Dejaré de ser la rival del protagonista – Capítulo 19

Traducido por Yonile

Editado por Herijo


Miré los ojos verdes que me observaban desde dentro del abrigo, con una expresión de desconcierto.

—Dado que era un boleto de comida de Rainfield, no debió ser una decisión fácil.

Robert sonrió con picardía.

—Por supuesto que no lo fue. —Respondí con rudeza y salí de la sala de juego a paso rápido.

Sin embargo, a Robert no pareció importarle en absoluto y me siguió sin vacilar.

—Entonces, adiós —dije, intentando cortar la conversación.

Me di la vuelta bruscamente, con una mirada cautelosa. Sabía que sería complicado si me hacía preguntas profundas, como por qué creía que él podría convertirse en emperador. Aunque le agradecí cuando me felicitó por mi cumpleaños, no soy de las que se aferran a los favores recibidos. No soy el tipo de persona que busca quedar bien ante los demás…

Tratar con una figura tan políticamente complicada como Robert seguramente sería agotador por más pequeña que fuese la interacción. Mi sueño siempre ha sido llevar una vida sencilla. Ya tenía todos los planes trazados: no aspiraba a vivir como una aristócrata, sino a utilizar mis habilidades para vivir cómodamente. Podría ser como Oscar, quien dirige varias cadenas de tiendas, o como Marilyn, dueña de una boutique de ropa de alta gama.

Había renunciado por completo a ser reconocida como miembro del marquesado de Abedes y decidí seguir mi propio camino. Una vez terminara el concurso de esgrima, planeaba llevar una vida tranquila, lejos del peligro de ser acusada de asesinato. Mi primer objetivo era convertirme en instructora de esgrima para una familia adinerada o unirme a los caballeros de una casa aristocrática. Si lograba ascender a teniente, como Aaron, mi salario sería más que suficiente para vivir bien. El trato, después de todo, no sería tan malo.

Después de eso, conocería al hombre adecuado, saldría con él, me casaría y tendría hijos.

—Espera, señorita Annabelle —dijo Robert, sonriendo mientras bloqueaba mi camino. —Tengo que darte las gracias. Estoy feliz de recibir tu apoyo.

—Si de verdad sientes la carga de agradecerme, hazlo a lo grande

—¿Oh, en serio? —Ante mi respuesta severa, Robert reflexionó un momento, luego buscó en su bolsillo y me entregó algo. —No puedo darte un boleto de comida para el restaurante Rainfield, pero puedo ofrecerte esto.

Tomé la invitación y parpadeé, sorprendida.

—¿Serías mi acompañante?

Era una invitación a la ópera.

Las óperas no solo eran costosas, sino que también era difícil conseguir entradas. Solo los aristócratas de alto rango invitados podían asistir. Más que una actuación, parecía un evento social para los elegidos. Naturalmente, la familia del duque de Wade también estaba en la lista de asistentes.

Leslie había rechazado la invitación cuando el duque, Braden, le pidió que lo acompañara, diciendo: “Me quedaré dormida viendo algo tan aburrido”. Por lo que en su lugar, había elegido a su hijo, Ian, como compañero.

Y en esta ópera se escondía la última artimaña de Reid. Originalmente, pensé que no podría entrar al teatro, así que planeaba infiltrarme… ¡Pero que buena suerte! Como no era una ladrona, lo más probable es que me atraparan si intentaba colarme. No conocía la estructura del teatro, así que estaba un poco perdida, pero con esta invitación, todo sería más fácil.

Le sonreí alegremente a Robert y asentí.

—Claro, vayamos juntos.

—Excelente —dijo Robert, encogiéndose de hombros. —Me alegra que a la señorita Annabelle le guste la idea.

—Gracias, Príncipe. Espero que cuando regreses al palacio y te quites la túnica, te encuentres una moneda de plata en tu bolsillo.

—¿No podrías decir algo más valioso?

—Si es así, entonces no diré nada. Lo estoy equilibrando a mi manera.

Esta sería realmente la última vez. Si me enredaba con Ian solo durante esta ópera, no tendría que volver a cruzarme con él después. Estaba segura de que la comunidad aristocrática se pondría nerviosa si aparecía como la compañera de Robert…

Después de esto, simplemente viviría como una plebeya. Robert no tendría motivos para prestarme atención, ya que tampoco lo vería después de este incidente. Por fin, una vida pacífica comenzaba a vislumbrarse en el horizonte.

♦ ♦ ♦

Ian apenas durmió esa noche.

Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de Annabelle lo asaltaban. En particular, recordaba el momento en que ella cruzó su jardín, cojeando.

—¡No te enfermes! ¡No dejes que tu cuerpo empeore!

Aunque sabía que muchos en el mundo estaban preocupados por él, nunca imaginó que Annabelle lo estaría tanto. Ella era realmente escandalosa.

Pasó la noche en vela, frustrado por la fatiga que sentía a causa de sus pensamientos. Todo era culpa de las locas maldiciones de Annabelle.

No podía evitar pensar en ella cuando maldecía las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Eran maldiciones tan vívidas que no podía evitar recordarla mientras comía, se lavaba o miraba cualquier cosa. Gracias a Annabelle Nadit, su vida diaria estaba completamente arruinada.

Y además…

—Maldita sea, mi corazón sigue latiendo así cada vez que pienso en mi muñeca.

Gimió al recordar a Annabelle acostada sobre él en su propia cama. Por más que intentaba no pensar en ello, no podía evitarlo. Había sucedido en su habitación.

¿Realmente me gustan este tipo de cosas?

No importaba cuánto lo pensara, su cuerpo y su mente parecían haberse vuelto extraños.

De ninguna manera. No soy tan raro.

Su agonía continuó, preguntándose si debería cambiar la estructura de su habitación. Después de pasar toda la noche en vela, sus ojos parecían vacíos mientras empuñaba su espada al día siguiente.

♦ ♦ ♦

Leslie, por otro lado, se estaba divirtiendo mucho a diferencia de su hijo.

—Hola… —Annabelle llegó de visita, sonriendo. —Lamento no haber podido despedirme ayer y haberme ido tan de repente…

—¿De qué hablas? No tenías que hacerlo, especialmente después de que esa bomba loca te alcanzara en lugar de Ian. ¿Cómo está tu pie?

—Aún está un poco hinchado, pero me siento mejor

—Afortunadamente, le hemos encargado el libro al gremio, pero… no creo que hayan descubierto mucho hasta ahora.

—Ah…

—De todos modos, muchas gracias. No sé cómo expresar mi gratitud…

Ante las palabras de Leslie, Annabelle dudó, moviendo sus ojos azul oscuro como si tuviera algo que decir.

—Bueno, lo que quiero decir es…

—¿Ya desayunaste? Oh, no le llamemos a ese pimiento podrido “comida”.

Leslie sabía por qué Annabelle la buscaba desde temprano, pero deliberadamente alargaba la conversación. Finalmente, después de ofrecerle un desayuno completo, Leslie se sentó a tomar té y escuchar a Annabelle.

—Es que… dejé mi espada y mi traje de entrenamiento al salir de prisa.

Annabel suspiró y continuó.

—Dado que dejé mi espada, mi habilidad como espadachín es pésima. Me avergüenza especialmente decírtelo a ti, Leslie.

—¿No tomaste algo más al dejar tu espada? Mi corazón, por ejemplo.

Leslie sonrió suavemente y esparció todo tipo de chocolates sobre la mesa. Annabelle tomó con cuidado un chocolate y volvió a tomar la taza de té.

—Creo que ya es suficiente…

—Annabelle, ese es un chocolate pavé y tiene galletas dentro. La textura es completamente diferente. ¿Por qué no lo pruebas?

—Sí, gracias.

Si Annabelle pudiera pasar todo su tiempo así…

—Señora.

Apareció alguien que había estado esperando después de tocar la puerta.

—He terminado todos los vestidos que me han encargado y los he traído.

Era Marilyn, que venía con una montaña de ropa. Suspiró al ver a Annabelle con un vestido rosa. Le entristecía que Annabelle aún usara la ropa que le había hecho.

—Bueno, esto se completó hoy…

Marilyn le murmuró a Annabelle y comenzó a probarle todo tipo de vestidos.

—El traje de entrenamiento estará listo pronto, aunque se retrasará un poco porque necesito estudiar el material nuevamente.

—Gracias.

Annabelle pensó que el vestido era muy bonito con un poco de decoración, pero para Marilyn, Annabelle era tan hermosa como una muñeca sin importar lo que usara.

—Ehh… —Annabelle abrió la boca con cautela. —Si no es mucha molestia, ¿podrías ayudarme con una cosa?

—¿Qué?

Leslie respondió distraídamente.

—Dime lo que sea.

—Fui invitada a una función de ópera.

Los ojos de Leslie y Marilyn se abrieron al mismo tiempo.

—¿Qué tipo de ropa debo usar? Nunca he estado en un lugar así y no sé qué ponerme para no incomodar a mi acompañante…

—¿Recibiste una invitación? ¿De quién?

—Oh.

Annabelle respondió con indiferencia.

—Del príncipe Robert.

Dicho esto, incluso Leslie, que solía relajarse con la mayoría de las cosas excepto con la comida, abrió la boca. Ser invitada por el príncipe era un gran evento. Leslie y Marilyn ya no podían permitirse el lujo de relajarse. Esta era una emergencia.

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