Contrato con un vampiro – Capítulo 37: Auto introducción

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


—Muy bien clase. Me gustaría presentarles a la nueva estudiante transferida. La señorita Saito.

—Hola. Mi nombre es Azusa Saito. Espero que podamos llevarnos bien.

El profesor encargado, que parecía más adecuado para ser el maestro de deportes, llevó a Azusa a un salón de clases similar al que podrías encontrar en cualquier escuela de Japón. No estaban bromeando cuando dijeron que la escuela fue construida para imitar a la de los humanos. No había ni el más mínimo detalle que se sintiera fuera de lugar en comparación a las escuelas a las que había asistido.

El edificio incluía las aulas de primaria, secundaria, preparatoria y universidad, con un solo salón por sección. Los de nuevo ingreso compartían aula con los alumnos de años superiores haciendo que la escala del edificio sea menor. Al ser una escuela que incluye todas las secciones el campus era más grande de lo normal. Cada clase consistía en alrededor de treinta estudiantes y en ese instante Azusa estaba parada al frente del podio de cara al resto de alumnos.

—La señorita Saito es una humana de sangre pura. Algo verdaderamente difícil de encontrar, así que no la molesten demasiado. ¿Alguna pregunta?

Cuando enfatizaron la parte de que era una humana de sangre pura, realmente solidifico su idea de estar rodeada de vampiros. Iouta la saludó desde su asiento que se encontraba a un lado de la ventana. A pesar de que se acaban de conocer en la mañana, era alentador tener un rostro familiar en el salón.

—¡Yo tengo una pregunta! ¿Son ciertos los rumores de que Azusa tiene un contrato con el demonio rojo? —Preguntó un chico de aspecto tonto con su mano levantada en el aire. El profesor se puso pálido e intentó callarlo, pero el chico travieso pareció no captar el mensaje.

El profesor parece estar más asustado que todos. Fue la impresión que tuvo Azusa.

—N-No tiene que responder señorita Saito.

—De hecho, no me molesta. Es cierto —Respondió casualmente.

El salón se llenó de bullicio. Los chicos estaban llenos de curiosidad sobre el ser que sus padres usaban para asustarlos cuando eran pequeños. Algunas de las mujeres temblaban de terror, mientras que otras no estaban interesadas en esta leyenda urbana infantil.

—¡Yo tengo otra pregunta! ¿Cuál es la debilidad del Demonio rojo?

—¡Hey! —El profesor intentó detenerlo desesperadamente.

—Debilidad… su debilidad…—Azusa giró la cabeza perdida en sus pensamientos. Mientras tanto una de las chicas del salón golpeó al muchacho en la cabeza.

—¡¿Por qué preguntas algo tan estúpido como eso?! ¡Varios de nosotros estamos asustados!

—Obviamente, es porque quiero intentar derrotarlo algún día. Entonces me convertiría en leyenda.

—¡No seas estúpido!

No importa la raza o la era, los hombres siempre serán los idealistas y las mujeres las realistas.

—No es una debilidad como tal, pero, aunque no lo parezca, Kyouya realmente disfruta de los dulces y se enoja demasiado si lo molestas con eso… ¡oh! No debí haber dicho eso…

—¡¡Ooooh!!

El salón se llenó de cuchicheo, gritos, y todo otro tipo de ruidos.

—¡No lo creo! El demonio rojo es temido como un monstruo aterrador, ¿cierto?

—Pero no hay duda, esa chica es su contractora

—Que miedo. Acabo de recordar cuando mi mamá acostumbraba a decirme que si no iba a la cama temprano el demonio rojo vendría por mí.

—¡Mi mamá me decía lo mismo! Siempre comentaba que si no era una buena niña vendría a arrancarme la piel viva.

¿Qué ocurre con eso? ¿Acaso es el hombre del saco? Pensó Azusa consternada.

—¿Le gustan los dulces? ¿Eso quiere decir que no es tan fuerte como dicen?

—¡¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?! Escuché que es capaz de destruir montañas y dividir océanos por la mitad.

—¡¿En serio?! ¡Genial! Me pregunto si así será cuando despierte

—¡¿Cómo si fuera posible, tonto?! Para empezar, ¿si quiera existe? Nadie lo ha visto por más de 10 años.

—Sí… Estoy aterrado, pero también emocionado. Quiero conocerlo, aunque sea una vez.

—Ni siquiera lo intentes, idiota. Dicen que ama la sangre de los de su misma especie. Te dejaría seco.

—¿Eso crees?

Los niños se encontraban medio asombrados y asustados. Al fin y al cabo, después de toda la exageración de los rumores, Kyouya se había convertido en un monstruo salido de una película de terror clasificación B, algo que Azusa encontraba realmente triste. El dueño de la tienda de verduras le había informado que Kyouya no había aparecido en el pueblo por más de veinte años. Por lo que ninguno de sus compañeros lo había visto en persona. Simplemente le temen a las historias que sus padres y abuelos les habían contado. En otras palabras, para ellos el demonio rojo era más similar a un personaje de ficción que a una persona. Una leyenda urbana en todo sentido de la palabra.

—¿No te da miedo estar con él? —Preguntó tímidamente una chica de las filas de enfrente.

—No lo estoy. Bueno quizás un poco cuando se enoja.

—¡Lo sabía!

—No, no es lo que crees. ¿No te asustas cuando tus padres se molestan contigo? Es algo como eso

—¿Lo…es? —El rostro terriblemente pálido de la chica, reflejaba que parecía no estar convencida.

Azusa observaba al resto de la clase conversar despreocupadamente sobre el demonio rojo. Sentía como si a quien se hubiera presentado fuera Kyouya en lugar de ella

—¡Tengo otra pregunta!

—¡La última! —Indicó el maestro señalando al chico. Siendo el profesor el más asustado de todos

—Escuché de mis padres que el demonio rojo siente algo por alguien, ¿Qué quiere decir eso?

—¿Algo por alguien? Azusa ladeó la cabeza. Los estudiantes que entendieron comenzaron a cuchichear entre ellos, pero desafortunadamente Azusa no era de las más listas de la clase.

—Lamento llegar tarde —Dijo alguien justo cuando la puerta detrás de Azusa se abría. La voz sonaba particularmente familiar.

—¡Que piensas llegando tan tarde en tu primer día! ¡La señorita Saito está aquí desde la primera hora de la mañana!

—Lo lamento. El papeleo tardó más de lo esperado —Dijo un chico mientras daba un paso al frente causando que Azusa se pusiera Azul.

—Por favor, reciban al otro estudiante transferido. Su nombre es Tsukiharu Hiragi.

—Soy Tsukiharu Hiragi. Espero podamos llevarnos bien a partir de ahora.

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