Matrimonio depredador – Capítulo 100: Cinco besos

Traducido por Yonile

Editado por YukiroSaori


Durmió profundamente, sin pesadillas. Leah se despertó sintiéndose renovada, aunque se sobresaltó un poco cuando abrió los ojos. Su entorno no era familiar, pero también había un par de brazos envueltos alrededor de su cuerpo, abrazándola por detrás. El suave aliento del hombre le hacía cosquillas en la oreja y aunque solo vestía un fino camisón y estaba parcialmente cubierta por la manta, no sentía nada de frío.

Leah abrió la boca para hablar, pero lo reconsideró. Después de un momento de incertidumbre, se mordió el labio y con cautela trató de alejarse. Sus manos se veían muy blancas comparadas con la piel bronceada de sus brazos.

Justo cuando estaba a punto de lograrlo, las manos envueltas alrededor de su cintura y el vientre se movieron hacia arriba sobre sus senos. Ante el grito ahogado de asombro de Leah, le frotó los senos y le besó la nuca. Su voz profunda habló.

—¿Ya estás despierta?

Ishakan le sonreía cuando ella se dio la vuelta, sus ojos ligeramente traviesos.

—¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?

—Poco más de un día.

Afortunadamente, esta vez no había dormido durante varios días. Lentamente, ella asintió. Sus ojos dorados la miraron fijamente, midiendo. Todavía parecía un poco somnolienta.

Ishakan se humedeció los labios. Su mirada se movió a sus pechos, sus pezones sobresaliendo a través del fino camisón. Cuando lo vio mirar, Leah los tapó con las manos.

Frunciendo el ceño descontento, se levantó, alcanzó una jarra cercana para beber un poco de agua y luego se la tendió a Leah. Era algo inconcebible, beber directamente de una jarra, en contra de todas las costumbres de Estia, pero Leah se la llevó a los labios. Esas cosas no importaban. Ya no estaba en Estia.

El chorro de agua que fluía por su garganta seca se sentía refrescante. Tan pronto como terminó, Ishakan la besó y la abrazó, mordiéndole los labios.

—A partir de hoy, tenemos que besarnos cinco veces al día —susurró.

—¿Cinco veces…?

—Es obligatorio, Leah —dijo en voz baja. Leah asintió automáticamente, todavía un poco aturdida—. Parece que mis fluidos corporales ayudan contra tus hechizos.

—No puedes hacer eso todos los días, ¿verdad? Por eso tenemos que besarnos. —Pasó sus dedos suavemente sobre sus labios—. Por supuesto, si te parece bien, puedo hacerlo todos los días para ayudarte.

No estaría bien, todavía estaba adolorida por la última vez. Si tuvieran sexo todas las noches, ella realmente podría morir. Ishakan sonrió ante su expresión de reproche. En ese momento, llamaron cortésmente a la puerta.

—Maestro Ishakan. Es urgente. —El sonido de la voz hizo que Ishakan frunciera el ceño y chasqueó la lengua mientras se levantaba de la cama.

—No podré desayunar contigo. Te enviaré comida con Genin, debes comer. Si quieres, podemos almorzar juntos más tarde.

Ishakan se puso una bata y luego se inclinó para besarle la frente, luego la nariz y luego los labios.

—Me gustaría quedarme contigo. —Sus ojos se abrieron y él sonrió—. Pero no se puede evitar. —Él tomó sus mejillas con ambas manos—. Estoy ocupado preparando un regalo para ti.

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