Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (5)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


¿Quiere que lo golpeé? Cualquier mujer obedecería de inmediato porque han crecido sumisas; sin embargo, golpear al emperador es peor que desobedecer. Es una falta que se paga con la vida.

Aún si lo ordena, no puedo golpearlo.

No soy como el resto de las mujeres, que jamás han conocido más allá de este infierno. Morí y renací; además, he estudiado con ahínco este mundo para sobrevivir.

Me rehúso a morir así.

Qué suerte que ya experimenté una situación así, solo espero que mi estratagema de ese entonces funcione ahora. Con Ganapán, llevo años cultivando su afecto y al emperador apenas lo conozco. No sé cómo va a responder, pero no tengo otra alternativa, este asunto puede convertirse en un conflicto diplomático y no pienso permitirlo.

—¿Cómo me atrevería a tocar el cuerpo de Su Majestad? En su lugar, prefiero… morir. —Mi rostro se ensombreció y con voz temblorosa supliqué—: Por favor… máteme.

Aunque antes actué, al pedir morir, me sentí muy triste por mi situación. Hasta ahora, dí todo de mí para sobrevivir, pero nada cambió: mi posición seguía siendo miserable y en cualquier momento podría morir de forma cruel.

Comencé a llorar. Estaba angustiada.

—¿Qué dices? —El emperador sonrió.

—Desobedecí, no obstante, es mejor morir que tocar a Su Majestad. ¡Prefiero quitarme aquí la vida!

Me arrodillé y golpeé mi cabeza con todas mis fuerzas contra el escalón. Debía hacerle creer que de verdad deseaba hacerme daño.

Él no tenía idea de que yo conocía el secreto sobre la escalera.

Hace tiempo, leí en la biblioteca que la escalera de oro del emperador, estaba hechizada para que nadie en ella se hiciera daño. Era una manera de proteger al emperador y sus príncipes.

El emperador se rio y yo continué con mi farsa.

Fingí estar confundida por no sufrir ningún daño y me golpeé con más fuerza cada vez. Como no sentía dolor alguno, en un momento mis lágrimas cesaron, me concentré de nuevo para lograr llorar.

—Su Majestad, soy tan unútil que no he podido acabar con mi vida. —Gire mi rostro hacia el príncipe—. Hermano, mátame. Por favor, hazlo antes que mi existencia dañe a mi país.

—Ya, basta. Detente. —El emperador se acarició la barbilla—. Eres atrevida, pero muy interesante.

Incliné la cabeza y lloré, ya no estaba fingiendo.

—Eres inteligente… —habló de nuevo el emperador—. Entonces, ¿qué vamos a hacer?

—El rey Kim Hoonsang del Reino de Goryeo, —intervino mi adorable hermano— pide que use su propia magia para golpearse.

El emperador soltó una carcajada.

—Así que así puede ser.

En cuanto terminó de hablar, mi cuerpo se elevó, cerré los ojos por el miedo que sentí. Mi puño, que se había movido a voluntad, tocó al emperador. Luego, fui arrojada al suelo.

No era la primera vez que volaba, pero justo ahora fui solo una marioneta, mi cuerpo había sido forzado y me dolía. Con Ganapán, si bien me daba miedo volar por el cielo, el viaje siempre resultaba cómodo.

—Ya veo, es una chica con una habilidad divertida —declaró el emperador y nos ordenó salir.

Tan pronto estuvimos fuera, abracé a Kim Hyungseok.

—¡Hermano! —Lloré en su cuello .

—Buen trabajo. —Me dio una palmadita en la cabeza—. Estoy orgulloso de ti.

Para ser honesta, estaba muy asustada. El emperador pudo haberme matado por desobedecer; no obstante, parecía que solo quería comprobar mi habilidad. Pero… ¿por qué? Hasta ahora, solo se sabía que los hacía sentir revitalizados, ¿era tan importante? De tal manera que el emperador me convocó e incluso pidió que lo golpeara.

—Actué mal. Discúlpame por haber puesto todo en peligro.

—No tienes de qué disculparte, hiciste un buen trabajo, fue una situación complicada. Mi corazón aún se estremece al pensar en lo asustada que debiste estar.

—Estaba detrás de mí, eso me dio la fortaleza que necesitaba.

♦️ ♦️ ♦️

Kim Hwanseok dio un paso. Frunció ligeramente el ceño.

¿Por qué llora? ¿Por qué la trae en brazos?

—¡Hermano! —saludó Kim Hwanseok y dirigió a Kim Sanghee una mirada severa.

—Hermano, la hemos pasado mal. No seas malo con ella.

¿Hicieron sufrir al primer príncipe del Reino de Goryeo por una mujer?

—Estamos bien, fue Kim Sanghee quien sufrió; pero al final, hizo un buen trabajo.

Kim Hyungseok se enfadó.

Es cierto, por esta mujer insignificante, mi hermano la ha pasado mal. Me molesta que aun con todo lo que le hizo pasar, aún la lleve en sus brazos. 

—Hermano, yo la llevaré. Me preocupa que siga siendo una carga para ti.

—¿Lo harás?

Kim Sanghee odiaba la propuesta, pero no podía oponerse. Kim Hwanseok la recibió, y una extraña sensación de alivio lo recorrió.

—Cómo te atreves, siendo tan insignificante, a molestar a tu hermano mayor.

Kim Hyungseok sonrió, le parecía muy linda la escena de sus hermanos menores. Kim Hwanseok se hacía el duro, pero sabía que se preocupaba por la princesa, incluso pidió más comida para que ella se alimentara bien.

Has cambiado, sin siquiera darte cuenta, ella ha cultivado tu afecto —pensó Kim Hyungseok y recordó al cruel príncipe que era temido por las princesas. Su mente pronto regresó al presente—. ¿Por qué el emperador quería ver a Kim Sanghee?

—Oh, hermano. Puedo caminar. Déjame.

—¿Me estás ordenando? —Kim Hwanseok frunció el ceño.

—No, no me atrevería.

—Bueno, cállate.

Kim Hyungseok sabía que, lo que en realidad quería decir su hermano era: «cállate y abrázame».

Llegaron frente al hotel del palacio.

—Ah, la gente está mirando —se sonrojo—. Me siento avergonzada.

—¿Es un cadáver? —susurró una mucama al verlos entrar en la recepción.

—Bueno, supongo —respondió otra—. Es imposible que de otra manera el príncipe la sostenga.

—La mató y está alejando el cuerpo del palacio.

—Oh, no, la princesa acaba de moverse.

Las mujeres se frotaron los ojos, la escena era irreal.

—Será mejor que la dejes —intervino Kim Hyungseok—. Estamos recibiendo mucha atención.

Kim Hwanseok chasqueó la lengua.

—No lo haré o volverá a molestarte.

Claro, quieres que siga abrazándote, por eso la acompañaste hasta aquí, cuando debió viajar solo con Kim Sangah.

—Tiene una habilidad muy extraña —Hyungseok le acarició la cabeza a Kim Sanghee.

En cuanto la dejaron en su habitación. Sangah corrió a recibirla.

—¡Hermana! Te he echado de menos.

Song Soojin también la saludó.

El tiempo pasó. Al caer la noche, alguien llamó a la puerta.

Kim Sanghee abrió.

—Hola, mi nombre es Freesia, sexta princesa del Imperio. Encantada de conocerte.

Se trataba de la única mujer, hasta el nacimiento de Sangah, que poseía maná.

Han Jinsu… Ella es la mujer a la que ama.

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