Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 175: Mirando al vacío

Traducido por Herijo

Editado por Sakuya


—Comprendo, ciertamente puede ser así.

El Marqués Rolentsor asintió en señal de acuerdo. Al ver que parecía corroborar su propuesta, Eric me lanzó una mirada llena de triunfo. Evité su mirada y en su lugar fijé la mía en mi cuchara.

—Entonces, ¿debemos llegar a un acuerdo para el próximo cachorro de draconis que llegue aquí?

—Creo que su época de cría es en primavera. No sé cuándo tendremos la fortuna de recibir otro cachorro de draconis, pero haré los preparativos necesarios.

Inmediatamente después, el Marqués Rolentsor y Wiegraf sellaron un pacto de caballeros por un futuro cachorro de draconis, mientras yo veía a Eric con una expresión de desconcierto, como si estuviera diciendo “¿Eh?”.

Bueno, su intención era separar a Rashiok de mí por cualquier medio, pero desafortunadamente para él, un draconis nunca cambia de amo. No hay registros en la historia de lo que un draconis puede hacer si se le separa forzosamente de su amo, ya que nunca se ha intentado antes, considerando la extrema rareza y el formidable poder de estos.

—Si va a ser un draconis para la realeza, creo que uno de color blanco plateado sería más adecuado. Si bien el azul plateado también es un color poco común, el blanco plateado es más distintivo y complementa mejor a la realeza.

Recordé al draconis blanco que se acercó a Rashiok esa mañana, así que, evidentemente, Ergnade y Wiegraf también debían saber sobre él, ya que respondieron con sonrisas. Me pareció que tenían planes de utilizar ese draconis en un futuro plan de cría.

No sé si uno de los descendientes de Rashiok se convertirá en un draconis real. Después de todo, tres de los hermanos de Rashiok fueron enviados aquí al Fuerte Jugfena anteriormente, y dos de ellos eran hembras. A juzgar por el hecho de que un draconis salvaje realmente vino aquí, debido a que la fortaleza se encuentra a los pies de las montañas Amon Nor, los draconis aquí tendrán mucho más fácil encontrar pareja para reproducirse que Rashiok, que normalmente viaja conmigo.

La cara de Eric mostraba un humor aún peor ahora que las cosas no iban como él quería, y todos los demás también lucían expresiones frías. Bueno, así son las cosas. Y si lo piensas, un draconis con una sola ala como Rashiok no sería un regalo adecuado para la familia real. Además, no estoy segura de que Rashiok disfrutaría de ese tipo de ambiente estando con la familia real.

Además de todo eso, incluso si se permitiera, solo sería el rey o el príncipe heredero quienes recibirían un draconis, ciertamente no un segundo hijo de la familia del Archiduque nacido de una concubina y que fue enviado cerca de las líneas del frente sin mucha resistencia.

Sin que los demás lo supieran, suspiré mentalmente. Aunque no tenía intención de menospreciar el estatus de Eric por la forma en que nació, me doy cuenta de que es un hecho de la vida en este mundo que tus padres determinan tu estatus social desde el momento en que naces, y siento que ha afectado mi forma de pensar ligeramente.

Si hubiera nacido como plebeya en este mundo, entonces simplemente sería eso, una plebeya. Pero nací en una familia noble como los Kaldias, y la sangre de esa familia increíblemente malvada corre en mí.

A primera hora de la mañana siguiente, antes del discurso programado de Eric para los soldados, el Fuerte Jugfena ya estaba en alerta máxima y listo para el combate en cualquier momento. Antes del amanecer, se habían detectado tropas enemigas de reconocimiento invadiendo la frontera. Por supuesto, el Fuerte Jugfena no tenía el lujo de simplemente permitirles actuar sin responder, así que nuestros soldados salieron y capturaron a todos los invasores.

—Parece que todos los enemigos capturados llevan marcas de esclavitud. Hasta que decidamos qué hacer con ellos, los mantendré aquí, ¿estás de acuerdo?

—Puedo prestarte nuestra cárcel, está bien.

—Entendido. Entonces, por el momento, tomaré prestada la llave de la cárcel y los confinaré en el calabozo subterráneo de dos niveles ubicado bajo el campo de entrenamiento.

Tuve esa conversación con Wiegraf temprano en la mañana, y ahora estaba sosteniendo un pesado manojo de llaves. Jugando con las llaves, haciendo un sonido tintineante, llevé a Gunther y Ratoka conmigo al calabozo subterráneo donde estaban recluidos los soldados esclavos.

Si los exploradores enemigos ya están aquí, su ejército principal atacará en cualquier momento. Ergnade y el Marqués Rolentsor ya habían llevado a algunos soldados a nuestra posición más avanzada. Quería verificar el estado de los soldados esclavos lo más pronto posible antes de decidir qué hacer con ellos.

—Elise, Gunther, si se sienten incómodos, pueden salir del calabozo inmediatamente.

Después de hacerles saber a ambos que podrían irse si lo deseaban, abrí la pesada puerta y descendí los escalones hacia el calabozo. Me imaginaba un calabozo como el que está bajo tierra en mi Mansión de Colinas Doradas, pero este no era tan desagradable. Las paredes, el piso y el techo estaban hechos de piedra pulida, aunque el aire en su interior era un poco sofocante. Los soldados esclavos estaban encerrados juntos en una gran celda en la parte trasera, y cuando nos acercamos, algunos de ellos se percataron y nos miraron.

No hay rastro de vida en sus ojos. Involuntariamente miré a Ratoka a mis espaldas. Cuando hablaba con él mientras estaba en mi celda, él tenía esos mismos ojos.

—¿Qué?

—Nada…

Volteé mi cabeza y comencé a inspeccionar a cada uno de los soldados esclavos capturados uno por uno. Eran en su mayoría niños de mi edad, de piel bronceada y cabello plateado, características físicas que no verías en Arxia. Parecían bastante desnutridos, y se acurrucaban unos con otros con expresiones agotadas. Entre ellos, noté a uno que me observaba muy atentamente. Incluso cuando lo miré directamente, no intentó desviar sus ojos dorados, y le hice una señal.

—Tú, ven aquí.

Después de llamarlo, lamenté haberle pedido que se adelantara, porque cuando se levantó y pude verlo con más claridad, arrastraba su delgado cuerpo apoyándose en la pared con la mano. A este soldado esclavo, que parecía un poco mayor que yo, le faltaba la pierna derecha.

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