Contrato con un vampiro – Capítulo 28: El cuchillo de plata

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


—Ya veo. Así que bebió sangre. ¿El demonio rojo bebió sangre? —Tsukiharu murmuró para sí mismo, analizando la razón de la nueva fuerza de Kyouya. Sus ojos completamente abiertos, lentamente, se estrecharon, y sus labios se curvaron en una sonrisa plácida. —Pero, por lo que se ve, solo bebiste un sorbo a lo mucho. Además, parece que usaste la mayor parte de tu fuerza para curar tu cuerpo.

Kyouya no tenía como negar sus palabras.

—Puedo ganar si es lo máximo que puedes hacer —Tsukiharu levantó su mano, los restos de los árboles y escombros en el suelo a su alrededor, comenzaron a flotar en el aire. Fragmentos de cristal podían verse entre los restos flotantes. El cristal y las ramas rotas giraron, exponiendo su parte más afilada en la dirección de Kyouya.

—Esperemos que todo termine con una muerte rápida —Dijo Tsukiharu, bajando su mano. Un incontable número de ramas de árbol dentadas y filosos fragmentos de cristal volaron hacia Kyouya de todas direcciones.

—Inútil.

Justo cuando Tsukiharu pensó que había enviado un ataque imposible de evadir, un destello cegador acompañó a la única palabra que Kyouya dijo en respuesta. Una vez que su visión se despejó, Tsukiharu vio que todas sus armas se habían convertido en una nube de cenizas. Contrario a Azuza, que no pudo seguir el ataque instantáneo, el rostro de Tsukiharu estaba lleno de dicha.

—Increíble…fue un ataque de plasma, ¿cierto? Tal vez, llamarlo relámpagos sería más fácil de entender. Incluso yo soy incapaz de usarlo. Increíble…realmente, alucinante. Parece que, después de todo, el apodo de Demonio rojo no era solo para mostrar, pero…

—Muy mal para ti: ¡Yo, soy el más impresionante aquí! —Exclamó Sukiharu levantando sus dos manos.

Diez veces más escombros, cristales y ramas que la vez anterior, flotaron en el aire y apuntaron hacia Kyouya. Otra ronda de destellos cayó del cielo iluminando el bosque con una luz cegadora. Cenizas ocupaban el lugar donde estaban los escombros.

—Eres sorprendente. Verdaderamente, impresionante —Animó Tsukiharu, mientras aplaudía con su rostro lleno de alegría. Casi como si fuera un dueño impresionado con el nuevo truco de su mascota. El ceño de Kyouya se frunció ante esa reacción.

Azusa intentaba desesperadamente, forzar sus ojos para ver la batalla a través de los cegadores destellos de luz. El tercer destello flameante cayó, pero, en esta ocasión, pudo deducir que venía, basada en su postura, por lo que, cubrió su rostro con sus brazos para evitar que su vista se volviera borrosa de nuevo.

Los destellos, finalmente, se detuvieron. Abrió sus ojos para ver los escombros que apuntaban a Kyouya convertidos en ceniza. Kyouya y Tsukiharu se encaraban el uno al otro en medio de la lluvia de negras cenizas. Intercambiaban miradas con la tensión tan pesada que hacía que contuvieras el aliento. Azusa notó algo brillante de la pila de tierra detrás de Kyouya

Eso es…

—¡Kyouya! ¡Detrás de…! —Azusa gritó, justo cuando un cuchillo salía de la pila de escombros y se clavaba profundamente en la espalda de Kyouya.

—Agh… ¿plata?

—Sí. Un cuchillo de plata. Esta era mi carta de triunfo, así que no quería usarla, pero fuiste quien me obligo a hacerlo —Dijo Tsukiharu, burlándose.

Kyouya retiró el cuchillo de su espalda. La sangre comenzó a salir a borbotones sin señal de detenerse.

—La plata es una excelente contramedida contra los vampiros. Por lo que ¿no sería realmente útil contra un vampiro con un poder que rivaliza con el de sus ancestros, como tú? Tengo cuchillos de plata escondidos por toda esta área. Puedo atacarte de donde sea, cuando sea.

—Maldita sea…

—Cierto, olvide mencionarte que todos los cuchillos están cubiertos con el veneno que preparó Shiro. No es un veneno que pueda matarte de inmediato, pero parece que su efectividad es…magnífica —Especuló Tsukiharu, después de observar las gotas de sudor escurriendo por el rostro de Kyouya —Me atrevería a decir que estás usando toda tu fuerza para el simple hecho de mantenerte en pie, ¿no? En ese estado no serás capaz de invocar más relámpagos. Así que supongo que es momento de terminar esto.

Tsukiharu levantó sus manos de nuevo. Sin embargo, en esta ocasión, no hizo volar escombros y ramas. Veinte cuchillos de plata salieron del suelo y se alinearon frente a Kyouya como si fuera una ejecución militar. Todos y cada uno de ellos, salieron disparados hacia él.

—¡Kyouya! —Azusa corrió para protegerlo. Pero la batalla terminó antes de que siquiera pudiera acercarse.

Tres cuchillos.

Solo tres cuchillos atravesaron su cuerpo. Los otros diecisiete cayeron a medio camino o fueron repelidos por los árboles cercanos. Sin embargo, las cosas no habían terminado aún.

Tsukiharu hundió su brazo en el abdomen de Kyouya acompañándolo con un grotesco sonido, después de retíralo, su mano estaba teñida en un intenso color rojo debido a la sangre.

—¡Maldita sea!

—Increíble, no puedo creer que aun tienes toda esa fuerza…

Kyouya apenas fue capaz de evitar que la mano de Tsukiharu atravesara su pecho. Un solo rasguño permanecía en su prístina cara, mientras saltaba despreocupadamente hacia un punto diez metros alejado de Kyouya.

—Se acabó, Demonio rojo.

—¡Detente! —Azusa saltó entre ambos, con un cuchillo de plata en su mano derecha apuntando su filo directamente hacia Tsukiharu.

—¡Vete de aquí! —Gritó Kyouya con un tono doloroso en su voz. Estaba sobre sus rodillas, jadeando por aire, sus hombros mostraban el gran esfuerzo que era respirar. Había sangre estancada a sus pies.

—¡No quiero!

—¡Azuza!

—¡Dije que no quiero! Los cuchillos de plata son como la criptonita para los vampiros, ¿cierto? Entonces, debería ser igual de efectivo contra Tsukiharu.

—Azusa, ¿estás pensando que puedes vencerme? ¿En serio?

Tsukiharu estalló en risas, como si realmente estuviera disfrutando el espectáculo frente a él. Río tan fuerte que lágrimas comenzaron a salir de sus ojos— ¡En serio eres la mejor! ¿Crees que puedes vencerme a mí, cuando incluso el gran Demonio rojo no pudo? ¿Con un solo cuchillo? ¡Has superado la imprudencia y la estupidez con un solo acto!

—No sabré si es posible o no hasta que lo intente.

—Te aseguro que es imposible. ¡Eres una humana normal! El único con una ligera posibilidad de matarme es el apenas vivo Demonio rojo que está detrás de ti. Es imposible, absurdo e imprudente. Ni siquiera serás capaz de herirme con ese cuchillo —Tsukiharu se rió, mientras Azusa lo fulminaba con la mirada. En ese momento, algo golpeó detrás de ella.

—¡Kyouya!

Rápidamente, volteo para ver sobre su hombro, para descubrir a Kyouya que había caído en el suelo, como si estuviera a las puertas de la muerte. Se apresuró, hincándose para ayudarlo, con sangre empapando sus brazos de un pegajoso y espeso tono rojo.

—Qué lástima, parece que está a punto de morir. Pudo haber ganado si hubiera bebido un poco más de sangre antes de venir. Es un poco decepcionante.

—Bueno, da igual. Vámonos, Azusa. Tengo muchos otros escondites. De hecho, se me acaba de ocurrir uno en el cual no serán capaces de encontrarnos nunca.

—¡No te acerques! —Azusa apuntó su cuchillo hacia él.

—Ya te dije que no puedes herirme.

—Entonces, lo único que tengo que hacer es esto. —Azusa pasó la cuchilla sobre su muñeca haciendo un profundo corte, la sangre salpicó de esa larga herida y fluyo hacia sus palmas.

—¡¿Qué estás haciendo?!

Azusa le lanzó una mirada al asombrado Tsukiharu, mientras acercaba su muñeca sangrante hacia los labios de Kyouya.

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