¡Cuidado con esos hermanos! – Capítulo 15.5: Desventuras de dos hermanos

Traducido por Sweet Fox

Editado por Herijo


—¿Por qué le compraste un piano?

Erich preguntó casualmente a la persona que estaba a su espalda, mientras sus ojos recorrían la estantería frente a él. Se encontraba en el despacho de Eugene.

Esta habitación, ubicada en la mansión, era la que tradicionalmente utilizaban los cabeza de familia de los Ernst, generación tras generación. Por eso, si se observaba con atención cada rincón, no era difícil encontrar rastros de su difunto padre, el anterior duque de Ernst.

—Y eso que te di una pista sobre qué sería lo que más le gustaría a Hari como regalo… —dijo Erich, tocando con el dedo una pequeña figura de plata que parecía del gusto de su padre.

El invierno pasado, le había sugerido a su hermano, que dudaba sobre qué regalarle a Hari, algo que seguramente le encantaría. Sin embargo, Eugene terminó preparando un regalo distinto al que Erich le había indicado.

—Porque es demasiado peligroso para Hari.

Eugene respondió en voz baja a la pregunta de Erich. Al girarse, vio la espalda de Eugene mientras este sacaba una botella de licor del gabinete.

—Eso solo lo piensas tú, hermano. Ya no somos unos niños. —Erich frunció el ceño ante la reacción habitual de su hermano y, acto seguido, añadió en tono provocador—: Entonces ya se lo compraré yo más adelante.

—No puedes. —Eugene no cayó en su provocación, pero su mirada, dirigida a Erich, era más severa que nunca. Irónicamente, fue Erich quien se sintió estimulado por esa actitud.

—¿Y qué harás si no te hago caso?

—Pues… me enfadaré contigo, supongo. —El Eugene adulto parecía envuelto en una especie de serenidad difícil de describir, algo que claramente no poseía el Eugene de catorce años, cuando se separaron.

Claro que, incluso entonces, siempre se había mostrado muy maduro ante sus hermanos menores. Pero, pensándolo ahora, en aquel entonces Eugene siempre parecía secretamente apurado, como si algo invisible lo persiguiera, y el aire que lo rodeaba era inestable y precario. Erich guardó silencio un momento, observando a Eugene servir la bebida en un vaso.

¿Su hermano enfadado con él? De alguna manera, no podía imaginárselo. Ni siquiera cuando cometió errores graves de niño, Eugene le había levantado la voz o se había enfadado; como mucho, lo reprendía gentilmente. Sin embargo, Erich sintió que lo que Eugene acababa de decir eran sinceras. Así que, si iba en contra de sus deseos y hacía lo que quisiera, era muy probable que esta vez sí presenciara la furia de su hermano con sus propios ojos. No era que temiera la ira de su hermano, que nunca había experimentado, pero… Aún así, no quería arruinarle el humor a Eugene, que por una vez parecía estar de buenas.

Erich se acercó a la mesa donde estaba Eugene y se dejó caer en la silla de enfrente.

—Esa niña… vi antes que se había lastimado la mano.

Siendo fin de semana, había salido temprano de la academia y acabado de regresar a casa. Pero en la mano de Hari, que lo había recibido, quedaba una leve marca rojiza de quemadura.

—El mayordomo me dijo que una sirvienta le derramó agua caliente en la mano. ¿Cómo se puede cometer un error tan absurdo? —Erich sonrió con ironía, torciendo una comisura de los labios. No podía entender que una sirvienta que llevaba varios años trabajando en Ernst, y no una novata recién llegada, hubiera hecho algo así.

 

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—Fue un simple error, no reacciones de forma tan exagerada. —Sin embargo, Eugene, en lugar de darle la razón, lo dijo con calma. Su voz sonó como si intentara apaciguar pacientemente a su exaltado e inmaduro hermano menor. Erich se reclinó en el respaldo de la silla y observó fijamente el rostro de su hermano.

En realidad, tan pronto como el mayordomo Hubert le contó lo sucedido, había ido a buscar a la sirvienta en cuestión. Estaba seguro de que Hari, sin duda, habría perdonado generosamente el error de la sirvienta sin enfadarse ni una sola vez. Por eso, pensaba ir a reclamarle él mismo. Pero la persona que buscaba ya no estaba en la mansión. Hubert le dijo que la sirvienta había ido a su pueblo natal a cuidar de su madre enferma y que volvería más adelante a Ernst, pero… Parecía evidente que la sirvienta llamada Sarah había sido despedida.

Si era así, la orden debía de haberla dado su hermano mayor… Pero en el rostro de Eugene no se apreciaba ni el más mínimo indicio de ello.

Erich contempló en silencio el rostro que tenía delante. Aunque desde pequeño siempre le había parecido maduro, su hermano ya tenía una edad en la que ni siquiera el gesto de beber licor parecía impropio de él.

—Dame a mí también. —Entonces, Erich abrió la boca impulsivamente.

—¿Por qué lo pides con tanta seguridad? —Eugene pareció un poco desconcertado por la actitud descarada de su hermano —. Aún no tienes edad para beber.

—¿Y tú a qué edad probaste el alcohol por primera vez?

—Bueno, yo también era bastante joven. —Eugene frunció ligeramente el ceño, como si recordara aquel momento. Erich puso cara de “¿Lo ves?” y alargó la mano hacia la mesa.

—Espera… —Antes de que Eugene pudiera detenerlo, agarró la botella y, con audacia, se echó el líquido directamente a la garganta.

Acto seguido, el rostro de Erich palideció, luego se puso rojo brillante y finalmente pareció ensombrecer.

—¡Uf, cof! ¡Cof, cof…! ¡Cof! —Dejó caer la botella que tenía en la mano sobre la mesa, casi tirándola, y se dobló bruscamente por la cintura. Una tos violenta brotó de su boca.

—Ya te dije que esperaras un momento. —Eugene chasqueó la lengua, viendo a Erich retorcerse.

—Cof… Uf. —Un momento después, algo más calmado, Erich se limpió la boca con la mano y gritó furioso: —¿¡Pero qué diablos es esto!? ¡¿Qué clase de alcohol es?! ¿Tienes alguna afición masoquista o qué? —Avergonzado por el espectáculo que acababa de dar, Erich fulminó con la mirada la botella sobre la mesa como si fuera su peor enemigo. Eugene lo miraba como si le hiciera gracia.

—Ah, en serio. Hoy nada me sale bien. Antes también tuve que aguantar que un maldito caballero se riera de mí. —Erich apretó los dientes al recordar lo sucedido antes.

La verdad es que el caballero que estaba detrás de Hari no le había gustado desde el primer momento. Con esa apariencia delicada de señorito…

—Era Ethan Bishop, ¿no? ¿Por qué has puesto a un tipo así al lado de Hari?

—La razón es simple: porque es el que tiene más habilidad. —Eugene se limitó a responder con calma mientras recogía la botella que Erich acababa de tirar y volvía a llenar su vaso, ahora vacío —. Deja de malgastar energías en tonterías y cuéntame mejor cómo le va a Kabel.

—¿Y por qué ese interés inútil en saber del segundo hermano?

—Porque es más fácil arreglar los desastres cuando son moderados. —En resumen, le estaba preguntando si Kabel no andaba metiéndose en problemas graves últimamente. Claro que, como Eugene había estado en la academia con Kabel hasta su graduación, sabía mejor que nadie las barbaridades que solía hacer su hermano. Erich arrugó ligeramente la frente, recordando sus días en la academia.

—Últimamente está bastante tranquilo, la verdad. Aunque, si te soy sincero, es más bien que ahora todos conocen su carácter y lo evitan por problemático. Sigue peleando con Johannes, eso sí.

—Parece que Johannes está manejando sorprendentemente bien a Kabel. —Eugene hizo una evaluación fría. De hecho, Erich también pensaba que Johannes, aguantando a su segundo hermano día tras día, era digno de admiración a veces. De pronto, una idea le vino a la mente y su rostro se contrajo ligeramente. Miró a Eugene, dudó un instante y finalmente abrió la boca:

—Esto es algo en lo que preferiría no pensar, pero… —Hizo una pausa antes de continuar —. ¿Tienes intención de casarnos con los Bastier?

Pero Eugene respondió de inmediato, como si el asunto no mereciera ni ser considerado:

—No pienso obligarlos a nada de eso, así que no le des vueltas innecesarias. —Tras decir esto, le dedicó a Erich una sonrisa que pareció casi una mueca —. Ahora, si eres tú el que quiere entrar como yerno en la casa Bastier, me lo pensaré seriamente.

—Ni hablar. —Erich resopló y añadió—: Oye, hermano, no te cases pronto.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que seas el único que se convierta en adulto. —Y justo en el instante en que lo dijo sin pensar, Erich vio la cara de Eugene y volvió en sí de golpe —. Ah, ¿qué significa esa cara? ¿Qué, he dicho algo que no debía?

Pero mientras lo gritaba, su cara estaba ligeramente sonrojada. Él mismo se daba cuenta de que lo que acababa de decir había sonado un poco raro. Quizás la noche lo había puesto sentimental.

—Me voy a dormir. —Erich se levantó bruscamente de la silla, hablando con una irritación fingida. Sus pasos hacia la puerta fueron bruscos, como si intentara ocultar su vergüenza. Eugene observó la espalda de su hermano menor con una expresión indescifrable, como si dudara entre reír o no.

♦♦♦

—¡Achú!

¿Quién estará hablando de mí?

Kabel se frotó la nariz, que le picaba sin motivo, y entrecerró los ojos. Levantó la cabeza y vio al profesor, que estaba explicando algo al frente. Debió de haberse quedado dormido sin darse cuenta. Al menos, gracias al estornudo repentino, parecía que el profesor no se había percatado de que estaba durmiendo.

Ahora mismo, Kabel estaba obligado a asistir a clases de refuerzo para estudiantes en riesgo de reprobar. Miró hacia el escritorio, pensando en qué demonios hacía allí sufriendo en pleno fin de semana dorado sin poder ir a casa. Sobre la mesa había un libro que ni siquiera había abierto. Al ver el título, Kabel no pudo evitar hacer una mueca de asco, como si fuera a vomitar:

[Estudio de la curvatura del espacio-tiempo mediante ecuaciones diferenciales parciales y análisis crítico y reinterpretación de los errores en la lógica de Gail Schiller basados en la teoría de la relatividad especial.]

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Esto es de locos, una locura… ¿Qué diablos significaba esto? Definitivamente no estaba en otro idioma, pero no entendía ni una palabra. Y lo que era aún más desconcertante es que se suponía que era una asignatura que había cursado el año pasado. Aunque, claro, Kabel dudaba incluso de haber estudiado algo así alguna vez. Sin embargo, en la parte superior del libro de texto ponía claramente “Kabel Ernst” con su propia letra, e incluso quedaban rastros de garabatos hechos durante la clase. Pero era desesperante que no recordara absolutamente nada del contenido importante, como si lo hubieran borrado a conciencia con una goma.

Cuanto más escuchaba la clase, más empezaba su mente a vagar por algún lugar lejano del universo. Ahora mismo, solo tenía un pensamiento en la cabeza:

—Este estudio del espacio-tiempo mediante la teoría de la relatividad especial puede aplicarse también a la magia, pero existen dos problemas muy importantes…

No entiendo una p### m### de lo que dice.

—Aquí podemos confirmar una vez más el error fatal de argumentación de Gail Schiller que vimos anteriormente. ¿Lo entienden todos?

Kabel empezó a removerse en el asiento, intentando disimular su creciente inquietud.

Si yo soy del departamento de esgrima, ¿por qué demonios tengo que estudiar esta mierda? ¡A un estudiante de esgrima le basta con ser bueno con la espada! ¡En la práctica soy mejor! ¿No soy yo el que los vence a todos en los entrenamientos? ¡Todos los días hay un montón de tipos que se quedan boquiabiertos admirando mis hazañas sin igual!

El impulso de salir corriendo del aula ahora mismo hervía en su pecho.

¡Vaya, mi hermano Kabel va a todas las clases de refuerzo y escucha atentamente, es genial!

Sin embargo, la creciente frustración se disipó como el humo en cuanto recordó la voz de alguien que había escuchado hace poco a través de la piedra de comunicación.

Realmente puedo esperar mucho de este examen. ¡Mi hermano está estudiando muy duro!

La voz resonando en su cabeza hizo que las comisuras de los labios de Kabel empezaran a temblar. Pero pronto, su rostro se tornó serio y preocupado.

¿Qué nota se considera exactamente una buena nota? Sinceramente, sacar la mitad ya sería genial, ¿no?

En cualquier caso, si suspendía también este examen, Hari se decepcionaría, seguro. Quizás incluso pondría cara de frialdad y pensaría: “Mi hermano no es tan genial como yo creía”.

Mientras imaginaba esto, un sudor frío recorrió la espalda de Kabel. ¡Eso ni hablar! ¡Tengo que seguir siendo el hermano genial de siempre!

—Bien, ¿alguna pregunta sobre lo que hemos visto hoy?

La clase estaba llegando a su fin. Como siempre, antes de terminar, el profesor miró a su alrededor, preguntando a los estudiantes si tenían alguna última duda. Y en ese preciso instante, lo que pensaban los estudiantes debía ser bastante similar:

“¡No abras la boca! ¡No hables! ¡Simplemente no preguntes nada!”

Al acercarse el final de la clase, incluso las miradas de los estudiantes, antes apagadas como las de un pez muerto, se llenaron de un brillo expectante. Sus traseros, apoyados en las sillas, ya empezaban a moverse inquietos.

—Entonces, la clase de hoy ha termina…

—¡Profesoooor!

Pero justo en ese momento, la potente voz de alguien detuvo la salida del profesor. Increíblemente, quien lo había llamado era Kabel.

—¿S-sí, joven Ernst? ¿Algún problema? —El profesor, que no esperaba que Kabel le preguntara algo, estaba desconcertado, preguntándose por qué ese rufián lo llamaba con esa cara tan temible.

Lo mismo ocurría con los demás estudiantes. Contuvieron la respiración, mirándolo fijamente, preguntándose si Kabel estaría buscando pelea incluso con el profesor.

—Lo que acaba de explicar…

¡Ay! ¿¡Quizás va a decir que lo que acaba de explicar es una basura o algo por el estilo!?

Incluso el profesor se tensó y fijó la vista en los labios de Kabel. Pero sus siguientes palabras rompieron todas las expectativas:

—¡No lo he entendido bien, así que me gustaría que lo explicara de nuevo desde el principio!

En ese instante, todos se quedaron con los ojos y la boca bien abiertos .

¿Qué…? ¿Qué acabamos de oír? ¿Acaba de pedir que repita la explicación de la clase? ¿Quién? ¿Ese Kabel Ernst, el que odia hasta mirar dos veces la carta del comedor?

—¿Q-que la explique de nuevo?

—¡Sí! ¡Esta vez escucharé atentamente sin perderme ni una palabra, así que explíquelo otra vez, por favor!

¡Dios mío! ¿¡Quién le ha echado algo en la comida hoy a Kabel Ernst!?

Kabel, que había sumido a los estudiantes en un caótico caldo de confusión, exigió al profesor una repetición de la clase con una cara totalmente desvergonzada. Por supuesto, dado que la hora de clase ya había terminado, el profesor podría haberse negado a su discreción. Sin embargo, el profesor se sintió conmovido por el ardor académico de Kabel, algo que pensó que nunca vería antes de morir.

—¡Oh, sí! ¡Qué momento tan hermoso y conmovedor! ¡Bien, todos! ¡Abran de nuevo los libros! ¡Vamos a seguir hasta que todos comprendamos perfectamente la lección de hoy!

—¡Siiií!

Pero solo esos dos parecían llenos de energía, como si hubieran comido algo raro.

Los estudiantes, obligados a prolongar la clase de refuerzo, se quedaron atónitos y desconcertados. Sin embargo, como la persona que les había robado su libertad no era otro que el perro rabioso de Kabel, nadie se atrevió a expresar su oposición. Así que, al final, no tuvieron más remedio que volver a abrir los libros a regañadientes.

 

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Las locas excentricidades de Kabel no terminaron ahí, sino que se extendieron a todas las asignaturas. Los estudiantes suspensos que tuvieron que sufrir las clases de refuerzo con él después de aquello, gracias al inesperado afán estudioso de Kabel, acabaron obteniendo unas notas sorprendentemente altas en el siguiente examen. Pero se dice que, desde entonces, empezaron a temblar con solo oír el nombre de Kabel Ernst.

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