Contrato con un vampiro – Capítulo 7: Reunión

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


Azuza salió corriendo a través de la cocina, solo para terminar tropezando. Dio tres vueltas en el aire, antes de caer al suelo. Se sentó después de terminar su dolorosa caída. Únicamente para ver nada, además de árboles frente a ella.

— ¿Huh? ¿Por qué hay árboles?

Miró a los alrededores. Los árboles se extendían en todas direcciones. Volteó hacia arriba, para observar el cielo a través de las aperturas en el frondoso dosel.

—No puede ser…

Su incredulidad era entendible. Había caído a un bosque desconocido. Se volteó hacia atrás, solo para descubrir que la puerta que acababa de cruzar había desaparecido sin dejar rastro.

Abrió la puerta que se suponía conducía al pasillo, pero en su lugar terminó en un bosque. — ¿Qué clase de mal chiste es este? En todo caso, debo apresurarme a donde este papá.

Azuza estaba en modo pánico total. Su mente no estaba en un estado como para detenerse a considerar porque había terminado en un bosque. Todo lo que estaba en su cabeza era encontrar rápidamente a su padre y confirmar su seguridad. La conversación de los sirvientes continúa repitiéndose en su mente.

—Una vez que empiece la corte es su final. Sin duda, el padre de la señorita Azuza será asesinado.

Su visión comenzaba a tornarse borrosa debido a las lágrimas no derramadas. Soportó el deseo de llorar y se empujó a sí misma a través del lodoso suelo, limpiando la suciedad de sus rodillas y de su ropa. El mismo escenario se extendía hasta donde sus ojos podían ver. Al no conocer el camino correcto significa que valía la pena probar cualquiera.

Se congeló en el momento en que el matorral frente a ella se movió. Una sombra salió lentamente a través de la maleza, revelando a un hombre a mediados de los treinta. Su grasoso y despeinado cabello colgaba frente a su rostro, ocultando su expresión, pero sus ahuecadas mejillas y complexión enfermiza destacaban bajo ese enredado desastre.

El fondo de su desgastada camisa y pantalones parecía como si hubieran pasado a través de una trituradora. Si se tuviera que describir su apariencia en una palabra sería la de un zombi. Era el vivo retrato de los zombis descritos en las películas de terror. Tal vez, la palabra vivo era incorrecta.

Azuza jadeo ante el hombre de brillantes ojos azules que, lentamente, se acercaba a ella cojeando.

—Te encontré —La cabeza del hombre giró hacia un lado, como si de una muñeca rota se tratara y dejo salir una risa insana. Su sonrisa torcida le dio escalofríos a Azuza.

— ¡No corras! —Dijo mientras la embestía.

— ¡Agh!

La golpeó contra un árbol al momento en que intento correr. El impacto le sacó el aliento. Intentó escapar, pero no tenía la suficiente fuerza para zafarse de su agarre. El hombre aumentó la fuerza de la mano que tenía en su cuello, fijándola en el árbol.

—Déjame…ir… —Dijo ahogándose.

— ¡Te encontré! ¡Te encontré! ¡Te encontré! —Chilló el hombre con locura, acercando su rostro a ella. Sus embotados ojos azules brillaron con una euforia indescriptible.

— ¡No!

— ¡Te encontré! —Balbuceó, abriendo su boca para revelar un par de colmillos afilados.

¡Va a morderme! Azuza se tensó y cerró sus ojos. En el siguiente instante, el agarre en su cuello se soltó. ¿Qué? ¿No va a morderme?

Lentamente, abrió sus ojos para descubrir que la cabeza del hombre estaba a sus pies. Un cuerpo sin cabeza era lo que la mantenía pegada al árbol. La sangre salió a borbotones del cuello y llovió sobre ella, como si el cuerpo se diera cuenta de que le faltaba la cabeza. Ni siquiera fue capaz de reunir un grito, mientras observaba con asombro. Su mente no terminaba de comprender lo que había ocurrido.

— ¿Te encuentras bien? —Un hombre de pelo negro y ojos color rubí apareció frente a ella, en medio de la lluvia de sangre.

La mente de Azuza se llenó con un vivido recuerdo de una escena tan reciente que era extraño que no lo hubiera pensado hasta ahora. Frente a ella, está el hombre que estaba parado en la piscina de sangre la noche que fue secuestrada. En esa ocasión, estaba vistiendo una gabardina, pero ahora porta una camisa blanca y pantalones negros. Sus ropas podrían ser diferentes, pero, sin duda, es él.

— ¡E-El sujeto de esa noche! —Tartamudeó

— ¿Por qué estás aquí? —Se quejó el hombre, al momento de ver la cara de Azuza. La observó por un momento antes de suspirar.

— ¿Qu-Qué?

El hombre se acercó a Azuza con una expresión que no le permitía discernir si estaba enojado o no, y removió el cuerpo de ella. Tomó su brazo y la ayudó a levantarse, ella no había notado que estaba colapsada sobre su trasero, y camino arrastrándola tras él.

— ¿A dónde me llevas?

—No preguntes. Solo sígueme en silencio —ordenó en un tono monótono.

Por un segundo, se estremeció, pero ella no era una chica mansa que se mantendría en silencio, solo porque alguien se lo ordenó.

— ¡Suéltame, por favor! —Gritó Azuza, mientras tiraba de su brazo con todas sus fuerzas,

El hombre le frunció el ceño.

—Si lo prefieres te puedo cargar —gruño en una voz profunda.

Azuza perdió la voluntad de pelear. No había forma de que pudiera resistir si el decidiera utilizar, aunque sea una pequeña parte de su fuerza. Es la persona que había matado al zombi al que Azuza no pudo siquiera mover un poco. Si buscaba, estúpidamente, pelear con él, es probable que termine siendo noqueada y cargada. En cualquier caso, seguirlo mientras aún está consciente es, por mucho, la mejor opción.

—Estás caminado demasiado rápido —Se quejó Azuza.

Sorprendentemente, él disminuyó su velocidad para igualar su paso.

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