Al borde de lo impresionante – Capítulo 88

Traducido por Ichigo

Editado por Nemoné


Un grupo de jóvenes nobles aguardaba de manera ansiosa para cumplir las órdenes de su padre, esperando que apareciera la protagonista de hoy, Claire.

Cuando todos los invitados fueron llegando, el banquete por fin comenzó.

Mientras sonaba una música refinada, Claire bajó despacio las escaleras con Lashia, Summer y Qiao Chuxin acompañándola. Esta noche, Claire llevaba un vestido blanco como la nieve con capas de encaje lila en los bordes. En la cintura tenía bordada una rosa, de color rosa, muy realista. Pequeñas y delicadas flores en el cuello, su suave y largo cabello rizado hasta los hombros, un adorno lila adornando su pelo, parecía un hada descendiendo bajo la luz de la luna, desprendiendo un aura tranquilizadora y despreocupada.

Claire bajó despacio las escaleras, atrayendo con éxito las miradas de todos. Los jóvenes nobles que antes se mostraban indecisos a la hora de cumplir las órdenes de su padre, ahora estaban todos decididos.

Los ojos del duque Gordan se abrieron en finas líneas. Sabía que su objetivo de hoy se había cumplido. Se adelantó con velocidad y le tendió la mano a Claire.

—Hoy es el cumpleaños de mi nieta Claire. Expreso mi más sincera gratitud por la presencia de todos ustedes…

El duque Gordon comenzó el discurso estándar de las formalidades.

Claire sonrió con debilidad, pero sus ojos carecían por completo de emoción. Se sentía demasiado incómoda. Era como si fuera un producto que estaba siendo exhibido. Pero en cualquier caso, hoy había mucha gente notable de la capital. Muchos nobles que ella había visto antes, cuyos nombres no podía recordar, estaban aquí. Sus miradas eran demasiado incómodas.

Con el típico final del discurso, el banquete comenzó a llegar a su clímax. El duque Gordon era como una mariposa mientras se abría paso entre la multitud y se mezclaba. De vez en cuando, se reía a carcajadas. Al escucharlo, uno sabría el buen humor que tenía. Era normal; sólo se trataba de su nieta, y sin embargo había venido tanta gente notable. No sólo habían venido el príncipe y la princesa, sino incluso el príncipe y la princesa divinos del Templo de la Luz, ¿cómo no iba a estar emocionado?

Claire sonrió con rigidez, rechazando a otro joven noble que había sacado a bailar antes, lamentándose para sus adentro, ¿cuándo se acababa?

—Claire…

Una voz encantadora sonó de repente desde detrás de ella. Una vez que se giró para mirar, vio la cara sonriente de la princesa Maurice.

—Princesa….

Claire sonrió y saludó. Al ver a Nancy de pie detrás de la princesa Maurice, dijo:

—Sus Altezas. Gracias a los dos por honrarnos con su presencia.

—Jaja, quizás estabas deseando que no estuviéramos aquí.

Nancy hizo una rara broma.

—Puedo ver con claridad la impaciencia en tus ojos.

Claire se congeló. Justo cuando iba a decir algo, la princesa Maurice empezó a sonreír. Bajó la voz y dijo en voz baja:

—No hacen falta sutilezas. Estamos igual que tú. A mí y a mi hermano mayor también nos disgustan esas formalidades, pero no tenemos más remedio que aguantar.

Claire recordó la escena del cumpleaños de la princesa Maurice la última vez y no pudo evitar sonreír. Summer y Qiao Chuxin estaban disfrutando de un plato de sabrosa comida, sentados en una mesa del fondo. Ben se apoyó en la pared, aburrido y bostezando. Miraba a las dos chicas comer con alegría. Emperador Blanco estaba agazapado en el hombro de Ben, abrazando un trozo de foie gras, mordisqueándolo con energía. Walter no había aparecido; había temido que entre tanta gente fuera difícil evitar a los expertos que pudieran reconocerle incluso con su aura oculta. Lo que ocurrió después demostró que sus aprensiones eran correctas.

Desde lejos, Liuxue Qing observó a Claire rodeada de gente y sonrió con alegría. Una pizca de profundidad en sus ojos.

Sonríe mientras puedas. 

La mirada de Liuxue Qing se posó en el Emperador Blanco, que estaba agazapado en el hombro de Ben, y la miró con atención. Ahora estaba cien por ciento segura de que los dos eran cómplices desde la noche en que el regalo de la diosa había sido robado.

¿Hacía falta adivinar quién era el principal culpable?

En medio de la animada sala, todas las personas tenían una sonrisa. En cuanto a por qué sonreían, sólo ellos mismos lo sabían desde el fondo de su corazón.

—El Papa ha llegado.

De repente, una voz demasiado alta y clara sonó de manera abrupta en la puerta, temblando un poco, atravesando la animada sala.

¡¿El Papa ha llegado?!

No solo el duque Gordan se quedó atónito, todo el mundo en la sala se quedó helado.

¿Por qué iba a venir el Papa? Incluso para el cumpleaños de la princesa, ¡no había forma de que el Papa viniera!

Un destello de oscuridad pasó por los ojos de Liuxie Qing. ¡Un buen espectáculo estaba a punto de comenzar!

—¡El Papa ha llegado!

La voz del chambelán sonó una vez más, resonante y todavía con un ligero temblor. Era evidente que el propio chambelán también estaba sorprendido sin sentido por la situación de la persona que había llegado.

Solo entonces el duque Gordan volvió en sí, adelantándose apresurado a saludar.

Todo el mundo en la sala también volvió a sus cabales y de inmediato comenzó a clamar. En un momento, todo el mundo en la sala estaba cotilleando. Cada persona tenía una expresión diferente, todos adivinando por qué había aparecido el Papa.

Leng Lingyun se apoyó en la pared con calma, sin expresión. Sabía de antemano que el Papa vendría.

Liuxue Qing reprimió su excitación interior, aparentando calma aunque su corazón se agitaba de manera incesante. Cada vez que veía la actitud tan amistosa de Leng Xuanxuan hacia Claire, una sensación de peligro aparecía en el corazón de Liuxue Qing. La única razón por la que Leng Lingyun trataba a Liuxue Qing a diferencia de otras personas era porque ella siempre había cuidado de su hermana pequeña, Leng Xuanxuan. Esta era también la única baza de Liuxue Qing para acercarse a Leng Lingyun. Pero si esta carta desaparecía, temía que Leng Lingyun la tratara con la misma frialdad que a los demás. Cada vez que pensaba en esto, Liuxue Qing se sentía frenética y preocupada.

Ahora la amenaza potencia, Claire, iba a ser eliminada, ¿cómo no iba a estar emocionada? Aunque fuera un peligro minúsculo, no dejaría que siguiera existiendo, porque en el corazón de Liuxue Qing, ¡Leng Lingyun era su cielo, su todo!

Claire también se levantó, mirando hacia la entrada del salón principal. El Papa había venido en persona. ¿Era bueno o malo? Quizás no era tan simple como venir a celebrar. Claire sabía que el Papa aún no la tenía en consideración. ¿Se trataba del regalo de la diosa? 

Ben entrecerró los ojos para ver al solemne y digno Papa que entraba despacio y bostezó, sin darle importancia. ¿Acaso no escupió al anciano que esa noche se daba aires de grandeza? ¿Por qué se hacía el serio?

Siguiendo al Papa por detrás venía un cardenal de túnica roja, alguien que Claire conocía… No era otro que el adorable anciano, Lawrence. Llevaba un traje de etiqueta y sostenía una hermosa caja bordada. Seguía al Papa de cerca, con una expresión demasiado seria. Claire sintió verdadera pena de que mantuviera esa cara de póker.

El duque Gordan sonrió disculpándose mientras se acercaba al Papa y lo saludaba:

—No sabía que su santidad nos honraría con su presencia, por favor, discúlpeme por no salir a su encuentro…

En su interior, todavía estaba algo aprensivo porque no sabía en absoluto a qué había venido el Papa.

Pero el Papa sonrió.

—De seguro bromea, Su Gracia. Soy yo quien ha venido de repente sin avisar antes. Estoy de verdad avergonzado.

Cuanto más sonreía, más se preocupaba el duque Gordan.

Después de escuchar esto, todos en la sala comenzaron a cotillear más. ¿Qué estaba pasando con exactitud? Aunque Claire había sido más notable este último tiempo, seguía siendo solo una niña que acababa de cumplir catorce años. ¿Cómo podría la celebración de un cumpleaños atraer a su santidad?

—Jaja, ha venido mucha gente. Hoy está de verdad animado.

La mirada del Papa recorrió la multitud, viendo a nobles que le eran familiares junto con el príncipe y la princesa divinos. Cuando su mirada se posó en Claire, la desvió hacia Ben, que estaba de pie no muy lejos de ella. Sus ojos brillaron de manera imperceptible. En efecto, ¡el hombre vestido de negro era el dragón desvergonzado de la otra noche! Parecía que la conjetura de la princesa divina era cierta, Claire era la persona que había robado el regalo de la diosa aquella noche.

Al pensar en aquella noche en la que aquel dragón le había escupido saliva, el Papa empezó a sentirse incómodo. Él ya había creído con firmeza en la guía de la diosa sin ninguna duda. El poder de Claire no era tan fuerte, pero podía convocar a un grandioso dragón, así que por supuesto tenía algo que superaba a los demás. La diosa estaba segura de tener sus razones.

—Nunca esperé que su santidad viniera en persona, su presencia de verdad trae honor a mi humilde morada —dijo de manera educada el duque Gordan, sintiéndose feliz, pero preocupado. No podía ser que el Papa hubiera venido solo para decir unas palabras.

De repente, la expresión del Papa se volvió seria. Se volvió y dijo en voz baja a la sala:

—He venido hoy siguiendo la guía de la diosa.

Su voz era muy tranquila, pero con el uso de la magia, todas las personas de la sala podían oír su voz con claridad.

En un instante, la sala se silenció. Todo el mundo se quedó boquiabierto. La guía de la diosa. En sus corazones, la diosa era su fe, su pilar de apoyo. Ahora que el Papa decía tales palabras, ¿cómo no iban a estar asombrados?

El duque Gordan también se quedó helado, sin entender en absoluto lo que el Papa quería decir.

Liuxue Qing apretó el puño con fuerza, conteniendo la respiración mientras miraba al Papa con expectación. Su corazón estaba a punto de salirse del pecho. El Papa ya había mirado al hombre vestido de negro y de seguro ya había confirmado su identidad. ¡Ahora iba a castigar a Claire, esa audaz ladrona!

Leng Lingyun sorbió un poco de vino dulce, aburrido. Se apoyó en la pared sin expresión alguna y observó al Papa que estaba de pie en medio de la sala.

Claire miró el rostro sonriente del Papa, y un sentimiento ominoso surgió en su corazón. Se sentía como si se enfrentara a un viejo zorro.

—¿La guía de la diosa?

Por fin, alguien había recuperado el sentido común, encendiendo el fuego por el ambiente tan intenso. Ya que la diosa había guiado de manera inesperada al Papa hasta aquí, entonces todos iban a tener la oportunidad de ver al Papa llevar a cabo su guía, ¡cuánto honor! Todos miraban con intensidad al Papa, esperando sus próximas palabras.

Ben parpadeó, un poco receloso. ¿Acaso aquel anciano había descubierto que el dragón negro que le había escupido era él? No lo parecía… Porque su mirada se detuvo en él un momento a su izquierda. Además, no mostraba mucho interés en su mirada.

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