Contrato con un vampiro – Capítulo 10: Un conejillo de indias obediente

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


— ¡¿Ocurrió algo?! —Gritó Kuky, mientras entraba frenéticamente a la habitación después de escuchar el grito de Azuza. Sus ojos se fijaron en las manos de Azuza, que estaban sobre los hombros de Kyouya. Sus ojos se blanquearon en sorpresa ante la ira que era visible en el rostro de Azuza— ¡Señorita Azuza! ¡¿Qué está haciendo?!

Kyouya detuvo a Kuky con su mano.

—Está bien…simplemente, se asustó por un ratón que vio en la habitación, no hay problemas aquí —Kyouya puso su brazo en la espalda de Azuza fingiendo preocupación.

— ¿Te encuentras bien?

— ¡S-Sí! ¡Estoy bien! Muchas gracias Kyouya.

¡E-Eso fue peligroso! Sudor frío bajaba por la espalda de Azuza. Todo habría terminado si la descubrieran ahora. Kuky puso su mano en el pecho en señal de alivio.

— ¿De verdad? Que alivio. Esta humilde sirvienta estaba preparada para desmembrar a cualquier tonto que se atreviera a ofender al maestro, incluso si esa persona era la mujer que había seleccionado para formar un contrato. Me alegra que no fuera una tonta Señorita Azuza —Dijo Kuky, con una sonrisa de dentadura completa, sus caninos eran visiblemente más largos y afilados de lo normal.

Escalofríos recorrieron la espalda de Azuza.

Claro, Tsubaru dijo que la mayoría de las personas que viven en este pueblo son vampiros. Apuesto a que eso quiere decir que Kuky es uno de ellos. Su comentario aterrador de desmembrar a alguien lo confirma. Esto es, realmente, un pueblo de vampiros. No le parecía real porque no había salido de los límites de la mansión, pero, estoy forzada a creerlo después de cruzarme con nada más que vampiros desde que salí el primer día.

—Kuky ¿Podrías despejar el área hasta la reunión con padre?

— ¡Por supuesto Señor! ¡Sus deseos son mis órdenes! Mis más sinceras disculpas por mi falta de consideración. ¡Recuerdo lo que era ser joven!

Kuky estaba bajo otro grandioso malentendido. Azuza no pudo evitar disculparse, observó, cómo las líneas de la frente de Kyouya se profundizaban.

—Lo lamento —Dijo Azuza disculpándose.

—Lo hecho, hecho está.

Kuky dejó la habitación como si estuviera caminando por el aire, dejando al par para que arreglaran las cosas.

—Estaba sorprendida cuando dijiste que el contrato es lo mismo que el matrimonio, por lo que, alcé mi voz sin pensar…lamento haberte hecho decir toda clase de mentiras.

—Te dije que lo pasado, pasado. Aclararé la situación del contrato después de que termines tus asuntos aquí, así que no te preocupes.

—Gracias por encargarte de todo —Azuza le agradeció desde el fondo de su corazón. Se arrodilló en el suelo frente a él para expresar su gratitud.

Kyouya golpeó su cabeza y se quejó —Está bien. En cualquier caso ¿qué planeas hacer ahora?

—Solo hay una cosa por hacer. Irrumpir en la corte de inquisición y arruinar sus planes.

—Mientras esperaba que terminaras de cambiarte, escuché que la corte que planeas irrumpir tomará lugar pasado mañana. Si aún planeas seguir con eso, puedo hablar para que te dejen permanecer aquí hasta entonces.

— ¿Hay alguien con quien pueda reunirme hoy?

—Solo serías capaz de reunirte con mi padre. Bueno, el Patriarca tiene todo el poder sobre la Asamblea Roja. No importa que tan irrazonable sea su orden o cuántos se levanten en protesta, los nobles deben seguir lo que el Patriarca decida. En otras palabras, tu deseo se hará realidad si puedes convencerlo.

—Entonces, iniciaré mi plan cuando lo conozca —Azuza decidió prontamente.

—Entendido.

Si el patriarca tiene el poder de decidir, ir a la corte de inquisición o reunirse con él darían el mismo resultado.

— ¡Definitivamente, obtendré la libertad incondicional de mi papá! —Exclamó Azuza. Kyouya no pudo evitar sentirse un poco preocupado al verla exhalar como si fuera un dragón listo para la batalla.

 ♦ ♦ ♦

— ¡Puedo hacer esto! —Azuza se paró frente a la puerta corrediza de estilo japonés que conecta a la habitación donde espera el Patriarca, golpeándose las mejillas. La enérgica cachetada hizo eco a lo largo del corredor.

Poco después de que Kuky se fuera, regresó para guiar a Kyouya y Azuza a esta habitación. Naturalmente, Azuza iba al frente y Kyouya la seguía por detrás. Por alguna razón, su presencia le da valor.

Azuza reviso bajo su kimono. Bien, aún tengo mi única arma conmigo.

— ¡Disculpe! ¿Puedo pasar? Preguntó por fuera de la puerta corrediza.

—Adelante —Contestó alguien de dentro de la habitación.

Azua movió la puerta en el momento que se le dio permiso de entrar, revelando una espaciosa habitación de estilo japonés decorada con rollos antiguos de aspecto costoso y katanas en la pared del fondo. La habitación se parecía a las vistas en las películas de Yakuzas, adicional a su pensamiento inicial de que el Patriarca sería una persona de mediana edad de aspecto duro.

Sin embargo, en medio de la habitación, sentado…

—Bienvenida, supongo que eres la mujer con la que Kyouya está formando el contrato…es lo que planeaba decir, pero tú…

No importa en qué ángulo lo observará, el hombre, claramente, está en sus treintas.

—Disculpe, ¿Dónde está el Patriarca? ¿El padre de Kyouya, el señor Akashy, no se encuentra?

—Yo soy Akashy Doumeki, el Patriarca actual de la Asamblea Roja. Indudablemente, soy la persona a la que estás buscando, Azuza Saito.

— ¡¿Lo es?! Pero…

Parecía lo suficientemente joven como para pasar como el hermano mayor de Kyouya. Sus ojos, sedoso pelo negro, y respingada nariz, eran similares a los de Kyouya, pero a Azuza se le dificultaba creer que estos dos eran padre e hijo.

—Te encuentras ahí Kyouya ¿no? Azuza estará confundida si no se lo explicas.

—Los vampiros envejecen más lento después de pasar los veinte años. No lo pareciera, pero el Patriarca tiene más de 200 años. Entre más fuerte sea el vampiro, mayor es su esperanza de vida.

Kyouya explicó de mala gana, después de salir de las sombras. Su voz estaba rígida.

Los ojos de Azuza se abrieron en sorpresa —Entonces… ¿Realmente, eres el patriarca?

—Hola, Azuza. Sé sobre ti. Mis condolencias por el desafortunado incidente del secuestro. Ahora bien, ¿Por qué estás aquí? Asumo que no estás aquí para formar un contrato con Kyouya ¿no? Me siento mal por Kuky —Sonrió Akashy, como si afirmara saber todo. Apoyó sus codos en la mesa y miró como si la estuviera probando.

Azuza sostuvo su respiración. La expresión de Akashy parecía gentil, pero el aura que emana grita que se trata de un poderoso vampiro a cargo de todos los demás alrededor. El juego estaba por comenzar.

— ¡Permítame ir directo al grano! Por favor, libere a mi padre. ¡Quiero su libertad incondicional sin ser juzgado o castigado por ningún crimen!

— ¿Es correcto asumir que el hombre al que te refieres como padre es el investigador que te secuestró sin permiso? Si no me equivoco su nombre es Shingi Saito.

—Es correcto. ¿Podría hacerlo por mí?

—Imposible —Afirmó Akashy. Su única palabra parecía congelar el aire de la habitación.

— ¿Podrías pedir lo mismo de un criminal que robó millones o incluso billones en bienes? Costaste alrededor de eso. Quieres que lo absolvamos de este grave crimen… ¿no ves lo inviable que es tu petición? —El tono y expresión de Akashy eran amables, pero su sonrisa no. No estaba molesto sino simplemente estudiándola.

Azuza eligió cuidadosamente sus próximas palabras

— ¿Realmente, es imposible?

—Lo es

— ¿Sin importar qué?

—Sin importar que.

—En ese caso, tengo mi propia idea de como hacerlo posible —Azuza dijo, mientras sacaba un cuchillo de cocina de debajo de su kimono. La expresión de Akashy titubeo por primera vez.

— ¡Oh! —Dijo en sorpresa. — ¿Piensas amenazarme con ese cuchillo? Desafortunadamente, tu arma nunca me alcanzara. Puede que no lo parezca, pero soy el hombre que rige sobre toda la Asamblea Roja. Arrancaría todas tus cinco extremidades antes de que pudieras balancearlo.

—Estoy segura de que lo haría —Azuza comentó y, tranquilamente, apuntó el cuchillo hacia su garganta. El filo cortó su piel. Sangre escurría a su brazo. Kyouya jadeó en sorpresa de atrás de ella. —A esta distancia, seré capaz de cortar mi cuello antes de que pueda detenerme ¿cierto? Ahora bien, ¡Negociemos señor Akashy!

—Eres una chica interesante… —Akashy río en genuino asombro.

—Por favor, libere a mi padre.

— ¿Tu amenaza es que te mataras si no aceptamos tus términos? No eres tan importante. No deberías sobreestimar tu propio valor.

— ¡Mentiras! ¡Si eso fuera cierto no me habría resguardado en la mansión con guardaespaldas! Si lo único que quería era prevenir que la Asamblea Azul me capturara, me habría matado en el momento en que terminé en su posesión ¿no? Pero no lo hicieron. Todo porque quieren saber más de mí como fuente de información para su investigación para convertirse en humanos… ¿o estoy equivocada?

—Supongo que eres más lista de lo que dicen los reportes. Nuestra investigación para convertirnos en humanos es solo una fracción de un proyecto más grande. Incluso así, tu muerte no obstaculizara nuestra investigación. De alguna forma, fuiste capaz de huir todo este tiempo, pero le he ordenado a tus guardaespaldas que te maten si intentas escapar demasiadas veces. Si vives o mueres no es relevante.

—A pesar de todo lo que ha dicho, ¿No cree que tener un conejillo de indias vivo es mejor a tener uno muerto?

— ¿Estás diciendo que serás un conejillo de indias obediente?

— ¡Claro que no! ¡Los enfrentare con lo mejor de mí! Pero, a cambio, no intentaré huir.

— ¿Oh?

— ¡Me resistiré! Pero, no intentaré escapar. No dejaré el pueblo bajo mi propia voluntad. ¡Pueden hacer lo que deseen! ¡Perseguirme, capturarme o viviseccionarme a su propia discreción! ¡Pueden seguir con su investigación! —Azuza miró directo a los ojos de Akashy. Sostuvo la mirada para evitar perder ante su sobrecogedora aura.

—En otras palabras, a cambio de la libertad incondicional de Shingi Saito, tú vivirás el resto de tus días como un conejillo de indias. ¿Es correcto?

—Sí, aunque pienso poner resistencia —Respondió Azuza. Dijo todo lo que tenía que decir sintiendo sudor salir de todos sus poros. Akashy parecía genuinamente sorprendido. Sonrió ampliamente y empezó a reír de manera ruidosa.

— ¡Muy bien! ¡Absolveré a Shingi Saito!  Y, como una muestra de gratitud por tu valentía, le permitiré vivir contigo en la mansión. Eres una buena chica que tiene un inmenso amor por sus padres. Al parecer tengo mucho que aprender de tu padre sobre cómo educar a los niños.

— ¡Mu-Muchas gracias! —El alivio recorría su cuerpo, despojándola de todas sus fuerzas y haciendo que sus rodillas se rindieran. Kyouya pasó sus brazos por su cintura para apoyarla, cuando estaba por caer de espaldas. Él parecía no aceptar lo que había ocurrido, pero asintió cuando sus ojos se encontraron.

—No sé porque huiste Azuza, pero supongo que la asamblea azul estuvo involucrada. Kyouya te trajo aquí; así que ahora eres responsable de resguardarla. Puedes dejar que Ichy se encargue de cuidarla cuando se bañe, cambie y duerma, pero eres responsable de todo lo demás. Permanecerás en la misma mansión, en un cuarto separado ¿entendido?

—Entiendo… —Kyouya asintió infelizmente. Azuza se sentía apenada por él. Realmente, no le había causado más que problemas.

—Una cosa más, Azuza. Siempre que no rompas tu promesa, puedo garantizar tu seguridad en este pueblo. No puedo permitir que estés sola por obvias razones, pero no me importa si recorres el pueblo con Kyouya. Naturalmente, no tengo que decir que ocurrirá si rompes tu palabra….

— ¡No lo haré! ¡Muchas Gracias!

—No necesitas agradecer. Es el resultado de tus acciones. Puedes estar orgullosa. También dijiste que podíamos diseccionarte viva, pero no tenemos ese deseo aún. Estamos curiosos de los cambios que tu cuerpo sufrirá durante la adultez. Tu sangre es la del Antiguo, pero tu cuerpo es humano. Ni siquiera sabemos si envejecerás normalmente o a una velocidad menor como nosotros. Como tal, creo que los próximos cinco a seis años no tomaremos medidas tan drásticas como la vivisección. Personalmente, no me gustaría hacerlo incluso después de ese tiempo, pero dependerá de la situación, por lo que, no puedo prometerte nada en este punto. Pero, trataré de evitarlo.

Akashy sonrió, cambiando completamente el aura que desprendía antes. Ahora, de hecho, parecía solo un hombre amable. Azuza estaba aliviada.

—Soy casi tan aficionado de las formalidades como tú. Al punto en que me emocionaría si un contrato se estableciera entre ustedes dos.

— ¡Me niego! —Rechazó Azuza rotundamente, el concepto del contrato siendo lo mismo que el matrimonio persistía en el fondo de su mente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido