Traducido por Herijo
Editado por Lucy
Punto de vista de Kyouya
Azuza estaba montada sobre mi estómago mientras pasaba un cortador de cajas por su muñeca y me miraba. Su inocencia habitual dejaba paso a una voz seria y desafiante. Hizo este movimiento agresivo en el momento en que volvimos a la mansión.
Una vez la dejé en su habitación, regresé a la mía para cambiarme como suelo hacer. Me encontraba quitándome las odiosas lentillas y dejando el abrigo, cuando escuché un golpe suave en la puerta. Concentré mi atención para percibir que ella estaba frente a mi puerta y me encontré derribado en el momento en que abrí para ver qué pasaba. Me empujó contra el suelo y se montó sobre mi estómago evitando que me levantara.
Luego sacó un cortador de cajas y me presentó un ultimátum:
—Por favor, decide si prefieres que te fuerce a beber mi sangre o si vas a hacerlo por ti mismo.
En ese momento, ni siquiera intenté comprender lo que decía, ya que sus acciones erráticas e impulsivas me tomaron por sorpresa. Mi cerebro pasó de a poco de su presencia encima de mí a descifrar el significado. En pocas palabras, ella descubrió la verdad, lo que generó su preocupación de que pudiera morir.
Si expresara mis verdaderos pensamientos con palabras, hubiera sido: “Deberías dejarme en paz”, pero en cambio, dije:
—No entiendo tu preocupación.
—No quiero que mueras
Fue su respuesta instantánea.
No sabía cómo reaccionar a su respuesta inmediata.
Estoy del lado que la secuestró y la encerró en esta ciudad. Aunque es posible que haya llegado a confiar un poco en mí para su supervivencia, solo puedo ver cosas positivas si yo muero. Conmigo fuera, la vigilancia 24/7 desaparecería, se libraría de mis regaños y sobre todo, estoy seguro de que disfrutaría más de su vida si la persona con la que está todo el tiempo fuera más amable. Creo que tiene más perseverancia que la mayoría de las personas, considerando que no se queja de tener sus acciones limitadas o de ser vigilada las 24 horas del día por un hombre que ni siquiera puede hacer un chiste.
Me duele el corazón al pensar en ello. No podía respirar cuando me di cuenta de que acababa de explicar de manera lógica cómo ella nunca podría desear que yo siguiera vivo. Muchas personas consideran mi existencia una molestia. Ella es solo una más. Aun así, me duele mucho. A pesar de que no teme a mis ojos, a pesar de que se acerca con felicidad a mí, al final solo soy una molestia para ella. No soy más que eso. Si ese es el caso, ¿qué motivo podría tener para no desearme muerto?
Reflexioné sobre qué beneficio podría tener mi supervivencia para ella. Y entonces lo noté, nuestro contrato, ganó mucha más libertad que antes debido a nuestro contrato. Tal vez piensa que perdería toda la libertad recién adquirida si yo muera.
El pensamiento empeoró mi estado de ánimo, haciendo que mis palabras salieran más profundas y afiladas de lo habitual.
—Incluso si eso llegara a suceder, no tiene nada que ver contigo. Solo podrías cambiar a Ichy como tú contratista.
Por alguna razón, no pude decir “Ichy o Subaru”. No tengo intenciones de morir pronto, pero pensé que si algo me sucediera, sería mejor que otra mujer se hiciera cargo del contrato con Azuza. No es algo que haya mencionado considerando los sentimientos de ella, sino para satisfacer mi propio ego.
Mi respuesta debe haberle molestado, porque me reprochó, con el rostro enrojecido.
—¡Sí tiene que ver conmigo! ¡Estaré triste si mueres, Kyouya! ¡Lloraré! ¡Mis ojos se pondrán rojo brillante por todas las lágrimas! ¿Sabías que los ojos de los conejos son rojos porque han llorado mucho por estar solos?
—Nunca cambias —dije en voz alta lo que quería decir como un pensamiento interno.
Escuché esas palabras una vez antes. El recuerdo de los días que ella de seguro ha olvidado cruzó mi mente, calmando un poco mi estado de ánimo. Sentí como si sus palabras me alcanzaran. Ella dijo que estaría triste. Dijo que estaría triste y sola si yo muriera.
—¿Te sentirás sola si muero? —pregunté para cerciorarme de la verdad.
Frunció los labios como para demostrar lo obvio, no solo con sus palabras, sino también con sus acciones.
—¡Por supuesto que me sentiré sola y triste si la persona que quiero muere! Ah, um, ¡me refiero a que te quiero como a un amigo!
La persona que quiero.
Sentí como si una roca acabara de caer en mi estómago.
Así que eso es. Quiero a Azuza. Lo entendí de repente. Sin importar la desesperación con la que rechacé reconocerla como mujer hace poco tiempo, rápido me convencí de que la amaba ahora. Al reflexionar, hace mucho tiempo que empecé a verla como mujer, pero puse una tapa sobre esos sentimientos, misma que acaba de romperse.
Querer protegerla y estar con ella no era por mis órdenes. Solo quería hacerlo. Casi el ochenta por ciento de mi cautela hacia Tsukiharu era por celos. Lo despreciaba por tenerla para él durante horas mientras ella asistía a la escuela. Es un hecho innegable que lo vigilaba con cautela como una entidad peligrosa que secuestró a Azuza y me dejó un enorme agujero en el estómago, pero creo que mis celos iban más allá de eso.
Llegar a esa comprensión me hizo reír. ¿Por qué me había estado preocupando tanto? ¿En qué estaba pensando? Azuza debió haber interpretado mi risa de manera equivocada, porque golpeó enojada sus puños contra mi pecho.
—¡Kyouya!
—Lo siento, lo siento. ¿Por eso estabas llorando? —pregunté, en parte para cambiar de tema y en parte con anticipación.
Sus hombros se hundieron y su rostro se retorció con una tristeza indescriptible.
—Esa es una de las razones, pero me mortifica que no confíes en mí cuando estás en tan mal estado… Siempre me estás salvando, pero aún no he podido devolverte el favor ni una sola vez. Además, yo soy la razón por la que necesitas sangre con desesperación, ¿verdad? Puede que hayamos hecho un contrato para vigilarme, pero hemos hecho un contrato y aun así no confías en mí cuando las cosas son críticas. Empecé a pensar que de verdad soy inútil…
Cuando terminó de hablar, su voz se volvió un susurro apenas audible y bajó la cabeza como si le hubieran quitado el viento de las alas. A pesar de eso, su enojo anterior todavía persistía lo suficiente como para que se apartara y solo me mirara con rabia en los ojos.
—¿Estabas pensando todo eso? —pregunté, sorprendido por su inesperada respuesta.
Asintió despacio. Me hizo feliz. Pensé que había entendido mal cuando dijo que lloraba porque quería que yo confiara más en ella. Repasé lo que dijo varias veces en mi cabeza, llegando a la misma respuesta cada vez.
Estoy demasiado feliz por esto.
Antes de darme cuenta, extendí mi mano para acariciar su mejilla fruncida. Sus ojos de repente se volvieron brumosos. Intentó ocultar sus lágrimas frotándose los ojos con las mangas, así que inventé una excusa al azar de que hacerlo haría que sus ojos se hincharan para apartar sus manos. Quería ver cómo lucía cuando lloraba. Nuestros ojos se encontraron y ella me miró ofendida. Mis labios se curvaron en una media sonrisa. Es una chica de muchas facetas.
—Lo siento.
— ¡Deberías sentirlo!
—De verdad lo siento.
—No necesitaríamos a la policía si las disculpas solucionaran todos los problemas.
—Perdóname.
—No lo haré.
—¿Qué debo hacer para que me perdones? —pregunté.
Haría cualquier cosa por ti.
Levanté la vista y vi que aún estaba disgustada. No había nada aterrador en que me mirara con los ojos hinchados, pero me mordí la lengua para no decir algo que aumentará su ira y esperé a que ella hablara en su lugar.
—Quiero que confíes más en mí
Después de escuchar eso, pensé: “Ah, no sirve de nada. No creo que pueda dejarla ir después de esto”.
Siempre pensé que la ayudaría con todas mis fuerzas si alguna vez quisiera irse de esta ciudad. Incluso me enfrentaría al Patriarca y la llevaría a un lugar seguro. Pero ahora que ella había dicho algo así, quería mantenerla a mi lado. Aunque nunca pudiera brindarle felicidad.
En este momento, incluso su desvío de la mirada me parecía linda.. Puse ambas manos en su rostro y lo giré hacia mí.
—¿Me permitirás beber tu sangre?
—No.
—Por favor, déjame beber
—¿Qué, soy un bartender que no conoces?
—Déjame beber tu sangre.
—Está bien, adelante —dijo Azuza con una sonrisa brillante.
Su sonrisa contagiosa me hizo sonreír también, lo que pareció hacer que ella sonriera aún más.
Logré que guardara el cuter y extendí mis brazos para invitarla, pero ella se puso roja de vergüenza. Quería decirle que pensara en la posición en la que ya estaba sentada, pero decidí no hacerlo. Es probable que no se diera cuenta de que había estaba montada en el estómago de un hombre. Sería una lástima si lo señalará y ella saliera corriendo. De alguna manera, pensar en cosas como esta no es propio de mí.
Emocionado, pregunté:
—¿No vienes?
Pero ella se negó varias veces, diciendo lo difícil que sería para ella hacerlo, así que decidí ser yo quien estuviera encima. Invertí nuestras posiciones y la coloqué debajo de mí esta vez. Acerqué mi rostro a su cuello. Su aroma adormeció mi pensamiento racional. Tal vez porque necesitaba sangre con desesperación, mi corazón golpeaba contra mi pecho y empecé a respirar agitado.
Fue entonces cuando sentí que sus manos temblaban. Retrocedí despacio y examiné su rostro. Ella apretó los labios en una línea recta y giró el cuello hacia un lado para exponerlo. Fruncí el ceño con una conciencia culpable pensando que la asusté de nuevo.
—¿Quieres parar? Tienes miedo, ¿verdad? —pregunté.
Ella me miró en shock.
—También tenías miedo la última vez. ¿Quieres guardarlo para otra ocasión? No me pasará nada malo en un futuro cercano.
—¡No tengo miedo! ¡Solo me da vergüenza! Además, odio el dolor… Estaré bien, así que por favor, continúa.
Ella dijo que está bien, ¿verdad? No es mi culpa si luego se arrepiente.
—¿Quieres morderme entonces? No puedo hacer nada por tu vergüenza, pero ¿esto no ayudará a aliviar un poco el dolor? —sugerí, desabrochando un botón de mi camisa y señalando mi cuello.
Me incliné hacia ella, colocando mi cuello junto a su boca. Cuando mis colmillos perforaron su piel, una dulce punzada cosquilleó en mi cuello.