Traducido por Dea
Editado por Damian
Tenía miedo de que Kaitel, provocado por mi pequeño escape, lastimara de alguna forma a Selena, pero ella parecía estar bien. Quizás su ira recayó solo sobre Ferdel.
Sin embargo, el problema era la propia Selena…
Al verla recibirme en el Palacio Solay, sentí lástima, puesto que tenía los ojos rojos e hinchados. Desde ese día, se mantuvo a mi lado todo el tiempo, a excepción de cuando me encontraba junto a Kaitel.
—Princesa, no vuelva a hacer eso nunca más, ¿de acuerdo? —dijo Selena con mirada seria mientras me bañaba.
Frente al severo cuestionamiento, asentí con la cabeza mientras sostenía en mis brazos el juguete que ella me había devuelto. Selena había encontrado mi bonita pelota.
Era una pelota bañada en oro y blasonada [1] con el escudo de armas de la familia real en rojo. Cuando ella vio solo la pelota y a mí por ninguna parte, se sorprendió tanto al percatarse de mi desaparición que casi se desmaya.
—No importa lo preciosa que sea la pelota, no debería salir de esa manera. Este mundo es más aterrador de lo que cree —comentó Selena.
Eso ya lo sé.
Aunque no estaba orgullosa de ello, era un hecho que fui asesinada en mi vida anterior, en aquel mundo espantoso. En ese momento, pensé que había llegado al cielo, y me sorprendí un poco cuando desperté en otro mundo con mis memorias intactas. Por supuesto, eso no era una excusa para mi indulgencia pasada.
Sí, eso fue mi culpa.
Lo siento, mamá, no te enojes, ¿sí?
—No lo volverás a hacer, ¿verdad? —preguntó Selena con una suave sonrisa.
No pude verla a los ojos ya que me sentía mal con la situación . No obstante, Selena hizo que mi mirada se depositara en ella. Y, ante su brillante sonrisa, asentí con firmeza.
No, jamás. Nunca lo haré. No va a pasar otra vez.
Selena rió ante mi reacción. Su sonrisa era una muestra de cariño que no había visto en mucho tiempo.
—Está bien —respondió temerosa.
Tal vez debido a que perdió a su esposo, Selena parecía sentir miedo de perder a alguien más. Esto era algo que probablemente yo habría continuado ignorando de no ser por este evento. Antes no pensé lo suficiente en ello… pero ella era tan lamentable.
A pesar de que ella era sabia, seguía siendo humana. Si el dolor de perder a la persona que más amaba no la hacía flaquear, entonces su amor sería una mentira.
—Mi princesa, no se atreva a partir antes que yo. No lo haga. ¿Entendió?
Su voz sonaba tranquila, pero no pude evitar notar los pequeños temblores ocultos. Era el tipo de pregunta que no se podía responder fácilmente, pero asentí con la cabeza como si fuera una marioneta impulsada por un hilo porque Selena así lo quería.
Sentimientos enterrados en mi corazón afloraron en ese momento. La punta de mi nariz me ardía, pero no me importaba. Era natural sentirme abatida al recordar el pasado y pensar en mis padres biológicos.
Es un poco triste.
Ellos me alimentaron, cuidaron y criaron hasta los veinticinco años. Luego, morí sin haber hecho nada para recompensarlos. Incluso si no fue mi decisión, es cierto que hice mal al irme antes que mis padres. Por supuesto, ellos todavía tienen a mis hermanos, pero eso no compensa el haberme perdido.
Ya no puedo volver a hablarles.
Ya fuese que hubiese estado flotando como un alma en pena o que me encontrara como en ese momento, me había ido y tenía un profundo arrepentimiento por no haberles dicho ninguna palabra antes de morir. Sería bueno si dios se compadeciera de mí y me permitiera ver aquellos rostros solo una vez.
Eso sería genial. Quiero decirles cuánto los amo una vez más.
—¿Estás llorando, princesa? —preguntó Selena.
Las lágrimas caían por mis mejillas antes de que pudiera darme cuenta. Me sentí avergonzada y me incliné sobre los brazos cálidos de Selena, inhalando su aroma mientras me abrazaba.
Los amo, los amo, los amo.
Quería decirles eso en sus brazos solo por un segundo.
¡Qué hija tan despiadada fui! No fui a verlos porque estaba “demasiado ocupada”. Hubo veces en las que lo único que hice cuando iba era provocar irritación y resentimiento. Ni siquiera les dije esas palabras de amor tan comunes porque era demasiado tímida. Me limitaba a decir: “Cumpliré con mi deber” y “Lo haré bien”, pero todas esas promesas quedaron enterradas el día de mi muerte.
Me sentí ahogada al pensar en mis padres, quienes aún extrañarían a una hija tan miserable. Ojalá pudiera aguantar como Selena. Esperaba que ellos no sufrieran demasiado, no quería que mi muerte fuera un gran impacto para ellos. Realmente deseaba que no fuese así. Sería trágico el no haber hecho nada por ellos y aun así dejarles una herida que no podría curar.
—¿Qué le ocurre a mi princesa tan de repente?
Ahora entiendo porqué había llegado a querer tanto a Selena.
Sí, esa es la razón.
Deslumbramiento y atracción tácita.
Sí, Selena lucía como mis padres. No por su apariencia, su personalidad o sus hábitos; no era nada de eso. Era por cómo la dejaron atrás. Alguien a quien amaba se fue y se quedó sola.
Yo, quien se fue primero, no tenía más remedio que amarla.
—Thelena.
Cuando la llamé, me sacó de sus brazos y me miró a los ojos.
Hermosos ojos verdes, que se asemejaban a un profundo bosque, se encontraron con los míos, los cuales se hincharon antes de que pudiera darme cuenta. Mi cabeza también dolía. La sensación de las lágrimas secándose era igual de refrescante.
—Sí, princesa, dígame —replicó Selena.
En lugar de hablar, la agarré del cabello y apoyé mi mejilla contra las pálidas mejillas de Selena. Eran cálidas, a diferencia de la frialdad que aparentaban. Cerré los ojos sintiendo su calor.
Es demasiado tarde para arrepentimientos. Soy muy estúpida por permitir que este doloroso sentimiento me abrumara de forma tan repentina, pero se acabó.
No más… No más…
No quería lamentarme o arrepentirme por ello otra vez. Debía actuar bien. Ya perdí todo lo que tenía antes.
—¿Por qué mi princesa lloriquea tanto hoy? —preguntó Selena con una hermosa sonrisa.
Algo me subió a la garganta.
Este es el momento perfecto.
—¡Mamá!
El cuerpo de Selena se puso rígido ante mi voz, y su expresión se endureció. Pero, frente a sus ojos, abrí la boca de nuevo y repetí:
—¡Mamá, mamá!
¡Cuánto quería llamarla así!
Algún día, la llamaré mamá. Lo haré… Me lo prometí todos los días. Sin embargo, las palabras se atascaban en mi boca y me era imposible articularlas. Hasta que finalmente pude hacerlo.
La razón estaba bloqueando mi garganta, impidiéndome hacerlo, pero finalmente la palabra había salido de mi boca.
Sentí que si no conseguía llamarla “madre” en ese momento, no lo haría nunca. Tanta desesperación me hizo llegar lejos.
—Mamá…
No me arrepentiré de nuevo. No dejaré ir lo que tengo. Sí, en esta vida aún no hay una etapa de la que lamentarme. Ríamos más y seamos felices.
Más… quiero decir cuánto la amo.
Acurrucándome en los brazos de la sorprendida Selena murmuré un poco:
—Te awo.
Mi mala pronunciación no transmitía mi voluntad de forma correcta, pero una sonrisa tras decir aquello fue suficiente. Selena se rio y, al poco tiempo, sus ojos ya estaban llenos de lágrimas.
No llores, ¿eh?
—Oh, no, ¿son lágrimas? —dijo Selena sin poder evitar que siguieran fluyendo.
Levanté mi mano y limpié las lágrimas de sus mejillas. Ella rio mientras yo llevaba a cabo mi acción. Era una de esas risas que se soltaba para tratar de contener el llanto, por lo que fue una vista muy divertida. Aun así, no me reí.
Oh, ese es un problema.
No podía creer que todavía me pareciera tan bonita.
Sosteniendo la mano de mi madre, la cual era más frágil que yo, me hice una pequeña promesa a mí misma: Nunca la haré llorar por mi culpa…
[1] Blasonar significa disponer o describir el escudo de armas de una ciudad o familia según la regla del arte.