una celebridad entre los mejores círculos. Sin embargo, no tenía influencia entre la aristocracia más alta, así que nunca se había encontrado a la princesa de cerca.

—Soy B-Burock. Quiero decir, James Burock. Soy el barón James Burock —tartamudeó el barón de repente.

Normalmente era un orador elocuente. Sin embargo, nadie se reía de él.

Luego de eso, Sienna dirigió su mirada al hombre de cabello negro que estaba entre el príncipe Dian y el barón Burock. No le interesaba la identidad del hombre de mediana edad. Ella solo había comenzado la conversación para arreglar la incomodidad. Desde el principio, solo tenía un objetivo.

Cuando vio a Kuhn con el príncipe, se alegró de verlo, pero también se puso furiosa. No sabía cómo describir estas emociones que se movían dentro de ella.

A medida que el silencio de Kuhn se hacía más largo, todos los ojos se centraron en él. Los ojos de Dian seguían mirándolo, preguntándole en silencio: ¿Qué estás haciendo? Kuhn no pudo soportarlo más y finalmente habló.

—Soy Edward Roxan. Encantado de conocerla, princesa.

—¿Edward Roxan…? —Le preguntó la princesa en voz baja. Sus ojos dorados se agitaron antes de asentarse. Incapaz de darle una excusa, Kuhn se sintió mal del estómago.

—Este hombre es un comerciante. Vino como mi compañero —comentó Dian.

Después de oír sus palabras, Kuhn recuperó el aliento, queriendo cubrirle la boca al príncipe.

—Un comerciante…

—¿Ha venido hasta aquí para ver quién era el hombre a mi lado, princesa? Ahora que lo sabe, ¿por qué no presenta a su compañero?

—Me llamo Levi Morton —se presentó Levi gustosamente, después de que Dian terminó de hablar.

—¿Morton? ¿Duque Morton…?

—Soy su hijo.

—Pensar que eres el compañero de la princesa en un día tan maravilloso. ¿Puedo suponer que hay una razón especial para ello?

—Es un honor para mí ser su compañero —respondió Levi sin dudarlo dos veces, sonriendo.

Cuando la princesa no dijo nada, la gente a su alrededor empezó a susurrar.

—¿Va a ser el conde Morton el prometido de la princesa?

—¿Y el nieto del duque Luke?

—¿Lo abandonaron?

De repente, se escuchó el sonido de unos tambores. Todos giraron la cabeza al mismo tiempo.

El suave sonido de los tambores, gradualmente, se hizo más fuerte. A medida que se acercaba más y más, la multitud se volvió silenciosa. Después de, exactamente, treinta y tres golpes de tambor, el asistente real declaró con una voz estridente:

—¡Su Majestad Imperial ha llegado!

El emperador no parecía tener sesenta años, lucía más joven. Tenía una constitución robusta y su digno caminar irradiaba esplendor.

—Ha llegado temprano.

—Tiene razón. La fiesta comenzará oficialmente ahora.

El emperador creía que tenía que guardar distancia de sus súbditos, así que nunca relajó el aire digno que le rodeaba. Por lo tanto, rara vez asistía a los eventos sociales. Para los eventos importantes, llegaba tarde y se quedaba un momento antes de irse temprano.

Aunque el rostro del emperador era raramente visto, los nobles ya estaban acostumbrados a su comportamiento. Incluso si esta era la fiesta de la mayoría de edad de Sienna, la presencia del emperador no era esperada. Los nobles no habrían dicho nada si él no hubiera venido.

—¿Se está llevando a cabo una distinción hoy?

—No he oído nada al respecto.

Comenzaron a murmurar todos, al ver que el emperador llevaba su traje, solemne y formal, que normalmente se reservaba para los eventos oficiales.

Los oficiales que ayudaban al emperador a administrar los ritos ceremoniales le seguían en fila. Al final de la procesión, cuatro asistentes llevaban una caja rectangular dorada sobre sus hombros.

—Eso es…

—¿Una coronación?

En una ceremonia de coronación, el emperador coronaría a alguien como un rey. Era un evento que era difícil de presenciar en la vida de uno. Debido a ello, los rostros de la nobleza brillaban.

La pareja del emperador, el Rey Rojo o el Rey Azul, no recibían una ceremonia de coronación. En su lugar, recibían órdenes reales para elevar su estatus.

Todos los reinos del Imperio rindieron homenaje al imperio como países vasallos, pero, en realidad, eran naciones independientes. Mientras los reyes no fueran hostiles al imperio, a este nunca le importó quién se convirtiera en el rey.

Solo había una razón por la que se celebraba una coronación para elevar el estatus de uno a rey. Solo se celebraba si el súbdito era un miembro de la familia imperial o para el futuro emperador. En el Imperio, no había tal cosa como un “príncipe o princesa heredero”. El futuro maestro del Imperio se declaraba cuando el actual emperador sellaba oficialmente su aprobación durante una coronación.

—Princesa Sienna Argent —la llamó el emperador por su nombre. Sienna se acercó lentamente y luego se arrodilló ante él.

—¿Jura honrar al Imperio de Ar?

—Sí, lo juro.

—¿Jura acatar las leyes del Imperio?

—Sí, lo juro.

—¿Jura proteger el imperio, vigilar sus territorios, y apacentar a sus súbditos?

—Sí, lo juro.

El emperador extendió su mano. Los oficiales abrieron la caja de oro y sacaron una espada incrustada con joyas de colores. La espada era tan larga como la estatura de un hombre promedio. El emperador le hizo un gesto a Sienna, y los oficiales colocaron la espada delante de ella.

—Bajo la Espada del Juramento, se recordarán tus votos.

—No seré negligente para poder mantener mis votos a la Espada del Juramento.

El emperador sacó una bolsa del bolsillo de su pecho. El oficial la recibió y se la pasó a Sienna. Sienna la recibió con ambas manos y bajó la cabeza. El pequeño sello en el interior era muy pesado. Su peso representaba la carga que tendría que llevar de ahora en adelante.

—Por la presente le otorgo el título de Rey de Plata. Así como la plata se vuelve negra para anunciar la presencia del veneno, asegúrese de no vacilar ante la corrupción.

—Gracias, Su Majestad Imperial.

Y así, nació un rey. La persona que tenía más poder, después del emperador, había aparecido. Aunque era de esperar, los sentimientos de una vaga predicción y la sólida verdad de la realidad se sentían diferentes. Abrumadas por la emoción, las nobles unieron sus manos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Hubo algunos espectadores sinceros, así como algunos que miraron al Rey Rojo para observar su expresión.

Patricia parecía una mujer que no podía ocultar la alegría de tener todo lo que quería en el mundo.

Princesa. No, ahora es un rey. El Rey de Plata. No tardará mucho. Pronto, tu momento llegará y el imperio será tuyo.

Si bien era cierto que Patricia esperaba que su hija cumpliera sus deseos, también tenía el corazón de una madre que quería lo mejor para su hijo. Incluso el amor retorcido era amor.

Después de recibir el sello con ambas manos, Sienna retrocedió y se despidió. La coronación había terminado. Eso era lo que todos habían pensado.

—Príncipe Dian Argent.

Dian se adelantó de entre la audiencia y se arrodilló en el lugar donde Sienna se había arrodillado antes. Los ojos de todos se abrieron de par en par.

—¿Jura honrar al Imperio de Ar?

—Sí, lo juro.

Los espectadores, finalmente, se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. Debido a la sorpresa, estaban todos congelados. Los jadeos resonaban por toda la sala.

Sienna miraba la coronación de Dian con una expresión tranquila.

Duque Grosi. Y ahora la coronación.

Sin embargo, ella todavía no lo sabía. Haber ganado el apoyo de un solo duque no debería haber cambiado nada.

Aunque él tuviera el apoyo de las seis familias ducales, Dian no podría convertirse en el emperador. El trono imperial no era una posición que se pudiera obtener con el apoyo de los que estaban debajo de él. Todos seguían el sistema estipulado en las leyes del Imperio. Los hijos del emperador se clasificaban de acuerdo a la posición de sus madres.

En esta situación, solo había una manera en la que Dian podía superar a Sienna y obtener el trono.

La muerte de Sienna.

El príncipe tendría que hacer que Sienna fuera asesinada.

Pero, en el futuro, yo seguía viva. Y no parecía que el príncipe quisiera hacerme daño.

Su futuro yo estaba muy arrepentida. Parecía que, la que se había equivocado, era ella.

La coronación estaba llegando a su fase final.

—Por la presente le otorgo el título de Rey de Hierro. Si uno no afila y limpia diligentemente el hierro, se oxidará y se desgastará. Tómate el tiempo para reflexionar y crecer.

—Gracias, Su Majestad Imperial.

La segunda coronación había terminado.

Dian retrocedió y se despidió. Luego, giró la cabeza y se encontró con los ojos de Sienna.

Los dos estaban a solo unos pasos de distancia el uno del otro. Los nuevos reyes se miraron el uno al otro sin ninguna expresión en sus rostros.

Sintiendo como si ambos estuvieran de pie sobre hielo delgado, ninguno movió un músculo. Ni siquiera se escuchó una respiración.

—¡Ah!

—¡Rey Rojo!

Hubo un alboroto. Incapaz de soportar la sorpresa, Patricia se había desmayado. Las damas de honor la sostuvieron. Luego, salieron rápidamente de la sala de banquetes mientras la llevaban. Gracias a eso, el silencio sofocante se rompió.

A pesar de que su esposa acababa de desmayarse y fue sacada del salón, al emperador no pareció importarle. Y, de la misma manera que entró en la sala de banquetes, se fue.

La atmósfera en la sala de banquetes ya no podía volver a ser la misma que era antes de la coronación. Si Sienna fuera la única que recibiera una coronación, la fiesta habría alcanzado su clímax y todos estarían disfrutando al máximo. La coronación del príncipe Dian no tenía que tener lugar hoy. La gente comenzó a susurrar que el emperador era tan cruel como para hacer esto en el cumpleaños de la princesa.

Sienna se dio vuelta. Hizo un gesto a sus damas de honor y las llamó.

—Vamos a ver al Rey Rojo.

—Sí, princesa… Su Majestad.

Dian vio como la princesa se alejaba más, antes de darse la vuelta.

¿Por qué se siente tan incómodo?

Si la Princesa lo hubiera mirado con ojos llenos de odio, no se habría sentido tan incómodo.

♦ ♦ ♦

Sienna salió para comprobar la condición del Rey Rojo, pero, rápidamente, fue enviada de regreso a petición de Patricia.

Regresa al salón de banquetes y mantén tu posición. Estoy bien, así que no hay necesidad de que te quedes aquí. No dejes que él sea el centro de atención. Haz que todos sepan que tú eres el verdadero rey.

Sienna no podía entender por qué su madre estaba tan irritada. Debido a sus sueños, ya había visto el futuro. A pesar de que sabía que Dian se convertiría en el emperador, su posición en este momento era inquebrantable. No debería haber necesidad de que Patricia se preocupara.

Debe haber algo más. Solo necesito descubrir qué es.

Se había convertido en un rey. Tenía mucho más poder que antes. Ahora podía elegir a los que le eran leales y enviarlos a misiones secretas.

De acuerdo con las leyes del Imperio, tenía cien días. Después de que un nuevo rey recibiera su sello, tenían ese tiempo para decidir sobre su personal.

Cien días es mucho tiempo.

En el pasado, pensaba que era demasiado corto. Necesitaba reunir suficiente información sobre cada candidato y evaluar sus habilidades. No podía permitirse el lujo de omitir nada. Sin embargo, para hacer esto, tendría que usar esos cien días muy sabiamente.

Como Sienna permanecía perdida en sus pensamientos, nadie a su alrededor podía acercarse a ella fácilmente. La sala de banquetes, que se suponía que era alegre, se sentía tensa.

Todos creían que la princesa estaba conteniendo su furia. Temían decir algo equivocado y empeorar las cosas, así que todos se mantuvieron a distancia de ella. En medio de todo esto, había una persona que fue lo suficientemente valiente para dar un paso adelante. Los ojos de todos estaban puestos en Levi Morton, mientras se acercaba a la princesa.

—Su Majestad, ¿el Rey Rojo se encuentra bien?

—Sí, lo está. Acaba de despertar, así que no hay necesidad de preocuparse. Cuando tenga tiempo, vaya a verla. Ella no rechazará sus buenos deseos.

—Me aseguraré de hacerlo.

Levi sonrió brillantemente. Sintió que si iba a ver al Rey Rojo y le decía que la princesa le había enviado, su presencia sería más definida.

Sienna sabía que Levi tomó sus palabras y las interpretó como algo grandioso. Sin embargo, fingió no saberlo. En parte le había dicho esto a propósito.

Usaré a Levi como un escudo por ahora.

Si Sienna le mostraba a Levi algún interés, Patricia no la pondría con otro candidato a Rey Azul.

Estás complicando las cosas, madre.

Hoy, no había visto a Joseph en absoluto. Después de escuchar las noticias de Emma, Patricia lo había eliminado como candidato.

Patricia actuó como si Sienna fuera la que eligiera a su esposo, el Rey Azul. Sin embargo, en realidad, Patricia solo le enviaba los candidatos que ella aprobaba.

No quiero preocuparme por nada más hasta que haya elegido a mi personal.

Tenía que equilibrar esto bien. No podía mostrar ningún interés especial en Levi, pero tampoco podía ignorarlo completamente. Tenía que lanzar el cebo adecuado para atraerlo. Pero si Levi realmente lo malinterpreta, entonces, se volvería problemático. Además, Sienna no lo veía como un buen esposo.

No me gusta su aspecto.

Aparte de algunas cosas menores, esta era la razón más importante.

Otros veían a Levi Morton como un hombre muy guapo. Tenía un rostro perfectamente masculino y atraía miradas. Sin embargo, para los estándares de Sienna, tenía muchos defectos. Sus estándares eran altos. Si tuviera que elegir entre Levi y Joseph, habría elegido a Joseph. Si sus rostros no eran suaves, no tenía ningún uso para ellos.

—Su Majestad, ¿no es esta una fiesta en su honor? Olvídese de todas sus preocupaciones y disfrute.

Levi extendió su mano a Sienna.

—Siento que necesito irme para que todos disfruten de la fiesta.

—Eso no es cierto.

—Tengo muchas cosas en la cabeza ahora mismo, así que creo que necesito tomar un poco de aire.

—Déjeme acompañarla a la salida.

—No, quiero ir sola.

Levi, luciendo decepcionado, retiró su mano. Comprendió la incomodidad de la princesa y no le preguntó dos veces.

—Diles que no se preocupen por mí y que disfruten de la fiesta. Siento que eres el único que puede anunciarles esto.

—Lo haré, Su Majestad.

Levi aceptó el encargo con entusiasmo.

Sienna salió del salón de banquetes y comenzó a dirigirse a la unión del jardín. Era un jardín cerrado al que solo se podía acceder si se pasaba por los edificios que lo rodean. Pero era tan amplio que uno podía olvidar que era un mero jardín. Llevaría mucho tiempo ir de un lado a otro.

El cielo ya se había oscurecido. Las lámparas, colocadas a intervalos regulares, emitían un suave resplandor.

—Pueden irse. Me quedaré aquí sola —le comentó Sienna a sus escoltas, los cuales, la seguían.

—Pero…

—Estaré bien. Debido a la fiesta de hoy, la seguridad es muy estricta.

Los escoltas dudaron. Debido al banquete, mucha gente había entrado en el palacio. Por ello, estaban más tensos que de costumbre.

—Si están tan preocupados, préstenme una espada. Quiero algo de tiempo para pensar, y no quiero que nadie me moleste.

—Sí, Su Majestad. Estaremos a la entrada del salón de banquetes. Por favor, no se aleje mucho del jardín.

Un caballero se quitó el cinturón de su cadera y lo presentó con ambas manos. Sienna tomó la espada y se dio la vuelta. Al entrar en el jardín, no oyó a nadie que la siguiera.

Si el príncipe Dian se convierte en emperador, ¿qué me pasará a mí?

El príncipe se sentiría intimidado por ella. Porque se pensaba que ella era el próximo emperador.

Para ser reconocido como miembro de la familia imperial, tenía que haber una evidencia.

La persona en cuestión debe llevar la característica de la familia imperial: un cabello de dos tonos.

Si había más de un miembro de la familia imperial en la línea de sucesión al trono, se aplicaba otra condición para designar al próximo emperador.

Esta condición estaba relacionada con la otra mitad de su sangre, la familia de la madre. En otras palabras, el estatus de la familia ducal a la que pertenecía la madre.

Las seis familias ducales descendían de un solo ancestro. Se decía que este antepasado fue el primer señor feudal y que fue bautizado por los dioses. Por lo tanto, las familias feudales y la familia imperial podían combinarse para transmitir con éxito las habilidades divinas a las generaciones futuras.

Hasta ahora, nunca se había dado el caso de un vástago imperial de una madre que no fuera miembro de una familia ducal. Sin embargo, a menudo, se veía lo contrario. Una madre de una familia ducal no siempre producía un hijo de la línea imperial.

Había veces que la gente murmuraba entre sí sobre los hijos nacidos del emperador que no eran reconocidos como miembros de la familia imperial.

Por lo tanto, la aparición del príncipe Dian había puesto el palacio patas arriba. Era la primera vez que alguien veía un ejemplo de un niño nacido de una madre sin origen importante que llevaba el rasgo de la familia imperial.

Si lo piensas, no hay ninguna ley que le impida al príncipe Dian convertirse en emperador.

La ley establecía que solo aquellos que tenían la capacidad de usar el Árbol Sagrado tenían el derecho a convertirse en emperador. Todos los miembros de la familia imperial tenían la habilidad, pero tenían diferentes niveles.

Si yo pude convertirme en emperador después de él, eso significa que no había nada insuficiente de mi parte…

Sienna había estado dando vueltas lentamente cuando, de repente, se detuvo.

Para que yo pueda ser el próximo emperador, el príncipe Dian tiene que morir sin un heredero.

Sus ojos temblaron. En su sueño, Dian se veía joven en su retrato. No se veía tan diferente de su apariencia actual.

¿Qué edad tenía yo en mis sueños? No tenía treinta años. Me veía más vieja que eso. ¿Quizás cuarenta? ¿Cincuenta? No, no cincuenta.

Estimando que estaba entre los treinta y los cuarenta, eso significaba que Dian había muerto antes de cumplir los cuarenta.

Podría haber muerto aún más joven porque no tenía un heredero.

¿Por qué murió?

Tiene… ¿Tiene que ver con madre?

Sienna no pudo tachar completamente esa posibilidad, así que se sintió terrible.

Habían pasado dos meses desde que empezó a tener sus sueños. Aunque no había pasado tanto tiempo, su confianza en Patricia ya se había derrumbado. Sin embargo, en esos dos meses, no pudo elegir a una persona en la que pudiera confiar completamente.

Sienna había mantenido, subconscientemente, un sentido de desconfianza cuando se trata de Patricia. Sin embargo, ella había hecho la vista gorda ante ello. Ya sea porque sentía que era demasiado problemático explorar o porque deseaba confiar en su madre, Sienna no lo sabía. Pero ahora lo había visto, y no podía dejar de verlo.

Solo estaba concentrada en mejorar mis propias habilidades. Pensé que era lo correcto en ese momento.

Se dio la vuelta para mirar hacia el interior del jardín, cuando vislumbró el movimiento de una sombra.

—¿Quién está ahí?

Agarró con fuerza la espada en su mano. Miró fijamente, mientras la persona se revelaba. Con la luz en su espalda, la figura apareció. Los ojos de Sienna se volvieron más fríos.

Todos los pensamientos que había estado meditando en su cabeza, se fueron volando en un instante. Sintió que su estómago se retorcía. El hombre que estaba delante de ella era muy despreciable.

—Edward Roxan —comenzó a decir. Al no obtener respuesta, continuó—. Parece que una mentira sale de tu boca cada vez que la abres.

—Princesa.

—Cállate.

Sienna desenvainó la espada en su mano y la levantó hacia Kuhn.

—¡Tú! —Gritó ella antes de morderse los labios. No sabía qué decir. No podía explicar por qué estaba tan enojada. Aunque se sentía traicionada y furiosa, no sabía la razón de ello.

Kuhn dio otro paso más hacia ella. A medida que la distancia entre ellos se acortaba, la mano de Sienna se estremeció y tembló.

—No te acerques más.

Kuhn dio otro paso hacia ella. La punta de la hoja estaba a punto de tocar su pecho.

—Te voy a perforar. ¿Crees que no lo haré?

—Adelante.

Los ojos de Sienna se abrieron de par en par. Kuhn dio otro paso, y la punta de la espada golpeó su pecho. Sorprendida, Sienna dio un paso atrás.

—¿A qué estás jugando? ¿Estás tratando de lastimarte a propósito?

Sienna se sintió molesta mientras hablaba. Sí, esa era probablemente la razón. Aunque no sabía qué tipo de relación tenía este hombre con el príncipe Dian, sabía, de hecho, que era una persona de Dian.

—¿O está tratando de hacerme daño? Si desaparezco, entonces, tu maestro, el príncipe, se convertirá en el emperador. Qué simple.

La voz de Sienna goteaba de sarcasmo. Podía ver los ojos de Kuhn hundirse y temblar ante sus palabras. Parecía agraviado y desesperado al mismo tiempo.

—Nunca pensé eso. Ni siquiera una vez.

Era cierto que se había esforzado por hacer de Dian el próximo emperador. Sin embargo, si él iba a estar envuelto en una disputa doméstica entre miembros de la familia, no habría puesto un pie en este esfuerzo. Dian iba a convertirse en el emperador sin herir a nadie. Finalmente, estaban en la fase en la que esto era una posibilidad.

Kuhn tenía que poner la seguridad de su familia en primer lugar. El riesgo de incurrir en el resentimiento sangriento de la familia imperial era demasiado grande. Pero hoy, Kuhn sintió que su plan para evitar dañar a Sienna era un alivio, y no era solo por la seguridad de su familia.

Anoche se quedó despierto hasta el amanecer antes de tomar una decisión.

Solo una vez. Iré a verla solo una vez más.

Era similar a la forma en que un apostador reclamaba en vano: Solo una vez más. Sabía, sin duda, que se arrepentiría de esta decisión. A pesar de que lo sabía, asistió a la fiesta.

Kuhn había creído, imprudentemente, que si podía mirarla a la distancia, sería capaz de calmar su corazón y superarla. Sin embargo, tan pronto como vio a la princesa, se dio cuenta de lo pésima que era su fuerza de voluntad.

Cuando Dian estaba siendo coronado, Kuhn observó como ella continuaba manteniéndose firme. Brillaba tan intensamente en sus ojos. Era tan noble, maravillosa y fuerte. Nunca había conocido a una mujer como ella. Probablemente, era la única mujer de su clase en todo el mundo.

Mientras Kuhn continuaba acercándose a ella, Sienna retrocedió.

—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Quieres morir?

—La gente no muere tan fácilmente.

—Puedo parecer risible a tus ojos, pero he mejorado con la espada. ¿Crees que no seré capaz de quitarte un brazo?

—Sí, por favor, haz lo que quieras. Puedes atravesarme y maldecirme. No me importa. Por favor, dime que me odias y me desprecias.

Sienna frunció el ceño. ¿Era este hombre en realidad un pervertido extraño?

—¿Por qué debería hacerlo?

—Creo que es la única manera en que puedo renunciar a ti.

Sienna bajó lentamente la espada. Ella lo miró fijamente         .

—Eres un cobarde.

—Sí, lo sé.

—Me estás diciendo que te corte, ya que no puedes controlar tu propio corazón.

Kuhn sonrió amargamente.

—Princesa, a veces, actúas con lentitud, pero estoy seguro de que sabes cómo desmotivar a alguien.

—Dirígete a mí correctamente.

Una risa salió de la boca de Kuhn. Cuando vio que Sienna lo miraba con desprecio, respondió rápidamente.

—Sí, Su Majestad.

Sienna tomó la funda y deslizó la espada dentro. Luego, puso la espada en el suelo. Mirándola de cerca, Kuhn se burló. Se estaba riendo de sí mismo porque parecía estar atribuyendo un significado a cada uno de sus movimientos.

—¿Edward? ¿Kuhn? ¿O ninguno de ellos es tu verdadero nombre?

—Kuhn… Ese es mi verdadero nombre.

—¿De verdad?

—Sí. Si estoy mintiendo, aceptaré cualquier castigo que consideres darme.

—Ya tienes muchas ofensas que merecen un castigo.

Esta vez, Sienna se acercó a él, y Kuhn dio un paso atrás. A diferencia de los pasos lentos de Kuhn hace un momento, los de Sienna no dudaron. Kuhn continuó retrocediendo hasta que su espalda golpeó un árbol. No tenía a dónde correr.

Sienna colocó sus dos manos en el cuello de su abrigo y tiró de él. La cara de Kuhn se movió hasta la de ella.

—Ponte algo más sencillo.

—¿Perdón?

—Pareces un mujeriego.

Kuhn parpadeó antes de estallar en risas. Sus brazos rodearon las caderas de Sienna. La apretó fuertemente contra él, mientras suprimía el impulso de tragar sus labios.

—Su Majestad, voy a hacer una petición seria. Por favor, huya.

—¿De qué…?

—De mí. Podría hacer una locura para hacerte mía.

Kuhn podía predecir su futuro. A partir de ahora, iba a estar loco por ella, y no se iba a recuperar.

Nunca había sido tan codicioso con algo en toda su vida. Siempre que quería algo, se convertía en suyo, así que nunca tuvo la necesidad de ser codicioso. Debido a que su clan era muy rico y fuerte, a pesar de que era una organización errante, tenía el poder de conquistar reinos.

Él era el jefe de su clan. Nunca quiso nada mientras crecía. Así que ahora, que había encontrado algo que deseaba tanto, algo que le estaba prohibido, no sabía cómo actuar.

Sienna se rió antes de colocar sus dos manos en su pecho mientras lo alejaba. Kuhn bajó sus brazos obedientemente.

—Nunca podré pertenecer a alguien.

Se dio la vuelta y se adentró más en el jardín. Kuhn suspiró, mientras observaba su fría espalda.

Presionó una mano en la parte superior de su abdomen y lo frotó. Tenía un estómago débil. Cuando lloró la muerte de sus padres de niño, su estómago le dio problemas. Aún hoy en día sigue sintiendo las secuelas de ello. Desde entonces, cuando algo le molesta mucho, le duele el estómago.

Parece que tendré muchos dolores de estómago a partir de ahora.

Siguió tras Sienna. Por el bien de su estómago, debería haberse alejado. Sin embargo, así como una abeja se siente atraída a una flor fragante, sus piernas lo llevaron automáticamente a ella.

—Así que no eres un miembro de la nobleza —comentó Sienna abruptamente, cuando Kuhn finalmente la alcanzó—. Me dijiste que ningún noble o rey tiene poder sobre ti y que no tienes un lugar al que puedas llamar hogar. ¿Eran también mentiras?

—Es la verdad.

—Dile a tu maestro que quieres tu propia posición. Como rey, puede otorgarte un título. Si no puede, al menos, puede nombrarte caballero.

Kuhn trató de interpretar el significado de las palabras de Sienna. ¿Le estaba diciendo que no se presentara ante ella como un hombre de posición humilde?

—Entonces me dirigiré a ti como sir.

—¿Perdón…?

—Has engañado a un miembro de la familia imperial. Has cometido un grave crimen, y además eres alguien de origen humilde. No tienes derecho a recibir ningún respeto de mi parte.

—¿Así que me estás diciendo que solo me tratarás bien si uso una posición diferente?

—Tu forma de hablar es bastante grosera, ¿no es así?

—Es porque no entiendo completamente. ¿Qué tienen que ver mis ofensas contra ti con que yo sea un noble o un caballero?

Kuhn observó cuidadosamente su rostro. Mientras observaba su perfil, pudo verla morderse sus labios rojos. Había visto esta expresión en ella unas cuantas veces en el pasado. Parecía ser un hábito suyo cuando no tenía palabras.

Se obligó a mantener la cara seria. ¿Quién más conocía este lado de la fría princesa? Quería ser el único que la conociera así.

—Parece que ya me ha perdonado, pero aún está enfadada conmigo, Su Majestad.

Sienna lo miró con desprecio.

—Qué grosero. ¿Cómo te atreves a intentar comprender lo que estoy pensando?

Aunque su tono de voz era extremadamente frío, Kuhn podía ver los detalles ocultos de su expresión, los cuales traicionaban su vergüenza. Si continuaba analizando sus palabras, la princesa se pondría furiosa con él. No quería que lo odiara.

Si la princesa lo hubiera ignorado, la habría provocado para que le prestara atención, aunque fuera por odio. Sin embargo, ya no. Aunque no sabía exactamente lo que ella sentía por él, sabía que estaba interesada en él.

—¿No necesitas volver con tu maestro?

—Has estado diciendo “maestro” esto, “maestro” aquello desde hace un tiempo. El Rey de Hierro no es mi maestro.

—¿No lo es? ¿Entonces es tu compañero?

—Eso es…

—No importa. Me vas a confundir diciéndome verdades a medias.

Sus excusas no servían de nada, así que Kuhn mantuvo la boca cerrada.

Algo se siente extraño.

No tenía sentido. Las personas alrededor de Sienna tenían un alto estatus y habían recibido una educación adecuada. La elegancia y la gracia les venían naturalmente.

Cuando comparó a Kuhn con ellos, no había una diferencia notable. Aunque era grosero, podía considerarse descarado, no vulgar. Era algo que se había preguntado desde el baile de máscaras. Su estilo de baile era pulcro e inmaculado.

No estaba segura de si era un mercenario o un comerciante, pero, en cualquier caso, seguía siendo un plebeyo. ¿Cómo un plebeyo había captado la etiqueta y la sofisticación, algo que solo era reservado para la nobleza?

En cierto modo, un viajero que no tenía país era también alguien que no respondía ante nadie. No había nadie por encima de él que le dijera qué hacer.

Un rey.

Un rey independiente que no se consideraba a sí mismo como un súbdito del Imperio.

Sienna se rió con el repentino pensamiento que le vino a la cabeza.

Un rey independiente. Qué ridículo.

De repente, Kuhn tomó la mano de Sienna. Puso su brazo alrededor de su hombro y comenzó a caminar en la dirección opuesta.

—¿Qué estás…?

No le dio la oportunidad de terminar su pregunta. Kuhn la puso rápidamente debajo de un gran árbol.

—¡¿De verdad qué estás…?!

—Shh.

Mientras Kuhn la interrumpía, Sienna frunció el ceño. Un momento después, escuchó el crujido de las hojas y de las ramas. Los sonidos eran tan suaves que tuvo que concentrarse para poder escucharlos.

¿Cómo escuchó esto?

Sienna miró repentinamente a Kuhn.

Poco a poco, los ruidos de los crujidos se hicieron más fuertes.

¿Me están buscando los escoltas?

Pero los movimientos eran demasiado cautelosos para ser ellos. De repente, todo se volvió tranquilo. Y entonces, escuchó susurros.

—Creo que estaremos bien aquí. Nadie puede vernos.

—Aah, Mylo.

—Hazel, te he echado mucho de menos.

—También yo. Prometiste ponerte en contacto conmigo. ¿Sabes cuánto tiempo te he esperado?

Los amantes secretos habían venido aquí para tener su aventura.

—Me disculpo. Ha habido muchos ojos en mí últimamente.

—Pensé que ya no me amabas, así que estaba devastada.

—Nunca. Si no fuera por las deudas de mi familia, nunca me habría casado con esa familia. Esa mujer y yo vivimos como completos extraños en la casa. Solo te tengo a ti.

Cuanto más escuchaba Sienna, más patético parecía. Estaba teniendo una mera aventura amorosa, pero lo hizo sonar como si fuera una especie de amor trágico y prohibido. Era destartalado y vergonzoso. Habría sido mejor si hubiera tenido una amante a escondidas solo para satisfacer su lujuria en lugar de montar este espectáculo.

¿Por qué tengo que quedarme escondida aquí de esta manera?

Ellos eran los que estaban cometiendo acciones deshonrosas. Si oían un ligero sonido, huirían para salvar sus vidas. Sin embargo, Sienna perdió su oportunidad. Después de sus declaraciones de amor, escuchó a la pareja intercambiar un feroz y húmedo beso.

—Ah, Mylo.

—Hazel. Hazel.

Sienna escuchó que sus respiraciones se volvían gradualmente más pesadas. Luego, sus jadeantes suspiros se convirtieron en feroces gemidos. Era como si la pareja tuviera un solo propósito. El sonido de una bofetada en la piel fue seguido por el jadeo de una mujer.

Sería extraño que Sienna se revelara ahora. Parecería como si hubiera estado espiando su acto íntimo. Justo cuando estaba a punto de expresar su frustración, de repente, se hizo el silencio.

—Uh, mmm. Lo siento. Tenía prisa. Me he estado ahogando en el trabajo últimamente.

La voz decepcionada de un hombre y…

—Parece que has estado muy cansado.

La fría voz de la mujer.

Sienna estalló en risas. Para ocultarla, se cubrió la boca con la mano. Sus ojos se encontraron con los de Kuhn, mientras él intentaba contener su risa también.

—¡Hazel!

—¡Oh, Dios mío!

—Dame otra oportunidad para redimirme.

—Aah, Mylo.

Los amantes se calentaron una vez más. Con los extraños ruidos de fondo, Kuhn y Sienna se miraron el uno al otro. La risa había desaparecido de sus rostros.

Las lámparas no iluminaron completamente la oscuridad. Debido a que estaban agachados a la sombra del árbol, no podían verse muy bien.

Aun así, Sienna podía sacar a relucir claramente sus rasgos en la oscuridad. Sus largos ojos y sus pupilas negras, su nariz recta y su mandíbula… Ella podía verlos muy claramente.

Extendiendo su mano, tocó el borde de su ojo con la punta de sus dedos y comenzó a moverlos hacia abajo lentamente. Como si le diera permiso para tocarlo a su antojo, Kuhn se quedó quieto. Sienna se volvió aún más audaz. Acarició su mejilla con la palma de su mano. No sabía cómo explicar los sentimientos que se precipitaban a través de ella.

Era la primera vez que tocaba el rostro de otra persona. No se sentía cómoda con el contacto físico con los demás. A pesar de que, a menudo, Patricia le dice a Sienna que la ama, nunca la ha abrazado. Sus damas de compañía siempre tuvieron cuidado de no tocarla.

Una persona se sentía más cálida de lo que ella esperaba, y la piel de este hombre se sentía firme pero suave.

Kuhn mordió el interior de su mejilla. A pesar de que no había nada raro en su tacto, sintió toda la sangre correr hacia su bajo abdomen. Incapaz de aguantar más, agarró su mano.

Sienna trató de arrebatarle su mano por reflejo, pero su agarre era demasiado fuerte. Él colocó sus labios en el dorso de su mano. Luego, comenzó a besar cada dedo. Sus ojos se encontraron con los de ella y, lentamente, colocó un beso en cada uno de sus dedos, uno por uno.

Como si hubiera sido hechizada, Sienna simplemente lo miró. La sensación de sus labios en los dedos de ella y en el dorso de su mano era tan vívida. No se sentía desagradable, y no tenía ganas de apartarlo.

Todavía sosteniendo su mano, Kuhn tiró de Sienna hacia él. Ella cayó en su abrazo y colocó sus manos en su pecho, como para empujarlo, pero no lo hizo y vaciló. No se le ocurría ninguna razón para alejarlo. Su vacilación sólo lo alentó.

Su brazo la rodeó, y levantó su rostro antes de presionar sus labios contra los de ella. Era diferente a la última vez, cuando él había sido más cauteloso con ella. Se tragó sus labios de un solo golpe. Empujó su lengua entre sus labios ligeramente separados. Ahora, sus labios estaban completamente entrelazados.

—¡Aaah! ¡Mylo! ¡Aaagh!

—Haah, haah. Hazel.

La aventura de la pareja había llegado a su apogeo. Sus gemidos de placer atravesaron los oídos de Sienna. Ella sintió que sus vulgares gemidos ya no eran irritantes. Al escuchar a la mujer dar un último suspiro, Sienna sintió que el placer también corría por su propio cuerpo.

Sus párpados temblaron cuando sintió que él le chupaba la lengua aún más fuerte. Sus manos sobre los hombros de él se movieron. Sentía cosquillas y calor al mismo tiempo.

Su beso era codicioso y persistente. Sus labios se separaron por un segundo antes de volver a chocar. Él lamió y chupó su boca como si estuviera saboreando miel dulce.

Sienna sintió como si ya no pudiera respirar. Apretó sus manos y le golpeó el pecho. Cuando sus labios se retiraron, ella habló rápidamente.

—Suficiente.

Mientras los labios de Kuhn se acercaban a los suyos una vez más, Sienna frunció el ceño. Él le picoteó ligeramente los labios antes de apartarse.

Kuhn miró la cara jadeante de Sienna y se rió.

—No es como si te hubiera cubierto la nariz. ¿Por qué te falta tanto el aliento?

—No estoy acostumbrada a ello.

—¿Es que no tienes experiencia?

—Aunque aprenda rápido, no soy perfecta al principio.

Su firme protesta fue tan linda para él. De hecho, todo en ella era adorable. Sentía como si pudiera respirar ahora. Aunque sentía que no era suficiente, se sentía aliviado por ahora. Dejó salir una risa relajada.

—Entonces, te enseñaré todo lo que necesitas saber, así que… —Kuhn besó sus labios rápidamente—. No debes aprender esto de otro hombre.

Sienna resopló.

—Podría ser capaz de encontrar un mejor maestro.

—No habrá un mejor maestro.

Sienna sintió que las palabras descaradas que salían de sus labios eran divertidas de escuchar.

—Tienes bastante confianza. Suena como si tuvieras mucha experiencia.

—No, eso es…

Kuhn no tenía palabras. Finalmente, dejó de intentar encontrar las palabras correctas y dejó escapar un profundo suspiro.

—Acabo de ver y escuchar mucho. La experiencia de segunda mano sigue siendo experiencia.

—¿Qué es una experiencia de segunda mano? —Preguntó Sienna.

—¿No lo experimentaste por ti misma hace un momento?

Kuhn hizo un gesto detrás de ella con su barbilla. Sienna parpadeó antes de soltar un “Ah”. Sus alrededores estaban tranquilos. Ya no podía oír los gemidos de la mujer.

—¿Se han ido?

—Sí.

—¿Cuándo?

En lugar de responder a su pregunta, Kuhn se rió. Sienna sintió que su cara se calentaba. Estando completamente absorta en su beso, no se había dado cuenta de que la pareja se había ido.

—¡No seas tan engreído! Yo…

—Sí, sí. Es porque no estás acostumbrada a ello.

Sienna frunció el ceño. Siempre que estaba con este hombre, se olvidaba de cómo actuar. No le gustaba y le gustaba al mismo tiempo. No podía explicarlo. Todo en su vida había sido siempre tan claro, así que este inexplicable sentimiento era increíblemente confuso.

—Alguien viene.

—¿Quién?

Mientras hacía la pregunta, escuchó un ruido.

—¡Su Majestad! ¡¿Dónde se encuentra?!

Sienna lo miró fijamente con los ojos muy abiertos. Quería preguntarle cómo lo sabía.

Kuhn se levantó y la ayudó a levantarse. Sienna se quedó quieta mientras él le quitaba las hojas de sus faldas.

—¡Su Majestad! ¡Su Majestad, Rey de Plata!

Las voces se fueron en la dirección opuesta y se desvanecieron.

—Debo irme.

—Sí.

Después de responder con brusquedad, no dijo nada más. ¿Estaba actuando cobardemente como la última vez? Sintió un nudo en la garganta. Pero cuando se encontró con sus ojos, esas emociones se calmaron.

Sintió que era más difícil interpretar los pensamientos detrás de aquellos ojos oscuros que de los ojos claros, pero igual sintió que aún podía entender lo que él estaba pensando. Algo surgió en sus oscuros ojos. Sintió que, si le extendía la mano, él la perseguiría peligrosamente.

Sienna lo miró fijamente antes de darse la vuelta. Se alejó un par de pasos antes de volverse hacia él.

Kuhn parecía sorprendido mientras la veía acercarse. Cuando estaba justo debajo de su nariz, ella extendió ambas manos. Kuhn se estremeció cuando le agarró del cuello y lo empujó hacia ella. Su cara bajó hacia la suya. Pero, aun así, todavía era muy alto.

Sienna se puso de puntillas y lo besó en los labios. Parecía que acababa de ser golpeado en la cabeza. Fue un placer ante sus ojos.

—Ya lo he dicho antes, pero aprendo rápido.

Sienna se dio vuelta una vez más. Esta vez, no se volvió. Caminó hacia la dirección en la que las voces habían desaparecido.

Cuando dio unos cien pasos, volvió a oír las voces.

—¡Su Majestad!

—¿Qué sucede? —Respondió Sienna.

Se quedó quieta y esperó. En poco tiempo, un caballero apareció. Tan pronto como la vio, una mirada de alivio recorrió su rostro.

—Mientras caminaba, descubrimos a un par de personas saliendo del jardín. Me preocupaba su seguridad y entré por mi cuenta. Por favor, perdóneme.

Sienna se dio cuenta de que las personas que este caballero había atrapado eran la pareja adúltera de antes.

—No te culparé por hacer tu trabajo. Tu espada era demasiado pesada, así que la puse en algún lugar del jardín. Debería haberla devuelto a su legítimo propietario, así que me disculpo.

—No se preocupe. Mientras le haya dado algún uso, estoy satisfecho, Su Majestad. ¿Regresará al salón de banquetes?

—No, volveré a mi palacio. Prepara mi carruaje.

—Sí, Su Majestad.

Después de quedarse solo en el jardín, Kuhn se quedó quieto por un largo tiempo. Apenas logró calmar su hinchada parte inferior antes de alejarse lentamente. Sentía que Sienna era bastante lenta en las relaciones entre un hombre y una mujer. Ella no había notado los cambios físicos en su cuerpo en absoluto.

—Estoy en graves problemas.

Dejó escapar un suspiro. No podía rendirse. No podía hacerlo más.

Colocó una mano en el lado izquierdo de su pecho. Su corazón se mantuvo firme incluso después de haber escalado una montaña durante horas. Sin embargo, seguía acelerado en este momento. Sentía que no iba a poder dormir esta noche.

Con ella en mente, la sangre bajó a la parte baja de su abdomen una vez más. Rápidamente, sacudió la cabeza. Su cabeza estaba llena de pensamientos sobre ella, y quería sacudirse algunos de ellos.

3 respuestas a “El gran deseo – Capítulo 5: Mayoría de edad (2)”

  1. En la parte que él retrocedía pensé ajajajaja eso mujer demuestra quien manda jaajajaja saben esta bien chica pero algo no me cuadra qie es la muerte de su hermano ..
    Y el escrito que esté ..

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