Traducido por Shisai
Editado por Sakuya
—¿Moriremos aquí? —preguntó Xiao Yu. Les habían desatado las cuerdas, quizá porque los captores no creían que estos blancos mimados pudieran escapar.
—No, cree en mí —dijo Tang Feng, agarrando con fuerza la fría mano de su asistente.
La cueva estaba algo húmeda y, a pesar de estar protegida de la nieve, seguía siendo fría e insoportable. La sólida puerta de hierro permanecía ahí, fría e inmóvil.
De vez en cuando, un guardia abría una pequeña ventana para asomarse al interior. El equipo se apiñaba. Las heridas del director habían sido vendadas temporalmente con tela desgarrada, por suerte eran sólo heridas superficiales sin mayor daño.
Nadie pudo dormir bien aquella noche. Hacía demasiado frío y era demasiado inquietante, la gente se despertaba a menudo de pesadillas.
200 millones de dólares de rescate, ¿quién pagaría ese monto?
Todos los miembros de la tripulación eran asalariados; ninguno de ellos podría permitirse semejante suma.
¿Pedirlo al gobierno?
Ni hablar. Aunque el gobierno de Estados Unidos fuera increíblemente rico, no reuniría inmediatamente 200 millones de dólares. Era una cantidad exorbitante. Aunque se pagara el rescate, tampoco había garantía de que se salven, ¿y quiénes son? Unos simples civiles sin reputación.
Los escenarios más probables son la condena internacional, las negociaciones diplomáticas o la coacción armada.
Si las negociaciones tienen éxito, sobrevivirán. Si fracasan, será su desgracia y el mal de estos militantes armados.
Además, no sabían si el gobierno actuaría como si este incidente nunca hubiera ocurrido o si fingiría no saber nada. Quizá hasta ahora, incluso el equipo directivo de Tang Feng siga creyendo que están en el sur de Asia filmando con normalidad. Los apagones de noticias no son infrecuentes.
Confinados en la cueva de la montaña, no sabían si estaba amaneciendo o seguía siendo la noche oscura e invernal. Sin embargo, no pasó mucho tiempo desde que Tang Feng se despertó cuando se abrió la gran puerta de hierro de la cueva.
Entraron varios militantes armados y con barba incipiente, charlando y riendo, y sus ojos escudriñaron al grupo, especialmente a las mujeres de la tripulación. Tang Feng se movió para colocar a Xiao Yu detrás de él, y del mismo modo, varios de los hombres de la tripulación protegieron a las chicas. Evidentemente, esta acción enfureció a sus captores, quienes les gritaron en un idioma ininteligible, al parecer ordenando que se apartaran.
Al mismo tiempo, estos canallas inhumanos cargaron contra algunas de las chicas. Ellas gritaron de miedo, aferrándose unas a otras, casi llorando, porque nunca se habían enfrentado a circunstancias tan aterradoras. Estaba claro lo que estos hombres pretendían hacerles.
—¡Apártense! ¡No las toquen! —Tang Feng apartó con fuerza las manos que agarraban a las chicas.
Saber cuándo avanzar o retroceder era su forma de supervivencia. Valorar la vida era una cosa, pero como hombre y persona con conciencia, no podía quedarse de brazos cruzados y ver a las chicas sufrir a manos de esos canallas sólo para salvarse a sí mismo.
Llevar casi un año practicando artes marciales bajo la guía de gente como Lu Tian Chen no había sido en vano. Había una diferencia entre alguien que practicaba y alguien que sólo se basaba en la fuerza bruta. En unos pocos movimientos, Tang Feng había derribado a los militantes armados que tenía delante.
Los hombres derrotados gritaron con fuerza. Los demás se unieron rápidamente, atacando a Tang Feng con puños y patadas. No obstante, los otros hombres de la tripulación, no contentos con ser espectadores, se involucraron rápidamente en la lucha. Con la destreza marcial de Tang Feng, la situación pronto se inclinó a su favor.
La batalla unilateral era estimulante, e incluso las chicas se unieron, usando sus pequeños puños para golpear a los canallas. Por desgracia, una victoria temporal no podía cambiar la situación. Además, seguían siendo sólo un grupo de cautivos atados en territorio enemigo.
—¡Bang! —Un disparo estalló en la cueva, haciendo que las asustadas chicas gritaran y se taparan los oídos.
—¡No se muevan, no se muevan! —Un hombre, que había disparado al techo de la cueva, se paró en la entrada, gritándoles.
De mala gana, Tang Feng y los demás tuvieron que detenerse. Los militantes, que habían sido derribados, saltaron inmediatamente y empezaron a atacar de nuevo, maldiciendo mientras lo hacían.
Pronto, más gente entró desde fuera. Con la cabeza pegada al suelo, Tang Feng y los demás no podían ver quién había entrado, pero oían vagamente a unas cuantas personas hablando.
Antes de que Tang Feng pudiera disfrutar demasiado del frío suelo, oyó que el guía gritaba su nombre en un inglés entrecortado.
—Tang Feng, ¿quién es Tang Feng?
Nadie respondió; sus pensamientos eran una mezcla de curiosidad y aprensión. Tang Feng había sido el que había luchado; ¿era el objetivo de esos tipos?
Nadie respondió.
—Tang Feng, ¿quién es Tang Feng? —El guía volvió a gritar.
Nadie respondió. Alguien cercano le dijo algo con dureza al guía, y éste les transmitió: —Tang Feng, sal, o ninguno de ustedes conseguirá ni comida ni agua. A nadie le gusta la sensación de morir de hambre.
Tang Feng se movió ligeramente, y se dio cuenta de que Xiao Yu intentaba llamar su atención desesperadamente.
—¡No vayas! —murmuró.
Xiao Yu temía que si se iba, no volvería jamás, lo que la asustaba más que cualquier otra cosa.
—Diganme quién es Tang Feng y les daremos comida, ropa y agua —dijo el guía con urgencia—. Dense prisa, no le harán daño. Si no lo revelan, se pondrán duros e incluso podrían matar a alguno de ustedes.
El guía no sabía por qué estos peligrosos individuos buscaban específicamente a alguien llamado Tang Feng. Sólo transmitía las palabras de la gente que le rodeaba y, como todos los demás, pensaba que la suerte de Tang Feng se había acabado.
Quien actuaba de Reynolds, el cual también estaba pegado al suelo, miró a Tang Feng. Sus labios se movieron ligeramente, como si estuviera a punto de decir algo, pero sus ojos mostraron reticencia.
En lugar de ser traicionado por sus compañeros, debía presentarse voluntariamente.
—Soy yo —dijo Tang Feng antes de que el actor pudiera revelarlo.
Este camino podría conducir a una salida o a la muerte. Fue escoltado a través del estrecho túnel de la cueva de la montaña por varios militantes armados mientras llevaba unas pesadas esposas.
Ahora, no estaba pensando en a dónde iba, sino en por qué estas personas lo buscaban específicamente a él.
En su mente, pensó inmediatamente en dos personas con alguna conexión con los bajos fondos. Pero, no estaba seguro de si Lu Tian Chen o Charles sabían de su secuestro por los militantes armados y, aunque lo supieran, no sabía si podrían rescatarlo.
Tratar con mafiosos locales siempre es complicado y muchas cosas no están claras.
Cuál sea realmente la situación dependerá de adónde lo lleven estas personas a continuación.
La cueva de la montaña no era muy profunda; llevaban caminando menos de diez minutos antes de llegar a la entrada. Al salir de la cueva, la brillante luz blanca del sol le hizo entrecerrar los ojos.
El sol de invierno era siempre pálido, se reflejaba en la nieve y causaba dolor en los ojos.
Tang Feng apenas se había detenido cuando alguien lo empujó por detrás y siguieron avanzando. Tras salir de la cueva, vio por fin cómo era la zona.
Ante él había un bosque aparentemente interminable y denso, con una gran montaña a sus espaldas. En la base de la montaña había algunas cuevas, con gente yendo y viniendo, la mayoría llevando varias armas y cajas. De vez en cuando, alguien observaba a Tang Feng con una mirada fría y escrutadora.
Este lugar era probablemente una base armada, con la mayoría de las entradas de las cuevas camufladas por los árboles.
Sin embargo, Tang Feng no fue llevado a otra cueva. En lugar de eso, lo empujaron a una camioneta verde militar. Le cubrieron la cabeza con una tela negra y, tras un viaje lleno de baches por el bosque, el vehículo se detuvo al cabo de una hora.
Si en la cueva de la montaña se había sentido como un ser primitivo, ahora se siente de nuevo en la sociedad moderna. No obstante, los guardaespaldas fuertemente armados que rodeaban la villa enclavada en el denso bosque añadían un elemento de peligro.
Este lugar era probablemente la residencia del líder del grupo armado.
Tang Feng fue arrastrado rápidamente a la villa por dos guardaespaldas, dejándole poco tiempo para pensar. Dentro, el calor de la habitación disipó rápidamente el frío de la cueva.
Varias bellezas rubias, vestidas sólo con bikinis, paseaban por la habitación y, en el centro del salón, una mujer de Oriente Medio bailaba en la barra sin más ropa que un abrigo con estampado de leopardo.
Un hombre calvo, sentado en el sofá y fumando un puro, se levantó. A Tang Feng le pareció que aquel hombre medía casi dos metros. Aunque a menudo se refería a Charles como un gran oso, comparado con esta figura maciza e imponente, Charles parecía un simple osito de peluche.
—¿Quién es este tipo? —preguntó el hombre grande y calvo en un inglés que Tang Feng podía entender.
—Jefe, este es el Tang Feng que nos pidió que encontráramos.
—¡Idiota! ¡¿Cómo puede ser Tang Feng este gordo feo?! —El jefe frunció el ceño con ira.