El rostro de Cordelli se puso blanco ante el recordatorio de Beatrice. Si fuera una criada, Cordelli podría taparle la boca ahora mismo, pero, por desgracia, Beatrice era una dama de una familia noble, de rango muy superior al suyo.
Mientras estaba nerviosa, Marianne la miraba con una expresión terrible.
—Cordelli, ¡cómo es que…!
—No, Señorita. Escúcheme, por favor. Estoy bien. Ya no estoy mareada. No me duele… ¡Estoy muy bien! Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 90”
Cordelli solo buscaba a una persona.
Una mujer de pelo chocolate y ojos verdes como capullos. Su única dama y, quien sobrevivió a la muerte.
—¡Señorita Marianne! Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 89”
Como no podía soportarlo más, bebió opio derretido, pero no recordaba cuándo había quedado dormido desde entonces. Hizo todo lo posible por recordar lo sucedido.
La voz de Kloud y la mirada de Curtis. La sensación de que su fiebre bajaba poco a poco. Serenidad fresca, el sueño que lo envolvía. La sensación de caminar en el aire y la oscuridad sin fondo. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 88”
Marianne abrió la boca solo después de morderse los labios.
—¿Puedo quedarme aquí un poco más? — preguntó.
Kloud se volvió hacia ella. Marianne se apresuró a dar una breve excusa.
—No le despertaré. Déjeme vigilarlo aquí— explicó en voz baja para no perturbar su sueño recién conciliado. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 87”
—Pero las dos diosas parecen tener un gran amor especial por ti —dijo Helena.
Como no podía soportarlo más, Marianne cerró los ojos. Su visión se volvió borrosa. Al principio sintió como si todos los nervios de su cuerpo le quemaran como cortados por una daga afilada, y luego se relajó como si la cubrieran con una manta cálida. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 86”
—Entre la infinidad de estrellas, solo unas pocas personas especiales pueden nacer en aquellas de los nueve dioses. Helena dice que recibir la bendición de Dios es diferente de nacer en la estrella de Dios. Aunque fui bendecida por la diosa Anthea, no nací en su estrella —continuó Hilde con voz alegre, pero cuanto más hablaba, más celestial se volvía su voz.
—Siempre me pregunté, ¿quién nació en la estrella de la diosa Anthea? ¿Qué tan amigable es la persona? Ya que nací para apoyar a la diosa en su bendición, ¿puedo hacerme amiga de esa persona si la conozco? Entonces… Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 85”
En ese momento, Eckart dejó escapar un suspiro sin notarlo. No solo eran coherentes sus palabras, sino que también se sorprendió al percatarse de que ella gradualmente lo estaba convenciendo. Incluso interpretó de manera distinta sus palabras irritantes. La mención de la palabra “esposa” le frustró más que la de “tirano”.
Como era su costumbre, Marianne sonrió con radiante inocencia. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 84”
—¿Oh? Gracias. —Marianne sonrió a Hess, quien tomó una toalla y se la tendió con la mano—. Tus ojos son hermosos, como ópalos.
—¿Disculpa? Oh, no… Gracias.
Hess hizo una reverencia con la voz acelerada. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 83”
—¿Qué pasa con el gran duque?
—Cuando recibió el informe del equipo de búsqueda que acababa de hacerse cargo, inmediatamente regresó a la residencia. Dijo que volvería mañana.
—¿Dejó al vice chambelán en el templo?
—Sí. Por cierto, era muy terco. Tenía tres costillas lesionadas, pero seguía preguntando sobre las actualizaciones del equipo de búsqueda cada hora. Según me dijeron los sirvientes, no comió adecuadamente. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 82”
Sus ojos inyectados en sangre parpadeaban como salvajes. Al maximizar todos los sentidos de su cuerpo, su visión era muy amplia, y todos los sonidos cercanos le taladraban los oídos.
Oyó a varios animales pequeños corriendo por la hierba y el sonido del viento agitando los árboles. Olió la humedad de las cascadas cercanas. En ese momento, sintió por instinto la sombra de un pájaro que volaba desde lejos.
—¿Poibe…? Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 81”
Si solo fuera levemente arañada por espinas de rosa, todos en su mansión estarían preocupados. Si pedía cualquier tipo de fruta, amontonaban una montaña en un almacén, y si ella recogía una que no estaba madura, todos, desde la mansión, desde una criada hasta el asistente principal, suplicaban un castigo. Si quería un vestido en particular, cruzarían el mar y la montaña para encontrar al mejor diseñador, pero incluso ese vestido a menudo se tiraba y acumulaba polvo en la esquina de su armario por su capricho. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 80”
—¿Por qué te gusta jurar por el honor de tu nombre?
No estaba segura de si él realmente conocía el peso de su compromiso con ella.
—Oh, solo estoy bromeando. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 79”
Eckart recordó vívidamente lo que sucedió anoche. No podía creer que no fuera un sueño. Recordó que se aferró a sus muñecas y que vio sus ojos húmedos, pero no podía creerlo.
¿Qué diablos hice anoche?
Apretó el labio inferior. Tenía la boca seca. Tenía tanto frío anoche, y ahora parecía que su cuerpo se estaba quemando. Cada vez que tragaba saliva seca, su úvula hinchada subía y bajaba. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 78”
—¡Señor!
Cuando estaba a punto de abrir la puerta, Jed tropezó con alguien que chocó con ella.
Colin, cuyo cuello fue agarrado por él, tropezó y cayó. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 77”
—Estoy bien…
Su voz era muy débil igual que su respiración.
—¿Dices que estás bien? Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 76”