— ¿Joven Maestro?
Ian estiró su brazo hacia Riley, quién no dijo ni una palabra.
Le pareció extraño que Riley no se volteara a ver a su amada madre, a pesar de que ella estaba en tal estado.
— ¿A dónde vas? Debes quedar…
Como un hombre que había practicado esgrima bajo la casa Iphelleta durante toda su vida. Pudo sentir un repentino cambio en el aura de Riley, su curiosidad aumentó. Era similar a esa vez que el primer y segundo hijo de la casa Iphelleta ridiculizaron a su madre. Seguí leyendo “El Perezoso maestro espadachín – Capítulo 3: La sopa envenenada”