Traducido por Den
Editado por Yonile
—Hmm…
Esteban no ocultó su disgusto.
Cuando nació Mabel, durante tres meses, el marqués Gardenia le pidió que le dejara verla todos los días, pero Esteban se negó repetidamente. Porque sabía cuál era su intención.
Ha estado callado últimamente, pero de repente le vuelve a solicitar verla.
—Ya han pasado ocho meses. ¿A estas alturas no puede dejarme ver a Su Alteza la princesa?
—Aún es muy pequeña.
—Dijo que ya camina.
Ante aquello, Esteban permaneció en silencio.
—Su – Majestad – lo – dijo – en – persona.
Maldición.
Esteban quiso golpear a su yo del pasado por jactarse de que Mabel ya andaba. Sin embargo, lo hecho, hecho está.
Con su autoridad como emperador podía rechazar su solicitud. Pero no había ninguna justificación para siempre impedirle conocer a su abuelo materno, el marqués Gardenia.
—Además, ¿Su Alteza la princesa no será en el futuro la sucesora de Gardenia?
—Eso es algo que aún no se puede asegurar…
Esteban se restregó la mano en la cara irritado.
De todos modos, están tratando de llevarse a mi hija a todos los lugares.
Todo esto se debe a que Mabel es linda.
Por supuesto, no tenía la intención de perder a su preciosa hija ante Abelardo o el marqués Gardenia. No obstante, pensó que le molestaría menos si le dejaba verla una vez.
—Asegúrese de programar una visita oficial.
—Está bien, Su Majestad.
Esteban miró fijamente al hombre que sonreía con dulzura frunciendo el ceño.
Al ver ese rostro, recordó el momento en que se enfureció cuando dijo que iba a casarse con Sianna.
De todos modos, no me gusta este viejo.
♦ ♦ ♦
Para cuando me di cuenta, ya se había extendido el rumor de que me había agarrado de la barandilla y había dado mis primeros pasos.
Al parecer el emperador no pudo contenerse y lo contó en todas partes.
—No puedo creer que Su Alteza ya camine…
La niñera me miró emocionada.
—¡¿Su Alteza dio sus primeros pasos?! ¡Eso es genial! —Lalima hizo un alboroto.
—Lalima eres ruidosa. A Su Alteza no le gusta —le dijo Xavier.
—Felicidades, Su Alte… ¡Ya me voy, ya me voy! —Lissandro, que hablaba desde detrás de la puerta, se escondió, temiendo que me enfadara.
Oscar todavía no ha venido porque debe estar ocupado, pero probablemente ya lo sepa. Es un castillo en el que no hay secretos. Además, no había razón para ocultarlo puesto que ahora ya sé caminar.
¡Caray, da igual!
Así que comencé a practicar sin prestar atención a la mirada de los demás.
—¡Oh, cielos! Princesa está despierta. Ah, está andando. Ay, pequeñita… Tan linda…
—¡Ah! Tenga cuidado. Yo la ayudaré, Su Alteza —Xavier me tomó de la mano sin importarle si Lalima hacía un escándalo o no. Dos dedos fueron suficientes para sujetar mi mano pequeña y regordeta—. Así, despacio.
Seguí la mano de Xavier y avancé con dificultad. Di un solo paso, pero fue más fácil que agarrarme a la barandilla y caminar sola.
—¡Uang!
Cuando me tumbé porque estaba cansada todos se echaron a reír.
—Todavía es muy pronto para que camine. Lalima, Xavier, vigilen a Su Alteza. Regreso en un momento, voy a revisar unas cosas.
—Sí, madame.
Cuando la niñera salió, ambos se sentaron a mi alrededor.
—¡Su Alteza, intente caminar de nuevo! Esta vez yo la sostendré.
Lalima puso sus manos en mis axilas y me levantó con facilidad.
—Uhu…
Quería tomarme un descanso ahora, pero no se podía evitar ya que les gustaba mucho hacer esto.
Juguemos un poco más…
Practique, alternando entre Lalima y Xavier.
Pensé que mis músculos se estaban desarrollando tan bien que a este ritmo pronto podría caminar sin agarrarme a nada.
—¡Uff!
Quiero acostarme. Suspiré y di un paso. En ese momento, la puerta se abrió.
—¿Qué es ese aspecto? ¡Lalima, Xavier, levántense y arréglense!
¿Qué le pasaba de repente a la niñera, que nunca se ha enfadado tanto por su apariencia habitual? Cuando incliné la cabeza hacia un lado vi a alguien más detrás de ella.
¿Quién es?
Es rubio, pero tiene el cabello blanco en varios lugares y los ojos dorados.
Era la primera vez que veía a una persona mayor. El señor, que parecía ser rico, sonreía con amabilidad.
Recordé a Montego, por lo que involuntariamente me aferré a Xavier con fuerza. Él sonrió avergonzado y me abrazó. Agarré fuertemente el dobladillo de su ropa, precavida del hombre desconocido.
—Bienvenido, Su Excelencia marqués Gardenia —Lalima y Xavier lo saludaron.
¿Gardenia? Ese es mi apellido.
Entonces, ¿quién es este señor?
Antes de que pudiera terminar de pensar, se acercó más a mí.
—Encantado de conocerla, princesa Mabel. Yo soy… —respiró hondo y dijo: —Soy su abuelo, Su Alteza.
¡Ah! ¡No puedo creer que tuviera un abuelo! ¡No lo sabía porque nadie me lo dijo!
—¿Abuu…?
Me sorprendió mucho que todos hubieran escuchado los pequeños murmullos que escaparon de mi boca.
—Lalima, acaba de decir abuelo, ¿verdad?
—Eso creo. ¡Sin duda, Su Alteza la princesa debe ser una genio!
Ugh, no creo que… sea una g-genio. Pero, da igual, lo que sea.
Ha pasado mucho tiempo desde que fingí ser una bebé normal.
Mientras observaba inexpresivamente al abuelo en brazos de Xavier, él se acercó despacio.
—Has crecido mucho.
—Uung.
—Sabes caminar y me has llamado “Abu”. Realmente…
De repente se tapó la boca con las manos como si se hubiera quedado sin palabras.
Ah, esta reacción… ya estoy acostumbrada a ella. Sin embargo, comencé a sentir un hormigueo de ansiedad. Y…
—¡Este anciano está muy feliz…!
¡De repente, se puso a llorar!
U-Un momento. No esperaba que lloraras.
Todos los presentes estábamos desconcertados. Todos, excepto él, estaban avergonzados.
—¿S-Su Excelencia?
—Has crecido tanto… —sollozó—, y tan rápido…
La niñera trató de calmarlo, pero no dejó de llorar.
—Ahh.
No lo entiendo.
Dejé de pensar.
♦ ♦ ♦
Oficina del emperador.
Esteban miró de soslayo la puerta, incapaz de concentrarse en los documentos.
El asistente Gustav suspiró profundamente cuando lo vio.
Me temo que se irá repentinamente.
No era una hipótesis imposible. De hecho, el emperador hizo a un lado todo en lo que trabajaba tan pronto como recibió un informe relacionado con Mabel, y salió corriendo.
Ahora Gustav debía hacerse cargo por completo de todo.
¿Cuáles eran las preocupaciones de su majestad? Hoy será el primer encuentro conmemorativo entre su alteza la princesa y su abuelo materno.
No debería haber dejado que se reuniera con ella, pensó el emperador.
Aunque Esteban lo había permitido, se había arrepentido varias veces. Especialmente porque el marqués Gardenia era el segundo ruin villano que intentaba quitarle a su hija.
Miraba la puerta cada cinco segundos, por lo que no hacía ningún progreso en su trabajo.
—Ah —Gustav, que se dio cuenta de ello, suspiró y sugirió: —Si está preocupado, ¿por qué no la visita?
—No…
—¿Por qué?
—Porque me haría ver como un tonto.
Gustav se quedó sin palabras.
Su Majestad, la gente ya lo ve como el idiota número uno del mundo…
Pero él valoraba su vida, por lo que decidió ocultar la verdad.
—Su Alteza también querrá verlo. Es su primer encuentro con el marqués Gardenia.
En cambio, dijo una cuidadosa selección de palabras que Esteban quería escuchar. Era una habilidad que había perfeccionado tras varios meses de observación.
Como predijo, la expresión del emperador se iluminó.
—¿De verdad? ¿Eso crees?
—Por supuesto, Su Majestad. ¡No importa lo que digan, la princesa Mabel es la hija de Su Majestad! ¡No saben cuánto quiere a su papá!
Bueno, así es.
De hecho, Gustav no lo sabe porque ni siquiera ha estado antes con Mabel. No obstante, al breve halago, Esteban sonrió alegremente.
—Eres un ayudante competente, Gustav. Lo sabes bien. Eres asombroso. Después de todo, eres la única persona en la que puedo confiar.
Su respuesta fue muy buena, en comparación con el elogio que le había hecho. Gustav, repentinamente preocupado, recogió apresurado las semillas que había sembrado.
—Entonces vaya.
—¿Pero qué pasa con el trabajo?
—Yo lo haré…
Gustav dejó de hablar. ¿Qué es esto? Es una sensación familiar, un patrón conocido.
Una sensación… parecida a la de caer en un abismo de desesperación.
¡Ay! Trató de arreglarlo rápidamente, pero ya era demasiado tarde. Tan pronto como Estevan llegó a la puerta, se despidió de él.
—Está bien, cuento contigo. Trabaja duro, Gustav.
El asistente se sentó impotente mirando la puerta cerrarse de forma despiadada.
¡Me engañó…!
♦ ♦ ♦
Las lágrimas de mi abuelo, el marqués Gardenia, finalmente se detuvieron, pero me aguardaba más adversidad.
Me sentó en su regazo y habló sin cesar como si me estuviera contando una antigua historia. Por lo general, este era el contenido habitual.
—La madre de Su Alteza… La madre de Su Alteza, mi hija Sianna, era muy querida y creció bañada en amor —Su voz estaba llena de nostalgia—. No tenía intención de casarla. No importaba qué quisiera, siempre y cuando pudiera vivir con su padre… —sollozó—. ¿Sabes lo cruel que es Su Majestad el emperador? El padre de Su Alteza es un monarca desalmado.
En resumen: mi madre, Sianna Gardenia, era la más bonita del imperio, y el emperador Esteban, una vez divorciado de la ex-emperatriz, inmediatamente le propuso matrimonio. Sin embargo, la reputación del emperador no era muy buena.
No, en realidad era más que mala. Era la peor.
Cuando era príncipe heredero, cometía con frecuencia todo tipo de atrocidades y consideraba que la vida de las personas era inferior a la de una mosca. De hecho, se dice que el difunto emperador lo envió al campo de batalla, ya sea para que aprendiera a sobrevivir o muriera.
De modo que el abuelo se opuso con todas sus fuerzas. ¡Pero el emperador fue devoto en su cortejo! Y, al final, mi madre se enamoró y falleció…
—Su Majestad tiene tan poca compasión que separó con tanta crueldad a Su Alteza y a su abuelo. ¡Desde hace ocho meses! —gritó—. ¡Es ridículo poder conocerte una semana después de pedir una visita!
Si eso es cierto, el emperador se excedió. Incluso si no fuera así, su amada hija, a quien tenía mucho cariño y siempre mimó, murió después del parto y fui lo único que quedó…
Me entristecí debido a que yo era la única familia que le quedaba. Sentí pena por él, así que toqué el dorso de su mano.
No creo que sea realmente mi abuelo materno, pero pensé que era un anciano de carácter peculiar e inusual.
—Abu.
—¿Me estás consolando? Este anciano… ¡está muy conmovido! Su Alteza tiene un corazón dulce, cálido y amable como Sianna.
—Uung…
No sé cómo reaccionar porque el tema de la conversación es la nostalgia que siente por su hija y la difamación sobre el hombre que se la llevó.
Me alegro de no saber hablar.
La niñera y el resto nos observaban desde lejos.
Creo que quieren rescatarme ya que de alguna manera parezco incómoda, pero no debe ser fácil. Es un marqués, por lo que no puedes tratarlo de forma descortés.
Estaba sentada escuchando aturdida la historia del señor cuando de repente se abrió la puerta.
—Bienvenido, Su Majestad el emperador.
La niñera y el resto lo recibieron con una reverencia, pero el emperador fue directamente hacia mí sin siquiera mirar atrás.
—Mabel.
Me llamó por mi nombre y extendió los brazos, pero el anciano lo saludó con una reverencia, fingiendo que no lo había visto.
—Bienvenido, Su Majestad.
—Levántate…
Sentía vívidamente la pesada tensión entre los dos hombres. Me daba la impresión que me encontraba en medio de algo.
¡Este es un conflicto entre el suegro y el yerno!
No quiero meterme entre ellos. Traté de bajar del regazo del abuelo.
¡Sí, será mejor que me refugie con la niñera!
Me agarré a la barandilla de la cama y apoyé los pies en el suelo. Pero de repente me di cuenta de que había demasiado silencio a mi alrededor.
¿Eh? ¿Qué sucede?
Cuando miré hacia arriba, vi los rostros sorprendidos de las personas que me contemplaban.
Ah, soy un bebé. He hecho un movimiento demasiado ágil…
—Esa es mi nieta. ¿No es genial que ya estés empezando a caminar así?
El abuelo fue el primero en levantarse. ¡Pero el otro participante (el emperador) también compitió contra esto!
—Sí. Esa es mi hija. Parece que eres muy atlética. Verá, marqués, su familia no ha tenido el talento para manejar espadas durante generaciones.
—Ja, ja, ja. Entonces Su Alteza será excelente tanto con la pluma como con la espada. Es mi nieta después de todo.
—Por supuesto que sí. Porque es mi hija.
¡No sé por qué están peleando…!
Dejé a los dos hombres solos y di un paso hacia la niñera.
Pero mi deseo no pudo hacerse realidad.