El emperador y la mujer caballero – Capítulo 62

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


La princesa de Bikpa era una de la realeza, lo que significaba que su linaje era lo suficientemente bueno para que Lucius I se acostara con ella. Fácilmente podría haber ordenado su muerte después de pasar la noche con ella.

El emperador se quedó callado. Pollyanna, todavía en su espalda, podía sentir su cuerpo tensarse. Después de un largo silencio, Lucius I preguntó:

—Aún lo recuerdas, ¿eh?

La voz del emperador, que siempre sonaba confiada, vaciló un poco.

—¿Cómo podría olvidar, su alteza?

—Ya veo…

Suspiró en silencio. Podía engañar a Sir Ainno, pero ciertamente no podía engañar a Pollyanna.

—Escucha, Sir Pollyanna. Lo que te hice cuando nos conocimos… Fue culpa mía. Fue un error. Estaba cegado por mi deseo de una guerra perfecta. Fui lo bastante tonto para creer que no podía equivocarme. Estaba equivocado.

—Oh… —Pollyanna entendió sus palabras.

Su emperador siempre parecía confiado y seguro de sí mismo, pero después de todo, solo era un hombre. Era un joven de veinte años cuando se sentó por primera vez a conquistar el mundo. Y ahora, unos años después… Era un hombre completamente adulto. Había madurado, ahora era diferente.

—Y ya no está cegado, su alteza.

—Mmmmm…

Lucius I se contuvo de suspirar de nuevo. Pollyanna podía entender por lo que debía estar pasando su emperador. Ella estuvo de acuerdo en que lo que sucedió cuando se conocieron fue culpa suya. Era correcto que se disculpara, pero entonces… Él era el emperador. Si continuaban esta conversación, ¿quizás Lucius I realmente se disculparía con ella…?

El emperador se recordó a sí mismo que nunca más volvería a cometer semejante error en el futuro. Le dijo a Pollyanna.

—Fuiste tú, Sir Pollyanna, quien me enseñó que la determinación de una mujer viva es mucho más fuerte que la maldición de una mujer muerta.

En el momento en que se conocieron, nadie podría haber esperado esto.

El emperador que llevaba a Pollyanna a la espalda…

Cuando llegaron a la enfermería temporal, todos trataron de ponerse de pie para saludar a su emperador como era debido. Lucius I levantó la mano para que permanecieran como estaban y colocó suavemente a Pollyanna en una cama vacía.

Pollyanna sacó un pañuelo, que estaba dentro de la capa de Sir Ainno, y comenzó a limpiarse los pies sucios. Solo había unos pocos curanderos, por lo que los pacientes hacían todo lo que podían por sí mismos. Pollyanna sabía que sus costillas se curarían solas con el tiempo y sus pies, una vez desinfectados, se sentirían mejor pronto.

Lucius caminó por la habitación, manteniendo pequeñas conversaciones alentadoras con los soldados heridos. Cuando terminó, regresó a Pollyanna.

El emperador notó cómo la cabeza de Pollyanna estaba cubierta de sangre seca y pegajosa. La verdad era que necesitaba un buen baño más que un sanador para sus heridas. Lucius  ordenó rápidamente un baño para ella y le tocó el cabello suavemente. Luego, preguntó:

—¿Alguna vez has pensado en dejarte crecer el cabello? ¿Lo considerarías?

—¿Perdón?

—Bueno, no puedo dejar calva a mi guardia personal. —El emperador sonrió y continuó—: Sir Pollyanna Winter, te asigno oficialmente para que seas el comandante de mi departamento de protección personal.

¿Quién podría haber imaginado alguna vez que una mujer caballero extranjera delgada y fea podría convertirse en la guardia personal del emperador de Acreia? Sintiendo que se le llenaban los ojos de lágrimas, Pollyanna se frotó la cara con fuerza. Cuando vio sus manos cubiertas de maquillaje y sangre, jadeó. Volviendo a mirar al emperador y con la voz temblorosa de determinación, dijo:

—¡Gracias, alteza! ¡Haré mi mejor esfuerzo!

—¡Excelente! Creo en ti, Sir Pol.

Después de que Lucius I se fue, Pollyanna se acostó en la cama y se cubrió la cara con las manos. Lucius I llamaba a sus conocidos cercanos por un nombre abreviado. Por ejemplo, llamó a Sir Ainno, Inno, mientras que llamó a Sir Baufallo, Bau. Solo aquellos a los que conocía desde hacía mucho tiempo y en quienes confiaba tenían el honor de ser llamados de esta manera amistosa.

Pollyanna no había podido admitirlo hasta ahora, pero se dio cuenta de que había sentido envidia de estos dos hombres. Pollyanna también quería estar cerca de Lucius I. Quería convertirse en un caballero en el que su emperador pudiera confiar.

Su emperador era un hombre asombroso. Lucius el Primero pudo darle un propósito a su vida. Incluso le dio un sueño y le hizo darse cuenta de que en realidad era una persona codiciosa.

Pollyanna siempre pensó que no le importaba, pero se había equivocado consigo misma. Ansiaba el reconocimiento y la confianza de su emperador, y ambicionaba convertirse en la que lo ayudaría a lograr su sueño.

Pasará. Simplemente lo sé.

Pollyanna realmente lo creía. No tenía ninguna duda de que si seguía a su emperador, llegaría a ver el mundo, lo conquistaría junto a Lucius I.

El emperador tenía un sueño enorme. Pollyanna lo seguiría a cualquier parte y soñaría el mismo sueño.

Por el resto de su vida, Sir Pollyanna Winter viviría como la sombra del emperador más grande, Lucius I.


Maru
Me siento tan orgullosa de nuestra Pollyanna... El mundo se abrirá ante ti.

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