El Perseguido – Capítulo 9: Replanteando todo

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya

Corregido por Shiro


Chi Yan exhaló aliviado y besó la botella de vidrio. Supuso que de alguna manera había sido el Tercer Maestro Ye quien otra vez le había salvado la vida.

Sin hacer sonido alguno, la sombra le besó la oreja.

Verificó la hora, apenas era la 1:40 a.m. No había pasado mucho tiempo desde que se despertó, pero estando asustado, se había sentido como si hubieran pasado horas. Aunque apenas había dormido y se sentía cansado, no tenía sueño, o más bien temía sucumbir a Morfeo debido al miedo constante. En lugar de eso, decidió mirar algunos videos y encendió las luces.

Después de terminar una película, finalmente se sintió lo suficientemente relajado como para quedarse dormido. Sin embargo, cuando se quitó los auriculares, notó que parecía haber una conmoción en el piso de abajo. Fuera del pasillo, hubo una ráfaga de movimiento y escuchó palabras como “suicidio” y “bloque opuesto”.

Se puso su abrigo y salió al balcón. Afuera estaba bastante oscuro, pero podía ver a la multitud, débilmente iluminada con sus teléfonos. No obstante, estaba demasiado oscuro como para ver lo que sucedía allí abajo. Miró al bloque opuesto, donde vivían los estudiantes de pregrado. Como era después del toque de queda, todas las habitaciones estaban oscuras, la única luz provenía de la parte donde se encontraban los baños. Ya había deducido lo que estaba sucediendo a partir de las palabras que había escuchado, por lo que sus ojos se dirigieron a la parte superior del otro edificio.

Todas las construcciones del dormitorio tienen siete pisos de altura, y al encontrarse en el sexto piso podía ver con claridad a una persona de pie al borde del parapeto, un paso y caería. Detrás del joven podía ver los vagos contornos de la gente, que mantenía una distancia prudencial, sin atreverse a acercarse demasiado. Pensó que debían ser parte del personal o profesores.

Cuando Chi Yan finalmente lo miró con mayor detenimiento, se congeló.

A pesar de haber tanta gente, ninguno veía lo que estaba detrás de la persona suicida. Sus manos mortalmente blancas estaban envueltas alrededor del cuello del estudiante, su lengua larga y viscosa lamiéndole desde el cuello hasta las orejas.

Al principio no había logrado verlo, fue de repente que pudo, pero solo porque la cosa le había estado mirando con sus ojos inyectados en sangre. Lo observaba, lo había encontrado y ahora lo quería.

Él había oído hablar de la teoría del chivo expiatorio.

Donde alguien murió injustamente, un fantasma vengativo se podría formar. Permanece en el área, día tras día, buscando implacablemente una víctima. Una persona joven, o alguien mentalmente débil, especialmente un suicida; sería fácilmente perseguido y tomaría su lugar.[1]

—Este niño nació naturalmente débil y sería un blanco fácil como chivo expiatorio. Trate de mantenerlo alejado de aguas donde personas hayan muerto, caminos propensos a accidentes y casas donde hayan habido asesinatos. De ser necesario pasar por allí, que mantenga la cabeza baja y que se aleje de ese lugar lo antes posible —dijo una vez un sacerdote al que su abuela lo había llevado a ver.

No había entendido a qué se refería en ese momento, pero ahora que lo estaba experimentando, el recuerdo resurgió vívidamente, y cuanto más pensaba en ello, más fuerte latía su corazón. Inconscientemente agarró la botella sobre su camisa, preguntándose desesperadamente por qué su suerte había sido tan horrible.

La cosa lo miró, y relajó sus manos alrededor de la otra persona, como si quisiera ir con Chi Yan. Él sabía que, si bien parecía que estaban separados por una distancia considerable, estos entes eran diferentes a los humanos. Incluso podría aparecer detrás de él en una fracción de segundo, y tenerlo contra la pared con una sola mano alrededor de su cuello antes de que se diera cuenta.

Estos pensamientos hicieron que su cuerpo se pusiera tenso.

De repente, escuchó el crujido de una puerta abriéndose, y un joven con gafas de montura oscura apareció en el balcón a su derecha. Las terrazas del dormitorio estaban una al lado de la otra, separadas solo por un estrecho espacio. Cuando el hombre lo vio, se sorprendió un poco, pero, aun así, asintió cortésmente. Y él le devolvió rígidamente el saludo.

Debido a este interludio, para cuando volvió a mirar, la cosa había desaparecido. El estudiante que iba a saltar se había desmayado hacia atrás y estaba a salvo, y la gente que había guardado distancia ahora estaba a su alrededor tratando de ayudar.

Chi Yan sintió que se le erizaban los pelos de la nuca. Era solo una teoría, el ente no podría haberlo elegido, ¿o sí?

Lentamente, tocó alrededor de su cuello, dedos palpando la piel ahora helada por el viento y calentándose al tacto. Dio media vuelta y la habitación seguía bien iluminada.

No había nada.

Todavía se sentía incómodo, pero esa cosa en verdad desapareció, y no había señales obvias de que lo estuviera persiguiendo. El estudiante había sido rescatado, y los transeúntes que antes se arremolinaban se habían dispersado, devolviendo el lugar al silencio, con solo unas pocas personas para resolver las consecuencias.

Decidió irse a dormir. Después de un momento de vacilación, agarró la tableta del escritorio y la llevó con él a la cama. Tirando de las sábanas sobre sí mismo, cerró los ojos.

Aunque inesperado, el sueño se apoderó de él rápidamente. En las profundidades de su conciencia, sintió a alguien acostado a su lado. Borrosamente, podía distinguir que la persona era más grande que él, y podía envolverlo completamente en su abrazo, cálido como un ángel guardián. Chi Yan se sintió a gusto, y se volvió para abrazar a la persona, las comisuras de sus labios levantándose en una pequeña sonrisa.

Al día siguiente se despertó con la manta en sus brazos. Aunque apenas había dormido, se sentía recargado. Rápidamente empacó sus cosas, y después de arreglar la habitación se preparó para irse. Todavía era temprano, eran las 7:10 a.m., los dormitorios seguían tranquilos y no había nadie alrededor. Caminó hacia el aparcamiento en busca de su coche, y de repente algo pareció tirar de sus pantalones.

Pensó que había sido atrapado por una rama que sobresalía de la pared, y miró hacia abajo para tratar de desengancharlo. Sin embargo, tan pronto como lo hizo, se congeló.

La pernera de su pantalón estaba siendo jalada por una mano pálida, con la apariencia sucia de los cadáveres.

Corazón palpitante, se obligó a recorrer con la mirada el brazo conectado al puño. Era lo que había visto anoche, arrastrándose por el suelo ahora. Todavía tenía la misma horrible cara con ojos saltones, pero a diferencia de ayer, parecía haber perdido la parte inferior de su cuerpo de un golpe brutal. Sus pupilas sin vida lo miraron, llenas de odio.

Sabía que esta cosa se estaba esforzando al máximo para matarlo. Después de todo, al hacerlo quedaría libre, de lo contrario, podría no sobrevivir para encontrar otra víctima en su estado actual.

Luchando contra su miedo, rígidamente extendió la mano hacia la botella que llevaba alrededor de su cuello, y se la quitó. Temblando, extendió el frasco hacia la cosa.

Antes de que la botella pudiera tocarlo, el ente soltó repentinamente sus pantalones, como si una fuerza poderosa lo hubiera empujado hacia atrás y humo negro comenzó a brotar del cuerpo del fantasma.

Chi Yan no se atrevió a quedarse más tiempo, corrió rápidamente por el camino, sujetando con firmeza la botella. Cuando al fin vio a otras personas, dejó escapar el aliento que estaba conteniendo. Tembloroso, encontró su auto, y una vez que subió se derrumbó en el asiento. Tomó un par de respiraciones, pero incluso entonces, le tomó un par de intentos antes de que sus manos fueran lo suficientemente estables como para volver a ponerse el frasco al cuello.

—Gracias por salvarme la vida nuevamente, Tercer Maestro Ye —oró silenciosamente una vez sintió la botella fría contra su pecho.

Ahora estaba seguro, a pesar de que las cenizas no podían detener a los espíritus que había a su alrededor, o las malvadas intenciones que tenían hacia él, aún podía salvarle la vida. El sacerdote Zhang tenía razón: los fantasmas le tenían miedo.


[1] Con tomar su lugar se refiere a que la persona que muere queda atrapada y así el fantasma vengativo podrá vagar libremente lejos del lugar donde falleció y al que estuvo atado.

Shisai
¡Durmieron abrazaditos!

Sakuya
¡¡Siiiii que lindura!!

2 respuestas a “El Perseguido – Capítulo 9: Replanteando todo”

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