Traducido por Yonile
Editado por Herijo
La mañana de la ceremonia de retiro amaneció excepcionalmente clara y fresca. Tarareé mientras escogía mi ropa.
Aunque era la ceremonia de retiro del Sumo Sacerdote, también era el día en que se realizaría una prueba de paternidad por primera vez en casi cien años, así que la plaza, sin duda, estaría abarrotada.
Al elegir el vestido más glamuroso y hermoso que Marilyn había confeccionado, me sentí como si ya fuera una mujer rica, capaz y soltera, y mi ánimo se elevó por las nubes.
Emocionada, estaba a punto de salir de casa cuando vi a Reid tomando té solo en el salón.
—¿Reid? —lo miré y le hablé primero—. ¿No vas? La ceremonia de retiro comenzará pronto.
—Oh. —Reid sonrió torpemente y se rascó la barbilla—. Adelántate. Tengo que encontrarme con alguien un momento…
—¿Con quién tienes que encontrarte?
—Con alguien.
Desde que se decidió realizar mi prueba de paternidad, Reid había estado actuando de forma un poco extraña. Esperaba que estuviera eufórico, pero en lugar de eso, no hacía más que mirar a todos lados como alguien ansioso y reírse con torpeza una y otra vez.
—No te preocupes. Lo haré lo mejor posible en la competencia de esgrima.
Parecía que actuaba así porque le preocupaba que me retirara de la competencia de esgrima.
Bueno, las ganancias de las apuestas son enormes, así que probablemente para él sea mejor que yo gane el primer lugar a que me convierta en noble. Al fin y al cabo, es dinero garantizado
No pensaba darle ni un centavo, así que podía entender su frustración Reid se mordisqueó ligeramente la uña y respondió:
—Está bien, confiaré en ti. Date prisa y vete. Te alcanzaré pronto.
No podía permitirme prestarle demasiada atención a su sutil rareza. Esto se debía a que la idea de convertirme en Annabelle Abedes frente a innumerables personas alimentaba mi necesidad de atención.
Así que, tarareando, me dirigí a la plaza Eilas.
Aunque todavía faltaba bastante para la ceremonia, la plaza Eilas, visible a lo lejos, ya estaba llena de gente.
Primero conseguiré una casa. Seré vecina de Marilyn.
Por primera vez en mi vida, mi corazón rebosaba de emoción.
Para ser honesta… lo que realmente quería no era el primer lugar ni un título. Anhelaba ser reconocida por mi familia. Quería obtener el reconocimiento de Caitlyn o Reid. Con la esperanza de llevarme bien con Reid incluso después de la muerte de Caitlyn, lo había intentado desesperadamente desde joven.
Tras recordar mi vida anterior, me di cuenta de que ese futuro nunca llegaría. Además, después de admitir que todo lo que anhelaba era inútil, me sentí más ligera.
Reid y Caitlyn no eran una buena familia. No había necesidad de aferrarme a ellos. En cambio, decidí aferrarme a lo que era verdaderamente “mío”. Por ejemplo, el derecho a heredar.
En el pasado, quería los derechos de herencia por Caitlyn y Reid, ¡pero ahora son solo para mí!
Tras organizar mis pensamientos paso a paso, me detuve camino a la plaza Eilas. Debido al atajo que tomé, me encontraba en un callejón bastante desierto.
Mirando lentamente hacia atrás, hablé en voz baja al aire.
—Supongo que no lo saben porque no tienen ni idea sobre esgrima. Es ridículo intentar seguir los pasos de alguien tan hábil como yo. —Llevaba un vestido elegante, pero, por supuesto, ocultaba una daga entre sus pliegues—. Incluso si son dieciséis, Elburn.
Cuando mencioné el número exacto, aparecieron desde todas partes y corrieron hacia mí.
¿Pensaron que, como Ian era el único en el Imperio capaz de enfrentarme, podrían acabar conmigo si atacaban en masa? ¿O me subestimaron porque llevaba un vestido y no tenía la espada larga que siempre llevaba conmigo?
Resolveré esto en 1 minuto y 40 segundos.
Justo cuando apuñalaba el brazo del asesino más cercano con mi daga y estaba a punto de arrebatarle su espada larga para resolver la situación…
—Espere, Señorita Annabelle. —Un joven de cabello rosado se interpuso frente a mí—. Yo me haré cargo.
Sonaba relajado, considerando la rapidez con la que desenvainó la espada.
—¿Aaron Rainfield? ¿Por qué estás aquí?
La respuesta llegó exactamente dos minutos después. Habiéndose encargado de los dieciséis asesinos, arrastró cortésmente a Elburn desde donde se escondía al fondo del callejón.
—Estaba comprando unos bocadillos cerca y me topé con esto por accidente.
—¿Mmm, en serio?
—Ese vestido lo hizo mi madre. ¿Qué pasaría si se dañara? —Aaron habló con naturalidad—. En este día histórico, mi madre estaba muy ilusionada por verte con una creación de la casa Rainfield. Salió al amanecer para ocupar un asiento delantero, así que no puedes defraudarla.
—Gracias, Aaron —aunque dijeras que no era por mí, sino por el vestido, gracias de todos modos—. Y tú, Elburn —suspire y miré a Elburn, que estaba de pie frente a mí—. No puedes ser tan ignorante. No puedo creer que pensaras en tenderle una emboscada a la persona que obtuvo el segundo lugar en la competencia de esgrima. ¿E incluso viniste tú mismo? Puedo sentir tu presencia fácilmente.
Elburn me miró fijamente. Parecía saber que no tenía oportunidad de luchar.
Es obvio. Debe odiar la idea de que me convirtiera en una Abedes.
Si yo no asistiera a esta ceremonia, todo saldría según sus planes. Debió intentar detenerme en secreto durante unas horas.
A diferencia de Richard y el marqués Abedes, Elburn era muy impulsivo. No estaba familiarizado con lo que estaban haciendo Richard y el marqués Abedes en colaboración con el príncipe heredero Carlon. Así que, en lugar de calcular las consecuencias, actuó arbitrariamente porque odiaba la situación actual. Sin embargo, como ignoraba por completo mis habilidades con la espada, hizo algo todavía más absurdo.
—Y así, sin más, te llevas el derecho de herencia… —Elburn me miró y rechinó los dientes—. No crecimos juntos, no pasaste tiempo con nuestra familia, pero solo porque compartimos sangre, ¡¿por qué?!
—¿Por qué me preguntas eso? Pregúntale a la ley imperial —me encogí de hombros y respondí con sinceridad—. Bueno, con permiso.
No tenía intención de perder el tiempo con él. No tenía energía que malgastar en alguien como Elburn. Más bien, pensé que ignorarlo y simplemente irme aumentaría aún más la ira de Elburn.
Aaron me siguió rápidamente, quizá pensando lo mismo.
—Seguro que no quedan otros dos obstáculos como este —dijo Aaron con despreocupación—. Entiendo que hay tres hombres en la casa del Marqués Abedes. En cualquier caso, por el bien del vestido de mi madre, te escoltaré hasta la plaza.
Yo no era la que más necesitaba escolta en el mundo, pero el vestido era diferente. El marqués Abedes y Richard no harían algo tan burdo, pero no había razón para negarme a la escolta.
—Bueno, anímate. Es el día en que tu familia te reconocerá.
—Aunque esa familia acaba de atacarme…
—Mi más sentido pésame. —Aaron sonrió y añadió:— Y estos días estoy practicando cómo ocultar mi presencia. Algún día escucharé a Ian cantar en la ducha.
—Y asegúrate de que te atrapen espiando —le di una firme advertencia—. Así se sentirá más avergonzado.
—No olvidaré dejarme atrapar.
No fue gran cosa, pero de repente la situación me pareció divertida. Ahora que lo pienso, era la primera vez que tenía una conversación tan agradable con alguien de mi edad.
—Por cierto, Aaron Rainfield, ¿por qué no participas en el concurso de esgrima?
—No tengo mucha curiosidad por los resultados y no quiero malgastar energías. Creo que quedaría en tercer lugar.
—Hmm… Es cierto —cuando lo vi enfrentarse a los asesinos antes, me di cuenta de lo bueno que era.
—Y, a diferencia de ti, Annabelle, no tengo nada que realmente quiera lograr. Estoy bastante satisfecho siendo miembro de la Orden de Caballeros del Ducado de Wade. Ian también es un buen señor al que servir —Aaron continuó hablando con fluidez:— Tenía la terrible desventaja de que era demasiado aburrido, pero últimamente, gracias a ti, Annabelle, me divierto mucho burlándome de él. Estoy muy decepcionado de que no lo hayas hecho últimamente.
—¿De verdad? El futuro de los Caballeros de Wade parece sombrío si el segundo al mando adopta la posición opuesta a la del capitán.
—No es la primera vez que discrepamos. Además, soy una persona divertida.
Y así, de alguna manera, terminé charlando de varias cosas con Aaron.
¿Eh? Creo que hice un amigo.
Pensé torpemente, rascándome la barbilla.
No puedo creer que esté charlando con alguien así. No es propio de mí, pero me estoy divirtiendo.
En cualquier caso, era divertido hablar con alguien que sabía conversar. Aaron sonrió y habló como si sintiera lo mismo.
—Tomemos el té con Leslie más tarde. ¿No crees que será divertido?
—¿Eh? ¿Qué…? —Parpadeé lentamente—. Supongo que estaría bien.
Honestamente, asentí porque pensé que sería un poco divertido. Ahora que lo pienso, era también la primera vez que me invitaban oficialmente a pasar el rato.
Cuando llegamos a la plaza, absortos en la conversación, la encontramos abarrotada. Los ojos de todos se centraron inmediatamente en mí cuando llegué.
—Entonces, te veré pronto, Annabelle Abedes.
Aaron hizo una leve reverencia y se dirigió hacia la pareja Rainfield, sentada justo al frente. Oscar y Marilyn me saludaron con la mirada, así que les devolví una sonrisa torpe.
Antes de que pudiera saludarlos adecuadamente, se acercó un sacerdote de bajo rango.
—Oh, Señorita Annabelle, ya está aquí.
—Sí.
—Todo el mundo está esperando. Por aquí, por favor.
Detrás del escenario de la plaza había una fila de sacerdotes y santos del templo. El Marqués Abedes y el Sumo Sacerdote ya estaban situados en el escenario.
Pronto… me convertiría en Annabelle Abedes y heredaría una enorme fortuna.
Romperé lazos con el marqués Abedes una vez tenga el dinero.
Intentando calmar los latidos de mi corazón, subí al escenario.
