Traducido por Den
Editado por Sakuya
Por alguna razón, me sentí intranquila durante todo el día.
Volker regresó a casa con la mano derecha vendada.
—¡¿Qué pasó, Volker?! Tu mano… —grité.
—Fredericka, ¡ya llegué! —exclamó mientras le entregaba a Xavier su chaqueta y extendía los brazos para abrazarme.
—Ah, ¡bienvenido a casa! Pero… ¡tu mano!
Estaba a punto de levantarme, pero entonces ladeó la cabeza y miró las vendas, como si acabara de recordarlo.
—Me lastimé mientras estaba de servicio. No es nada serio.
—Pero está muy vendada…
El doloroso vendaje blanco me lastimaba los ojos. De repente, lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.
Intenté tocar su mano con cuidado. Sin embargo, vacilé porque no quería empeorarlo. Entonces Volker me cogió la mano.
—Es una pequeña lesión.
Bueno, su agarre era tan fuerte como siempre. No obstante, no podía descartar la posibilidad de que estuviera aguantando el dolor, así que tomé su mano con delicadeza.
—¿En serio que no duele?
—No, no duele. En realidad, hace cosquillas —respondió con una sonrisa. Eso me tranquilizó y suspiré aliviada. Aun así, lo examiné de pies a cabeza para asegurarme de que no tuviera otras heridas. Estaba bien como de costumbre.
—Ya, ya. Por favor, dejen el coqueteo para más tarde —se quejó Xavier, gruñón, mientras nos empujaba fuera del vestíbulo.
♦ ♦ ♦
—¿Una quemadura…?
Cuando finalmente nos quedamos a solas, me explicó lo sucedido. Una doncella se tropezó mientras servía el té para el rey y la reina. La tetera se deslizó de sus manos y Volker la agarró tan rápido como pudo. El agua hirviendo le cayó encima de las manos…
Desde un punto de vista pictórico, la situación era cómica y divertida. Sin embargo, no era cosa de risa cuando la otra parte eran sus majestades. Se me heló la sangre al pensar que yo podría haber sido la criada.
—Lo enfrié enseguida y el médico me aplicó una pomada para que no me doliera tanto. Si se hubiera armado un alboroto, solo habría puesto en un aprieto a la doncella. —Su rostro se nubló.
Ciertamente, incluso la doncella de más alto rango sería castigada por poner en peligro a su majestad y a la reina y, herir al general de la Guardia Real.
—Es por eso que no quiero que nadie sepa la razón por la que me lesioné. Si te preguntan, solo miénteles.
—Lo entiendo. No le contaré a nadie.
Aunque me conmovió la amabilidad de Volker, también sentí celos de la doncella a la que había protegido.
♦ ♦ ♦
Hice todo lo posible para detener a Volker, que intentaba bañarse solo con una toalla envuelta en la mano. Le habían indicado que no mojara las vendas porque tenía aplicada la pomada.
—Es peligroso —declaré.
Podría perder el equilibrio en cualquier momento, resbalar y caer sobre la mano lesionada. Además, tampoco podría lavarse bien el cuerpo con un solo brazo. Estaba muy preocupada por él.
Como resultado, decidí ayudarle a bañarse.
—¿Realmente tenemos que hacer esto?
—No abras los ojos —le ordené mientras le lavaba el cabello e ignoraba sus quejas.
Por supuesto, estaba vestida. Únicamente remangué el dobladillo del camisón para no mojarme. No quería que nadie me viera así. ¡Solo lo haría por el bien de Volker!
—Abriré la llave.
—Ah…
Me reí ante su voz decepcionada.
Estoy segura de que espera que ocurra algo. Pero he aprendido la lección. Saldré de este baño sana y salva.
No importaba que estuviera en perfecto estado, en una situación como esta, sería demasiado molesto. Debo ser firme.
Enjaboné la esponja y lavé su cuerpo con cuidado. A pesar de que veía el cuerpo bien proporcionado de Volker todos los días, seguía quedándome fascinada al tocarlo.
Le lavé espalda, el pecho, el abdomen y los brazos. Pero cuando llegué a su bajo vientre, me detuve.
Aunque estábamos casados… No, porque estábamos casados, no podía tratar ese lugar descuidadamente.
—Volker, ¿puedes… lavarte ese lugar tú mismo? —tartamudeé, nerviosa ante la idea de hacerlo yo.
—Um, tendré que pedirte ayuda.
¿Pedirme ayuda?
¿Por qué respondes tan rápido y sin dudar? Arrugué el ceño, sin saber qué cara poner.
Estaba avergonzada porque era consciente de ello. Ahora estaba llevando a cabo la importante tarea de mantener limpio el cuerpo de Volker. Y no tenía ni siquiera una pequeña sensación de desagrado…
Arrugué las cejas, apreté la boca y deslicé hacía abajo las manos llenas de espuma.
—Perdóname…
Agarré esa parte suavemente con ambas manos.
Cubrí el tallo y la punta con burbujas, y lavé de arriba a abajo varias veces. No sabía cuánto tiempo debía hacerlo ni si eso era suficiente, así que levanté la cabeza y nuestras miradas se encontraron.
—¿Qué? ¿Q-Qué pasa?
No imaginé que nuestros ojos se encontrarían, pero estaba tan nerviosa que apreté las manos.
—Nada, solo que te ves muy linda y no pude evitar mirarte. Ah, no la sujetes tan fuerte.
Parecía estar reaccionando, porque comenzaba a ponerse dura.
La cara se me puso caliente.
—¡Ah, sí! Lo siento. Hmm, ¿se lava así?
Quizás era por el vapor, pero de repente sentía que estaba sudando. Esto era muy vergonzoso.
—Sí, lo haces bien. Masajea suavemente aquí. —Guió mi mano hasta la bolsa bajo el tallo.
¡Ah! ¡Ah!
Moví las manos mientras me ponía roja y me quedaba en blanco.
♦ ♦ ♦
Volker dijo que se sumergiría en el agua caliente para calentarse, así que salí del baño con el pretexto de preparar las toallas.
—Eso fue increíble…
Mi corazón latía con fuerza mientras, de alguna manera, lograba recobrar el aliento. Volker gimió un poco mientras frotaba la parte inferior de su… ¡Ay, no, no puedo decir nada más!
Me di una palmada en mis mejillas ardientes y fui a buscar una toalla. No tardé mucho en encontrarla en el lugar habitual.
Pero, entonces me di cuenta de que… Volker debía estar calmándose mientras estaba solo en el baño.
Sí, ¿verdad? Porque hoy no lo íbamos a hacer… Y si no se calma, podría dolerle, ¿cierto? ¡Ay, tardé en darme cuenta! Me alegro de tener la toalla lista. ¡No pongas esa cara…!
Deambulé por la habitación durante unos minutos con la toalla contra mi pecho. Estaba desorientada. Si entraba demasiado pronto, lo sorprendería. Si me tardaba demasiado, se enfriaría.
—¿Qué debería hacer? —me pregunté a mí misma.
Mientras dudaba, una voz me llamó desde el baño.
—Fredericka, ¿ya tienes la toalla?
—¡Sí, ya voy!
Eso fue rápido, ¿no?
Cuando entré al vestidor, Volker, que tenía el cabello mojado y brillante, extendió la mano para recibir la toalla.
—Gracias.
—Lo siento, me tardé un poco… ¡Ah!
Me quedé sin palabras.
Pensé que Volker se habría calmado, pero salió en estado de guerra.
¿Por qué? ¿Por qué sigues…?
No pude ocultar mi agitación y era posible que se percatara. No obstante, se secó con destreza el cuerpo con una mano y me condujo de vuelta hasta el dormitorio.
Supongo que no se envuelve la toalla alrededor de la cintura porque lo acentuaría más. O yo soy una idiota al analizarlo demasiado.
Eso no es cierto, ¿verdad?
—Hmm…
—¿Qué pasa, Fredericka? —preguntó, sentado en el borde de la cama, mientras quitaba la toalla que envolvía su mano vendada. Miré alternativamente a Volker y su mano derecha vendada.
—Volker, creo que es mejor si descansas hoy.
Por fin, salieron las palabras de mi boca.
—¿De qué estás hablando, querida? —Parecía confundido—. ¿Pasa algo? O ¿tienes el periodo? —Me tocó la frente y las mejillas. Era muy amable al preocuparse por mí, pero ¿por qué no cuidaba más de sí mismo?
—No me pasa nada. Pero el médico dijo que tenías que mantener el brazo seco.
Asintió. Por eso lo había ayudado en el baño.
—Si hacemos… cosas, sudarás y se mojarán los vendajes. ¿Planeas decirle cómo se mojaron? Por favor, sé paciente por hoy, ¿sí?
Lo siento por Volker, pero voy a tener que convencerle de que se calme de alguna manera.
Sin embargo, hizo una mueca.
No, no es bueno, aunque hagas esa cara.
Normalmente, diría que lo entendía o que no se podía evitar, pero esta vez, no.
Estaba desconcertada.
Si yo, su esposa, no aceptara a Volker en primer lugar, ¿quién lo hará? Aun así, protegió al rey, a la reina, a la sirvienta y a su familia. ¿No era irrazonable que lo felicitara por su trabajo bien hecho, pero lo rechazara de esta manera? ¿No hay ningún compromiso? Tenía que pensar en algo.
—Volker, siéntate en la silla y no te muevas.
Se sintió extrañamente atraído por las palabras que murmuré.
Y así, la obra «La tentación del general cautivo por la dama venenosa» comenzó.
♦ ♦ ♦
—¡Desátame, rápido!
—Ufufu~, el guerrero más fuerte desde la fundación del país está tan indefenso.
Volker estaba atado a una silla, completamente desnudo. Apretó los dientes.
Prefería morir apuñalado por detrás que sufrir tal humillación. Intentó romper las ataduras, pero no pudo. Parecía estar atado de una manera especial. Ni siquiera podía ponerse de pie porque tenía las piernas fijadas a las patas de la silla.
—Ríndete ahora y te lo pondré fácil.
Este cautiverio era inaceptable, pero no podía permitir sentirse atraído por esta mujer. Aun así, la manifestación de su deseo imposible de ocultar quedó expuesto frente a ella.
Resopló en un intento de reprimirlo.
—Oh, querido, eres tan terco. Aunque este niño es muy honesto
—P-Para…
Las suaves manos de la mujer acariciaban con delicadeza el miembro de Volker. El general apretó los dientes mientras ella jugaba con la punta con su dedo índice. Si no lo hacía, dejaría escapar sus gemidos. Volker estaba desesperado.
—¡Hn!
—¿Qué? ¿Duele? ¿Qué quieres que haga? —preguntó ella con voz seductora mientras seguía acariciándolo.
Sus oscuros ojos verdes y sus atractivos labios invitaron a Volker como una jugosa fruta fresca.
—Si me suplicas, seré buena contigo —declaró mientras se lamía los labios, privando a Volker de razón alguna con su seducción diabólica.
—Lámeme, Fredericka. —Al final, dejó de resistirse.
—¿Qué? ¡¿Lamerte?
♦ ♦ ♦
—Pero si me preguntaste qué quería —protestó, intentando no salirse del personaje.
Era muy difícil ser una mujer fatal.
—Lámeme, por favor… Así podremos terminar la obra.
Estaba palpitando y parecía que alcanzaría su límite en cualquier momento.
Supongo que no se puede evitar, ya que se ha estado conteniendo desde el baño.
Aun así, vacilaba. ¡Tenía que lamer la cosa que me penetraba hasta el fondo! Parecía muy indecente, a diferencia de tocarlo. Pero por alguna razón la idea comenzó a parecerme irresistible.
Me aclaré la garganta.
—Está bien… Lo intentaré… un poco…
Me arrodillé frente a él, puse las manos en los muslos de Volker y respiré hondo. Se habían hinchado muchas venas del tembloroso pene. También había un fluido claro fluyendo desde el agujero en la punta.
Pensé que se iba a derramar, así que saqué la lengua para lamer las gotas.
—Hmm…
Era un poco salado y amargo. No era para nada delicioso, pero eso no importaba ahora.
Lo más importante es que Volker se sienta bien.
Lamí la punta con fervor.
—Fredericka…
No estoy segura de si lo estoy haciendo bien.
Levanté la cabeza y observé su rostro. Me sorprendieron sus ojos, que brillaban de lujuria bajo su ceño fruncido.
—Lo siento, no lo estoy haciendo bien.
¿Cómo hago que se sienta bien?
¿Cómo podía pretender ser una mujer fatal cuando ni siquiera sabía hacer estas cosas?
Agarré su pene con fuerza sin darme cuenta. Entonces lo oí jadear y vi que se estremecía.
¿Se sintió bien?
—Volker… ¿Qué debo hacer para hacerte sentir bien?
Comencé a lamer la punta mientras lo agarraba no demasiado fuerte. Más líquido comenzó a fluir, mojando mis manos.
Me pregunto si debería acariciarlo como haría la dama venenosa.
Mientras seguía lamiendo, apreté la punta con los dedos. Y me di cuenta de algo importante.
Ah. Así que de eso se trata.
Mientras sujeto su pene, si lo muevo hacia arriba y hacia abajo… como si estuviera dentro…
¡Ah! Por fin lo entiendo.
Apreté un poco más y moví las manos hacia arriba y hacia abajo mientras lo lamía. Gracias al fluido, los movimientos eran suaves y podía ver que Volker se sentía bien.
¿Hmm? Cuando Volker está a punto de correrse, se mueve más rápido, ¿cierto? Por lo general, ya he perdido la razón para entonces. Así que debo hacerlo así…
Froté con más fuerza y entonces recordé que se suponía que debía lamerlo. Sin embargo, calculé mal la distancia y en lugar de lamer la punta, lamí cerca de la base.
Volker jadeó.
Sus músculos abdominales se tensaron y sus manos se estremecieron.
Debería haberme imaginado lo que ocurriría cuando se corriera, pero, por alguna razón, lo había olvidado por completo.
Solo pudo presenciarlo de cerca. Cerré los ojos por reflejo.
No sabía cómo describir la sensación que tuve cuando este líquido caliente, blanco y con un olor extraño, me salpicó en la cara.
—Fredericka, ¡lo siento! —Oí el chirrido de la silla.
—Es pegajoso —dije, limpiándome la cara con las manos.
—Fredericka, lávate la cara ahora mismo. Ah, pero, primero, desátame. Maldición…
Su ansiedad me hizo reír. No era habitual que maldijera tanto.
—Está bien, Volker.
Cuando le desaté las manos, se soltó las piernas y se apresuró a coger la toalla para limpiarme la cara. Era la misma toalla con la que se había secado el cuerpo, pero eso no importaba.
—No era mi intención correrme en tu cara. Lo siento —se disculpó afligido.
Es un poco lindo.
Sonreí y extendí los brazos. Volker me abrazó como siempre.
—No importa, estoy bien. Siento no haber podido hacerlo mejor. ¡Practicaré más!
Complacerlo con la boca era muy difícil, pero sentía que era agradable hacer sentir bien a Volker.
Además, ahora que he visto la “cara de éxtasis” de Volker, una que no conseguía ver cuando hacíamos el amor, porque ya había excedido mi límite, quería volver a disfrutarla. Pero desde una mejor posición, desde abajo.
¿Cómo se llamaba esto? ¿Las ventajas inesperadas de una herida…?