Sin madurar – Capítulo 60: El destino cambiado (10)

Traducido por Den

Editado por Lucy


Después de comer, entré en la tienda, tendí una manta en el suelo y me tumbé. Usé la gruesa túnica como manta y me tapé. Hacía tiempo que no acampaba, por lo que mi cuerpo estaba cansado, pero mi mente seguía bien despierta.

Pasó un rato y seguí sin poder conciliar el sueño, así que me eché la túnica sobre los hombros y salí. Alrededor de la fogata, que se estaba apagando, dormían los caballeros con las vainas al alcance de la mano.

Contemplé el cielo nocturno, tan oscuro como el pelo de Leandro, salpicado de innumerables estrellas. Giré la cabeza y miré la tienda contigua a la mía. Leandro era tan alto que no cabía en la tienda. Le sobresalían los dedos de los pies por la abertura.

Lily se acercó a mí en silencio.

—¿Por qué no estás durmiendo?

El agua goteaba de su rostro pálido, como si acabara de bañarse en el arroyó. Saqué un pañuelo y la ayudé a secarse la cara. Lily se quedó quieta, dejándome hacerlo.

—No podía dormir. No sé por qué.

—Déjame adivinar. Supongo que porque es la primera vez que ves morir a alguien, ¿cierto?

—Sí… Entonces, ¿no fue tu primera vez?

—Mi primera vez fue cuando era aprendiz de caballero y fui a cazar monstruos.

Recordé un capítulo de la historia original en el que se abrió una brecha en la frontera occidental, que derivó en una guerra contra los monstruos. Eleonora estaba preocupada por la seguridad del pueblo cercano, así que tanto Leandro como Diego lucharon con valentía en el frente y arrasaron con los monstruos. Pero este Leandro no estaba obsesionado con Eleonora, así que era probable que no vaya a luchar en aquella guerra. Me preguntaba cómo debía ser el nuevo futuro.

—Deja de pensar en eso y duerme un poco. Te duele la espalda, ¿verdad?

—En realidad, también me duele el trasero. ¿Es normal al ser la primera vez montando a caballo?

—Claro.

Lily me empujó hacia la tienda. Mientras me quejaba de que no podía dormir, ella suspiró y entró conmigo. Se acostó a mi lado y usó los brazos como almohada. Mis ojos se encontraron con sus ojos grises oscuros.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó.

—¿Qué?

—¿Cómo te sientes? Han pasado muchas cosas.

—Hmm…

Tenía razón. Han pasado muchas cosas en poco tiempo. Nunca esperé conocer a Diego ni imaginé en mis sueños más locos que Leandro abandonaría su trabajo y vendría a buscarme después de enterarse de eso.

Ya había herido a Leandro cuando tomé la decisión de dejarlo. Así que esta vez, cuando vino a mí con lágrimas en los ojos, diciéndome que pretendía llevarme de vuelta, no pude alejarlo. Pero eso no era todo.

De regreso al ducado, nos cruzamos con unos criminales ambrosettianos. Presencié una horrible escena: cómo la sangre brotaba a mares del cuerpo de alguien. Todo esto sucedió en ese corto período de tiempo.

Estaba muy confundida. Como personaje insignificante —una simple sirvienta—, sentía que todo lo que me había ocurrido era bastante dramático. Todo se debía a que Leandro solo tenía ojos para mí.

Solo quería vivir tranquila como plebeya. Lo único que quería era impedir que Leandro suscitara la rebelión.

—Deja de patalear y vete a dormir.

Al escuchar la voz de Lily, cerré los ojos. Entonces recordé cómo mi trasero se sintió tan caliente como el fuego cuando tocó la zona inferior de Leandro.

Me está volviendo loca.

Ya empezaba a pensar en él como un hombre. No sabía si estaba bien dejar que mis sentimientos crecieran así. Mis sentimientos por él eran un caos, no sabía qué hacer.

Pero precisamente hoy, ¿por qué tenía que ponerse así de raro y reaccionar de esa manera en cuanto me apoyé en sus brazos?

Solíamos abrazarnos cuando era pequeño, pero nunca tenía este tipo de reacción. Ese niño lindo e insolente ya no existía. Se podría decir que Leandro ahora era un hombre que apenas conocía.

♦ ♦ ♦

Cuando llegamos al siguiente pueblo, el ambiente estaba bastante animado. Las mujeres, sin importar su edad, paseaban con vestidos blancos y coronas de flores amarillas en la cabeza. Había tiendas instaladas por todo el pueblo donde los comerciantes vendían todo tipo de productos.

—Parece que se preparan para un festival.

—Se acerca el cumpleaños de Su Majestad.

Leandro entregó las riendas del caballo a uno de los caballeros.

En cuanto llegamos al pueblo, alquiló toda la posada y se afanó en comprar comida. Dijo que no me daría de comer la misma bazofia de ayer. Estaba bastante comprometido con ello, pues había comprado toda la comida y un carruaje en cuestión de horas. Declaró que esta vez no podía dejarlo en manos de los caballeros, así que recorrió el pueblo él mismo.

Estaba tan emocionado de darme a probar comidas exóticas, que nunca había visto antes, que dejé que me las metiera en la boca. Sentía que me trataba como una mascota, pero mientras Leandro estuviera contento, no me importaba.

Arrugué un poco las cejas.

—Esto está demasiado salado.

—Pues escúpelo.

Estiró la mano. Cuando fruncí el ceño con la boca aún llena de comida, me insistió:

—Vamos.

Mastiqué con fuerza y me tragué la comida de aspecto extraño y sabor a agua de mar.

¿Escupirlo en su mano? Debe estar loco.

Lo miré con el ceño fruncido.

—No me importa.

Se encogió de hombros.

—Pero a mí sí.

Nunca se lo había pedido, pero Leandro había asumido la responsabilidad de cuidarme. Cuando vio una tienda de ropa en la calle, me llevó dentro al instante. Pero al final no compramos nada porque no sería inteligente cargar con más equipaje.

—Pero de verdad quiero comprarte eso.

—Puede comprármelo una vez que regresemos al ducado, si tanto quiere.

—Tú lo has dicho. No puedes retractarte, ¿vale?

Leandro por fin se quedó satisfecho después de llenarse las dos manos de comida que de seguro ni siquiera nos terminaríamos antes del final del viaje.

Miré a las mujeres que deambulaban por las calles con coronas de flores. Con vino en los labios y las mejillas rojas, se veían encantadoras, como si ya estuvieran borrachas en pleno día.

—¿Podemos ir al festival?

—Si quieres.

—Pero ahora no.

Volver al ducado era nuestra máxima prioridad. Leandro casi había abandonado todas sus obligaciones como duque para venir a buscarme. Por eso había estado revisando los papeles en el carruaje durante el viaje.

—En ese caso, ¿qué tal si vamos al festival de la ciudad imperial? —sugirió—. Ya que estamos, podríamos ver el festival más grande de todos.

Me parece estupendo.

Como Leandro era duque, visitaba el palacio imperial con bastante frecuencia.

Lo acompañaré en una de esas visitas y recorreré la ciudad. ¿Cuándo volveré a tener la oportunidad de visitar la ciudad imperial?

Regresamos a la posada mientras hablábamos. Los caballeros se habían puesto ropa cómoda y esperaban a Leandro en el establecimiento vacío.

—Bienvenido de vuelta, Alteza.

—Ah, veros me ha hecho recordar que debería enviar un mensaje a ese patético bastardo.

—Eso esperábamos. Salgamos.

—Ah, qué molesto —comentó con sarcasmo, frunciendo el ceño.

Había matado a más de treinta criminales, pero parecía molesto. Me quedé boquiabierta.

—No debería decir eso. Es por la seguridad del imperio.

—¿Qué hace el supuesto príncipe heredero del imperio en una situación así?

—Cuando lo vi, se dirigía hacia el sur. Seguro ya debe estar de vuelta al norte, ¿no cree?

Los criminales cerca del bosque de Sonia habían aparecido de la nada. Ocurrió cuando el príncipe estaba fuera de la ciudad imperial. Suponía que esto también había pasado en la historia original, pero no lo recordaba. En un principio, no debería haber tenido nada que ver con Leandro.

—Ahora vuelvo. No te vayas por tu cuenta.

—¿A dónde iría?

Leandro salió con un par de caballeros y regresó al anochecer.

Cuando llegó la hora de cenar, el posadero nos condujo al comedor. Nos sentamos alrededor de una mesa enorme y larga y probamos los diferentes platos que nos sirvió el chef.

Llegaríamos al ducado después de pasar por dos pueblos más. Volvería al punto de partida. Me fui por el futuro de Leandro, pero él había venido a traerme de vuelta.

Observé a Leandro, que cortaba con elegancia la comida con el cuchillo. Todavía tenía la costumbre infantil de escoger las verduras. Ya era grande como una montaña, así que ya no podía decirle que no crecería si escogía la comida.

A ver, separar las zanahorias y el brócoli con diecinueve años… ¿En serio?

—¿Qué miras? —preguntó sin rodeos al notar mi mirada.

Parecía haberse dado cuenta de que estaba frunciendo el ceño mientras veía que empujaba las verduras hacia el borde del plato.

—Las guardo para más tarde.

—No mienta.

—¿Qué se supone que debo hacer? Saben fatal…

—No sea tan duro con él —interrumpió uno de los caballeros—. Ahora por lo menos Su Alteza come champiñones y cebolla.

—Eso es un avance.

Leandro lo fulminó con la mirada. El caballero soltó un gritito y reculó.

—Después de que regresemos al ducado, planeo ir a la ciudad imperial para el festival de aniversario. Supongo que no hay objeciones.

—No, Alteza.

Leandro hizo oficial el plan. Falta una semana más o menos, así que partiríamos en cuanto se ponga al día con alguno de sus trabajos en la finca.

—¿Cuánto trabajo tiene?

Chasqueé la lengua.

—Ha estado trabajando todo este tiempo y ¿sigue atrasado?

—Es porque también me ocupo de las tareas domésticas. Eso es lo que debería hacer la señora de la casa, pero aún no estoy casado.

—Entonces, debería casarse pronto —comentó uno de los caballeros.

Lily cogió la copa y le golpeó en la nuca con ella.

—¡Ay! ¿Por qué te metes solo conmigo? —le gritó a Lily.

Leandro levantó la mano para detenerla.

—Ya basta, Liliana.

Lily inclinó la cabeza y obedeció.

Sobándose la nuca, el caballero hizo un mohín.

—Es como ver una telecomedia.

—¿Tele… comedia? ¿Qué es eso?

Ah, cierto, aquí no tienen de eso.

Me encogí de hombros. Leandro ladeó la cabeza y volvió a preguntarme, pero cambié de tema.

—Así que visita con frecuencia el palacio imperial para cumplir con los deberes de un duque. ¿Y también se encarga de las responsabilidades de la señora de la casa? ¿Cómo tiene tiempo para respirar?

—Si tanto te preocupa, date prisa y ayúdame.


Den
Lol, qué forma más sutil de decir «Ya cásate conmigo» XD

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido