Traducido por Herijo
Editado por Sakuya
—Eliza, ¿puedes alimentar también a esos caballos de ahí?
—Entendido, me encargo de eso.
Niños de mi edad corren por ahí, vertiendo alimento para caballos en cubos. Yo también me uní, agregando una gran cantidad de alimento en un cubo que ahora llevaba, dirigiéndome hacia el grupo de caballos que me indicaron.
El cubo es pesado y los caballos se mueven libremente, así que si no actúo rápido, no sabré cuáles son los caballos a los que debo alimentar. Aunque es invierno, este trabajo te hace sudar. Sin embargo, sorprendentemente, es bastante agradable, incluso divertido.
—Mi señora, ¿estás bien?
—Sí, por supuesto.
Asentí a Teo, que vino a ver cómo estaba, y debo haberle parecido realmente como una niña. Con una sonrisa irónica, se fue sin decir nada más.
Ratoka, el Conde Terejia y la señora Hortensia me han sacudido profundamente en sucesión, por lo que ahora, internamente, estoy hecha un desastre, como si acabara de pasar por una tormenta.
Aunque es un poco patético decirlo, la verdad es que no puedo soportar más sacudidas mentales en este momento. Especialmente si alguien más es como la señora Hortensia e intenta tratarme simplemente como a una niña, tengo un miedo terrible de que algo dentro de mí colapse y se derrumbe.
En este momento, tengo miedo de todos los que viven en la Mansión. Esta fobia a confiar en los demás me ha hecho darme cuenta de que estoy un poco inestable mentalmente. También me sorprende un poco esta pequeña dosis de inmadurez que hay en mí.
Por eso, decidí escapar de ahí. O, en otras palabras, me convertí en una especie de fugitiva.
No puedo permitirme ignorar mi trabajo. Es por eso que solo escapé a las tiendas de mis vecinos, los nuevos ciudadanos que actualmente están pasando su primer invierno en las colinas cercanas. Por la mañana, todavía regresaré a la mansión para hacer mi trabajo, pero solo ordeno y trabajo en los documentos con la máxima prioridad e importancia, y me voy puntualmente al mediodía. En realidad, solo soy medio fugitiva.
Originalmente, durante el invierno, mis tardes no las dedicaba al trabajo de todos modos, sino a practicar artes marciales y entrenar con el ejército, por lo que no hay problema en trabajar solo esto todos los días. Después de entrenar en el cuartel cada día, no regreso a mi habitación en la mansión, sino que vuelvo a las tiendas en su lugar.
Por supuesto, simplemente estoy escapando de la realidad. Me doy cuenta de esto completamente.
Pero, aun así, si el entorno a mi alrededor cambia, algunas otras cosas también cambiarán. Reduce en gran medida las posibilidades de encontrarme con alguien con quien no quiero lidiar, como la señora Hortensia y Ratoka. Espero que esto me dé la oportunidad de que mis emociones se calmen. Bueno, el tiempo debería resolver todos los problemas, incluyendo los relacionados con mi edad y mis sentimientos.
—Eliza, ¿has terminado ahí?
Cuando de alguna manera logré terminar de alimentar a todos los caballos a los que me asignaron, una niña de mi edad me llamó.
Han pasado casi dos semanas desde que empecé a vivir con la tribu Shiru. He estado alojada en la tienda solo para niños, la misma en la que hice mi inspección antes.
—Ahh, está hecho.
—Entonces eso es todo por hoy. Vamos a comer juntas.
Ella sonrió y tomó mi mano, y regresamos a nuestra tienda. Cuando llegué aquí por primera vez, me perdía constantemente entre todas las tiendas que me parecían iguales, así que los niños aquí han adquirido el hábito de guiarme de la mano entre las tiendas para que no me pierda.
—Aquí, límpiate con esta toalla. Si estás sudada, puedes resfriarte, así que asegúrate de limpiarte adecuadamente, ¿de acuerdo?
—Lo sé. Estaré bien.
Los niños en la tienda básicamente me tratan como una “recién llegada”. Les divierte ayudarme, ya que no estoy acostumbrada a la vida entre la tribu Shiru.
Aparte de los niños mayores, incluso los más pequeños se comportan como si fueran mis hermanos y hermanas mayores, es bastante interesante. Es una sensación bastante fresca ser cuidada por una vez en lugar de tener que encargarme de los demás.
Sin preocupaciones, sin problemas, realmente tengo esta sensación de alivio.
Estoy vistiendo ropa típica de la tribu que me fue entregada. Por lo general, las túnicas y dalmáticas son las prendas más típicas de la región de Jugfena, y aunque no hay mucha diferencia en la confección, los bordados tienen colores mucho más brillantes que en nuestra región, y hay muchos motivos de animales como aves y caballos en lugar de plantas.
Limpié cuidadosamente todo mi cuerpo. Sin que ella necesite decírmelo, limpiar el sudor adecuadamente ha sido inculcado en mis huesos durante mis primeros tres meses de entrenamiento en el cuartel. Aunque su ropa es un poco diferente y posiblemente hecha de materiales diferentes a los que estoy acostumbrada, ya me estoy acostumbrando a ellos.
—Oye, oye, ¿qué vas a hacer hoy, Eliza?
—Hoy… tengo que entrenar con el ejército.
Cuando el sol pase el punto del mediodía, Gunther debería estar llegando pronto a la entrada de este simple pueblo improvisado para recogerme.
—Ahh. Mucho trabajo. Aguanta ahí.
Asentí ante su ánimo y salí lentamente de la tienda. Instantáneamente, el aire frío y mordaz me atacó. Gracias al calor de un fuego cercano, el frío no llegaba hasta mis huesos, pero, aun así, era molesto.
Cuando me cubrí la nariz con la mano porque me dolía por el frío y vi mi aliento en el aire, la niña me siguió fuera de la tienda y me puso un largo trozo de tela alrededor del cuello. ¿Es una bufanda? Arxia no usa este tipo de ropa.
—Ajusta esto alrededor de tu cuello correctamente. Es un asunto serio si te resfrías.
—Ahh, l-lo siento.
Lo lamento, es lo que hubiera dicho normalmente, luego recordé que estaba con niños y cambié mi forma de expresarme. Para ellos, solo conocen formas simples de disculparse. La primera vez que les dije “mis disculpas”, todos inclinaron la cabeza confundidos.
—Deberías decir ‘lo siento’ solo si realmente te resfrías. En momentos como estos, deberías decir gracias.
La niña parecía tan orgullosa de sí misma al decir eso, y reí ligeramente. ¿Desde cuándo había olvidado cómo hacer cosas tan simples? Me pregunto. Tal como ella dijo, ciertamente es extraño recibir una bufanda y disculparse por ello.
—Gracias.
—Mmm, qué buena niña.
La niña sonrió ampliamente y acarició mi cabeza. Finalmente me contagié también de su alegría y encontré todo esto divertido, dibujando una sonrisa en mi rostro.