Contrato con un vampiro – Capítulo 11: Capítulo 11: El tú de un pasado distante

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


La encontré

Kyouya. silenciosamente. se ocultó detrás de un árbol grande, sus ojos estaban fijos en la niña pequeña jugando en el parque. La niña tenía pelo rubio y ojos color avellana, sin duda. ella era el objetivo. Kyouya comparó la foto de la mujer que los idiotas de la Asamblea Azul habían secuestrado y usado para experimentos sin permiso, con esta niña pequeña.

Azuza Saito. 4 años.

Alias: Blancanieves

Una niña pequeña creada con la sangre del Antiguo.

La niña en su reporte pateó una pelota rosada hacia uno de sus amigos.

Esta historia tuvo lugar trece años, antes del secuestro de Azuza.

♦ ♦ ♦

El día era insoportablemente caliente, como si la madre naturaleza estuviera haciendo notar la llegada del verano. El joven escondió sus característicos ojos rojos debajo de unos lentes de contacto, vistiendo una camisa de manga corta y pantalones casuales. Su cabello, un poco más largo de lo normal, estaba sujeto en una suelta cola de caballo. No importa cómo lo veas, era una persona común y corriente. Sin embargo, en realidad, era un vampiro.

Kyouya Doumeki, parecía estar a principios de sus veinte. Se había estado desplazando de un lugar a otro durante los últimos meses por las órdenes recibidas de su padre Akashy, el Patriarca de la Asamblea Roja.

Sus órdenes fueron —Encuentra a la niña con la sangre del Antiguo antes que la Asamblea Azul y ponla bajo custodia. Captura al hombre que la acompaña, Shingi Saito, vivo o muerto.

— ¿Ponerla bajo custodia? ¿A quién quieres engañar? Esto es más bien un secuestro —Gruño Kyouya para sí mismo, al recordar las órdenes.

La búsqueda comenzó al día siguiente de la desaparición de Yayoi y Shingi, pero pasaron varios años sin encontrarlos. El Patriarca de la Asamblea Roja se volvió impaciente y seleccionó a su propio hijo, el cual, era su orgullo por ser el más fuerte de todos los vampiros en su asamblea, para encargarse de la búsqueda. Había tomado la decisión correcta. Kyouya, finalmente, obtuvo la ubicación de Shingi Saito, el hombre que desapareció junto a la madre de la niña. También determinó que la niña estaba viviendo con él.

Debería reportarlo pronto.

Kyouya no había reportado la ubicación a Akashy aún. No tener pruebas definitivas de que Azuza de verdad portara la sangre del Antiguo era un factor, pero, el motivo principal era que aún tenía sus dudas acerca de destruir su pacífica vida y entregársela al demonio, doble cara, de su padre. Pero no reportarlo y dejarla en paz podía terminar en un futuro aún más miserable a manos de la Asamblea Azul.

Kyouya había investigado la casa Saito unos días antes, descubriendo que Azuza ama a Shingi Saito como si fuera su padre. Vivían con Yayoi, a la cual consideraba como su madre. La familia de tres se llevaba bastante bien. No podía forzarse a sí mismo a destruir esa familia. Pero, posiblemente, era un sacrificio inevitable para asegurar su bienestar futuro.

— ¡Señor! ¡¿Puede pasarme mi pelota?! —Una niña lo llamó justo en el momento en que una pelota rosada rebotaba a sus pies. Azuza Saito corrió hacia donde estaba, lo más rápido que sus pequeñas piernas se lo permitieron.

Demonios, no planeaba dejar que me viera. Pensó, pero era demasiado tarde para lamentarse.

— ¡Muchas gracias! —Azuza bajó su cabeza después de que le pasó la pelota. Ella dio la vuelta, corriendo hacia donde estaban sus amigos, pero tropezó con una raíz y cayó magníficamente sobre su cara.

Dejó salir un lamento en una voz rara.

— ¿Te encuentras bien?

¿Llorará? ¿Qué debería hacer si lo hace? Kyouya estaba al final de su ingenio sobre cómo manejar a un niño llorando. Azuza, de pronto, se paró y le dirigió una sonrisa angelical.

— ¡Estoy bien!

—Ya veo…

Notando la cantidad de sangre que salía de la herida en su rodilla, Kyouya la detuvo de salir corriendo hacia donde estaban sus amigos. Sacó un pañuelo de su bolsillo y lo envolvió alrededor de su rodilla. Azuza lo dejó terminar pacientemente.

—Haz que tu papá lo revise cuando regreses a casa. ¿Es doctor no?

— ¿Por qué sabe eso, señor?

—Lo escuche de alguien —Respondió Kyouya. No es como si pudiera admitir honestamente que lo había descubierto durante sus preparativos para secuestrarla.

— ¡Genial! ¡Papá es famoso! —Azuza sonrió alegremente. El corazón de Kyouya punzó ante esa sonrisa inocente. — ¡Gracias, señor!

Se sentía un poco culpable al observarla correr hacia sus amigos. En silencio, decidió secuestrarla luego de una semana, disculpándose internamente por el crimen que estaba por cometer.

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