Vida en prisión de la villana – Capítulo 31: La joven dama grita al amanecer

Traducido por Den

Editado por Sharon


La capilla en la madrugada.

Margaret estaba arrodillada frente al altar, rezando con fervor.

O… para ser precisos, eso es lo que parecía.

Si alguna vez quieres organizar tus pensamientos, no hay mejor forma de hacerlo que rezando en la capilla. Era algo que Margaret había aprendido de su madre.

—Es de mala educación hablarle a alguien mientras reza. Sería descortés molestar incluso a las personas más populares. Es el deber de Dios escuchar cualquier queja que tengas sobre el mundo. 

Margaret juntó las manos, cerró los ojos e inclinó la cabeza. El único ruido que podía escuchar eran unos pocos murmullos y resoplidos de transeúntes cercanos que leían las Sagradas Escrituras.

A primera vista parecía ser una creyente respetuosa. Incluso si te sentaras a su lado, no podrías escucharla… o entender lo que decía.

—Conseguí llegar hasta el final, ¡¿entonces por qué este último paso va tan mal, Dios?! ¡Por fin…! ¡¿No es el príncipe Elliot por fin mío?! —Margaret, una mujer que trata al hombre que imagina que es Dios con sinceridad,  daba sus órdenes con franqueza—. Su Alteza, el príncipe, está locamente enamorado de mí… pero esa maldita mujer necesita rendirse, ¡de lo contrario todo mi arduo trabajo será echado a perder cuando el rey regrese! ¿No lo entiendes? Irresponsable… ¿solo estás tratando de hacer que se rompa poco a poco?

Inclinó aun más la cabeza hacia el altar, presionando las palmas de su mano con fuerza mientras sus dedos se enterraban en su piel.

—Ya está bien. ¿Sabes que estoy agradecida por la buena suerte que me has dado hasta ahora? Soy una persona muy afortunada por haber crecido tan bien cuando viví hasta los diez años en los suburbios. ¿Qué es lo que no vi al crecer como una hermosa joven? Mamá se aferró a un barón, a papá, antes de tener que venderme a un viejo lolicon y pervertido. Todos esos chicos nobles estaban locamente enamorados de mi persona linda y sincera. Incluso el príncipe me dijo que era mejor que esa chica loca e insensible… Y cuando ya casi estamos en el final feliz… ¡tienes que hacer lo que se supone que debes hacer!

Frustrada por tener que decir lo que hizo, las quejas de Margaret se volvieron cada vez más fuertes.

—¿Cuántas dificultades tuve para llegar  hasta aquí…? Fue fácil lograr atraer a los hombres, y el acoso cruel de las mujeres ya ha… ¡Se supone que soy la hija de un noble! ¿Qué? ¿Que deje de hacer esa cara parecida a la de un mono diciendo “soy tan especial~”? ¿Ehh? ¿No son ustedes quienes han estado actuando como si sus prometidos fueran un insecto en la alfombra? “No se puede evitar ya que es un matrimonio político.” ¡¿Quién eres y por qué no se lo dices a él?! ¡Si le hablo con amabilidad cuando le duele el corazón, ¿entonces no es estúpido sorprenderse cuando te arrebatan a tu prometido?! ¡¿Eres estúpida?! ¡Muere, cerda! ¡Tus hombres están tan desilusionados por tu actitud fría, así que la causa del incendio detrás de los corazones tramposos de los hombres eres tú, idiota!

El monólogo de Margaret se volvió cada vez más intenso. Sus hombros comenzaron a temblar de ira.

—¡¿No es lo más básico en una relación tener una actitud amistosa y diligente?! ¡Con hombres sencillos tres tipos de susurros simples funcionan! “Solo tú existes”, “Sé que te esfuerzas al máximo” y “Alguien me dijo que tú y yo estamos destinados”. ¡Sólo con eso puedes hacer que hagan lo que quieras! ¿Entonces me pides que no haga nada innecesario? ¿Ehh? ¿Por qué dices eso? ¡¿Acaso no me estoy esforzando para gustarles?! ¡Esfuércense un poco en sus asuntos, nobles imbéciles! ¡Casarse con esa clase de actitud, ¿no saben que tienen garantizada una vida fácil y cómoda después de dar a luz a un primogénito?! ¡Es una broma de mierda!

Margaret finalmente comenzó a gritar a máxima potencia, con la cabeza hirviendo de ira.

—¡Estás ignorando las reglas del mundo de los negocios al pensar que puedes robarle un contrato a alguien después de sentarte y relajarte con el servicio al cliente! ¡Si fuera así entonces las élites se derrumbarían! ¡Incluso una prostituta en las afueras de la ciudad sabe que debe cuidar especialmente a sus clientes habituales! ¡Con lo geniales que son no digan que no pueden hacerlo!

La sangre ya se le había subido por completo a la cabeza. Incluso olvidó mantener su cuerpo como si estuviera rezando.

—¡Bueno, conseguí al magnífico Elliot y ahora las estoy mirando por encima del hombro a todas! Mamá era una prostituta de la parte pobre de la ciudad, pero eligió diligentemente los clientes con los que se asociaba y pudo convertirse en baronesa. ¡Bueno, soy la hija de mamá, heredé su rostro bello y pude elegir al príncipe de una vez!

Poniendo el pie en el altar, Margaret hizo una pose de victoria. Una falta de respeto de primera categoría.

Después de soltar todo lo que quería decir, respiró hondo y se calmó.

Se cruzó de brazos y tomó una postura imponente, dándose un aire de importancia delante de Dios.

—Sin embargo… incluso si no le hago nada a Rachel, mi vida de color de rosa con Elliot no se desvanecerá. No parece que haya ningún amor entre ellos… A pesar de que es tan genial, me pregunto por qué tiene esa actitud. Bueno, probablemente se acostumbró un poco a estar cerca de alguien tan genial como George pero… Elliot es especialmente genial. ¿Por qué es tan infeliz? Bueno, es cierto que su apariencia es buena. Quizás solo está acostumbrada a que los hombres la mimen…

Probablemente sea otra cosa.

—Incluso si… esa mujer… incluso si la enviaron al calabozo vestida con ropa ligera, la materia prima destacaría… No es ese corsé lo que la “hace” ver bien, ¿verdad? Su cintura es imposible… Y esos pechos, ¿no están rellenos? Ella…

Margaret la había estado observando sorprendentemente de cerca. Hubo una gran diferencia en cómo reaccionaron los hombres al ver a Rachel en ropa ligera.

De repente soltó un suspiro.

—No, espera un segundo… tiene un rostro tan bueno como el mío y una figura muy buena… ¿Es tan inteligente porque es la hija de un duque? Si no recuerdo mal, el rey y la reina estaban felices con ella, y nunca se puso celosa sin importar lo que Elliot hiciera…

Margaret estaba sorprendida. Dirigió una mirada penetrante al altar y entonces señaló de forma dramática hacia Dios.

—¡Oye Dios, ¿qué es esto?! Nacer en la aristocracia, tener tanto belleza como inteligencia, toda esta suerte… ¡Rachel no debería ser la única a quien favorezcas! ¡¿No es tu trabajo asegurarte de que la buena suerte se distribuya de manera uniforme?! Por todo el trabajo que has hecho por mí en comparación con las donaciones que te he dado, ¡eres un maldito ladrón de sueldos! No… por supuesto, no estoy diciendo que deberías darme una porción mayor de buena suerte, ¿sabes?

La joven se llevó la mano a la barbilla y comenzó a pensar mientras caminaba frente al altar.

—La diferencia… no, me pregunto si mi forma de pensar es diferente. ¿Rachel simplemente no recibió demasiadas cosas? No soy buena en ascender… pero incluso entre los nobles hay algunos chicos poco impresionantes, ¿verdad? Si es solo una diferencia en la gracia de Dios, entonces me pregunto qué significa esa diferencia…

Margaret caminó sin rumbo antes de detenerse frente al altar. Las puntas de sus dedos, que descansaban en su barbilla, comenzaron a temblar.

—De ninguna manera… no, eso es verdad… ¡eso debe ser!

Dando un giro repentino de noventa grados, una vez más señaló hacia la figura de Dios y comenzó a gritar.

—En verdad, no tienes integridad y solo te atrae la apariencia física. Rachel y yo tenemos buena suerte porque te gustan nuestras caras, ¡y como ella tiene un estilo mejor, recibe un trato especial! ¡¿Entonces así es como es?! ¡Maldición, todos los misterios se han resuelto!

Mientras gritaba su teoría, la joven comenzó a dar pisotones en el altar. Su incredulidad ya había llegado al punto en que recibiría una castigo divino.

—¡Todo se suma! ¡Maldición! ¡Así que esa es la razón por la que Dios es parcial y por qué no puedo superar a Rachel sin importar cuánto tiempo pase! ¡¡Dios!! ¡Si es así, entonces todas mis donaciones hasta ahora han sido inútiles, brutooooo! Ah, mierda… pensé que mi vida sería perfecta mientras rezara… ¡Devuélveme mis sentimientos puros!

Es un poco exagerado pedir el reembolso cuando la suma total de tus donaciones equivale a algún cambio adicional en tu bolsillo, pero Margaret ignoró este hecho por el momento.

♦ ♦ ♦

Un sacerdote corrió hacia la capilla porque había estado escuchando un ruido extraño desde hace un momento, y desde la distancia vio que la puerta estaba abierta de par a par. Tal vez algún animal había entrado y esos ruidos eran sus rugidos.

—¿No es la temporada de apareamiento de los gatos?

El sacerdote siguió adelante, colocando la mano en la puerta para confirmar la situación pero de repente las puertas dobles se abrieron de golpe.

—¿Hmm?

Una encantadora joven pelirroja estaba de pie allí con la mano en el pomo. Tenía la mirada caída y sus hombros temblaban.

—Hola señorita, ¿necesita algo?

—Dios es…

—¿Si?

La joven encantadora de repente levantó la mirada y comenzó a gritar con una expresión furiosa en su rostro:

—¡Dios está muerto!

—¡¿Qué?!

El sacerdote le dirigió una mirada de reojo cuando pasó corriendo con lágrimas en los ojos.

—Maldición… Bruto… ¡Nunca iba a llegar a la cima porque el amor de Dios no vale nada…!

¡Dios prefirió la apariencia de Rachel y arruinará mi matrimonio con Elliot! ¡Vete, vete Margaret! ¡Lucha por tu cuenta! En primer lugar, es bueno que puedas lograr tus objetivos sin deberle nada a Dios! 

El favor de Dios era solo una forma de que Margaret lidiara con sus rivales, así que realmente no estaba tan decepcionada.

Siempre lo volvería a intentar, con la terquedad de una mala hierba. Tenía la motivación para enfrentar a los que nacieron en una familia noble.

Margaret corrió por el camino con el ceño fruncido.

—Así es… No es divertido destruir a una familia noble formando parte de una. Para arrastrar a Rachel, se necesita aspirar a hacer que parezca una mujer asquerosa… Bien, ¡lo haré yo misma!

Margaret levantó el puño hacia el sol.

—¡¿Qué es un Dios?! ¡Es un perdedor!

♦ ♦ ♦

Rachel escuchó pacientemente el informe de la doncella, que se escondía en la oscuridad, sobre los gritos de Margaret.

—Ya veo… Así que así es ella.

—Sí. Es una persona con muchos monólogos… El investigador anotó todo lo que dijo en los últimos tres días.

—La persona a cargo de la investigación no puede quejarse. Margaret también se alegrará de que me lo hayas dicho.

La noble tomó un sorbo de su té, que ya se había enfriado, y miró hacia el techo.

—Pero…

—¿Si?

—Esa persona podría causar algunos problemas.

♦ ♦ ♦

Justo cuando la doncella terminó su informe y estaba a punto de regresar a casa, de repente se agachó y sacó una daga, mirando la escalera silenciosa, pero Rachel levantó la mano para calmarla.

La puerta se abrió desde el exterior y una joven con armadura azul bajó las escaleras. Llevaba un conjunto de armadura sencillo e informal y un manto encima para evitar ensuciarse, pero la joven con una coleta claramente llevaba la ropa de viaje de un caballero.

—Ha pasado mucho tiempo, Rachel. ¡Lo siento, quería verte antes pero me retrasé! Vine directamente aquí antes de visitar mi casa

—No, Martina. Es amable de tu parte venir.

La doncella preparó un asiento frente a la celda y Rachel sonrió.

—Antes de darte un informe… ¿Qué tal si tomamos una taza de té?


Den
No entendí para nada el monólogo de Margaret xd Por otro lado, ahora le toca a Sykes sufrir con su prometida o(≧o≦)o

7 respuestas a “Vida en prisión de la villana – Capítulo 31: La joven dama grita al amanecer”

  1. ¡Por fin aparece Martina!
    Sykes debe comenzar a rezar xD
    Según ella, Dios la salvó de la vida en la calle, de pasar necesidades y de ser vendida a un lolicon, no solo le dio un buen esposo a su madre (sacandola del bajo mundo), sino que el hombre es un barón que la trata bien. ¿Con todo eso opina que Dios es injusto con ella? xD
    No es que los reyes quieran a la prota, le tienen miedo, y no es que Rachel este acostumbrada a ver gente atractiva y que por eso rechace al principe, es que Elliot es muy imbécil.
    Siento que me alargué mucho.
    ¡Muchas gracias por los capítulos!

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