El emperador y la mujer caballero – Capítulo 61

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


¿Era porque mató a una chica indefensa?

Pollyanna se sintió extraña, pero negó con la cabeza para olvidar lo sucedido. Ella recuperó sus dagas.

Estoy tan contenta de haberlas guardado conmigo.

Le quitaron la espada pero, afortunadamente, pudo ocultar su daga entre sus ropas cuidadosamente dobladas. Si las criadas le doblaran la ropa, habrían encontrado las armas, pero Pollyanna se aseguró de que lo hiciera ella misma. Las criadas tomaron su ropa bien doblada y la colocaron en un armario tal como estaban. Habrían notado lo pesado que era, pero probablemente pensaron que era solo por su armadura de cuero.

Pollyanna se sentía demasiado ansiosa sin armas, por lo que se ató una daga a cada lado en la parte interna de los muslos. Le preocupaba que si las colocaba en la parte externa de los muslos, se notaran porque su vestido era muy ajustado. Pero tener las dagas entre las piernas significaba que tenía que caminar torpemente para asegurarse de que no chocaran entre sí.

Se sintió aliviada y quizás un poco molesta de que nadie pensara que era extraño que caminara de manera tan extraña.

Quiero decir, incluso si nunca antes me había puesto un vestido, ¿por qué la gente pensaría que no podría caminar normalmente con él?

¿Todos pensaban que Pollyanna estaba tan incómoda?

Bastardos…

Pero…

Fue agradable ser tratada como una dama. Sus colegas parecían tratarla con respeto y en secreto, le gustaba. Mantuvo el rostro en blanco cuando los guardias se ofrecieron a acompañarla, pero por dentro estaba feliz.

Y cuando Donau y Lucius I le pidieron que bailara…

En verdad, quería bailar, pero temía que las dagas entre sus piernas hicieran ruidos metálicos mientras lo hacía. No podía permitir que descubrieran sus armas.

Gracias a las dagas, pudo proteger a su amado emperador. Incluso sin ellas, sabía que los acreianos habrían ganado de todos modos, pero estaba segura de que los ayudaría. Sus dagas proporcionaron una ventaja que los enemigos no esperaban.

Fue perfecto.

Cuando Pollyanna finalmente abandonó el salón de banquetes, se estremeció. Pensó que todos se habían ido a estas alturas, pero todos estaban esperando fuera del pasillo. Todos los caballeros e incluso el emperador la estaban mirando.

¿Me castigarán por ayudar a la princesa a suicidarse? Se preguntó ella.

Pero los hombres no parecían enfadados. El emperador y los campeones parecían ilesos, pero el resto de los hombres no se veían bien. Estaban cubiertos de sangre, comida, alcohol, vómito, entrañas y polvo. ¿No querían lavarse lo antes posible? ¿Por qué la estaban esperando?

Pollyanna sabía que tenía el peor aspecto. No había ningún espejo para que ella lo confirmara, pero estaba segura de que debía verse aterradora.

Probablemente su maquillaje estaba manchado. Podía oler la sangre y el sudor en sí misma. Su vestido estaba hecho jirones y perdió sus zapatos. Ya no llevaba la peluca y su pelo corto estaba cubierto de sangre.

Pollyanna sabía que debía parecer un monstruo feo, pero el emperador seguía siendo limpio y hermoso. Había algunas salpicaduras de sangre en su ropa, pero debido a que sus ropas eran rojas, no se notaban mucho.

Después de una breve vacilación, Pollyanna caminó hacia su emperador, quien la saludó con calma.

—¿Dónde guardaste tus dagas?

—Entre mis muslos, su alteza.

—Bien pensado, estás muy bien preparada.

—Porque es mi deber, alteza.

El emperador sonrió tranquilamente. Los otros caballeros luego le dijeron:

—Así que por eso caminabas de manera tan extraña.

—Oh, pensamos que era porque el suelo estaba resbaladizo.

—Entonces, ¿es por eso que te negaste a bailar con su alteza?

—Sí. Me preocupaba que las dagas hicieran extraños ruidos metálicos.

No quiso ser grosera con su emperador. Esperaba que Sir Ainno, que todavía la miraba con furia, entendiera su situación.

De repente, Sir Ainno le dijo:

—Tu atuendo te queda bien.

Imbécil.

Sabía que ahora mismo se veía ridícula. Sir Ainno podría ser un hijo de puta malo. Pollyanna consideró lanzarle las dagas, pero decidió no hacerlo. Sabía que no podía ganarle.

Es un idiota. Las personas así también viven mucho tiempo. Que injusto.

Como los otros caballeros, Pollyanna también tenía muchas heridas diferentes. Sir Donau ya se había ido a ver a un sanador. Ella no era médico, pero pudo ver que se había roto al menos algunos huesos.

De repente, Pollyanna se dio cuenta de que su tiempo como guardia del emperador casi había terminado. El torneo había terminado y Sir Ainno ya estaba disponible. Se sintió decepcionada, pero al menos pudo mantener a salvo al emperador. Se sintió aliviada y orgullosa de sí misma.

Si Lucius I consiguió incluso el corte más pequeño… Ni siquiera quería pensar en eso.

Pollyanna sospechaba que algunos de sus huesos debían estar fracturados. Cuando se puso de pie con torpeza, asegurándose de que sus pies tocaran el suelo lo menos posible, el emperador le preguntó:

—¿Tienes los pies heridos?

—¡Estoy bien, alteza!

¡Oh, Dios mío! ¿Cómo me atrevo a mostrarle a su alteza mi debilidad? ¡He cometido un gran error!

Antes de que pudiera explicar, Lucius I la levantó para cargarla. Pollyanna se agitó torpemente, y por poco no vio el rostro del emperador.

—¡Estoy bien, alteza!

—Deja de gritar, Sir Pollyanna. Mis oídos duelen.

—Estoy perfectamente bien, su alteza. ¡En serio! ¡Por favor, suélteme!

—Esto es por negarme a bailar conmigo esta noche. —Lucius I le sonrió amablemente.

¡Qué emperador tan generoso es!

Pollyanna se sintió animada. La forma en que el emperador la sostenía era dolorosa debido a sus costillas rotas. Después de una breve vacilación, Pollyanna preguntó:

—Entonces… ¿Podría llevarme en su espalda, alteza? Como un caballito… Esta posición se siente muy incómoda.

Cuando el emperador permaneció en silencio durante mucho tiempo, Pollyanna se dio cuenta de que estaba siendo insolente. Ella se disculpó de inmediato.

—¡Lo retiro, su alteza! Lo siento mucho.

—No, en absoluto. Simplemente estoy sorprendido contigo, Sir Pollyanna.

Lucius I la dejó suavemente en el suelo. Pollyanna consideró huir, pero su emperador rápidamente le ofreció la espalda. Ella no sabía qué hacer. Realmente no quería que el emperador la llevara. Consideró escapar de esta situación, pero Sir Ainno estaba detrás de ella y bloqueaba el camino. Sir Deke no estaba ayudando en absoluto.

Pollyanna lo contempló y, de repente, se le ocurrió una buena idea.

—Yo… no puedo ser cargada en su espalda porque mi vestido está destrozado. ¡Mi trasero quedará expuesto para que todos lo vean, alteza!

Eso era cierto. Su vestido estaba muy rasgado. Lucius I se dio la vuelta y antes de que pudiera decir algo, Pollyanna sintió algo en su hombro. Cuando se dio la vuelta, vio que Sir Ainno la cubría con su propia capa.

¡Este hombre es un inútil!

Antes de que pudiera protestar, Pollyanna se encontró en la espalda de Lucius I. Para su sorpresa, Sir Ainno permaneció callado. El resto de los hombres sonreían con orgullo y parecían muy complacidos.

Pollyanna intentó asegurarse de que la menor parte de su cuerpo tocara la espalda de Lucius. Ella continuó con la boca abierta, teniendo dificultades para creer que en realidad estaba sobre la espalda de su emperador.

Un emperador que llevaba su propio caballero… Qué gran gobernante era.

Su alteza es tan asombroso.

Antes de llegar a la enfermería improvisada, Pollyanna pensó de repente en una pregunta. Sabía que estaba siendo grosera, pero tenía curiosidad. Quería saber su respuesta.

—Su alteza, tengo una pregunta que me gustaría hacerle.

—¿Qué es?

—Cree en no matar a una virgen por miedo a ser maldecido, pero hoy no dudó en matar a la princesa, que debe ser una dama virgen. ¿Por qué lo hizo?


Maru
Creo que Lucius se sorprende que no te mueras de gusto o vergüenza porque el ser más guapo del mundo te lleve en la espalda. Pero claro, no eres una mujer convencional, Polly jaja

Una respuesta en “El emperador y la mujer caballero – Capítulo 61”

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