El emperador y la mujer caballero – Capítulo 320

Traducido por Maru

Editado por Freyna


—Su alteza, ¿de verdad… realmente quiere decir lo que dijo?

—En el momento en que nos paramos en ese acantilado, mis sentimientos por ti nunca han cambiado; mi amor por ti será eterno.

Desde que se enamoró de ella, Lucius I había sido prisionero de Pollyanna. Las manos de Pollyanna, aún sostenidas por el emperador, se calentaron. Lentamente, trató de devolver el apretón y, al hacerlo, pudo sentir los latidos de su propio corazón en la punta de los dedos. Hasta ahora, había estado tratando de negarlo todo, pero ahora, Pollyanna no podía creer cómo pudo haberlo perdido. Los sentimientos de este hombre por ella eran obviamente puros y ¿cómo podría alguien en este mundo ser capaz de ignorar la sinceridad de un hombre tan hermoso?

Las mejillas de Pollyanna se sonrojaron. No era que se hubiera enamorado de él, pero ahora que sabía la verdad, tenía una nueva responsabilidad.

Ya no podía negarlo. Ella tampoco podía ignorarlo.

Y… Necesitaba darle una oportunidad.

A Lucius I le agradaban los que trabajaban duro y se esforzaban porque él era de la misma manera. Pollyanna era como él. Hubo momentos en los que trabajó tan duro sin siquiera un propósito en la vida. Si alguien estaba haciendo un esfuerzo por un objetivo claro, tenía que ser lo suficientemente decente para darle una oportunidad a esa persona.

Incluso si ella no quería que él tuviera éxito…

Pollyanna no quería ser el tipo de persona que solían ser sus superiores acreianos.

—Está bien, su alteza.

—Gracias, Pol.

Lucius I se inclinó levemente y su cabello dorado cegó sus ojos. Dicen que la corona del emperador es demasiado pesada para que él se incline, pero frente a la mujer que amaba, fue demasiado fácil. Pollyanna le dijo:

—Solo le estoy dando una oportunidad.

Tenían que casarse sin importar nada por culpa de Gerald. Esto no significaba que Pollyanna estuviera enamorada del emperador. Su sonrojo fue solo una reacción física natural porque Lucius I era demasiado hermoso. Claramente era un hombre, pero parecía lógico llamarlo hermoso.

—Lo sé —respondió él—. Llevo diez años uniendo el continente. Estaría feliz de dedicar tanto tiempo, o más si fuera necesario, para ganar el corazón de la mujer que amo.

Lucius I finalmente soltó sus manos. Pollyanna esperaba que al menos le besara las manos, pero cuando no hizo nada, se sintió avergonzada. El emperador la acompañó hasta la puerta tomándola del brazo como un caballero.

—Debes estar cansada por el largo viaje. No te dejes caer por ningún lado. Vete a casa y descansa.

—Estoy bien, su alteza.

—Pero no estoy bien con eso. Sir Pol. Ser apuñalada y dar a luz son dos cosas muy diferentes. Por favor, no trates tu salud a la ligera y escucha a quienes se preocupan por ti. Necesitas escucharme especialmente a mí, el hombre que te ama.

Pollyanna se sintió tímida y avergonzada, pero Lucius I parecía feliz. Pensó en su situación actual.

Amor.

Ahora que sabía que Pollyanna era consciente de lo que sentía por él, quería seguir repitiéndolo una y otra vez. No le daba vergüenza decirle cómo se sentía. De hecho, se sintió orgulloso. Lucius I estaba extasiado. Finalmente, no tenía que ocultar cómo se sentía. Podía decirle que la amaba tanto y a menudo como quisiera. Pollyanna le estaba dando la oportunidad de perseguirla.

Por primera vez, Pollyanna lo vio no solo como un emperador sino como un hombre. Podía sentir la diferencia porque, aunque ella le estaba dando los mismos cumplidos, que él era hermoso, lo estaba diciendo de manera diferente. Definitivamente valió la pena arreglarse para ella hoy.

El emperador giró el pomo y le abrió la puerta. ¡Qué honor que el emperador de este reino abra personalmente la puerta! Cuando Sir Donau vio al emperador, gritó impotente:

—¡Se ve tan hermoso, su alteza!

♦ ♦ ♦

Sir Donau negó con la cabeza. Tal como esperaba, Pollyanna no tenía ninguna posibilidad contra el emperador. No se trataba solo de las convincentes palabras del emperador; era la increíble belleza de Lucius I, solo una persona ciega podría resistirlo.

Hoy, el emperador estaba más hermoso de lo habitual si eso era posible. Incluso Sir Donau, un hombre, sintió que se le humedecían los ojos por el honor de hacerlo. Entonces, no era de extrañar que Pollyanna, que estaba sola con el emperador en la habitación, no tuviera ninguna posibilidad de ganar esta batalla. Era obvio que Lucius I planeó esta reunión; esta era su oportunidad de seducirla y tuvo éxito.

El ataque sorpresa del rumor y ahora esto… Esta batalla había terminado. Sir Donau no tenía ninguna duda de quién iba a ser el ganador al final.

Lucius I ordenó a Pollyanna que descansara y ella lo siguió fielmente. De camino a casa, recibió varias ofertas atractivas, pero las rechazó todas. Sus compañeros le pidieron que saliera a beber, sus hombres le suplicaron que pasara por la sala de descanso a por unos bocadillos, y las sirvientas querían divertirse con ella, pero Pollyanna les dijo que no a todos; incluso omitió visitar a la princesa Luminae.

Pollyanna y Sir Donau regresaron directamente a su casa.

En la mesa de la cena, Sir Donau le dijo a Pollyanna:

—Regresaré a casa mañana.

—¿No sería demasiado agotador para ti?

—Bueno, mi presencia aquí no va a ser de ninguna ayuda, así que…

Sir Donau estaba insinuando claramente que Lucius I iba a ganar. Pollyanna respondió molesta:

—¡Me dijiste que ibas a estar de mi lado!

—Por supuesto, siempre estaré de tu lado, pero perdiste, hermana. Te sedujeron.

—¿Qué pude haber hecho? ¡No puedo evitar el hecho de que su alteza es tan hermoso!

—En el pasado, simplemente hubieras admirado su belleza y nada más.

Este hecho fue la razón por la que Sir Donau estaba convencido de la victoria del emperador. Era cierto que la belleza de Lucius I nunca habría funcionado así en Pollyanna antes. Ella vio al emperador solo como su gobernante y no como un hombre en ese momento. Pero ahora… Los ojos y el corazón de Pollyanna se agitaron como la frágil rama de un árbol contra el viento. ¿Fue porque durmieron juntos esa noche?

Uno no podía culparla por ser humana. De hecho, era extraño que nunca antes hubiera visto al emperador como un hombre.

—No puedo evitarlo. Siempre que veo a su alteza, sigo pensando en esa noche —respondió Pollyanna.

—Pensé que era poco probable que te alegraras casarte con el emperador, pero tal vez estaba equivocado. ¿Quién sabe? Quizás sería realmente bueno.

¿Realmente bueno? De repente, Pollyanna recordó esa noche. El aliento caliente del emperador en su cuello… No se parecía en nada a cómo se sentía con todos los demás hombres de su vida. Aunque el aliento del emperador olía a alcohol, se sentía dulce y cálido en su piel. En lugar de sentirse desagradable, que habría sido su reacción habitual, Pollyanna recordó sentirse apasionada.

Mierda.

Pollyanna se sonrojó de nuevo cuando sus pensamientos se volvieron hacia esa noche. ¿Por qué no podía dejar de pensar en eso? Sir Donau suspiró mientras la miraba. No tenía idea de lo que estaba pensando su hermana.

—Apoyaré cualquier decisión que tomes —le dijo—. Puedes divorciarte después del matrimonio o elegir convertirte en emperatriz. Incluso puedes negarte a casarte con él si lo deseas, pero hay una cosa que no quiero que hagas.

—¿Huir?

Sir Donau negó con la cabeza y respondió:

—No. Es infelicidad. No quiero que te pierdas la felicidad a propósito.

—No soy idiota. ¿Por qué elegiría la infelicidad a propósito? —Sir Donau se rio en voz baja—. Quiero que seas feliz. No tienes que ser la mujer más feliz del reino, pero realmente espero que encuentres tu propia felicidad, aunque sea pequeña.

Maru
Algo me dice que podrá ser feliz. Creo que realmente lo será, solo tenemos que esperar para leerlo.

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