Traducido por Herijo
Editado por Ayanami
Unas cuantas horas antes
Kyouya acompañó a Azusa a la escuela y le ordenó a su familiar mantenerla vigilada, mientras regresaba a su habitación en la mansión donde sin siquiera quitarse los lentes de contacto cayó exhausto sobre la cama.
—Estoy sediento… Rodó para quedar sobre su espalda, mientras se acomodaba el cabello con las manos.
Su cuerpo se sentía débil, su cabeza pesada y sus extremidades entumecidas. Los síntomas parecidos a una anemia habían empeorado, a unos peores que estaban relacionados con el impulso por beber sangre.
Realmente. Quiero sangre…
El origen de su necesidad por beber sangre era la forma en que se habría sobreestimado. En primer lugar, era la norma que los vampiros necesitan sangre, el no beberla era lo extraño. Su primer error fue no reconocer este concepto tan básico. Pensó que sería capaz de seguir sin beber. Que podría soportar sin una sola gota.
Y la verdad innegable era que lo ha soportado por años, incluso décadas sin beber una sola gota, pero todo llega a su fin, no podía continuar sin beberla. Su segundo error fue ignorar la sed que sentía mientras estaba combatiendo a la legión de bestias invocadas por Shiro, pensando que solo fue algo pasajero.
Kyouya Doumeki era, sin duda, realmente poderoso. Su habilidad natural para producir sangre nueva sin necesidad de beber de alguna fuente lo sacó de problemas varias veces. Sin embargo, eso solo aplica si mantiene una vida normal, donde su actividad más extenuante era decapitar a los antiguos vampiros ahora conocidos como de rango F, la calidad de la sangre de un vampiro era inherente a la calidad de su esencia. No importa que tan increíble sea la calidad o cuán vasta sea la cantidad, cualquier fuente de recursos llegará a su fin si se usa constantemente sin alguna forma de recuperarla.
Ese era su problema actual. Para ponerlo de una forma sencilla… Su fuente de poder no era suficiente para sus necesidades. A pesar de haber recibido la sangre de Azusa, necesitaba aún más. Era una señal de cuanto había estado forzando su cuerpo más allá de sus límites. Otra forma de verlo es que su cuerpo había estado funcionando en déficit. Haciendo que la deuda incrementara día a día, mes a mes y año a año, conforme iba utilizando cada vez más, de modo que ahora los prestamistas estaban golpeando en su puerta para que pagara todo lo que había solicitado de golpe.
Kyouya giraba sobre su cama preguntándose qué tanto interés había acumulado. El martillar en su cabeza y la bilis que amenazaban en salir por su garganta le impedían pensar demasiado. Su vergüenza por no poder mover su cuerpo como él quisiera era cada vez mayor.
Para distraer su mente, decidió alinear su conciencia con la del gato que mantenía vigilada a Azusa. Hubo un pequeño chasquido antes de que la imagen ante sus ojos cambiará de la oscuridad a un escenario. Únicamente sincronizó su oído y ojo derecho para tener la misma visión que el gato. El tumulto característico de una escuela llegó de golpe a su oído taladrando su cabeza. Rápidamente cortó la conexión.
Esto es molesto con un dolor de cabeza
Su ojo captó la imagen de Azusa asintiendo normalmente a clases.
Dudo que algo pase durante la escuela, así que estoy seguro de que estará bien por su cuenta.
Lo único que pudo hacer fue chasquear la lengua cuando su presunción resultó incorrecta al momento de que una persona entró en su línea de visión. Sukiharu…
Debido a que había cortado la conexión con el oído del gato, le era imposible saber qué estaba diciendo, pero podía adivinar que se trataba de su usual pretexto de olvidar los libros para poder sentarse con Azusa.
El rostro de ella mostró su usual cara de disgusto mientras emparejaba sus mesas y compartía el libro entre ambos
Ahí va de nuevo… Rápidamente, se acumuló dentro de Kyouya. Sukiharu era el culpable de una parte, pero la mayoría estaba dirigida hacia Azusa. ¿Cuántas veces le he advertido que se detenga? Le dije que fuera cuidadosa con él. Que simplemente lo ignorará…
Sukiharu hizo contacto visual con el gato, mostrando una mueca burlona claramente dirigida a Kyouya.
¡Realmente quiero matarlo!
♦ ♦ ♦
Regresando al presente
—¿Hay algo que quieras decirme?
—No, nada
—Sabes a qué me refiero, ¿no es así?
—No lo sé, lo siento.
Azusa estaba de rodillas, mientras Kyouya estaba mirándola desde arriba en una pose aterradora. Su expresión era tan gélida que era capaz de congelar a cualquiera en su sitio. Por poco más de una hora, había sido obligada a permanecer de rodillas, mientras recibía un sermón muy similar al de siempre, siendo la única diferencia el nivel de enojo de Kyouya.
—¿Bien? ¿Qué harás mañana con la promesa que hiciste?
Siendo el día en que quedó de almorzar con Sukiharu. Después de una profunda deliberación Azusa respondió —comeré mi almuerzo con cuidado
Causando que Kyouya chasqueara la lengua. Al parecer, esa no fue una buena respuesta.
Aún más frustrado por esa respuesta, el tono de voz de Kyouya disminuyó en varios niveles, haciéndolo sonar casi como un gruñido —¿En verdad almorzarás con ellos?
—Una promesa es una promesa…
—¿Así que lo sabes? —Preguntó con una voz amenazadora. Casi podía oírlo preguntar si planeaba hacerlo enojar aún más.
¡Qué miedo! ¡Sin duda es más aterrador que Sukiharu! ¿Siempre ha sido así? Pensó mientras evitaba que las lágrimas salieran de sus ojos
Su primera impresión de él era alguien calmado, genial y propio. No hablaba demasiado y era difícil saber lo que estaba pensando y sintiendo, pero últimamente su impresión estaba cambiando. Hablaba más seguido y sus emociones y pensamientos claramente eran más sencillos de descubrir.
Subaru, quien conocía a Kyouya desde hace más tiempo, no tendría motivo para pensar que la actitud de Kyouya cambió, así que lo que sufrió el cambio no fue su personalidad, sino su relación con ella.
Para ponerlo simple, su relación estaba en un punto donde las murallas habían caído un poco. Ella estaba realmente feliz, pero al mismo tiempo se arrepentía de haberse vuelto cercanos.
—¿Me estás escuchando?
—Sí, sí.
—¿Realmente tiene agallas para estar pensando en algo más mientras estoy hablándote?
—Kyouya no soy tu enemiga. No me mires como si fuera un amargo rival. Me estás asustando.
—Para pensar que aún tienes la suficiente compostura para responderme. Parece que necesitas algún castigo adicional.
—Que miedo, para, para, ya no más. Vamos a tomar un profundo respiro y calmarnos primero ¿sí?
—Para empezar, necesitas ser más cuidadosa.
Y fue así como la lectura se alargó por una hora extra.
—No bajes la guardia mañana solo porque estoy vigilando y Iouta esté ahí, ¿de acuerdo?
—Sí señor.
—Solo estoy aceptando porque no hay la seguridad de que no usara tu promesa para almorzar con él en un futuro para intentar amenazarte. No lo volveré a permitir.
—Sí señor
El sermón llegó a su fin con Azusa llorando, literalmente. Sentía que había sido expuesta a unas experiencias terribles desde que comenzó a asistir a la escuela. Se preguntaba dónde había quedado su ánimo y emoción. Estar abrumada era insoportable, pero someterse a sustos de muerte era aún peor. Ambas eran casi como el infierno para ella.
Azusa apenas podía ponerse de pie al estar durante tantas horas sobre sus rodillas. Kyouya la levantó, intentando llevarla a la puerta.
—Por favor cuida de mi mañana —Azusa intento decir mientras sus piernas se rendían.
Kyouya la ayudó antes de que cayera.
—Lo siento ¿Eh? ¡Espera!
Incapaz de sostenerla, cayó junto a ella. Su primer pensamiento después de encontrarse encima de Kyouya fue si había ganado peso.