Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 9: Capítulo 4 (2)

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Un rápido intercambio de tensas miradas tuvo lugar entre ambos, pero el recelo que percibió en los ojos del doctor empeoró aún más la ya sombría expresión de Lei Chuan.

—¡Entrégamelo! —Avanzó unas pocas zancadas para arrebatárselo, pero vio una densa y fibrosa masa emergiendo de la habitación, deslizándose cuidadosamente por sus pies.

Buscando a toda prisa entre sus recuerdos, Lei Chuan identificó al instante esto como la hiedra sanguinolenta que Guo Zerui había plantado en el cuerpo de Bai Mohan. Sus ojos, ya enrojecidos, destellaron de furia. Incineró con rapidez las horribles criaturas, cerró la puerta detrás de él y dijo con firmeza:

—¡Déjalo ir!

Dado que el hombre no era rival para Lei Chuan y temía que el doctor Bai resultara herido en un enfrentamiento, se vio obligado a obedecer.

Un soldado vestido con un traje de combate especial, abrió la puerta de la habitación destinada a Bai Mohan. A continuación, Lei Chuan entró y desalojó a los intrusos que ocupaban la cómoda y gran cama, con sábanas blancas y suaves.

El hombre colocó con cuidado al doctor Bai en la cama, pensando en ir al baño a buscar una toalla para limpiarlo, pero al ver a Lei Chuan bloqueando la puerta y mirándolo fijamente con los ojos enrojecidos, descartó esa idea de inmediato; sin embargo, no se alejó ni un paso de Bai Mohan.

Es evidente que no solo yo he renacido. Lei Chuan también y tal vez Guo Zerui. De lo contrario, no habrían urdido tan meticulosamente este intento de asesinato. En cuanto al joven doctor, seguramente no ha renacido, de lo contrario no lo habría seguido con tanta ingenuidad a estos dos.

Shiro
¡¿Qué es toda esta gente renacida?! ¡Esto no es científico! @.@

El hombre quitó la funda de la almohada y con suavidad limpió la sangre de la comisura de los labios y el cuello del doctor Bai.

Zhou Yunsheng sintió un dolor agudo en la cabeza; las lesiones en los tejidos musculares causada por la hiedra sanguinolenta emanaban gran cantidad de sangre. Se veía en la necesidad de seguir extrayendo poder de su alma para reparar su cuerpo, lo que exacerbaba su dolor de cabeza. Era un círculo vicioso; cuanto más débil se volvía, más dependía del poder de su alma para recuperarse, y cuanto más poder de ella extraía, más débil se volvía.

Si continúo así, podría no sobrevivir más que unos pocos días.

Con esos pensamientos, Zhou Yunsheng escupió otra bocanada de sangre, ensuciando los labios y el cuello que el hombre acababa de limpiar con tanto cuidado. Los ojos del hombre estaban enrojecidos, su corazón se retorcía de dolor, su voz al llamar al doctor Bai estaba visiblemente entrecortada.

¿Por qué los buenos siempre reciben un trato injusto? ¿No es suficiente el mérito de salvar a millones de seres gracias a él para compensar un poco de maldad? ¡Dios no puede ser tan injusto!, protestó el hombre en su interior.

Lei Chuan dio unos pasos rápidos y extendió la mano para tocar al doctor Bai, pero el hombre lo agarró fuertemente del brazo y gruñó entre dientes:

—¡Aléjate, no lo toques! Si te atreves a actuar, no dudaré en revelar tu conspiración. Aunque has eliminado a la unidad de la Base B, según mis informes, hay más personas de otras bases siguiéndolos. Ellos conocen el valor del doctor Bai y ¡no se quedarán de brazos cruzados!

A pesar de que no era oponente para Lei Chuan, este no se movió de nuevo. La sorpresa se apoderó de él al ver a Bai Mohan escupir sangre y esforzarse por encogerse, intentando esconderse detrás del hombre al mismo tiempo que le dirigía una mirada desconocida, fría y cautelosa.

—No temas, solo quiero ayudarte. Tengo habilidades de sanación.

Reveló sus poderes de curación a Bai Mohan de una manera que nunca antes había hecho con nadie, nervioso por la reacción del otro; sus manos comenzaron a sudar.

Lei Chuan pensó que vería en los ojos de Bai Mohan una expresión de alegría y aceptación a su ofrecimiento. Lo conocía bien; en su búsqueda de una cura contra el virus zombi, notó que era una persona que no dejaría pasar ninguna oportunidad, aunque eso significara acercarse al diablo.

Sin embargo, Lei Chuan, obvió un detalle crucial: los sanadores, aunque raros, no eran inexistentes, por eso Bai Mohan se había interesado en él, en su especial habilidad de sanación, capaz de incluso salvar a aquellos infectados por el virus zombi.

No obstante, en ese momento, había sido demasiado vago al hablar, lo que llevó a Bai Mohan a creer que solo era un sanador ordinario y no había razón para arriesgar su vida al acercarse. Además, ahora que la persona ante él era Zhou Yunsheng, sospecharía aún más de sus palabras.

—¿Por qué quieren matarme? Yo, Bai Mohan, he pasado años en el laboratorio o en quirófano y creo que no he hecho nada malo —musitó Zhou Yunsheng mientras tosía sangre.

No reveló su identidad como renacido para evitar incrementar el odio de Lei Chuan y Guo Zerui hacia él. Después de todo, el Bai Mohan actual tenía las manos limpias, sin haber experimentado con nadie.

Lei Chuan se quedó sin palabras, sintiendo una profunda sensación de impotencia. Si tan solo hubiera renacido antes, no habría permitido que las cosas llegaran a ese punto. Al revisar sus recuerdos, confirmó que Guo Zerui también debía haber renacido, de lo contrario, este no le habría instruido sobre la recolección de suministros, la compra de armas y el fortalecimiento de las fuerzas armadas antes del apocalipsis.

Guo Zerui lo había llevado a emboscar a la unidad que protegía al doctor Bai Mohan, diciéndole que era un científico pervertido que realizaba experimentos con humanos y que los zombis eran el resultado de su cruel trabajo. Decía que debían matarlo para evitar que creara más monstruos.

Después de haber sido compañeros por ocho o nueve años, Lei Chuan eligió creer en él. Secretamente, eliminó la unidad militar que protegía al doctor Bai y diseñó junto a Guo Zerui el plan de implantar la hiedra sanguinolenta en su cuerpo.

Al abrir los ojos y recibir todos los recuerdos, su temor se incrementó. La escena repetitiva en la que Bai Mohan caía al suelo sosteniéndose el pecho se reproducía una y otra vez en su mente, causándole un dolor intenso en el corazón, haciendo que sus ojos se enrojecieran y sus nervios se tensaran al punto de casi romperse.

Sin embargo, todo el sufrimiento previo palidecía en comparación a la pena que los ojos vigilantes de Bai Mohan en él causaban; esa mirada desgarradora cortó su corazón de forma mucho más dolorosa.

—Yo… —Su garganta estaba tan obstruida que apenas pudo emitir una palabra antes de perder por completo su voz.

—¿Cómo sabe que somos nosotros los que queremos matarle? La hiedra sanguinolenta está por todas partes; quién sabe, tal vez la adquirió sin querer una noche que acampamos fuera —dijo Guo Zerui apareciendo en la puerta, con un tono impaciente. Luego dirigió la mirada hacia el hombre que protegía al doctor Bai y preguntó—: ¿Quién eres tú? ¿Qué relación tienes con él? ¿Por qué te has infiltrado en nuestro grupo?

—Ustedes no son dueños de este campamento. Todos los supervivientes tienen derecho a quedarse —respondió el aludido, sabiendo que había fuerzas armadas de otros campamentos cerca y que Lei Chuan y Guo Zerui no se atreverían a causar un alboroto.

Guo Zerui esbozó una sonrisa irónica. Creyó erróneamente que el hombre era un usuario de habilidades del elemento madera que había ayudado al doctor Bai a eliminar la hiedra sanguinolenta de su cuerpo y que Lei Chuan había acudido para resolver el problema.

En la suite aún había otros sobrevivientes y, temiendo que Lei Chuan pudiera volverse peligroso, Guo Zerui tiró discretamente de su manga.

Lei Chuan apartó a Guo Zerui, se agachó y, palabra por palabra, declaró:

—No te haré daño, ¡no necesitas desconfiar de mí!

Al ver al Bai Mohan luchando por ponerse de pie y esconderse en un rincón de la cama, sus ojos rojos brillaron débilmente y lanzó una bola de electricidad púrpura, derribando al hombre que lo protegía. Luego, agarró con firmeza la muñeca delgada del joven doctor e introdujo su habilidad de sanación prístina en su cuerpo.

El cuerpo destrozado por la hiedra sanguinolenta fue reparado rápidamente. Sin embargo, las heridas sufridas en el alma eran imposibles de sanar con habilidades, y Zhou Yunsheng apartó a Lei Chuan tan pronto se sintió mejor y sacó una pistola plateada del bolsillo de su ropa.

—Agradezco tu ayuda, pero, por favor, sal de inmediato, de lo contrario dispararé —le amenazó.

Lei Chuan levantó lentamente las manos y retrocedió, inexpresivo, aunque su corazón estaba en tormento. Había custodiado a Zhou Yunsheng día y noche, incluso hablándole sin obtener respuesta. Había dejado de lado todo rencor por él, esperando con ansiedad un nuevo comienzo juntos después de su recuperación.

Pero la situación frente a él era todo menos lo que había imaginado. No debería estar siendo temido, desconfiado o incluso odiado. Parecía haber llegado demasiado tarde.

Al ver que Lei Chuan estaba tardando demasiado en retirarse, Zhou Yunsheng sacudió el mango de la pistola y volvió a amenazar:

—¡Por favor, salgan de inmediato!

Si Lei Chuan y Guo Zerui no planeaban desencadenar un enfrentamiento en ese momento, significaba que aún tenía una oportunidad de escapar, especialmente con la ayuda inesperada que había recibido.

Guo Zerui soltó una fría carcajada mientras llevaba a Lei Chuan fuera antes de cerrar la puerta de un golpe.

Zhou Yunsheng guardó la pistola, arrastró al hombre paralizado en el suelo hasta la cama y lo acomodó. Ambos exhaustos, se quedaron en silencio por un largo rato.

♦ ♦ ♦

Lei Chuan llevó a Guo Zerui a su habitación y, de manera directa, ordenó:

—¡En el futuro, no te permitiré volver a tocar a Bai Mohan! Él no es el tipo de científico inhumano que describes.

—No, jefe, usted no sabe… —Guo Zerui intentó explicar, pero no sabía cómo narrar la extraña situación de ser un renacido; estaba seguro de que el otro pensaría que había perdido el juicio.

—Lo sé, incluso mejor de lo que tú sabes. También soy un renacido, me acaba de suceder —lo interrumpió.

Guo Zerui se quedó atónito, incapaz de articular palabra durante un minuto antes de hablar apresuradamente:

—Jefe, si es un renacido, debería ser el primero en matar a Bai Mohan con sus propias manos. ¿Por qué no me permite actuar? ¿Acaso ha desarrollado el síndrome de Estocolmo?

Lei Chuan guardó silencio durante mucho tiempo. ¿Realmente había desarrollado el síndrome de Estocolmo? Los dolorosos recuerdos de Bai Mohan cortándolo por dentro y por fuera con un bisturí habían sido reemplazados por la imagen de ese atardecer en el que un hombre observaba la puesta de sol y lloraba en silencio. Sus ojos llenos de esperanza y alegría eran más deslumbrantes que las nubes ardientes. En ese momento, deseaba secar sus lágrimas, abrazarlo y besar sus mejillas demacradas, imaginando un futuro más hermoso y puro juntos.

En el instante de su muerte, sintió que su mundo entero y sus creencias se desmoronaban. Quería destruir esa imagen a toda costa y empezar de nuevo.

Pero cuando todo se reinició, lo que deseaba era quitarse la vida.

—Seis meses después de tu muerte, Bai Mohan desarrolló una vacuna contra el virus zombi —explicó.

Sin importar cuántas personas fueran sacrificadas o sufrieran, en comparación con la supervivencia de toda la humanidad, todo eso parecía insignificante.

Guo Zerui quedó asombrado, mirando fijamente sus manos temblorosas. ¡Fueron esas manos las que estuvieron a punto de arruinar la esperanza de toda la humanidad!

¡Afortunadamente llegó ese usuario de habilidades del elemento madera a tiempo! ¡Por suerte!

—De acuerdo, yo no lo molestaré. Pero ¿no volverás a convertirte en un sujeto experimental, verdad?

Guo Zerui estaba en una encrucijada. Por supuesto que deseaba que Bai Mohan desarrollara la vacuna, pero tampoco quería que su hermano terminara siendo un sujeto experimental.

—De hecho, para la fabricación de la vacuna solo necesita mi sangre, por lo que tendría que proporcionarle sangre fresca regularmente. Soy consciente de los límites, así que no te preocupes —dijo Lei Chuan, haciendo un gesto para que su hermano regresara a su habitación mientras liberaba su poder psíquico para explorar la habitación de Bai Mohan.

Tal vez debido a su renacimiento, su poder psíquico era más poderoso, capaz de abarcar un radio de cien metros a su alrededor. Además, había desarrollado el hábito de estar cerca de Bai Mohan en todo momento; solo unos minutos alejado de él le causaban inquietud y ansiedad desbordante.

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