Traducido por Herijo
Editado por Lucy
Punto de vista de Sukiharu.
Paredes blancas estériles y un techo blanco impecable. Un espacio frío lleno solo con una cama vacía y un escritorio simple. La habitación existía con el único propósito de descansar el cuerpo obligado a participar en experimentos desde el amanecer hasta altas horas de la noche.
Hoy también, vivo sin lamentar los interminables días pasados junto con un dolor insoportable. La lamentación es un sentimiento que ocurre cuando sabes de algo mejor. Yo nunca he experimentado tal cosa. ¿Qué hay para que me arrepienta? Mi estilo de vida no ha cambiado desde el día en que nací. Todo lo que me han dado es la alimentación diaria y la ropa que llevo puesta.
El día de mi muerte fue decidido hace poco. Por lo que parecía, será el día en que cumpla diecisiete años. Escuché a los investigadores susurrando al respecto en un rincón. Sin embargo, me pregunto, ¿por qué tienen que ocultarlo? No es como si yo fuera a resistirme. La muerte es paz para mí.
Si me preguntaran si tengo miedo de morir o no, puedo decir que me emociono con las perspectivas de ir a algún lugar en el que nunca he estado antes, pero el sentimiento conocido como miedo me es ajeno.
Después de todo, mi mente será devorada en mi vigésimo cumpleaños, convirtiéndome en un monstruo. Las cosas están sucediendo tres años antes de lo planeado.
Ahora que lo pienso, ¿cuándo cumplo diecisiete años? No conozco el día en que nací. Bueno, no importa, pensé y tomé uno de los libros de la alta pila en el escritorio.
La lectura era la única actividad recreativa permitida en ese espacio estéril. Estaba agradecido de que me trajeran cualquier libro que solicitara. No sabía qué tipos de libros existían en primer lugar, así que solo podía pedir cosas como “un libro con una historia” o “un libro que enseñe al lector cómo calcular”.
Leía durante las horas previas al próximo experimento o durante todo el día cuando no me necesitaban. Nadie me enseñó a leer, escribir o hacer matemáticas, así que aprendí todo por mi cuenta a partir del conocimiento que se encontraba en las páginas de los libros. Por lo que parecía, las personas de mi misma edad, si hubieran sido criadas de manera normal, asistirían a algo llamado escuela. Queriendo saber cómo era la escuela, pedí libros de texto.
Enfrentar la nueva y difícil información era divertido, como resolver un rompecabezas. No tomó mucho tiempo entender todo lo que contenían los libros de texto destinados a estudiantes de último año de preparatoria.
Mi vida cambió cuando un investigador conocido como Hiragi se convirtió en mi cuidador. A diferencia de todos los demás Investigadores que me trataban como una plaga infecciosa, él era un hombre extraño que interactuaba conmigo como un padre y un amigo.
Él fue quien me dio un nombre.
—¿Sukiharu? ¿Ese es el nombre por el que me distinguiré?
—Lo elegí porque significa ‘la luna que ilumina una noche oscura’. Puedes usar mi apellido si alguna vez lo necesitas. ¿No es insípido ir siempre por ‘Tres’?
Me llamaban Tres en el laboratorio. Supongo que se referían a Número Tres, pero nunca conocí a un Uno o a un Dos. Puede que ya los hayan eliminado. Así como pronto me eliminarán a mí.
—No lo necesito. De todos modos, voy a morir pronto. Además, eres el único que me habla y soy el único aquí. Puedes llamar mi atención solo con ‘oye’ o ‘tú'”—dije con desinterés casual. Aún recuerdo la expresión triste en su rostro cuando colocó su gran mano en mi cabeza y desordenó mi cabello.
De verdad era una persona extraña. Estaría bien si solo me hablara como a una persona normal, pero fue aún más lejos al enseñarme sentido común. Incluso me contó todo tipo de cosas sobre lo que estaban investigando y sobre la orden Azul. A través de él, supe por primera vez que soy un vampiro. Me inculcaron en la cabeza que tengo el cuerpo del Antiguo, pero no tenía idea de quién era este Antiguo, ni intenté comprenderlo. También me informaron sobre el hecho de que me volvería loco y me convertiría en un monstruo alrededor de mi vigésimo cumpleaños, pero siempre pensé que eso se debía a sus experimentos.
Hiragi fue quien me dio la información más importante de todas.
—¿Qué? ¿Tengo otra mitad?
—Así es. Tú naciste con el cuerpo del Antiguo, mientras ella nació con la sangre. No sabemos dónde está ahora, pero estoy seguro de que te encontrarás con ella algún día.
—¿Esa persona se convertirá en mi familia? —pregunté lo que me vino a la mente de inmediato con curiosidad.
Nunca pensé que quisiera tener una familia antes. Para mí, la familia era algo parecido a los personajes que aparecen en una novela, no más que una existencia ficticia. Pero si tuviera otra mitad, alguien que creció en el mismo entorno que yo, podría convertirse en mi familia. Incluso si no tenemos parentesco sanguíneo, podríamos desarrollar una relación en la que nos preocupamos el uno por el otro…
Él debe haber captado mis pensamientos, porque la expresión de Hiragi se suavizó y su voz adquirió un tono cariñoso.
—¿Quién sabe? No lo sabrás hasta que la conozcas. Pero estoy seguro de que podrás encontrarte con ella algún día. Estoy seguro de que estás destinado a ello. ¿Por qué no esperamos con ansias ese día?
Su tono era suave y amable.
Apreté mi pecho, sintiendo algo similar a un rayo que me golpeaba.
Seguro me habló de ella para animarme a no renunciar a la vida, y de hecho tuvo éxito.
Fue entonces cuando pensé que no quería morir por primera vez en mi vida. No moriría hasta que la conociera.
El día de mi eliminación llegó justo después. Parece que Hiragi intentó detenerlos con desesperación, pero fue en vano, ya que me llevaron a la cámara de gas.
Pero era demasiado tarde, ya no era el mismo chico contento de ser eliminado por ellos. Después de todo, me juré a mí mismo que no moriría hasta que la conociera. Ella era el primer vínculo que tenía con este mundo en mi eterna soledad. Me confié en el poder que desbordaba desde dentro y destruí el laboratorio para escapar con poco esfuerzo.
—Gracias, señor —dije con una leve sonrisa cuando lo vi entre los investigadores que me miraban volar en el cielo. Decidí tomar su apellido.
Agité con agilidad las alas de mi espalda y contemplé el mundo fuera del laboratorio por primera vez.
Nunca había visto las estrellas y la luna a simple vista hasta entonces.
Y luego lo conocí a él.
Un hombre de cabello plateado se encontraba en el velo de la oscuridad. Me esperaba con una sonrisa burlona.
—Tenía planeado ir a buscarte, pero temo no haber llegado a tiempo. A partir de este día, seré tu sirviente.
Ignoró mi silencio ante su repentina declaración y continuó:
—Si me haces el honor de permitirme servir a tus pies, te concederé lo que más deseas.
—¿Y qué es eso?
—¿Sabes algo sobre tu otra mitad?
Jadeé. Él extendió la mano hacia mí.
—Por favor, llámame Shiro. Vayamos. He preparado una casa oculta para nosotros.
Algún tiempo después, la encontré: mi otra mitad.