Prometida peligrosa – Capítulo 141

Traducido por Herijo

Editado por YukiroSaori


El palacio imperial Lucio era un castillo hermoso y colorido, difícil de comparar con cualquier arquitectura de su época. Aunque Marianne había nacido y crecido en su propio reino, como el castillo de Lennox, había algo muy especial en este lugar que captaba su atención.

Además, esta era una de las habitaciones más íntimas del emperador en el palacio principal. Con una mezcla adecuada de su gusto personal y la majestuosidad de la familia real, era natural que sintiera curiosidad.

—Si deseas explorar el palacio más de cerca, puedo traer a un sirviente que conozca bien el camino.

—No, está bien. Solo echaré un vistazo. No podemos hacer esperar mucho a su majestad y a mi padre.

Marianne rechazó rápidamente su amable oferta y agitó la mano. Estaba ocupada observando las pinturas en las paredes y los candelabros dorados en el techo.

—De acuerdo. Como el emperador me dijo que eres libre de venir a este lugar, puedes explorar cómodamente.

—Gracias.

—Si sales por el salón interior y giras a la derecha, hay un pequeño balcón. Es un buen lugar para observar las plantas del jardín que tanto te gustan.

—Gracias por el consejo. Lo tendré en cuenta.

—¡Disfruta! —Kloud salió de la habitación.

Marianne comenzó a explorar la habitación con entusiasmo.

La estructura del palacio imperial era mucho más intrincada que la de las mansiones de los nobles comunes. Mientras que los corredores y salones centrales, frecuentados por multitudes, eran espacios amplios y majestuosos, las habitaciones privadas de los miembros de la familia imperial estaban diseñadas con una complejidad asombrosa.

En particular, la sección central del palacio, conocida como el palacio interior, era un verdadero enigma. En lugar de simples corredores, las intersecciones entre las habitaciones a menudo albergaban salas adicionales, y los pasillos se ramificaban en múltiples direcciones, creando un laberinto donde la estética primaba sobre la funcionalidad. Si alguien llegaba a perderse en aquel lugar, podía tardar un día entero en encontrar la salida correcta.

Sin embargo, la atención de los visitantes rara vez se centraba en la complejidad arquitectónica. Los tesoros dispersos por todas partes nublaban su juicio. De hecho, lo que captó la atención de Marianne no fue tanto la estructura del palacio, sino los objetos imperiales que adornaban cada rincón de las habitaciones.

—¡Guau! Señorita, este candelabro es precioso. Es la primera vez que veo uno con cuatro niveles de velas así. Mira la estatua en la parte superior. ¿Cómo la esculpieron con tanto detalle?

Cordelli admiraba los grandes candelabros de cuatro niveles hechos de oro fundido. Con una mirada ingenua, su boca se abrió de par en par mientras miraba hacia la parte superior del candelabro, que era más alto que ella.

—Me gusta esta pintura —dijo Marianne, deteniéndose frente a una pared en un pasillo corto que conectaba la habitación con la siguiente.

Cordelli se acercó rápidamente a ella. Marianne, sentada en el sofá junto al candelabro, hundió el cojín con su peso al moverse.

—Oh, es una pintura de Simony. Es la misma pintora que hizo el cuadro que te regaló la duquesa Lamont, ¿verdad?

Marianne asintió mientras contemplaba la pintura enmarcada en un gran marco.

—Se llama El resplandor del castigo. Es la primera obra de Simony.

El Resplandor del Castigo es una de las pinturas sagradas de Simony, que documentaba el poder de Airius. La artista la creó después de la guerra entre Tanatos y Cader. La obra simboliza la incapacidad de la noche y la muerte para avanzar durante el día, cuando la luz es visible.

En la historia, Tanatos intentaba en vano emerger de la tierra durante el día, incapaz de superar sus deseos, pero su padre lo arrojaba de vuelta al inframundo cada vez. Esta narración, junto con la leyenda de Cader, era frecuentemente contada por los padres de Aslan a sus hijos, ya que servía para promover la virtud y reprender el vicio.

Recordando las historias que su niñera solía contarle, Marianne examinó lentamente la pintura.

En la imagen, Airius aparecía con su cabello dorado ondeando al viento, un rasgo distintivo de la familia Frei. Montaba un carruaje celestial tirado por un fénix, el cual era un regalo de la diosa Serapina. En una mano sostenía el sol, cuya luz radiante iluminaba la escena, mientras que con la otra levantaba una lanza hecha de luz solar, clavándola en el suelo. Tanatos, con una expresión distorsionada, caía junto con la punta de la lanza. Tanatos rápidamente, desplegó la el velo de la noche para cubrirse la cabeza, intentando huir de regreso al inframundo del que había emergido.

—Puedo sentir la justicia y magnificencia en la pintura, lo cual encaja bien con el emperador —dijo Cordelli.

—Estoy de acuerdo —respondió Marianne con incomodidad.

Sus labios parecían querer decir algo más, pero rápidamente se calló. Anteriormente, le habría interesado la armonía de colores y la técnica de la pintura, pero ahora estaba más interesada en el tema de la obra.

¿Qué habrá pensado él mientras miraba esta pintura? Como el gobernante absoluto y el dueño de las nueve joyas, así como el agente del gran dios, ¿habrá jurado castigar toda injusticia en la tierra? ¿O habrá querido encontrar alguna esperanza desesperada para expulsar la oscuridad con la luz, como Airius en la pintura?

Si eso era lo que pensaba, ella y su padre podrían ser uno de sus peores enemigos.

Marianne tragó una sonrisa amarga. Aunque estaba mirando una gran pintura, su corazón se sentía pesado, como si tuviera una gran roca en el pecho.

—Señorita, ¿no le dijo Kloud que había un balcón si iba por allí? —preguntó Cordelli, notando rápidamente la mirada sombría de Marianne. ¿Te gustaría ir conmigo? Parece que el balcón tiene una vista muy bonita del jardín de flores.

Sintiendo instintivamente que debía cambiar el ambiente, Cordelli rápidamente le tomó del brazo. Sonrió y buscó su mirada.

Solo entonces Marianne apartó los ojos de la pintura. Obviamente sabía por qué Cordelli intentaba llevarla al balcón, pero no se resistió.

—¿El jardín trasero del palacio interior es diferente al que viste en la Mansión Elior? La próxima vez, deberías aceptar la oferta de Kloud de conseguirnos un sirviente que nos muestre el jardín. Debe haber más lugares en el palacio que te gusten.

Cordelli habló deliberadamente sin sentido, pero Marianne la siguió en silencio.

Pensó que podría sentirse mejor si tomaba un poco de aire fresco en el jardín.

El paisaje a su alrededor cambió mientras continuaban caminando. Pasaron junto a jarrones tallados en oro, medallones imperiales grabados con laureles, pinturas de paisajes que representaban el Lago Ronen y puertas talladas con cristales de colores.

Marianne se detuvo lentamente frente a una de las puertas.

En comparación con las deslumbrantes y espléndidas puertas y entradas a su alrededor, la puerta frente a ella era poco pequeña y monótona. Esa rareza la detuvo.

¿No es una entrada formal? ¿A dónde lleva esta puerta?

Marianne sacudió ligeramente la cabeza y miró a su alrededor. No podía ver a ningún sirviente custodiando la puerta. No había ni una doncella ni un caballero que la detuviera.

Recordando las palabras de Kloud de que podía mirar donde quisiera, Marianne extendió la mano como si fuera atraída por una fuerza desconocida.

La pequeña puerta se abrió lenta y silenciosamente. Pudo oler menta fresca y el olor a polvo de libros viejos a través de la pequeña abertura.

—Así que… quería… Marie…

Una voz familiar se escuchó desde detrás de la puerta. Curiosamente, sus palabras, que no podía escuchar claramente, contenían su nombre.

Marianne frunció el ceño. Ahora estaba acostumbrada a sacar conclusiones a partir de poca información.

El leve olor a libros, una de las habitaciones dentro del palacio principal y la voz de su padre…

¡Este es el estudio del emperador!

Solo tres cosas fueron suficientes para que concluyera que el espacio más allá de la puerta era el estudio del emperador.

Kloud dijo que mi padre fue a ver al emperador para informarle sobre algunos asuntos del palacio…

Marianne dudó por un momento y miró hacia atrás. Cordelli la miraba con los ojos bien abiertos.

Marianne llevó su dedo índice a los labios y lo presionó, señalando a Cordelli que no se acercara.

Aunque Cordelli no sabía qué estaba pasando, se quedó quieta, con la boca cerrada. Aunque siguió la orden de Marianne, no estaba contenta.

Su señora actuaba con cautela y prudencia, como un ladrón robando un tesoro. Aunque no estaba segura, estaba convencida de que Marianne intentaba hacer algo en secreto.

Cordelli la llamó moviendo los labios sin decir nada, pero ella no respondió.

Dejó a Cordelli sola en medio del pasillo, cruzando rápidamente el umbral mientras sostenía su vestido largo.

Con muy poco ruido, Marianne desapareció de su vista.

—Dios mío… ¿Qué tipo de plan está tratando de idear? —murmuró Cordelli con voz débil.

Extrañamente, sintió como si la puerta se hubiera tragado a Marianne.

Se sintió realmente extraña.

♦♦♦

Eckart no dijo nada por un momento.

Tocó la gema azul del anillo durante mucho tiempo con la punta de los dedos.

La luz reflejada por el zafiro penetró sus ojos azules de manera natural.

Ya sabía que su difunto padre había traicionado cruelmente a su difunta madre. Lo había escuchado directamente de ella. Aunque lo había escuchado diez años atrás, podía recordar claramente todo lo que escuchó esa noche cuando le contaron las historias secretas del palacio.

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