Traducido por Herijo
Editado por Sakuya
Punto de vista del conde Siegmund Terejia (80 años)
Hoy, mi hermano mayor, Radian Terejia, tiene programada una visita a mi residencia en lugar de permanecer en la Casa de los Lores como suele hacerlo. Normalmente, mi hogar está lleno de paz; solo en días como este se llena de bullicio y actividad.
No es que a mi hermano mayor le agraden particularmente mis sirvientes, sino que parece encontrar un mayor grado de eficiencia en mi hogar, donde sólo residen personas serias que no buscan “diversión”.
Debido a la rigurosa educación que nos brindó nuestra difunta madre, no he podido comentar nada al respecto. Sin embargo, me resulta molesto que la tranquilidad habitual de mis ratos libres, que suelo dedicar a la lectura, se vea perturbada por el alboroto de mis sirvientes.
Por supuesto, quienes sirven a la familia Terejia nunca provocarían un revuelo durante las horas de trabajo. Si alguien se paseara por mi residencia, no encontraría a un solo sirviente parloteando ociosamente.
Aun así, hoy puedo escuchar voces apagadas en todos los rincones de la casa.
Suspiré mientras cerraba mi libro. Aunque refleja cierta inmadurez de mi parte permitir que los sonidos me distraigan, incluso a mi edad, no tengo más opción que abandonar la lectura, ya que no logro concentrarme por más que lo intento.
Además de leer, las únicas actividades que suelo realizar son pasear por mi jardín o estudiar. Detesto la idea de perder el tiempo ociosamente, pero hoy he estado sentado en mi escritorio durante tanto tiempo sin lograr nada productivo. Tal vez moverme un poco mejore mi estado de ánimo.
Con ese pensamiento en mente, me dirigí a mi jardín, solo para encontrarme con una escena desalentadora. Alguien ya se encontraba ahí, organizando una fiesta de té para uno.
En un intento momentáneo de ignorarla, fingí no verla, pero me llamó con un “buenos días, ¿te molesto?” por lo que resulta imposible de ignorar.
—¿Desde cuándo decimos ‘buenos días’?
No pude evitar que mi disgusto se filtrara en mi voz. A pesar de esto, la persona en cuestión ladeo la cabeza con una sonrisa, preguntando: —¿Hmm? Parece que no soy bienvenida. ¿Hice algo mal?
Se comportaba con una despreocupación exasperante.
—Primero, no olvides que esta es mi residencia. Segundo, todavía es bastante temprano. Tercero, tengo entendido que se suponía que debías estar en la bienvenida de mi hermano mayor en la escuela noble… ¿Por qué estás aquí, Amanda?
Aunque mi tono de voz reflejaba cierta irritación, esta amiga de mi infancia, que parece comportarse como una adolescente, ignoró por completo mi actitud.
—Bueno, ¿por qué no te sientas un momento? —señalando una silla vacía con su barbilla.
Así es ella, no entablará una conversación adecuada contigo a menos que estés sentado frente a ella. Tan pronto como me acomodé junto a esta vieja conocida, comenzó a servirme té como si fuera una de mis sirvientas. No obstante, no me siento relajado en absoluto.
—Y bien, ¿qué sucedió con la bienvenida de mi hermano mayor?
La bienvenida a mi hermano mayor debió haberse programado justo en la entrada de la escuela noble. Aunque todavía puede llegar a tiempo si se va ahora mismo, me resulta absurdo tener que preocuparme si conseguirá llegar puntual o no.
Después de todo, ella misma no parecía tener prisa. Simplemente se encontraba disfrutando de su té con una despreocupación exasperante.
—Amanda. Eres la prometida de mi hermano mayor. ¿Por qué es que…?
Intenté poner todo el tono crítico que pude en mi voz, pero Amanda ni siquiera pestañeó, sonriéndome con una enigmática expresión.
No me estaba mirando, me estaba observando.
Amanda tenía el mal hábito de ver a los demás como si pudiera ver a través de ellos. La mayoría de las personas, incluyendo a mi hermano mayor con quien está comprometida, encuentran este comportamiento inquietante. …Bueno, Amanda y yo siempre hemos tratado de señalar y corregir los malos hábitos del otro, pero ella parece hacer caso omiso de mis comentarios, sin entender por qué este hábito suyo es problemático.
—¿En qué estás pensando exactamente?
Desconociendo sus pensamientos, solo pude contener mi aprensión mientras apartaba la mirada de los ojos de Amanda.
En cualquier caso… Sería inútil intentar hacer algo al respecto.
Honestamente, siempre soy tan ineficaz en las cosas importantes.
Siempre fui alguien que podía escuchar todo el ruido a mi alrededor, pero para esta persona que tanto me importaba, no lograba ver más allá de su apariencia externa. Aunque diga esto, esta amiga de mi infancia tampoco es alguien que tenga una gran habilidad para leer el ambiente.
—Ahh, hoy puedo escuchar tanto…
Amanda finalmente habló con una sonrisa distorsionada llena de cansancio, su tono de voz tintado de compasión.
La miré fijamente. No quería su lástima. No lo permitiría.
Pareció sorprendida por un momento por mi mirada, pero al instante siguiente, apareció una sonrisa divertida en su rostro.
Afilé aún más mi mirada. Esto era de pésimo gusto, divertirse a costa del malestar de alguien más.
—No, no es eso. Me estaba divirtiendo con tus pensamientos.
—No entiendo cuál es la diferencia.
—Bueno, parece que tú crees que son lo mismo. Sin embargo, para mí hay una gran diferencia.
Mi amiga de la infancia poseía una madurez extraña y solía hablar de manera indirecta, tal como lo harían los adultos. Aunque no me disgustaba su forma de hablar, tampoco me interesaba. En cuanto a cómo se volvió así, no tengo idea.
Aun así, quizás yo era quien más empatizaba y la entendía.
—No te preocupes por Radian. El Marqués Terejia en persona me dijo que los saludos no serían necesarios.
Al decir esto, Amanda tomó un pastel horneado del plato que tenía frente a ella.
—¿Qué? ¿Ha habido un cambio de planes? No me informaron de eso… A pesar de que esta sea la casa de tu prometido, creo que es inapropiado que estés tan cómodamente aquí tan temprano por la mañana.
—Heh, lo hecho, hecho está. Además, este es el último año. A partir del próximo año, ambos seremos estudiantes de la escuela noble.
Ella dividió con habilidad el pastel horneado con sus dedos.
—¿Quieres uno?
Tomé la mitad del pastel que me ofreció con una sensación inefable.
El próximo año será la escuela noble. Pensándolo bien, eso significa que ya no podremos tomar té así, solo nosotros dos. A partir del próximo año, solo mi hermano mayor podrá hacerlo.
Soy consciente de que este encuentro solo se permitió implícitamente debido a que soy el hermano menor del prometido, que ambos somos menores de edad y que no hay miradas indiscretas aquí en la residencia Terejia.
En realidad, incluso compartir dulces con ella, como esto, no es algo que debamos hacer. Pero, considerando que solo podría hacer algo así ahora, no pude evitar aceptar el dulce que mi amiga de la infancia me ofreció.
Escuché una risita de Amanda. Solo la vi sonreír por un breve instante, aunque lo hizo involuntariamente por mí. Sólo pude mirarla en ese momento.
De repente, volví en mí. Como era de esperar, la figura familiar de mi amiga de la infancia, vestida con atuendo sacerdotal blanco, estaba junto a mi cama.
—¿Amanda…?
—¿Estás despierto?
Suspiré al escuchar lo débil que sonaba la voz que respondió a la mía.
Aunque tenemos la misma edad, necesito echar una siesta diaria para poder tener energía durante la noche. No puedo compararme con ella, que sigue visitando mi residencia tan enérgicamente desde el templo, como si fuera su propia casa.
—He venido a visitarte. Me siento más aliviada de lo que pensé que estaría, pareces muy enérgico, Siegmund. Pensé que estabas casi postrado en la cama.
—Solo fueron unos diez días, no es para tanto. Además, si me visitas con tanta frecuencia, todos pensarán que estoy a punto de morir.
—¿No son los sirvientes de la familia Terejia bastante eficientes en su trabajo?
Mi amiga de la infancia se rio con familiaridad mientras decía algo tan irritante. Aunque parecía inexplicablemente joven, como si el tiempo se hubiera detenido para ella, cuando sonreía así, aparecían arrugas.
Soltó un comentario inesperado.
—¿No es de mal gusto divertirse con las arrugas de una mujer?
—Ah, sí. Tienes razón. Lo siento.
—Jeje, no, solo estaba bromeando. De alguna manera, las cosas se sienten bastante nostálgicas. Solías decir ese nombre tan a menudo en el pasado en tu mente… Amanda, vaya. Ese es un nombre bastante antiguo que no he usado en décadas, lo que acabas de llamarme.
Parecía tener una mirada distante en su rostro. Me pregunté si estaba recordando el pasado.
Recordando el sueño que acabo de tener sobre nuestra infancia cuando ella todavía era Amanda, murmuré que casi todos tendrían momentos de nostalgia al llegar a la edad de jubilación.
—Esa es solo la naturaleza de las personas mayores.
Parecía bastante feliz mientras movía la nariz haciendo que las arrugas en su rostro aparecieran de nuevo con su sonrisa.
Aunque acababa de bromear conmigo, que era de mal gusto, sinceramente, todavía sentía que era algo bueno que mi amiga de la infancia mostrara al menos algunos signos de envejecimiento.