Dejaré de ser la rival del protagonista – Capítulo 31

Traducido por Yonile

Editado por Herijo


—Eso es cierto —asintió Braden, coincidiendo con el comentario de Leslie.

La única forma de que Annabelle fuera reconocida por la familia del marqués de Abedes era ganar la competencia de esgrima.

—Ian volverá a ganar esta vez. La diferencia de nivel es evidente.

—Bueno…, no estaría tan seguro… —murmuró Braden.

Leslie tenía buen ojo para la esgrima, aunque carecía de tacto. Hasta hacía poco, había observado los duelos entre Annabelle e Ian desde la distancia, sin ninguna tensión particular. Sin embargo, últimamente, al verlos más de cerca, había notado ciertos detalles.

—Ahora que la veo entrenar a menudo frente a mí, siento que sus fundamentos no son tan sólidos como pensaba. Creo que tuvo un maestro inadecuado cuando era joven.

—¿Ah, sí?

—Ahora que lo pienso, dudo que Caitlyn le hubiera conseguido un buen maestro… Habría sido imposible que recibiera el mismo nivel de apoyo que Ian —afirmó Leslie con seriedad, y añadió con un suspiro: —Pero… eso ya no importa. De todos modos, todavía está muy lejos de ser reconocida por el marqués de Abedes.

Las palabras de Leslie quedaron desmentidas al día siguiente.

Con el permiso explícito del príncipe Robert y la bendición del templo, la noticia de que la prueba de paternidad de Annabelle y el marqués Abedes se realizaría públicamente una semana después recorrió la capital como la pólvora.

♦♦♦

Al regresar a casa después de asegurarle al marqués que conseguiría el permiso de la Familia Imperial, me invadió la inquietud.

¿Cómo se supone que voy a solicitar ver a Robert de nuevo? 

Al contrario de las mentiras que le había soltado al marqués, no tenía forma real de contactar con él.

Pero la preocupación duró poco.

Al día siguiente, una paloma mensajera voló hasta mi ventana y extendió la pata hacia mí. Mientras desataba la nota atada a su tobillo con expresión desconcertada, la paloma dio un golpecito con el pico, como instándome a leerla.

「Señorita Annabelle,

He oído que va a realizarse una prueba de paternidad. No se preocupe por el permiso. Se lo concedo yo mismo.

– Robert」

El sello de la Familia Imperial estampado en la nota confirmaba su autenticidad. De hecho, recordaba que, incluso en la historia original, Robert solía contactar a Ian de esta manera.

Ahora que la Piedra Mágica era casi inexistente, la Torre de Magia pertenecía prácticamente al Palacio Imperial, por lo que la magia de alto rango era casi exclusiva de la Familia Imperial. Los objetos mágicos eran tan caros que la gente común apenas los usaba y, cuando lo hacían, a menudo eran artículos ilegales o de dudosa procedencia cuya eficacia no estaba garantizada. Además, se decía que la Familia Imperial poseía un linaje bendito, lo que les permitía acceder a lugares del continente vetados para otros.

Así que confié en el mensaje y envié una respuesta de inmediato.

「 Muchas gracias, Príncipe.

Que esta mañana descubra que la bragueta de alguien que detesta está abierta. Y que, siga así hasta la noche. 」

Tan pronto como envié la respuesta, los rumores sobre mi prueba de paternidad, entrelazada con la ceremonia de retiro del Sumo Sacerdote, se extendieron aún más rápido. También corrió la voz de que el príncipe Robert había concedido el permiso con rapidez fulminante, a pesar de tratarse de un asunto que involucraba a plebeyos. El origen del rumor no era otro que el templo; el Sumo Sacerdote estaba ansioso por dar a conocer su última buena acción antes de retirarse.

Los rumores relacionados con Robert habían alimentado hasta ahora la narrativa de nuestro supuesto romance, pero ¿qué más me daba?

Seguramente Robert tenía su propio plan al dar el permiso. Quizás era una forma de asegurarse mi gratitud o cobrar el favor más adelante, ¿tal vez pretendía que fuera una especie de doble espía una vez que formara parte de los Abedes?

No tenía intención de enredarme en algo tan complicado. Decidí ignorar lo que pensaran los demás y empezar a trabajar en mi propio futuro. Era hora de trazar un plan para cuando obtuviera mi herencia.

Después de que se confirmara la prueba de paternidad, lo primero sería obtener discretamente recomendaciones de un agente inmobiliario sobre algunas zonas residenciales de alto nivel donde pudiera vivir sola.

♦♦♦

Estuve tan ocupada los días siguientes que apenas paré en casa hasta la víspera de la prueba de paternidad. Estaba absorta dibujando los planos de mi futuro en secreto.

Las casas en Brivers son demasiado caras. Descartado.’

Había estado investigando precios de propiedades y ventas recientes en varios puntos de la capital.

‘Dayguard’ me gusta en general, pero está demasiado cerca de mi antigua casa. Descartado.’

Todo el mundo daba por hecho que me mudaría a la residencia del marqués de Abedes tras la prueba. Pero mi plan era diferente: cobrar toda la herencia posible y construir una vida independiente. Dentro de las propiedades del marqués, la mayoría son minas… será difícil convertirlas en efectivo rápidamente. Teniendo eso en cuenta, es mejor buscar una propiedad con plazos de pago flexibles.

Había estado deambulando todo el día y ya caía la tarde. Finalmente, inspeccioné un lugar recomendado por el agente inmobiliario y asentí lentamente.

Este sitio está bien. No está muy lejos de la calle principal y todos los edificios parecen cuidados, es una zona acomodada.

Lo único que me molestaba era que la residencia del duque de Wade estaba demasiado cerca…

Pero es suficiente. No tengo absolutamente nada que ver con el duque de Wade. Y menos aún con Ian. Es absurdo seguir dándole vueltas.

Decidido. Me gusta todo de este lugar. Mañana es la prueba de paternidad, no puedo seguir buscando.

El agente había mencionado que aquí vivían plebeyos adinerados, dado el elevado rango de precios. Todas las casas eran lujosas y las calles estaban limpias; se sentía bien imaginar mi futuro aquí.

Ahora, tendré que buscar trabajo.’

Iba a tener dinero para vivir holgadamente el resto de mi vida, pero la idea de simplemente existir sin hacer nada me resultaba un poco aburrida. No tenía familia ni amigos, y mi reputación era un desastre. Era demasiado joven para pasar el tiempo a solas contando dinero. Ahora que me había liberado del deseo de vencer a Ian, quería empezar de nuevo.

Podría tomar una copa con colegas, hacer amigos, disfrutar de la hora del té… y tal vez, más adelante, tener una relación…

Estaba a punto de marcharme, perdida en estas fantasías sobre mi vida futura, cuando un grito rompió la calma.

—¡Ladrón!

El sonido ensordecedor provenía de la mansión contigua, la más grande y opulenta de la zona.

—¡Un ladrón, un ladrón! ¡Atrápenlo!

Oí el estallido de una ventana en el segundo piso y, acto seguido, alguien saltó a la calle. La figura pasó corriendo a mi lado como una exhalación, se internó en un callejón y desapareció. A través de la ventana rota, pude oír una voz familiar, aunque apenas tuve tiempo de reaccionar.

—¡Por ese camino vas directo al infierno, maldito imbécil, que te parta un rayo dos veces! ¡Pequeño mocoso!

Levanté la vista, parpadeando sin comprender. Era Marilyn, con su característico cabello morado, maquillaje oscuro y un vestido llamativo. Quizás acababa de terminar su jornada laboral.

Entonces… ¿esa mansión de lujo es de los Rainfield?

Ahora que lo pienso, tenía sentido. Aquí vivían muchos plebeyos exitosos. No era extraño que la Mansión Rainfield estuviera ubicada en esta zona.

—¿Mentiste diciendo que eras miembro de los Caballeros de Wade? ¡Este…—gritó Marilyn, asomando más de medio cuerpo por la ventana rota, empuñando lo que parecía un cuchillo de corte.

Su herramienta brilló bajo la luz del sol poniente, lanzando destellos hacia el callejón.

—¡Que tu amante te engañe con tu mejor amigo! ¡Que si logras casarte y tener un hijo, sea de los que despiertan cada hora por la noche! ¡Que cuando crezca un poco, evolucione a niño que no come nada! ¡Y que tenga una adolescencia terrible! ¡Y que después de criarlo con tanto esfuerzo y casarlo, tus consuegros resulten ser aquel amante y aquella amiga que te traicionaron!

Aunque en los vestidores siempre era la persona más tranquila y una artesana consumada, era sorprendente verla soltar semejantes improperios.

Claro que la sorpresa por el contraste duró poco. Inmediatamente, me lancé a la carrera tras la persona que había desaparecido en el callejón.

Alguien irrumpió en la mansión Rainfield haciéndose pasar por un Caballero de Wade, robó algo y huyó.

Aunque no me considero una justiciera, le habían robado a alguien que conocía, y no pensaba ignorarlo. Además, Marilyn siempre había sido amable conmigo, de una manera refinada, y era ella quien me preparaba con esmero y sinceridad para cada evento.

El ladrón había saltado desde un segundo piso y desaparecido rápidamente, demostrando agilidad, pero atrapar a alguien así fue pan comido para mí.

Poco después, entré en la Mansión Rainfield sujetando con la punta de mi espada el cuello de un apuesto ladrón.

—Oh, ¿señorita Annabelle? —Marilyn me saludó, desconcertada. Era la primera vez que nos veíamos así, sin Leslie presente. —¿Cómo has llegado hasta aquí?

Su tono, de repente lleno de modestia, no tenía nada que ver con las furiosas maldiciones de antes. Sin embargo, tras fijarse en el rostro del ladrón que había capturado, abrió los ojos de par en par y contuvo el aliento.

—No, pero ¿cómo demonios has hecho esto…?

—Estaba de paso y me lo encontré —dije con una sonrisa, interrumpiendo su frase mientras mantenía la espada firme en el cuello del ladrón. Añadí en tono burlón: —Atrapé a un ladronzuelo.

error: Contenido protegido