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Por lo general, los infantes hablaban de manera indirecta, pero esta niña era bastante elocuente.
—Tu madre y tu hermano deben haberse equivocado. Este tío siempre ha estado aquí —le dijo Chi Yan mientras se inclinaba y acariciaba su cabeza. Lo encontraba divertido, pensando que solo los peques portaban un semblante tan serio cuando buscaban tener razón en tales cosas. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 16: Disparates”
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Chi Yan había planeado hacer uso completo de sus vacaciones de tres días y dos noches, pero después de lo que pasó la noche anterior, además de rodar en la cama con Ye Ying Zhi hasta el amanecer, solo logró quedarse dormido a las cuatro a.m. Para cuando se despertó, ya eran las once a.m. y la mitad del día ya había pasado. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 15: Solo”
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Chi Yan se sintió avergonzado por la demostración pública de afecto a plena luz del día.
—Deja de hacer tonterías —murmuró por lo bajo y apartó la mano de Ye Ying Zhi. No se dio cuenta de cuán posesivo había sido ese abrazo. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 14: Infatuación (2)”
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Infatuación: alude específicamente a cierto estado emocional caracterizado por dejarse llevar por una pasión irracional, especialmente por el amor adictivo.
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Chi Yan consiguió un amante. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 13: Infatuación (1)”
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Bajo la protección de las cenizas de Ye Ying Zhi, Chi Yan se sintió más valiente. Así, en el quinto día del Año Nuevo Chino, se dirigió a la ciudad de Shiming.
Su prima, quien estaba estudiando en el extranjero, ya había regresado a la escuela, por lo que solo sus tíos estaban en casa cuando llegó. Seguí leyendo “El perseguido – Capítulo 12: Codiciado”
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Chi Yan solo consideró posibilidades inocentes, ya que lo primero que le vino a la mente fue el claro recuerdo de cómo lo empujaron por las escaleras y las minúsculas huellas que quedaron marcando su piel. Seguí leyendo “El perseguido – Capítulo 11: Compañero de piso”
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Pronto llegó el final del año. El mes anterior había sido tranquilo, nada había pasado. Después de que Chi Yan, con temor, se fue a su casa al día siguiente, no hubo ningún problema, por lo que lentamente se relajó.
La única diferencia fue que, no se atrevió a volver a pedir comida a domicilio. Comenzó a cocinar en casa, sirviendo a Ye Ying Zhi más comidas caseras. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 10: Día de Año Nuevo”
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Chi Yan exhaló aliviado y besó la botella de vidrio. Supuso que de alguna manera había sido el Tercer Maestro Ye quien otra vez le había salvado la vida.
Sin hacer sonido alguno, la sombra le besó la oreja. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 9: Replanteando todo”
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Chi Yan se despertó y vio que el día era brillante y soleado. La luz del sol entraba por la ventana y llegaba hasta su manta, calentándolo. Mientras estiraba su cuerpo, sintió algo duro que se le enterraba. Al alcanzarlo se dio cuenta de que era la tableta negra. Los recuerdos de la noche anterior se precipitaron a su mente, y rápidamente se sentó, dirigiendo su mirada a la entrada del dormitorio. El tocador todavía estaba firmemente apoyado contra la puerta, y el colgante de jade estaba en su mano. No había sido solo un sueño, pero no entendía cómo había sobrevivido. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 8: Choque”
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Después de terminar la comida, Xu Jiang sacó a colación lo que Chi Yan le había dicho por teléfono previamente.
—¿Tu tía todavía está tratando de presentarte a su sobrina? Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 7: Para llevar”
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La cosa parecía haber notado que Chi Yan lo estaba mirando, y comenzó a avanzar entre la multitud, sus movimientos eran pausados, pero la distancia entre ellos fue disminuyendo rápidamente. No se atrevía a darle la espalda y solo pudo extender lentamente su brazo para agarrar a su amigo con su mano derecha, mientras que con su izquierda se aferraba a la botellita que colgaba de su cuello. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 6: Viernes”
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Chi Yan durmió inesperadamente bien esa noche, ya sea por haber sido consolado psicológicamente por las cenizas del Tercer Maestro Ye o porque éstas realmente lo protegieran. Por supuesto, también pudo haber estado muy cansado. El sueño reparador le ayudó a ponerse al día con la deuda que tenía, y se sintió enérgico al despertar. Cocinó una olla de fideos instantáneos y sirvió un cuenco a Ye Ying Zhi primero, colocándolo en el altar. Debido a las experiencias de su niñez, era un fiel creyente de tales prácticas. Como le había pedido ayuda al Sr. Ye, rezaba sinceramente. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 5: Hombre bajo el agua”
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Eran las seis p.m. cuando Chi Yan llegó a la terminal de autobuses. Afortunadamente era verano y el cielo todavía estaba brillante y dorado. Sin embargo, el oro ya era opaco y le daba una atmósfera nostálgica, a diferencia de los colores claros y vivos de la mañana. El boleto que había comprado era para las siete p.m., pero diez minutos antes de la hora todavía no había señales del autobús. A las siete en punto, un empleado arregló que subieran a otro autobús al que le quedaban entre cinco y seis asientos vacíos. Su destino era el mismo, Ciudad Sumin, pero el viaje era más largo, ya que se detendría en varios municipios a lo largo del camino, extendiendo el viaje de dos horas original a tres horas. Aquéllos que desearan subir podían recuperar la diferencia del costo del boleto, o bien podían seguir esperando por otras alternativas, explicó el trabajador. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 4: Retorno”
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Shisai
Se recomienda leer los capítulos de esta novela solos y en una habitación con poca iluminación para mayor efecto. Muajajaja
Después de la reunión con el sacerdote Zhang, Chi Yan sintió como si las telarañas de su cabeza hubiesen sido despejadas, y ahora un objetivo estaba a la vista. Aunque sería una tarea difícil obtener las cenizas de Ye Ying Zhi… Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 3: Funeral”
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Para Chi Yan, entre las mejores cosas de su trabajo estaba que no era estresante y que la carga laboral era liviana, lo que posibilitó que el permiso que necesitaba con urgencia se aprobara fácilmente. Por supuesto, la remuneración no era muy buena y había pocas oportunidades de ser promovido. Sin embargo, tenía miedo de encontrar un empleo que requiriera trabajar horas extras, porque estar cansado en extremo, facilitaba que esas “cosas” lo molestaran. Vivir así era más que suficiente para él. Seguí leyendo “El Perseguido – Capítulo 2: Apariencia de demonio”