Contrato con un vampiro – Capítulo 30: Bebiendo sangre

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


Sangre salpicó de la herida en la muñeca de Azusa, suficiente como para que corriera por su mano e hiciera un pequeño charco. Dejó que la sangre brotando de su muñeca entrara a la boca de Kyouya que estaba tirado en el suelo.

—¿Kyouya? —Azusa miró, a sus apenas abiertos, ojos rojos que se enfocaban en ella.

—¿No es suficiente? Espera haré un corte más grande…

—No es necesario —Kyouya tomó su mano, antes de que se hiriera por segunda ocasión. Tiró su sangrante muñeca y la llevó a su boca.

—¡Ouch!

Un dolor perforante atravesó todo su ser. El corte que hizo con el cuchillo ardía en lugar de doler, mientras que esta nueva sensación era obviamente dolor. Por su puesto que lo era. Los colmillos de Kyouya estaban perforando profundamente dentro de la herida de su muñeca. El sonido de su garganta le recordaba que realmente estaba bebiendo sangre.

—¡DEMONIO! ¡Aléjate de ella! ¡Eso me pertenece! —Tsukiharu vociferó enojado. Azusa nunca lo había oído gritar antes. Volteó para descubrir cada objeto que podría ser utilizado como arma flotando en el aire a su alrededor, listo para atacar en cualquier momento. Parecía como si pudiera matar a cualquiera. Kyouya continuó succionando sangre sin prestarle atención.

Tsukiharu era como un animal salvaje con su pelo de punta y su espalda arqueada. Sus ojos llenos de rabia y su cuerpo entero temblando.

Una única luz salió disparada, rozando la mejilla de Azusa. Un cuchillo de plata emergió, disparado hacia donde se encontraba, más rápido que lo que el ojo humano puede percibir. Sangre comenzaba a salir de ese corte.

—Azusa, si no te quitas, mis ataques te golpearan también, ¿lo sabes? ¿Estás bien con eso?

—Si tienes las pelotas para hacerlo, entonces, adelante.

Un cuchillo de plata rozó su hombro derecho, cortando su ropa y piel, haciendo que la sangre saliera salpicando hasta su codo. Azusa mordió su labio para soportar el dolor de su carne siendo cortada en diferentes lugares, mientras acercaba a Kyouya a su pecho dando la espalda a Tsukiharu. Hizo eso con la idea de evitar que fuera asesinado pero lo único que logró fue hacer enojar a Tsukiharu aún más.

—Azusa. ¿No te dije que tú eres mi destino y yo el tuyo? No quiero que se siga interponiendo entre nosotros. Aléjate de él ahora mismo. Tu sangre solo me pertenece a mí.

—¡Deja de decir esas tonterías del destino y observa la realidad! ¡Mi sangre es solo mía!

—Hazte a un lado, Azuza.

—No lo haré —Un cuchillo se enterró profundamente en su hombro derecho.

—¿No te duele? Retiré el veneno por tu bien, pero aun así es doloroso, ¿no es así? No vale la pena que te lastimes para intentar protegerlo. Únicamente vino a recuperar a su conejillo de indias mascota. Solo te ve como una herramienta útil para sus experimentos, no como una persona, no como Azusa.

—¡No eres diferente! ¡Solo me quieres por mi sangre! Si mi única opción es ser un conejillo de indias en cualquier lugar al que vaya, prefiero estar en el lado en el que me siento más a gusto.

—Te dije que no soy como ellos… —Tsukiharu dijo con tristeza, mandando otro cuchillo hacia ella. Azusa se encorvó, preparándose para el dolor que estaba por llegar, mientras envolvía a Kyouya entre sus brazos para protegerlo.

Pero el cuchillo nunca llegó. Miró con cautela al cuchillo frotando pocos centímetros delante de ella. Al siguiente segundo, el cuerpo de Tsukiharu salió volando del suelo, golpeando contra un árbol y saliendo disparado a más de diez metros sobre el aire hasta caer sobre su espalda, creando un cráter en el suelo debido a la velocidad con la que golpeó. En ese punto dejó de moverse.

—¿Qué…?

—Lo siento —Susurró Kyouya a su oído.

Azusa giró lentamente su cabeza. El color había regresado al rostro de Kyouya y el agujero de su estómago, donde Tsukiharu lo había atravesado, se había cerrado completamente. Se veía tan saludable como siempre, con la única diferencia de que color rojo de sus ojos brillantes era más vibrante. El brillo rojo, como llamas ardientes, lucía como si el atardecer estuviera reflejándose en un piso de mármol.

Tomó la muñeca herida de Azusa entre sus manos —Debió doler —Curándola de forma instantánea.

—¿Qué hiciste? —Preguntó sorprendida, ante la carne reparándose a sí misma.

—Ahora, eres mi familiar…por lo que, al menos, puedo hacer algo como esto —Explicó Kyouya, poniéndose de pie lentamente. Al ver las heridas en el resto de su cuerpo se arrodillo y, lentamente, toco cada uno de los cortes. Solo tomó unos pocos segundos antes de que las heridas sanaran, sin dejar siquiera cicatriz y, de igual manera, el dolor había desaparecido.

—¿Te hiciste estos al tratar de protegerme? —Preguntó con un tono oscuro en su voz.

—¿Hacerme qué?

—Los cortes.

—¡No es tu culpa! Puedes decir que fue mía por entrometerme…o más bien por decir tantas tonterías que hicieron enojar a Tsukiharu.

—Lo siento. Me asegurare de compensarte después —Dijo, mientras tiraba abruptamente del cuchillo clavado en su hombro derecho.

Sangre salpicaba del agujero que quedó. La incesante sangre teñía la ropa de Azusa de color rojo. Kyouya puso sus labios sobre ella —¿Kyouya?

—¿Qué? —La herida ya había desaparecido para el momento en que levantó su rostro. Solo fueron unos pocos segundos, pero fue suficiente para teñir las mejillas de Azusa de rojo, por una razón diferente.

—¿Acabas de hacer eso con tus labios?

—¿No sería un desperdicio no hacerlo? —Respondió, como si fuera obvio.

Es cierto, este tipo es un vampiro. Azusa, finalmente, se vio forzada a reconocer el hecho de que siendo un vampiro la sangre es como si fuera su agua y su comida, por lo que sería un desperdicio dejar que cayera al suelo. Espera un segundo…

—¡Kyouya! ¡Sangre! ¡Estás bebiendo sangre! No estoy en posición de preguntar cuando fui quien te forzó, pero, aun así…

—Era una situación de vida o muerte, por lo que fui capaz de evitarlo de alguna manera…

—Bueno sí, cuando la supervivencia está en juego…

Su cuerpo no podía seguir resistiéndose a beber sangre, cuando su vida estaba en juego. La sangre es como si fuera la comida para ellos y que haya sido capaz de soportar hasta este punto sin ella era lo anormal.

—Espero que seas capaz de seguir bebiendo sangre.

—¿La tuya?

Azusa estaba sin palabras. No estaba en contra de la idea, pero tenía sus reservas acerca de ir ofreciéndola libremente. En su mayor parte debido a la vergüenza que sentía al imaginar la situación. Había presenciado a Tsubaru e Ichy hacerlo, pero estaba convencida de que su calma era debido a que ambos son vampiros, por lo que es una de sus costumbres.

—Eso es…

—Estaba bromeando

¿Acaso Kyouya se estaba riendo de sus cambios de expresión? 

Él se cubrió la boca como si estuviera tosiendo y giró su rostro hacia otro lado.

—¡Te acabas de reír!

—No lo hice —Dijo con su usual rostro inexpresivo. Azusa tenía la sensación de que, en realidad, era una persona más expresiva de lo que había pensado originalmente.

La calma momentánea fue hecha pedazos cuando Tsukiharu se puso lentamente de pie a sus espaldas.

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